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domingo 29 de mayo de 2011
Famoso por su canto, el chucao es un personaje clásico de Chiloé.
El sietecolores es conocido como el pájaro más bonito de Chile
Chile es una suerte de isla para los pájaros gracias la cordillera, el desierto y el océano. Con cientos de birdwatchers que cada año vienen sólo para ver especies únicas, la afición cada día atrae a más seguidores locales.
Rodrigo Cea / Recuadros: Sebastián Montalva W.
"Al momento de abandonar Chile, me di cuenta de que mirar nuevas especies de aves había sido la única actividad que podía contar entre las que no me aburrieron", escribió Jonathan Franzen en un artículo publicado en la edición especial de viajes, de abril pasado, del semanario The New Yorker. Autor de la ya clásica Las Correcciones y catalogado como el mejor novelista estadounidense contemporáneo, Franzen viajó hasta la isla Más Afuera también llamada Alejandro Selkirk, en el archipiélago de Juan Fernández , para escribir un ensayo sobre la lectura in situ de Robinson Crusoe, echar al viento parte de las cenizas de su amigo también escritor David Foster Wallace y, al igual como otros cientos de extranjeros cada año, para observar aves.
Muy por debajo de las más de 1.800 especies que, por ejemplo, se encuentran en Perú, Chile con unas 450 está lejos de ser un paraíso de las aves. En cambio, sí se trata de una especie de isla gracias a sus barreras naturales, como el desierto de Atacama, la cordillera de los Andes y el océano Pacífico. Así, en el país vuelan especies únicas: imanes para los fanáticos del birdwatching, para quienes observar pájaros escasos es un asunto crucial.
Incluido Jonathan Franzen, quien en el mismo ensayo, titulado Farther Away, denotó esa debilidad: "La población de rayaditos, la mayoría de los cuales vive en una zona de gran altitud de la isla [Más Afuera] llamada Los Inocentes, hoy sólo alcanza a poco más de quinientos. Muy poca gente ha visto uno alguna vez".
Los primeros registros de interés por los pájaros chilenos datan de mediados del siglo 19, cuando el naturalista francés Claudio Gay dibujó una docena de especies nacionales emblemáticas, como la tagua, la loica y el sietecolores. Publicadas en su Atlas de la historia física y política de Chile, las doce ilustraciones son el primer hito en la bibliografía nacional sobre la materia, que tuvo su primer texto dedicado de manera exclusiva a las aves en 1932. The Birds of Chile se tituló el libro sin dibujos y en inglés del estadounidense Carl Hellmayr, quien es considerado el pionero en la ornitología local.
Publicado en dos partes, en 1946 y 1951, el primero libro en español fue Las Aves de Chile, su conocimiento y sus costumbres. Dos de sus autores, J. D. Goodall y A. W. Johnson el tercero es Rodolfo Philippi fueron también los primeros guías de birdwatching en el país, quienes a mediados del siglo pasado recibían entre uno y dos grupos de turistas cada año, la mayoría ingleses y norteamericanos.
Jürgen Rottmann santiaguino, por si las dudas cursaba segundo año de veterinaria cuando en octubre de 1962 hizo su primer viaje como guía experto en aves chilenas. Lo recuerda así: "Fui porque mi maestro, Luis Peña, no pudo guiar la expedición de un grupo de ornitólogos de gira por Sudamérica. En tiempos que no había agencias dedicadas al rubro, fuimos a recorrer de Puerto Montt a la Patagonia".
Interesado en las aves desde niño, hoy Rottmann es considerado como el máximo referente vivo de la ornitología en Chile. Caminando por su parcela semisalvaje en Talagante donde se dedica al cultivo comercial de plantas acuáticas, bambú, peces y aves ornamentales, y mantiene además el centro de recuperación de aves rapaces de la Unión de Ornitólogos de Chile (Unorch), a él le cuesta repasar su propia historia pues cada dos minutos la interrumpe para comentar "ahí va un zorzal", "ése es un queltehue"o "ahí pasó un tiuque".
Con look de científico loco, frente a uno de los tres cóndores que mantiene en rehabilitación, Rottmann recuerda que trabajó por quince años en el Ministerio de Agricultura, la mayoría en Conaf, que durante cinco escribió la columna de naturaleza "Cosa de mirar" en esta misma revista, que fue presidente de la Unorch y recalca que gracias a las aves se ha ampliado su mundo. "El mismo que se abre con un microscopio dice. Por eso es que cada vez más personas se interesan por esta disciplina; gente proveniente de las más diversas áreas".
Uno de los aficionados locales que más llama la atención es el ex rector de la Universidad Católica Pedro Pablo Rosso. Médico pediatra de profesión, Rosso se define antes que todo como una persona contemplativa e interesada en la naturaleza. "Y es en esa contemplación que uno descubre que desconoce lo que mira: las rocas, los árboles, las aves explica. Entonces, uno se da cuenta de que es como una especie de analfabeto que se entretiene viendo un libro ilustrado".
Rosso comenzó a interesare en los pájaros hace unos veinte años cuando los fines de semana coincidía en Santo Domingo un lugar privilegiado para el birdwatching, según él con su amigo Jaime Álvarez, neurobiólogo y, por supuesto, fanático de las aves.
Ambos médicos terminaron publicando juntos en 2003 Aves de la Costa Chilena, una guía específica sobre especies del litoral central chileno, en la que Rosso aportó con las ilustraciones en témpera de los pájaros.
Con viajes a las Galápagos y otro programado a las Malvinas para ver aves, quien fuera rector de la UC por una década dice que su "sesgo biológico" es lo que mejor ayuda a explicar su afición: "A mí me maravilla el vuelo y las adaptaciones que exhiben las diversas especies. Pero también resultan atractivas las muchas cosas que aún se desconocen sobre la conducta de las aves".
El misterio es una de las razones que más se repiten a la hora de intentar explicar la creciente inclinación local por las aves. Cosas como que hasta hoy nadie sabe con certeza cómo se orientan cientos de especies que cada invierno migran entre un hemisferio y otro, o cómo la aguja colipinta Limosa lapponica, en lenguaje científico es capaz de cubrir en ocho días sin escalas ni alimentos los 11.500 kilómetros que separan Alaska de Nueva Zelanda.
Más allá de los enigmas que entrañan los pájaros, todos los entrevistados en este artículo coinciden en que las aves destacan en la naturaleza por el vuelo, colorido y su capacidad para cantar. Y si de interesados en el canto de las aves se trata, en Chile el nombre es uno solo: Guillermo Egli.
Nacido en Suiza en 1932, Egli llegó con 25 años como profesor de biología al Colegio Suizo de Santiago. "Mientras allá era algo de todos los días, acá nadie se preocupaba por las aves", recuerda. Egli comenzó a enfocarse en las "vocalizaciones de las aves" gracias a un amigo que le hizo notar que el canto del chincol cambiaba dependiendo de la zona que habitara; es decir, que tenía dialectos diferentes.
Desde ese día se dedicó a registrar la mayor cantidad de cantos posibles y gastó más de 40 años recorriendo el país para grabar los sonidos de las 110 aves más típicas que componen su disco Voces de aves chilenas; trabajo reconocido como uno de los más importantes en la ornitología nacional.
Autor con Juan Aguirre de la guía Aves de Santiago, Egli ya alejado de la investigación explica que no todas las aves son pasiformes o cantoras, y que éstas ocupan sólo 45 de las 110 pistas que figuran en su disco. El resto son gritos de aves, como de gaviotas, o de sonidos instrumentales, como el tc-tc-tc del carpintero.
"Se puede aprender mucho sobre aves a través de su canto, pues éste forma parte esencial de sus vidas. Los pájaros no cantan porque es bonito para nosotros", explica Egli, quien, con la máxima autoridad posible, asegura que la tenca es la especie con el canto más bonito en Chile (escuche un especial interactivo con su top ten de las aves cantoras chilenas en www.emol.com).
Además del canto, el colorido y de la capacidad para volar, algunos reconocen que la diversidad de especies es otro de los aspectos que más le llaman la atención en las aves. Una de esas personas es el ex gerente general de laboratorios Silesia, Leopoldo Drexler, quien empezó a interesarse en las aves de un modo fortuito.
Hace poco más de diez años, él estaba de vacaciones en Pucón cuando se dio cuenta de que las aves que llegaban al pasto frente a su cabaña eran desconocidas. "Comencé a tomarles fotos y cuando tenía de unas veinte distintas partí a comprar un libro dice. De manera autodidacta las identifiqué y al final del verano tenía registrada a unas cuarenta. Entonces, me embalé".
A tanto llegó su entusiasmo que terminó publicando Las aves en Chile, trabajo fotográfico que resumió cinco años de viajes tras aves por casi todo el país.
Del mismo modo que en Drexler, la fotografía es la manera tangible en que se manifiesta el entusiasmo por las aves del presidente de la Unión de Ornitólogos de Chile, Raúl Demangel. Ingeniero civil hidráulico de profesión, él dice que catalogarse como "aficionado a las aves" es poco y se asume como un "adicto a los pájaros".
Con decenas de expresiones como "andaba pajareando" y "de una plumada" en su discurso, Demangel cuenta que hace 14 años hizo un curso de avistamiento y desde entonces no ha parado de llevar su cámara a todos lados. "Lo más común entre los aficionados chilenos es que se dediquen a fotografiarlos", dice.
Un caso emblemático de esa tendencia es Juan Tassara, técnico universitario automotriz y ex ferretero, más conocido por crear Avesdechile.cl, la web ornitológica más importante del país. Reflejo de su interés por las aves, la fotografía y la computación, a mediados de los años 90 ideó la página, que desde un comienzo se transformó en un referente. Más allá de su idea, Tassara destaca que el sitio no sería lo mismo sin los comentarios, datos y sobre todo las fotografías de los más de 250 "socios cooperadores" que constantemente envían material nuevo para la web.
A diferencia de los chilenos, la mayoría de los birdwatchers que llega al país no andan tan interesados en fotografiar aves como sí en registrarlas en sus libretas, las famosas checklist.
Capaces de atravesar de manera literal medio mundo sólo para hacer una raya, los llamados "ticketeros" son mayoría en la fauna de observadores de aves casi todos ingleses y estadounidenses que llegan a Chile; donde ya existen cinco empresas, entre Putre y Punta Arenas, dedicadas de manera exclusiva al turismo ornitológico (ver recuadro Guías y Viajes).
Según el presidente de la Unorch, Raúl Demangel, muchos turistas vienen a ver aves a Chile pese a que éste es el país con menos diversidad del Cono Sur. A cambio, dice, Chile es una isla gracias al desierto, el Pacífico y los Andes; cuestión que implica que algunas especies de las 10 mil existentes en el planeta habiten sólo aquí. "Los pájaros que vuelan bien pueden cambiar de hemisferio en invierno, otros pueden moverse un poco más al norte para capear el frío, pero existen algunos que no se pueden desplazar tanto", explica Demangel.
Dos especies endémicas muy codiciadas por los turistas en Chile son la turca y el tapaculo, seguidas por el hued-hued y el chucao que son semiendémicas pues también habitan en Argentina. Los birdwatchers también van al extremo austral para ver especies como el canquén colorado en Tierra del Fuego y al pingüino magallánico en el Estrecho. Los más pudientes llegan a la Antártica para marcar en su checklist el codiciado ticket frente a la figura del pingüino emperador.
Además, gracias a la riqueza alimenticia de la corriente de Humboldt, Chile destaca por sus aves marinas: de las más de cien especies que se pueden observar en la costa, 60 de ellas nidifican acá (mientras que en todo Brasil lo hacen nada más que tres).
Cada vez más jóvenes y mujeres se están interesando por las aves en Chile. Aún lejos de la afición en este orden de ingleses, estadounidenses, alemanes y argentinos, el presidente de la Unorch destaca que cada día son más las interesados en asistir a los cursos de la agrupación (los primeros lunes de cadames a las 19 horas, más información en www.unorch.cl).
Demangel cree que además hay muchos otros jóvenes que se dedican al avistamiento de aves de manera independiente, a los que no les interesa pertenecer a la Unorch, organización que cuenta con 200 miembros activos y con más de mil inscritos desde mediados de la década del 80.
Un ave rara en los registros de la agrupación es María Paz Escalona que, con 24 años, el lunes recién pasado fue elegida secretaria del directorio de la Unión de Ornitólogos de Chile. Estudiante de pedagogía en biología y ciencias naturales, ella llegó por primera vez a una reunión de socios con 18 años. Luego, hizo cursos sobre las técnicas de campo para el estudio de aves silvestres y desde entonces sueña con ser ornitóloga. "Para mí esto no es un hobby, sino un quehacer científico dice María Paz. Lamentablemente en Chile no existe la especialidad y por eso estoy pensando en terminar mi carrera y partir a estudiar ornitología afuera".
Así lo hizo Álvaro Jaramillo, el chileno más famoso en el mundo del birdwatching. Autor de la guía más exitosa a nivel internacional, Birds of Chile publicada en Estados Unidos, Inglaterra y España, Jaramillo se fue a los ocho años a vivir a Canadá, en donde comenzó su afición por las aves. A los 17 años, regresó a Chile para visitar a familiares y luego partió a ver aves por el país. Interesado sobre todo en las especies marinas, un día llegó al terminal de pescadores artesanales de Valparaíso: "los pescadores pensaban que yo era un loco recuerda Jaramillo al teléfono desde su casa en California. Zarpamos a las 4:00 de la mañana y nos metimos hasta no sé dónde en la lancha. Vi fardelas blancas y negras, y regresamos a vender pescados en el mercado".
De regreso en Norteamérica, Jaramillo estudió biología y cursó varias especializaciones en aves y naturaleza. "Por suerte puedo decir que las aves son mi trabajo y, más allá de eso, mi forma de conocer el mundo", dice Jaramillo, quien tardó cinco años investigando para publicar Birds of Chile en 2003. "Lo difícil fue sacar el libro en castellano dice, pero ahora veo que cada vez hay más interés en Chile".
Contratado por una empresa de Texas y con su propia agencia Alvaro's Adventures, en California, Jaramillo viene a Chile una vez al año para guiar grupos de estadounidenses, canadienses e ingleses. "El circuito típico dura entre dos y tres semanas y pasa por Arica, Putre, la zona central, los bosques de la Araucanía, la Región de los Lagos, Chiloé y Magallanes cuenta. Las aves más codiciadas son los petreles, las fardelas de alta mar, la becacina pintada y el pato cortacorrientes".
¿Cómo explica que tantas personas crucen medio mundo sólo para ver aves?
Casi siempre se trata de gente jubilada que, con un poco más de plata, se da el gusto de ver en vivo y en directo lo que siempre ha visto en libros o en documentales de televisión dice Jaramillo. La gente en Chile ve un pingüino y no le da importancia porque viven ahí, junto a ellos. Pero para los birdwatchers de afuera observar un pingüino es como mirar un tigre o un oso polar. Además, existe un valor que los chilenos no consideran: el paisaje. Los Andes, los lagos del sur y la Patagonia están entre los más bonitos del planeta y muchas personas que viven en Miami donde la mayoría de los chilenos quiere ir sueñan con conocerlos.
5El bailarín, según el naturalista Claudio Gay.
Doce ilustraciones de Claudio Gay son el primer hito científico de la ornitología local.
Algunas de las aves más codiciadas por los extranjeros son los petreles, las fardelas de alta mar y la becacina pintada.
Leer y Observar
Aparte de las guías de campo, hay varios libros que complementan la observación y el estudio de las aves en Chile, como Lista comentada de las aves de Chile (2004), de Manuel Marín, uno de los registros más completos del país, y Chile, refugio de vida (2010), de Jean Paul de la Harpe, con muy buenas fotografías. En cuanto a textos históricos, los expertos citan la obra de los naturalistas J.D. Goodall, A.W. Johnson y R.A. Phillipi, especialmente Las Aves de Chile, su conocimiento y sus costumbres, tomos 1 y 2 (1946 y 1951, respectivamente), que contienen las primeras descripciones de las especies chilenas. Además, muy buena información taxonómica se encuentra en el sitio www.avesdechile.cl; canto de aves en xeno-canto.org y últimos registros en ebird.org/content/chile.
Lista de útiles
1 BINOCULARES. Se recomiendan los de medida 8x42 y 10x42: mientras más grande el número, mayor es el campo visual y la captación de luz. Precio referencia: desde $80.000.
2 GUÍA DE CAMPO. La Biblia de todo observador de aves. Es preferible que tenga ilustraciones en vez de fotografías, pues revelan más características y vistas de los pájaros. La más famosa es Aves de Chile, de Álvaro Jaramillo (precio referencia: $32.000), pero también están las de Daniel Martínez y Gonzalo González, y la de Braulio Araya.
3 VESTUARIO. Use colores de camuflaje para no llamar la atención. Una chaqueta de fotógrafo o de safari, color tierra, puede ser muy útil. Precio referencia, $99.990.
4 CELULAR INTELIGENTE. Un smartphone puede dar acceso a mapas, GPS y aplicaciones diseñadas para ver pájaros (aunque por ahora sólo hay para aves extranjeras, como Audubon Birds para iPhone). Pero también sirve como reproductor de sonidos: cargue, por ejemplo, el esencial CD Voces de Aves de Chile, de Guillermo Egli (precio referencia: $7.000).
5 TELESCOPIO. El también llamado spotting scope es muy útil para observar con más detalle especies quietas en humedales y lagunas. Precio referencia: $99.990.
6 LIBRETA DE NOTAS. Vital para registrar hora, lugar y características de la especie avistada, además de su forma física y conducta.
7 EXTRA. Hay artefactos que sirven para imitar el ruido de pájaros como las ocarinas (se encuentran en cualquier feria artesanal), y también está el bird caller, un tubo de madera con un tornillo que sirve para llamarlos (7 dólares en Amazon).
Tiendas: Unión de Ornitólogos de Chile, www.unorch.cl / Abtao, www.abtao.cl / Telescopios Chile, www.telescopioschile.cl / Mundo Fotógrafico, www.mundofotografico.cl
Dónde ir
13Humedal de Lluta, a minutos de Arica.
En el salar del Huasco se encuentran las tres especies de flamencos que viven en Chile
ZONA NORTE: entre los lugares más cotizados están las partes bajas de los valles de Lluta y Azapa, en la Región de Arica y Parinacota: allí habitan especies esquivas como el picaflor de Arica o el chorlo cabezón. Otras zonas son los alrededores de Putre y el bofedal de Parinacota, con especies emblemáticas como el chorlo cordillerano y el cuervo del pantano de la Puna. También famosos son el salar de Surire, para ver flamencos, y la laguna Miñiques, en San Pedro de Atacama, donde nidifica la tagua cornuda.
ZONA CENTRAL: cerca de Santiago, un sitio muy procurado por los extranjeros es el Embalse del Yeso, en el Cajón del Maipo, para ver chorlos cordilleranos, chiricocas, turcas y cóndores. También destaca el humedal de Lampa y Batuco: pese a su abandono aún es posible ver muchas especies de patos; y el circuito del humedal del Yali y la desembocadura del río Maipo, donde llegan aves migratorias como flamencos y gaviotas Franklin. Otro punto emblemático es el Parque Nacional La Campana, con especies del bosque esclerófilo como el tapaculos y el canastero.
ZONA SUR: destacan sitios como el Parque Nacional Conguillío, en la Región de la Araucanía, ideal para ver aves de bosque como el carpintero negro o el hued-hued; y en el norte de Chiloé, sitios como el estuario de Caulín, donde llegan flamencos en invierno, o Puñihuil, donde habitan pingüinos de Humboldt y Magallánicos.
1Frente a Punta Arenas, la isla Magdalena es famosa por sus pingüinos.
6En Puerto Williams se avistan aves marinas de gran tamaño.
ZONA AUSTRAL: además del Parque Torres del Paine, en Punta Arenas hay puntos especiales como el amenazado humedal Tres Puentes, hábitat de especies en extinción como el canquén colorado; o la isla Magdalena, ideal para ver pingüinos. Pero los expertos destacan especialmente la estepa patagónica, al norte de Tierra del Fuego, por sus características geográficas y climáticas y por sus especies como el cazamoscas chocolate o el yal austral.
Guías y Tures
* ABTAO: El biólogo y fotógrafo Jean Paul de la Harpe organiza diversos viajes y cursos de fotografía de naturaleza. www.abtao.cl
* ALTOANDINO: Tiene tures en el Parque Nacional Lauca y alrededores, guiados por la naturalista Barbara Knapton. www.birdingaltoandino.com
* FANTASTICO SUR: se especializa en la Patagonia. El guía a cargo es el naturalista Enrique Couve. www.fsexpeditions.com
* ACONCAGUA BIRDING: Los ornitólogos Rodrigo Tapia y Rodrigo Reyes conducen tures en la Zona Central y el resto de Chile. www.aconcaguabirding.com
* NATURA PATAGONIA: El naturalista Ricardo Matus guía viajes por Magallanes, una de las regiones más apetecidas por los extranjeros que vienen a Chile en busca de aves. www.naturapatagonia.cl
Rodrigo Cea / Recuadros: Sebastián Montalva W..
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Interesantes temas relacionados con la protección, restauración y conservación de nuestro patrimonio arquitectónico.
martes, 31 de mayo de 2011
lunes, 30 de mayo de 2011
Elisabeth MacLeod, 107 años:"No cambiaría mi juventud por la vida que tienen los jóvenes ahora"
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lunes 30 de mayo de 2011
Llegó en barco desde Inglaterra en 1909. Aquí recuerda cómo era el Chile de hace un siglo: sin radio, ni grandes edificios y muy pocos autos.
AMALIA TORRES
Había épocas en que, por dos o tres meses, Elisabeth MacLeod no sabía nada de su papá. Sólo tenía claro que estaba en el frente, luchando en la Primera Guerra Mundial. "Si estaba vivo o muerto, no podíamos saberlo", recuerda hoy, a sus 107 años.
En 1909, junto a su mamá y su hermana menor, Elisabeth viajó en barco desde Inglaterra hasta Valparaíso, huyendo del clima conflictivo que se vivía en Europa. En Inglaterra quedó su padre, marino.
Se refugiaron en Copiapó, en la casa de su abuelo materno, que vino a Chile a cargo de las máquinas de la mina Chañarcillo.
"¡Cuando llegué no sabía nada de Chile! No sabía ni que existía. Tenía 6 años cuando hicimos el viaje y sólo me acuerdo que demoramos seis semanas. El barco primero pasó por Buenos Aires y después siguió hacia el sur. Al salir al golfo de Penas hubo un temporal tan fuerte que casi nos hundimos".
Tardes de baile
Los mejores tiempos de su juventud, Elisabeth los vivió en Viña del Mar. Las tardes de sábado salía a bailar y en esa ciudad conoció a su esposo.
Del Copiapó de comienzos de siglo, Elisabeth recuerda la opulencia. "Había mucha plata. Por ejemplo, había gas en cañería, y me parece que en Chile las únicas otras ciudades que tenían, eran Santiago y Valparaíso. Y había casas muy grandes, aunque la mayoría era de un piso. A veces la gente decía '¡mira qué alta!' y se referían a casas de dos pisos".
Elisabeth no pudo cumplir su sueño de ser profesora. Estudiar implicaba trasladarse a la capital. "'¡Cómo se va a ir la niña sola a Santiago!' No podía ser, no como ahora que las chiquillas van solas donde quieren y no importa", dice.
Finalmente, estudió taquigrafía y dactilografía y comenzó a trabajar en el Banco Anglo Sudamericano.
Más tarde, con su tía -su mamá murió de tifus- y la familia de ella, se mudó a Viña del Mar. "Para mí, Viña era mejor antes. Era tan lindo, con jardines preciosos y todo tranquilo. Incluso la gente se saludaba en la calle. Le decían el 'dormitorio de Valparaíso' porque todo el mundo trabajaba allá, y a las seis de la tarde comenzaba el desfile a Viña".
"En esa época no deben haber habido más de seis autos en toda la ciudad y la gente se movía en tranvías. Pero a éstos se les salían los ganchos de los cables eléctricos y había que esperar que se bajara el chofer y los colgara de nuevo. ¡Era una odisea viajar de Valparaíso a Viña!".
Pero uno de sus recuerdos más vívidos es sobre cómo era pololear en Chile hace más de 80 años. "El sábado, después de tomar té, a las seis y media salíamos a bailar a hoteles, como el Astur de Valparaíso, que ahora se llama Prat, o al Club de Viña. A las ocho y media ya era hora de volverse, porque a las nueve había que estar en la casa. No es como ahora que van a bailar a las 11 de la noche y están hasta que amanece".
El domingo, la matiné era sagrada. "Todas las chiquillas íbamos a la matiné y los cabros nos esperaban en la puerta del teatro".
Salir de vacaciones con el pololo era impensable en ese entonces. "Las abuelas se morirían de saberlo", dice entre risas.
Cuando no había radio
A veces, "la gente me pregunta, '¿y no se lateaban?'. Yo les digo que no. Y realmente, fíjese, yo no cambiaría mi juventud por la vida que llevan los jóvenes ahora".
Y agrega: "Los chiquillos no te tocaban ni un dedo en esa época. Y si hacían payasadas, entonces ¡paaaf!, un carterazo les llegaba".
Elisabeth McLeod tiene cinco hijos, 21 nietos, 30 bisnietos y un tataranieto. En la foto, junto a su hija Vilma.
Elisabeth tiene cinco hijos, 21 nietos, 30 bisnietos y un tataranieto. "Cuando llegan a la casa prenden la tele y me preguntan por cómo era la vida antes, y los más avivados dicen: 'Oh, qué fome'. Y yo les digo, 'ustedes lo encontrarán fome, pero nosotros lo pasábamos bien'. Cómo voy a haber extrañado no tener televisión, por ejemplo, si lo que no se ha tenido nunca, no se echa de menos".
Para entretenerse, en su infancia -le cuenta a su descendencia-, lo más común era tocar el piano o la guitarra. "Ni siquiera había radio en esa época, así que había que poner discos, que se quebraban mucho. Por eso siempre había que andar con cuidado", recuerda.
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lunes 30 de mayo de 2011
Llegó en barco desde Inglaterra en 1909. Aquí recuerda cómo era el Chile de hace un siglo: sin radio, ni grandes edificios y muy pocos autos.
AMALIA TORRES
Había épocas en que, por dos o tres meses, Elisabeth MacLeod no sabía nada de su papá. Sólo tenía claro que estaba en el frente, luchando en la Primera Guerra Mundial. "Si estaba vivo o muerto, no podíamos saberlo", recuerda hoy, a sus 107 años.
En 1909, junto a su mamá y su hermana menor, Elisabeth viajó en barco desde Inglaterra hasta Valparaíso, huyendo del clima conflictivo que se vivía en Europa. En Inglaterra quedó su padre, marino.
Se refugiaron en Copiapó, en la casa de su abuelo materno, que vino a Chile a cargo de las máquinas de la mina Chañarcillo.
"¡Cuando llegué no sabía nada de Chile! No sabía ni que existía. Tenía 6 años cuando hicimos el viaje y sólo me acuerdo que demoramos seis semanas. El barco primero pasó por Buenos Aires y después siguió hacia el sur. Al salir al golfo de Penas hubo un temporal tan fuerte que casi nos hundimos".
Tardes de baile
Los mejores tiempos de su juventud, Elisabeth los vivió en Viña del Mar. Las tardes de sábado salía a bailar y en esa ciudad conoció a su esposo.
Del Copiapó de comienzos de siglo, Elisabeth recuerda la opulencia. "Había mucha plata. Por ejemplo, había gas en cañería, y me parece que en Chile las únicas otras ciudades que tenían, eran Santiago y Valparaíso. Y había casas muy grandes, aunque la mayoría era de un piso. A veces la gente decía '¡mira qué alta!' y se referían a casas de dos pisos".
Elisabeth no pudo cumplir su sueño de ser profesora. Estudiar implicaba trasladarse a la capital. "'¡Cómo se va a ir la niña sola a Santiago!' No podía ser, no como ahora que las chiquillas van solas donde quieren y no importa", dice.
Finalmente, estudió taquigrafía y dactilografía y comenzó a trabajar en el Banco Anglo Sudamericano.
Más tarde, con su tía -su mamá murió de tifus- y la familia de ella, se mudó a Viña del Mar. "Para mí, Viña era mejor antes. Era tan lindo, con jardines preciosos y todo tranquilo. Incluso la gente se saludaba en la calle. Le decían el 'dormitorio de Valparaíso' porque todo el mundo trabajaba allá, y a las seis de la tarde comenzaba el desfile a Viña".
"En esa época no deben haber habido más de seis autos en toda la ciudad y la gente se movía en tranvías. Pero a éstos se les salían los ganchos de los cables eléctricos y había que esperar que se bajara el chofer y los colgara de nuevo. ¡Era una odisea viajar de Valparaíso a Viña!".
Pero uno de sus recuerdos más vívidos es sobre cómo era pololear en Chile hace más de 80 años. "El sábado, después de tomar té, a las seis y media salíamos a bailar a hoteles, como el Astur de Valparaíso, que ahora se llama Prat, o al Club de Viña. A las ocho y media ya era hora de volverse, porque a las nueve había que estar en la casa. No es como ahora que van a bailar a las 11 de la noche y están hasta que amanece".
El domingo, la matiné era sagrada. "Todas las chiquillas íbamos a la matiné y los cabros nos esperaban en la puerta del teatro".
Salir de vacaciones con el pololo era impensable en ese entonces. "Las abuelas se morirían de saberlo", dice entre risas.
Cuando no había radio
A veces, "la gente me pregunta, '¿y no se lateaban?'. Yo les digo que no. Y realmente, fíjese, yo no cambiaría mi juventud por la vida que llevan los jóvenes ahora".
Y agrega: "Los chiquillos no te tocaban ni un dedo en esa época. Y si hacían payasadas, entonces ¡paaaf!, un carterazo les llegaba".
Elisabeth McLeod tiene cinco hijos, 21 nietos, 30 bisnietos y un tataranieto. En la foto, junto a su hija Vilma.
Elisabeth tiene cinco hijos, 21 nietos, 30 bisnietos y un tataranieto. "Cuando llegan a la casa prenden la tele y me preguntan por cómo era la vida antes, y los más avivados dicen: 'Oh, qué fome'. Y yo les digo, 'ustedes lo encontrarán fome, pero nosotros lo pasábamos bien'. Cómo voy a haber extrañado no tener televisión, por ejemplo, si lo que no se ha tenido nunca, no se echa de menos".
Para entretenerse, en su infancia -le cuenta a su descendencia-, lo más común era tocar el piano o la guitarra. "Ni siquiera había radio en esa época, así que había que poner discos, que se quebraban mucho. Por eso siempre había que andar con cuidado", recuerda.
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Los pehuenches después de Ralco
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REVISTA SÁBADO
sábado 28 de mayo de 2011
A propósito de la aprobación de la central HidroAysén en la Patagonia, "Sábado" viajó a Alto Biobío a ver en terreno cómo la represa Ralco, de Endesa, dueña de ambos proyectos, le cambió la vida a las comunidades pehuenches que viven allí. A siete años de su entrada en funcionamiento, y pese a los planes de mitigación de Endesa, son la comuna más pobre de Chile.
Por Sabine Drysdale, desde Alto BioBío
Este cementerio no tiene muertos. Es una explanada de tierra seca, dura, baldía, dividida en cuatro por un camino jamás recorrido por un ataúd, pisado por una viuda. Hay un altar protegido de la lluvia -vacío- y el perímetro está cercado por una reja de fierro naranja. En medio de todo hay una cruz blanca.
Este cementerio lleva un año esperando algún muerto. Los ha habido en la comunidad pehuenche de El Barco, pero los deudos prefieren bajar varios kilómetros cargando el ataúd a Ralco Lepoy, donde algunos vivían antes de que se construyera la central hidroeléctrica Ralco, que les inundó sus tierras, sus casas, sus muertos.
Noventa predios de Quepuca-Ralco y Ralco-Lepoy, equivalentes a 638 hectáreas fueron cubiertos por el agua para construir la represa. De las 93 familias afectadas, 70 tuvieron que ser relocalizadas. Varias de ellas se instalaron en El Barco, en los confines de la cordillera de la octava región, donde se ubica este cementerio que nadie quiere inaugurar, donado por Endesa, dueña de la hidroeléctrica, como parte del plan de compensaciones a los afectados por las inundaciones.
María Elvira Calpán, 57 años, una mujer pehuenche, viuda, vestida con falda negra y un colorido pañuelo sobre la cabeza, camina tejiendo un calcetín de lana por la calle principal de El Barco, a unos metros de este cementerio, la mañana de un martes de mayo. Unos pasos más atrás la siguen sus dos nietos, Juanito y Pedrito, de cuatro y cinco años. No se dirigen a ninguna parte. En El Barco no hay lugares donde ir. No hay un almacén, una plaza, alguna oficina de algo. Sólo hay casas, cabras, tierra y algunas araucarias. Y hombres borrachos, a todas las horas del día, que caminan en zig-zag. En Ralco Lepoy, donde vivían antes, estaban mucho más cerca de la posta, del almacén, de la escuela.
Juanito y Pedrito, a esta hora, deberían estar en el jardín infantil, y más tarde ahí mismo debieran almorzar, pero los niños de El Barco no van al jardín infantil.
-Están inscritos, todos los niños están inscritos, pero todavía no empieza. No sé por qué no empieza-, dice María Elvira con una mezcla de molestia y resignación. A unos kilómetros de donde pasea ahora está el jardín infantil. Fue construido hace dos años, tiene salas, chimeneas, columpios y balancines. Sin embargo, también es una instalación fantasma. Ni los juegos en el patio se pueden usar, porque el perímetro está cercado por alambres de púas.
El jardín infantil es otra donación de Endesa a la comunidad como parte de su política de responsabilidad social empresarial. Pagaron la infraestructura, pero no se hacen cargo de los costos de operación. Eso, dice la compañía en un escrito enviado a "Sábado", le corresponde a la Municipalidad de Alto Biobío, según un convenio que habría suscrito con ésta. Sin embargo, en la municipalidad, tienen otra visión. "No estamos en condiciones de que ellos (Endesa) ofrezcan infraestructura y no asuman el gasto de la operación", dice el administrador municipal, Daniel Salamanca. Calcula que les costaría al menos $24 millones anuales, dinero con que no cuentan. Mientras tanto, los preescolares de El Barco no reciben educación alguna. Juanito y Pedrito apenas saben hablar. Matan el tiempo en la calle, acompañando a su abuela a cuidar las cabras, o mirando Discovery Kids. En el Barco no hay líneas telefónicas ni señal de celular, sin embargo, en todas las casas hay empalmes de luz eléctrica y una antena de Direct TV.
Ese fue otro de los beneficios que les dio en compensación Endesa, que, en una labor que normalmente realiza el Estado, instaló líneas eléctricas que llegan hasta la última de las casas.
También construyeron el camino ripiado que llega a Ralco, a unos 80 kilómetros, donde se ubican la municipalidad y los servicios. Un camino de curvas y contra curvas peligrosas que sólo puede ser transitado por vehículos con tracción. La movilización para las comunidades pehuenches, que por cierto no tienen vehículos propios, se limita a un bus antiquísimo, que pasa una vez al día, cuando el clima lo permite.
Alto Biobío es hoy la comuna más pobre de Chile, según datos de la encuesta Casen. Los Pehuenches viven casi exclusivamente de la agricultura y ganadería de subsistencia. Según Daniel Salamanca, el desempleo alcanza el 90%, no existen empresas que den trabajo.El principal empleador es la municipalidad con apenas 30 plazas para siete mil habitantes.
El turismo, una de las grandes promesas de desarrollo, basta mirar la oferta, se limita a darle alojamiento barato a obreros que arreglan el camino.
Es la comuna más pobre de Chile pese a que ahí funciona la más grande obra de ingeniería hidráulica del país, que produce el 5% de la energía que entra al Sistema Interconectado Central. La ironía es cruel. Los habitantes de Alto Biobío pagan la tarifa eléctrica residencial más cara de Chile, después de Putre. Según datos de la Comisión Nacional de Energía, si en Santiago se pagan $16.315 por 150 kWh en un mes, los pehuenches, tienen que desembolsar $27.280. Y actualmente, por la escasez de circulante, un 40% tiene la luz cortada, explica Daniel Salamanca. La economía aquí, como si el tiempo se hubiese detenido, está dominada por el trueque.
Es la comuna más pobre de Chile pese a los quince millones y medio de dólares que Endesa ha invertido en la compra de terrenos y casas para la relocalización, y en obras de asistencia a las comunidades pehuenches.
MENTALIDAD OCCIDENTAL
Cada vez que José Ermenegildo Huenchucán tiene que ir a Ralco, debe vender una de sus cabras para costearse el viaje. Y una vez al año se ve obligado a vender el piño completo, por lo que recibe entre 200 y 300 mil pesos. Sobrevive el año con eso y los treinta mil pesos mensuales que gana trabajándole a otro pehuenche con mejor situación.
-En unos años más voy a quedar en la calle-, dice sentado frente a su mesa de comedor, sobre la cual hay una taza sucia y un tarro viejo de nescafé. -Pero estoy conforme con lo que nos dieron-, agrega resignado. Se refiere a su casa, mejor que la que tenía antes, el terreno, tres veces más grande que el anterior, que le dio Endesa al relocalizarlo. También recibió dinero para comprar animales, un galpón, forraje y un curso de electricista. Nada de eso, sin embargo, ha logrado sacarlo a él y al resto de sus vecinos de la pobreza.
Agustín Correa Naupa fue uno de los jóvenes pehuenches que participaron en el movimiento opositor a la represa. Hoy trabaja en la municipalidad como encargado del programa de fortalecimiento organizacional. Visita a las comunidades relocalizadas frecuentemente. Es un pehuenche educado, cursó la educación media en un liceo Agrícola de Temuco. Ha viajado a Santiago, a Europa. Y su opinión sobre los efectos de la represa en la comunidad no han cambiado desde que se inauguró en 2004.
-La represa dañó la cultura pehuenche, está haciendo que se pierda el idioma, que se rompan los lazos entre las comunidades-, dice sentado en una de las oficinas de la municipalidad, un edificio nuevo, moderno, de madera, redondo, con calefacción, donde aún cuelgan los retratos oficiales de Michelle Bachelet cuando era Presidenta. Según él, el plan de relocalización fue hecho con mentalidad occidental. Antes las casas estaban todas cerca unas de la otras, la gente se apoyaba en sus vecinos en caso de problemas, ahora están separadas por kilómetros de distancia, que tienen que recorrer a pie si es que quieren juntarse con un vecino, si el clima lo permite.
-El pehuenche no es agricultor, cambiarlo de la cordillera hacia una zona plana como El Barco es un cambio muy profundo. Acá la agricultura es de autoconsumo, no comercial, entonces tienen que adecuarse a las tecnologías, a la fertilización de las tierras. Endesa les regaló las semillas, les aró la tierra, se las sembraron, pero sin enseñarles. Los fondos de la represa debieron haber estado más en educación, en generar emprendimiento y estuvo centrado en algo asistencialista hasta el último momento-, dice con la mirada seria, enojada, triste.
Para llegar a la casa de María Elvira Calpán, desde la calle principal de El Barco, hay que caminar más de una hora. Un perro sale ladrando contento a recibirla pero ella toma una varilla y le da azotes. Es bravo, advierte. El perro aúlla y Juanito y Pedrito corren detrás de un chanchito lechón que también huye despavorido. El sitio de María Elvira tiene un pequeño bosque de araucarias, hay una ruma de troncos apilados para el invierno, un pequeño corral para las ovejas. En una carretilla junta agua para su consumo. Reclama que se la cortan constantemente, eso le impide cultivar sus propias hortalizas. También se queja de que apenas hay piñones para recolectar. Está angustiada. Es mayo y aún no junta el dinero para comprar los cuatro quintales de harina que necesita para sobrevivir el invierno. Cuando caiga la nieve, quedará tres o cuatro meses aislada, con la única compañía de un hijo treintañero alcohólico. No verá a Juanito ni a Pedrito que viven con su madre en el camino principal. La casa más cercana está a varios kilómetros. No son los vecinos que tenía antes en Ralco-Lepoy, con quienes contaba en caso de necesidad.
-Son extraños, puros extraños. Antes estábamos mucho mejor- , dice. Sus ojos se llenan de lágrimas y maldice a su marido ya muerto, por haber aceptado la relocalización en ese lugar. María Elvira se limpia las lágrimas y comienza a hilar lana. En la muralla de madera cuelgan una foto de ella con su marido y cuatro diplomas de cursos que hizo gracias a Endesa: Manejo y sanidad agrícola y ganadera, técnicas de cocina básica y repostería, nutrición y plantas medicinales y tejido con lana tradicional mapuche.
-¿Le sirvieron esos cursos?
-Sí, aprendimos a hacer conservas, hicimos bufandas, pero ahora no hay trabajo.
Además del hambre, María Elvira, sufre con el aburrimiento.
EL lamento del lonko
Cuando se construyó la represa Ralco, el pueblo pehuenche se dividió, para siempre en dos. Entre los que se opusieron y los que soñaron que llegaría el progreso. El lonko de Quepuca-Ralco, Carmelo Levi, 27 años liderando unas cien familias, fue uno de estos últimos. Y se convirtió en la voz de Endesa frente a su comunidad.
Fue un viaje a Argentina el que lo hizo mirar el proyecto con otros ojos. Al otro lado de la cordillera vio que la gente vivía en muchas mejores condiciones.
-Nosotros estábamos demasiado aislados. Las condiciones de vida no estaban bien. Había un camino malísimo, no había buses-, dice. Por eso, pese a que se ganó muchos enemigos entre sus pares, no se arrepiente de haber apoyado la represa.
Pero hubo una parte de todo esto que no le gustó.
-Cuando estuvo la represa (en construcción) era pura armonía, mucha plata, mucha ayuda-. El hombre sube la voz. -Pero cuando se retiró Endesa, se apagó todo. Cómo decirlo, tener un crecimiento, un bienestar y de repente se termina... como que se lo llevó el viento. La gente pensó que esto iba a ser el principio y nunca iba a terminar-, dice. -Ahora no queda nada, no hay nadie que gane un peso en este lugar.
Mientras se construyó Ralco, Endesa le dio trabajo a 350 pehuenches, dice Renato Fernández, gerente de Comunicaciones de la empresa, que formaban el 10% de la mano de obra. No respondió cuántos trabajan en la represa hoy, sin embargo, Daniel Salamanca, el administrador municipal de Alto Biobío, asegura que ninguno.
Hace seis años que Carmelo Levy está cesante, que no tiene un sueldo fijo. Fue obrero en la represa, hoy se dedica a la artesanía en madera o a trabajar la tierra en un campo que la Conadi le dio a su señora en Santa Bárbara. En Quepuca Ralco, donde tiene su casa, no podría subsistir.
-¿Nunca pensó que era esperable que cuando se terminara la obra se acabaría el trabajo?
-Yo siempre pensé, yo tenía más inteligencia y dije: "Algún día se va a terminar esto, hay que guardar". Pero se terminó. Nosotros vivimos en un sector que es muy poco agrícola, Endesa nos puso todo, pero faltó el esfuerzo nuestro ahí. Yo hablo las cosas como son-, dice sin querer ahondar más en el tema.
Más que la falta de oportunidades, lo que más le duele al Lonko es la división social que se generó entre las comunidades.
-Nunca llegamos a un acuerdo, la unión que teníamos antes, la armonía, se perdió. Por eso quiero ser bien claro, es muy lindo, hay muchos beneficios cuando llega una represa, pero después queda la pelea, la división, porque no todos están de acuerdo.
Carmelo Levy se emociona.
-De tanta comunicación que yo tenía con la gente de Endesa, todos los días me juntaba con ellos, ahora hace más de 6 años que yo no sé de ellos. Siempre me dijeron que iban a estar al lado mío. Nunca te vamos a dejar solo, usted ha sido una buena persona, nos ha ayudado a nosotros, siempre vamos a estar al lado suyo. Me decían: "Carmelo, siempre te vamos a seguir viendo". Terminaron el trabajo y se olvidaron. Son unos mentirosos los de Endesa, dejan a la gente botada. Si van a hacer la misma cuestión allá en Aysén, que tenga cuidado la gente. Es bueno, hay beneficios, pero después Endesa se olvida de nosotros. Así lo hicieron en Ralco-, dice con los ojos llorosos.
-¿Qué esperaba usted de ellos?
-El contacto humano y que dieran trabajo, es un tremendo platal que sale con eso, cuánta plata, millones de dólares que está produciendo y una persona como uno después de haber hablado tanto a favor de ellos, ni siquiera nos miran. Ni se despidieron.
"Desde el primer minuto que adquirimos el compromiso de trabajar con esta comunidad hemos estado presentes. La Fundación Pehuén, que fue creada para mejorar la calidad de vida de las comunidades afectadas, cuenta con un directorio de 13 miembros de los cuales 6 son pehuenches", dice Renato Fernández gerente de comunicaciones de Endesa y presidente de la Fundación Pehuén. Y agrega, que uno de esos directores fue elegido por la comunidad de Quepuca Ralco con la cual han desarrollado 8 iniciativas para mejorar su calidad de vida.
ROYALTY A LA ENERGÍA
La Municipalidad de Alto Biobío no está conforme con el dinero que Endesa deja en la comuna. Reclaman que la central Ralco no tributa en esa comuna, sino que en Quilaco, donde se ubica su sala de máquinas y que el ingreso municipal que deja sólo alcanza a $1.218.862 anuales.
Más abajo está la central Pangue, construida con anterioridad y que sí tributa en Alto Biobío y por la cual Endesa paga $128.482.000 anuales.
Decidido a aumentar este monto, el alcalde Félix Vita está trabajando junto a un grupo de 10 diputados liderados por el radical José Pérez Arriagada en un proyecto de acuerdo, que realiza una reforma constitucional para cobrarle un royalty a Endesa por la generación eléctrica en la zona.
En el punto cuatro del documento, firmado en octubre del año pasado, se lee: "Al cumplirse 6 años desde la instalación de la central se ha comprobado que las externalidades negativas asociadas a estos proyectos eléctricos han sido mayores que los beneficios para la comuna de Alto Biobío. El crecimiento económico y social no se ha notado. Por el contrario, el daño ambiental y la cesantía parecen ser los mayores aportes".
Endesa declinó comentar a "Sábado" esta iniciativa, que dijo desconocer. Sin embargo, a propósito de la pobreza que asola la comuna, Renato Fernández declaró:
"Endesa Chile está implementando desde el año 2000 un plan de apoyo a la comunidad y está presente en la zona desde 1992 con Fundación Pehuén. Ésta trabaja con 700 familias de las comunidades de Callaqui, Pitril, Quepuca Ralco, Ralco Lepoy, El Barco y Ayín Mapu. Desde 1992 a la fecha, la entidad ha promovido programas para mejorar las condiciones socioeconómicas de las comunidades pehuenches socias de la institución, en materia de salud, educación, vivienda, desarrollo productivo y nivel de ingreso económico; desarrollando la capacitación de las personas, e impulsando programas que fortalecen los aspectos culturales propios de la comunidad pehuenche".
Si bien en El río Biobío tiene potencial para más represas, Endesa no tiene planes de construir otras.
-No está dentro de nuestro plan de inversiones construir una nueva central en el Alto Biobío-, señala el escrito que hicieron llegar a "Sábado".
El lonko Carmelo Levy se alegra con la noticia.
Los habitantes de Alto Biobío pagan la tarifa eléctrica residencial más cara de Chile, después de Putre.
"Nunca llegamos a un acuerdo. la unión que teníamos, la armonía, se perdió. hay muchos beneficios cuando llega una represa, pero después queda la pelea".
CARMELO LEVY, LONKO
Por Sabine Drysdale, desde Alto BioBío.
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REVISTA SÁBADO
sábado 28 de mayo de 2011
A propósito de la aprobación de la central HidroAysén en la Patagonia, "Sábado" viajó a Alto Biobío a ver en terreno cómo la represa Ralco, de Endesa, dueña de ambos proyectos, le cambió la vida a las comunidades pehuenches que viven allí. A siete años de su entrada en funcionamiento, y pese a los planes de mitigación de Endesa, son la comuna más pobre de Chile.
Por Sabine Drysdale, desde Alto BioBío
Este cementerio no tiene muertos. Es una explanada de tierra seca, dura, baldía, dividida en cuatro por un camino jamás recorrido por un ataúd, pisado por una viuda. Hay un altar protegido de la lluvia -vacío- y el perímetro está cercado por una reja de fierro naranja. En medio de todo hay una cruz blanca.
Este cementerio lleva un año esperando algún muerto. Los ha habido en la comunidad pehuenche de El Barco, pero los deudos prefieren bajar varios kilómetros cargando el ataúd a Ralco Lepoy, donde algunos vivían antes de que se construyera la central hidroeléctrica Ralco, que les inundó sus tierras, sus casas, sus muertos.
Noventa predios de Quepuca-Ralco y Ralco-Lepoy, equivalentes a 638 hectáreas fueron cubiertos por el agua para construir la represa. De las 93 familias afectadas, 70 tuvieron que ser relocalizadas. Varias de ellas se instalaron en El Barco, en los confines de la cordillera de la octava región, donde se ubica este cementerio que nadie quiere inaugurar, donado por Endesa, dueña de la hidroeléctrica, como parte del plan de compensaciones a los afectados por las inundaciones.
María Elvira Calpán, 57 años, una mujer pehuenche, viuda, vestida con falda negra y un colorido pañuelo sobre la cabeza, camina tejiendo un calcetín de lana por la calle principal de El Barco, a unos metros de este cementerio, la mañana de un martes de mayo. Unos pasos más atrás la siguen sus dos nietos, Juanito y Pedrito, de cuatro y cinco años. No se dirigen a ninguna parte. En El Barco no hay lugares donde ir. No hay un almacén, una plaza, alguna oficina de algo. Sólo hay casas, cabras, tierra y algunas araucarias. Y hombres borrachos, a todas las horas del día, que caminan en zig-zag. En Ralco Lepoy, donde vivían antes, estaban mucho más cerca de la posta, del almacén, de la escuela.
Juanito y Pedrito, a esta hora, deberían estar en el jardín infantil, y más tarde ahí mismo debieran almorzar, pero los niños de El Barco no van al jardín infantil.
-Están inscritos, todos los niños están inscritos, pero todavía no empieza. No sé por qué no empieza-, dice María Elvira con una mezcla de molestia y resignación. A unos kilómetros de donde pasea ahora está el jardín infantil. Fue construido hace dos años, tiene salas, chimeneas, columpios y balancines. Sin embargo, también es una instalación fantasma. Ni los juegos en el patio se pueden usar, porque el perímetro está cercado por alambres de púas.
El jardín infantil es otra donación de Endesa a la comunidad como parte de su política de responsabilidad social empresarial. Pagaron la infraestructura, pero no se hacen cargo de los costos de operación. Eso, dice la compañía en un escrito enviado a "Sábado", le corresponde a la Municipalidad de Alto Biobío, según un convenio que habría suscrito con ésta. Sin embargo, en la municipalidad, tienen otra visión. "No estamos en condiciones de que ellos (Endesa) ofrezcan infraestructura y no asuman el gasto de la operación", dice el administrador municipal, Daniel Salamanca. Calcula que les costaría al menos $24 millones anuales, dinero con que no cuentan. Mientras tanto, los preescolares de El Barco no reciben educación alguna. Juanito y Pedrito apenas saben hablar. Matan el tiempo en la calle, acompañando a su abuela a cuidar las cabras, o mirando Discovery Kids. En el Barco no hay líneas telefónicas ni señal de celular, sin embargo, en todas las casas hay empalmes de luz eléctrica y una antena de Direct TV.
Ese fue otro de los beneficios que les dio en compensación Endesa, que, en una labor que normalmente realiza el Estado, instaló líneas eléctricas que llegan hasta la última de las casas.
También construyeron el camino ripiado que llega a Ralco, a unos 80 kilómetros, donde se ubican la municipalidad y los servicios. Un camino de curvas y contra curvas peligrosas que sólo puede ser transitado por vehículos con tracción. La movilización para las comunidades pehuenches, que por cierto no tienen vehículos propios, se limita a un bus antiquísimo, que pasa una vez al día, cuando el clima lo permite.
Alto Biobío es hoy la comuna más pobre de Chile, según datos de la encuesta Casen. Los Pehuenches viven casi exclusivamente de la agricultura y ganadería de subsistencia. Según Daniel Salamanca, el desempleo alcanza el 90%, no existen empresas que den trabajo.El principal empleador es la municipalidad con apenas 30 plazas para siete mil habitantes.
El turismo, una de las grandes promesas de desarrollo, basta mirar la oferta, se limita a darle alojamiento barato a obreros que arreglan el camino.
Es la comuna más pobre de Chile pese a que ahí funciona la más grande obra de ingeniería hidráulica del país, que produce el 5% de la energía que entra al Sistema Interconectado Central. La ironía es cruel. Los habitantes de Alto Biobío pagan la tarifa eléctrica residencial más cara de Chile, después de Putre. Según datos de la Comisión Nacional de Energía, si en Santiago se pagan $16.315 por 150 kWh en un mes, los pehuenches, tienen que desembolsar $27.280. Y actualmente, por la escasez de circulante, un 40% tiene la luz cortada, explica Daniel Salamanca. La economía aquí, como si el tiempo se hubiese detenido, está dominada por el trueque.
Es la comuna más pobre de Chile pese a los quince millones y medio de dólares que Endesa ha invertido en la compra de terrenos y casas para la relocalización, y en obras de asistencia a las comunidades pehuenches.
MENTALIDAD OCCIDENTAL
Cada vez que José Ermenegildo Huenchucán tiene que ir a Ralco, debe vender una de sus cabras para costearse el viaje. Y una vez al año se ve obligado a vender el piño completo, por lo que recibe entre 200 y 300 mil pesos. Sobrevive el año con eso y los treinta mil pesos mensuales que gana trabajándole a otro pehuenche con mejor situación.
-En unos años más voy a quedar en la calle-, dice sentado frente a su mesa de comedor, sobre la cual hay una taza sucia y un tarro viejo de nescafé. -Pero estoy conforme con lo que nos dieron-, agrega resignado. Se refiere a su casa, mejor que la que tenía antes, el terreno, tres veces más grande que el anterior, que le dio Endesa al relocalizarlo. También recibió dinero para comprar animales, un galpón, forraje y un curso de electricista. Nada de eso, sin embargo, ha logrado sacarlo a él y al resto de sus vecinos de la pobreza.
Agustín Correa Naupa fue uno de los jóvenes pehuenches que participaron en el movimiento opositor a la represa. Hoy trabaja en la municipalidad como encargado del programa de fortalecimiento organizacional. Visita a las comunidades relocalizadas frecuentemente. Es un pehuenche educado, cursó la educación media en un liceo Agrícola de Temuco. Ha viajado a Santiago, a Europa. Y su opinión sobre los efectos de la represa en la comunidad no han cambiado desde que se inauguró en 2004.
-La represa dañó la cultura pehuenche, está haciendo que se pierda el idioma, que se rompan los lazos entre las comunidades-, dice sentado en una de las oficinas de la municipalidad, un edificio nuevo, moderno, de madera, redondo, con calefacción, donde aún cuelgan los retratos oficiales de Michelle Bachelet cuando era Presidenta. Según él, el plan de relocalización fue hecho con mentalidad occidental. Antes las casas estaban todas cerca unas de la otras, la gente se apoyaba en sus vecinos en caso de problemas, ahora están separadas por kilómetros de distancia, que tienen que recorrer a pie si es que quieren juntarse con un vecino, si el clima lo permite.
-El pehuenche no es agricultor, cambiarlo de la cordillera hacia una zona plana como El Barco es un cambio muy profundo. Acá la agricultura es de autoconsumo, no comercial, entonces tienen que adecuarse a las tecnologías, a la fertilización de las tierras. Endesa les regaló las semillas, les aró la tierra, se las sembraron, pero sin enseñarles. Los fondos de la represa debieron haber estado más en educación, en generar emprendimiento y estuvo centrado en algo asistencialista hasta el último momento-, dice con la mirada seria, enojada, triste.
Para llegar a la casa de María Elvira Calpán, desde la calle principal de El Barco, hay que caminar más de una hora. Un perro sale ladrando contento a recibirla pero ella toma una varilla y le da azotes. Es bravo, advierte. El perro aúlla y Juanito y Pedrito corren detrás de un chanchito lechón que también huye despavorido. El sitio de María Elvira tiene un pequeño bosque de araucarias, hay una ruma de troncos apilados para el invierno, un pequeño corral para las ovejas. En una carretilla junta agua para su consumo. Reclama que se la cortan constantemente, eso le impide cultivar sus propias hortalizas. También se queja de que apenas hay piñones para recolectar. Está angustiada. Es mayo y aún no junta el dinero para comprar los cuatro quintales de harina que necesita para sobrevivir el invierno. Cuando caiga la nieve, quedará tres o cuatro meses aislada, con la única compañía de un hijo treintañero alcohólico. No verá a Juanito ni a Pedrito que viven con su madre en el camino principal. La casa más cercana está a varios kilómetros. No son los vecinos que tenía antes en Ralco-Lepoy, con quienes contaba en caso de necesidad.
-Son extraños, puros extraños. Antes estábamos mucho mejor- , dice. Sus ojos se llenan de lágrimas y maldice a su marido ya muerto, por haber aceptado la relocalización en ese lugar. María Elvira se limpia las lágrimas y comienza a hilar lana. En la muralla de madera cuelgan una foto de ella con su marido y cuatro diplomas de cursos que hizo gracias a Endesa: Manejo y sanidad agrícola y ganadera, técnicas de cocina básica y repostería, nutrición y plantas medicinales y tejido con lana tradicional mapuche.
-¿Le sirvieron esos cursos?
-Sí, aprendimos a hacer conservas, hicimos bufandas, pero ahora no hay trabajo.
Además del hambre, María Elvira, sufre con el aburrimiento.
EL lamento del lonko
Cuando se construyó la represa Ralco, el pueblo pehuenche se dividió, para siempre en dos. Entre los que se opusieron y los que soñaron que llegaría el progreso. El lonko de Quepuca-Ralco, Carmelo Levi, 27 años liderando unas cien familias, fue uno de estos últimos. Y se convirtió en la voz de Endesa frente a su comunidad.
Fue un viaje a Argentina el que lo hizo mirar el proyecto con otros ojos. Al otro lado de la cordillera vio que la gente vivía en muchas mejores condiciones.
-Nosotros estábamos demasiado aislados. Las condiciones de vida no estaban bien. Había un camino malísimo, no había buses-, dice. Por eso, pese a que se ganó muchos enemigos entre sus pares, no se arrepiente de haber apoyado la represa.
Pero hubo una parte de todo esto que no le gustó.
-Cuando estuvo la represa (en construcción) era pura armonía, mucha plata, mucha ayuda-. El hombre sube la voz. -Pero cuando se retiró Endesa, se apagó todo. Cómo decirlo, tener un crecimiento, un bienestar y de repente se termina... como que se lo llevó el viento. La gente pensó que esto iba a ser el principio y nunca iba a terminar-, dice. -Ahora no queda nada, no hay nadie que gane un peso en este lugar.
Mientras se construyó Ralco, Endesa le dio trabajo a 350 pehuenches, dice Renato Fernández, gerente de Comunicaciones de la empresa, que formaban el 10% de la mano de obra. No respondió cuántos trabajan en la represa hoy, sin embargo, Daniel Salamanca, el administrador municipal de Alto Biobío, asegura que ninguno.
Hace seis años que Carmelo Levy está cesante, que no tiene un sueldo fijo. Fue obrero en la represa, hoy se dedica a la artesanía en madera o a trabajar la tierra en un campo que la Conadi le dio a su señora en Santa Bárbara. En Quepuca Ralco, donde tiene su casa, no podría subsistir.
-¿Nunca pensó que era esperable que cuando se terminara la obra se acabaría el trabajo?
-Yo siempre pensé, yo tenía más inteligencia y dije: "Algún día se va a terminar esto, hay que guardar". Pero se terminó. Nosotros vivimos en un sector que es muy poco agrícola, Endesa nos puso todo, pero faltó el esfuerzo nuestro ahí. Yo hablo las cosas como son-, dice sin querer ahondar más en el tema.
Más que la falta de oportunidades, lo que más le duele al Lonko es la división social que se generó entre las comunidades.
-Nunca llegamos a un acuerdo, la unión que teníamos antes, la armonía, se perdió. Por eso quiero ser bien claro, es muy lindo, hay muchos beneficios cuando llega una represa, pero después queda la pelea, la división, porque no todos están de acuerdo.
Carmelo Levy se emociona.
-De tanta comunicación que yo tenía con la gente de Endesa, todos los días me juntaba con ellos, ahora hace más de 6 años que yo no sé de ellos. Siempre me dijeron que iban a estar al lado mío. Nunca te vamos a dejar solo, usted ha sido una buena persona, nos ha ayudado a nosotros, siempre vamos a estar al lado suyo. Me decían: "Carmelo, siempre te vamos a seguir viendo". Terminaron el trabajo y se olvidaron. Son unos mentirosos los de Endesa, dejan a la gente botada. Si van a hacer la misma cuestión allá en Aysén, que tenga cuidado la gente. Es bueno, hay beneficios, pero después Endesa se olvida de nosotros. Así lo hicieron en Ralco-, dice con los ojos llorosos.
-¿Qué esperaba usted de ellos?
-El contacto humano y que dieran trabajo, es un tremendo platal que sale con eso, cuánta plata, millones de dólares que está produciendo y una persona como uno después de haber hablado tanto a favor de ellos, ni siquiera nos miran. Ni se despidieron.
"Desde el primer minuto que adquirimos el compromiso de trabajar con esta comunidad hemos estado presentes. La Fundación Pehuén, que fue creada para mejorar la calidad de vida de las comunidades afectadas, cuenta con un directorio de 13 miembros de los cuales 6 son pehuenches", dice Renato Fernández gerente de comunicaciones de Endesa y presidente de la Fundación Pehuén. Y agrega, que uno de esos directores fue elegido por la comunidad de Quepuca Ralco con la cual han desarrollado 8 iniciativas para mejorar su calidad de vida.
ROYALTY A LA ENERGÍA
La Municipalidad de Alto Biobío no está conforme con el dinero que Endesa deja en la comuna. Reclaman que la central Ralco no tributa en esa comuna, sino que en Quilaco, donde se ubica su sala de máquinas y que el ingreso municipal que deja sólo alcanza a $1.218.862 anuales.
Más abajo está la central Pangue, construida con anterioridad y que sí tributa en Alto Biobío y por la cual Endesa paga $128.482.000 anuales.
Decidido a aumentar este monto, el alcalde Félix Vita está trabajando junto a un grupo de 10 diputados liderados por el radical José Pérez Arriagada en un proyecto de acuerdo, que realiza una reforma constitucional para cobrarle un royalty a Endesa por la generación eléctrica en la zona.
En el punto cuatro del documento, firmado en octubre del año pasado, se lee: "Al cumplirse 6 años desde la instalación de la central se ha comprobado que las externalidades negativas asociadas a estos proyectos eléctricos han sido mayores que los beneficios para la comuna de Alto Biobío. El crecimiento económico y social no se ha notado. Por el contrario, el daño ambiental y la cesantía parecen ser los mayores aportes".
Endesa declinó comentar a "Sábado" esta iniciativa, que dijo desconocer. Sin embargo, a propósito de la pobreza que asola la comuna, Renato Fernández declaró:
"Endesa Chile está implementando desde el año 2000 un plan de apoyo a la comunidad y está presente en la zona desde 1992 con Fundación Pehuén. Ésta trabaja con 700 familias de las comunidades de Callaqui, Pitril, Quepuca Ralco, Ralco Lepoy, El Barco y Ayín Mapu. Desde 1992 a la fecha, la entidad ha promovido programas para mejorar las condiciones socioeconómicas de las comunidades pehuenches socias de la institución, en materia de salud, educación, vivienda, desarrollo productivo y nivel de ingreso económico; desarrollando la capacitación de las personas, e impulsando programas que fortalecen los aspectos culturales propios de la comunidad pehuenche".
Si bien en El río Biobío tiene potencial para más represas, Endesa no tiene planes de construir otras.
-No está dentro de nuestro plan de inversiones construir una nueva central en el Alto Biobío-, señala el escrito que hicieron llegar a "Sábado".
El lonko Carmelo Levy se alegra con la noticia.
Los habitantes de Alto Biobío pagan la tarifa eléctrica residencial más cara de Chile, después de Putre.
"Nunca llegamos a un acuerdo. la unión que teníamos, la armonía, se perdió. hay muchos beneficios cuando llega una represa, pero después queda la pelea".
CARMELO LEVY, LONKO
Por Sabine Drysdale, desde Alto BioBío.
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domingo, 29 de mayo de 2011
Libro y disco recuperan el acervo del barrio Matadero Franklin a través de sus cuecas
www.emol.com
domingo 29 de mayo de 2011
RESCATE Patrimonio inmaterial:
Un sobrino músico de Fernando González Marabolí, y dos jóvenes licenciadas en Historia redescubren el legado de los matarifes y su canto gorgotero en "Por la Güeya del Matadero". "En el ámbito de la historia de ciudad hay mucho de La Chimba y de la Estación Central. Pero nada del Matadero", dicen.
Romina de la Sotta Donoso
Ambas conocían bien la fama musical del Matadero, uno de los tres epicentros de la cueca en Santiago, junto con La Vega y la Estación Central. También sabían que la cueca del Matadero es única. Pero las licenciadas en Historia Karen Donoso y Araucaria Rojas desconocían cómo se consolidó esta tradición. Buscaron, sin resultados, referentes historiográficos. Sin embargo, intervino la fortuna.
Como compiladora del libro "Y se va a la primera... Conversaciones sobre la cueca" (2010), Karen Donoso le pidió un artículo a Luis Castro, sobrino de Fernando González Marabolí y cantor y director de Los Chinganeros.
"Ahí supe que él quería hacer un libro sobre la historia de la cueca. Le recomendé que fuera por partes, ya que don Fernando (González Marabolí) se había demorado toda su vida en publicar un libro", recuerda Karen Donoso. Se refiere a "Chilena o cueca tradicional de acuerdo con las enseñanzas de don Fernando González Marabolí", de Samuel Claro Valdés.
"Don Fernando decía que el único lugar donde se conserva la 'chilena' es el Matadero Franklin", apunta Araucaria Rojas, autora de "Piernal de cueca chora" (2009).
Qué tiene ese barrio que provoca esa forma particular de cantar la cueca, es lo que pretendían averiguar. "Don Fernando partió del Matadero para hacer su teoría musical; nosotros quisimos hacer el recorrido de vuelta", anuncia Donoso.
El resultado es "Por la Güeya del Matadero", libro que incluye un disco con curatoría de Luis Castro. En él, Los Chinganeros interpretan catorce cuecas. Algunas describen el trabajo de los matarifes; otras, las hazañas de personajes mitológicos del barrio. Las demás se refieren a las picadas, los restaurantes y las "casas de niñas" del sector.
"Rescatamos la tradición del Matadero, que es de animar la cueca con los floreos que la adornan y que van llenando los vacíos que quedan en el canto", explica Luis Castro, quien preparó un capítulo sobre la cueca centrina. Además, sumó a la investigación documentos inéditos de González Marabolí.
"En el ámbito de la historia de ciudad hay mucho de La Chimba y de la Estación Central. Pero nada del Matadero", comenta Rojas.
"Tomamos sus cuecas como una fuente para averiguar qué pasaba con sus habitantes", explica Donoso. "Y además buscamos testimonios. Los cuatro hermanos de don Fernando -Mario, Sergio, Jorge y Flor María- fueron nuestros primeros entrevistados. Seguimos con matarifes y sus hijos. Se nos abrió otro mundo".
Un universo, dicen, que no está marcado a fuego por la criminalidad, a diferencia de la visión que ofrece la literatura, desde "La mala estrella de Perucho González", de Alberto Romero; "Hijuna", de Carlos Sepúlveda Leyton, hasta "Los Matarifes", de Luis Rivano.
"En la literatura y en la historia, el Matadero ha sido significado como la periferia del hampa, del crimen y de lo sucio", denuncia Rojas. "El barrio tiene dos referentes: el Zanjón de la Aguada y la Penitenciaría. En medio está la Población Modelo Huemul, que es el oasis bello e ilustrado, con sus escuelas, teatro y biblioteca".
"Sin embargo", acota Donoso, "para los matarifes tener un hijo matarife es un orgullo, y no un destino fatal, porque el Matadero representa la abundancia".
Así lo consignan los testimonios. "Nos agarrábamos a combos para pagar una cuenta", recuerda un entrevistado. Es que el trabajo era duro, pero bien pagado.
"Éramos más poderosos que los mineros"
El Matadero Municipal de Santiago empezó a funcionar en 1850. Pronto se instalan fruterías y verdulerías en Las Pilastras (Franklin con Arturo Prat), sector cuyos adoquines sobreviven hasta hoy. Con el tiempo surgen cocinerías, picás y "casas de niñas".
En 1910 se construyen dos grandes pabellones de matanza: el de vacunos (Placer con Biobío) y el de cerdos (frente a Plaza Magallanes), que hoy es el Mercado Matadero Franklin.
Como nunca hubo frigoríficos en Franklin, los animales se beneficiaban (sacrificaban) de madrugada. Vestían orgullosos los matarifes sus uniformes, pero a pata pelá , para no ensuciar la sangre que era utilizada en subproductos.
La fortaleza física era necesaria y motivo de orgullo. Los matarifes consumían cuatro "desayunos": caldo de pata a las 2:30 horas, a las 4:00 horas café con sándwich de arrollado; a las 7:00 horas cazuela de ave, y a las 10:00 horas bistec con ensalada.
Se organizaban en cuadrillas que eran lideradas por un maestro; cada una volteab a entre 20 y 90 novillos por jornada. Y los aspirantes a matarifes eran trabajadores "a la aventura", siempre atentos.
Sus regalías (carne) las llevaban a las cocinerías, y brotaban las jaranas , bien regadas.
En los alrededores del Matadero se instalaron restaurantes míticos. Uno de ellos, fundado en 1925 y famoso por su chicha, funciona hasta hoy: "El Manchao" (Chiloé 2042). Las chinganas del siglo XIX van siendo reemplazadas por sitios como el Club Social y Deportivo Comercio Atlético (San Diego 1130), fundado en 1932 y que existe hasta hoy. En 1936 tenía mil socios, salón de baile, teatro e instalaciones de billar, fútbol, ciclismo y atletismo. También sobrevive el "Gremio de abastos" (Nataniel 1910), fundado en 1897, que contaba con una escuela nocturna.
Muchos matarifes practicaban boxeo y, además, toreo. Así lo recuerdan los testigos: los animales se arrancaban de los pabellones, y los matarifes debían lacearlos, ante arengas de todos los vecinos. Los mejores se convirtieron en toreros aclamados en Madrid y Lima.
"En todos los testimonios apareció el sindicato, a quien le atribuyen desde la seguridad social hasta las fiestas. Es raro que en la historia sindical chilena no se mencione. Cuando se conforma el sindicato, en sus estatutos dicen que no permitirán que el Matadero se privatice, porque la elite siempre quiso modernizarlo, y ésa era la manera de hacerlo", comenta Donoso.
Tras varios intentos, en 1971 el Matadero Franklin es reemplazado por Lo Valledor.
"Ya no se trabajará a pata pelá sino con botas de hule, y traje blanco y guantes, en instalaciones limpias, con frigoríficos. Pero también cambia la cultura de los trabajadores; ya no son matarifes sindicalizados, sino que empleados de una industria. Por lo mismo es que muy pocos se fueron a Lo Valledor", agrega.
"Éramos más poderosos que los mineros", declara con nostalgia un ex matarife.
Conciertos y conferencias
Parte de los 500 ejemplares de "Por la Güeya del Matadero" -que contó con un Fondart Regional de Patrimonio Inmaterial- será distribuida en la red de bibliotecas de la Dibam y en Bibliometro. No habrá un lanzamiento, sino varios concierto-conferencias. El itinerario: 30 de junio, en la Biblioteca Nacional; 2 de julio, en el Mercado Matadero Franklin; 12 de julio, en el Campus Oriente UC, y 29 de julio en el Bar Victoria. Horarios en www.facebook.com/cuecacentrina
Origen arábigo- andaluz de la cueca
"La cueca del Matadero se preserva por el canto a la rueda. Es el mismo canto de origen arábigo-andaluz que llegó en la Conquista y se mantuvo en la Independencia en las galleras de José Miguel Carrera. Por generaciones se preservó en familias de la tradición cuyos descendientes después trabajaron en el Matadero", dice Luis Castro.
En el canto a la rueda, indica, "había entre quince y veinte cantores, que iban llevando el compás con las manos, sin necesidad de instrumentos. En el Matadero le llamaban 'canto a la alta escuela', porque era para formar cantores; ahí se enseñaban las melodías más difíciles y los registros altos".
Este canto, explica, es "un grito melodioso, como el pregón de la calle. La sílaba se va desgranando en pequeños gorgoreos. Los métricos les llaman vibratos, y los más populares le llamamos 'canto del gorgotero'".
Aunque siempre se respetó las melodías, las cuecas eran improvisadas. "Se llamaban 'versos huachos', y cada cantor elegía su verso. No como ahora, que se hace una letra completa para cada cueca".
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domingo 29 de mayo de 2011
RESCATE Patrimonio inmaterial:
Un sobrino músico de Fernando González Marabolí, y dos jóvenes licenciadas en Historia redescubren el legado de los matarifes y su canto gorgotero en "Por la Güeya del Matadero". "En el ámbito de la historia de ciudad hay mucho de La Chimba y de la Estación Central. Pero nada del Matadero", dicen.
Romina de la Sotta Donoso
Ambas conocían bien la fama musical del Matadero, uno de los tres epicentros de la cueca en Santiago, junto con La Vega y la Estación Central. También sabían que la cueca del Matadero es única. Pero las licenciadas en Historia Karen Donoso y Araucaria Rojas desconocían cómo se consolidó esta tradición. Buscaron, sin resultados, referentes historiográficos. Sin embargo, intervino la fortuna.
Como compiladora del libro "Y se va a la primera... Conversaciones sobre la cueca" (2010), Karen Donoso le pidió un artículo a Luis Castro, sobrino de Fernando González Marabolí y cantor y director de Los Chinganeros.
"Ahí supe que él quería hacer un libro sobre la historia de la cueca. Le recomendé que fuera por partes, ya que don Fernando (González Marabolí) se había demorado toda su vida en publicar un libro", recuerda Karen Donoso. Se refiere a "Chilena o cueca tradicional de acuerdo con las enseñanzas de don Fernando González Marabolí", de Samuel Claro Valdés.
"Don Fernando decía que el único lugar donde se conserva la 'chilena' es el Matadero Franklin", apunta Araucaria Rojas, autora de "Piernal de cueca chora" (2009).
Qué tiene ese barrio que provoca esa forma particular de cantar la cueca, es lo que pretendían averiguar. "Don Fernando partió del Matadero para hacer su teoría musical; nosotros quisimos hacer el recorrido de vuelta", anuncia Donoso.
El resultado es "Por la Güeya del Matadero", libro que incluye un disco con curatoría de Luis Castro. En él, Los Chinganeros interpretan catorce cuecas. Algunas describen el trabajo de los matarifes; otras, las hazañas de personajes mitológicos del barrio. Las demás se refieren a las picadas, los restaurantes y las "casas de niñas" del sector.
"Rescatamos la tradición del Matadero, que es de animar la cueca con los floreos que la adornan y que van llenando los vacíos que quedan en el canto", explica Luis Castro, quien preparó un capítulo sobre la cueca centrina. Además, sumó a la investigación documentos inéditos de González Marabolí.
"En el ámbito de la historia de ciudad hay mucho de La Chimba y de la Estación Central. Pero nada del Matadero", comenta Rojas.
"Tomamos sus cuecas como una fuente para averiguar qué pasaba con sus habitantes", explica Donoso. "Y además buscamos testimonios. Los cuatro hermanos de don Fernando -Mario, Sergio, Jorge y Flor María- fueron nuestros primeros entrevistados. Seguimos con matarifes y sus hijos. Se nos abrió otro mundo".
Un universo, dicen, que no está marcado a fuego por la criminalidad, a diferencia de la visión que ofrece la literatura, desde "La mala estrella de Perucho González", de Alberto Romero; "Hijuna", de Carlos Sepúlveda Leyton, hasta "Los Matarifes", de Luis Rivano.
"En la literatura y en la historia, el Matadero ha sido significado como la periferia del hampa, del crimen y de lo sucio", denuncia Rojas. "El barrio tiene dos referentes: el Zanjón de la Aguada y la Penitenciaría. En medio está la Población Modelo Huemul, que es el oasis bello e ilustrado, con sus escuelas, teatro y biblioteca".
"Sin embargo", acota Donoso, "para los matarifes tener un hijo matarife es un orgullo, y no un destino fatal, porque el Matadero representa la abundancia".
Así lo consignan los testimonios. "Nos agarrábamos a combos para pagar una cuenta", recuerda un entrevistado. Es que el trabajo era duro, pero bien pagado.
"Éramos más poderosos que los mineros"
El Matadero Municipal de Santiago empezó a funcionar en 1850. Pronto se instalan fruterías y verdulerías en Las Pilastras (Franklin con Arturo Prat), sector cuyos adoquines sobreviven hasta hoy. Con el tiempo surgen cocinerías, picás y "casas de niñas".
En 1910 se construyen dos grandes pabellones de matanza: el de vacunos (Placer con Biobío) y el de cerdos (frente a Plaza Magallanes), que hoy es el Mercado Matadero Franklin.
Como nunca hubo frigoríficos en Franklin, los animales se beneficiaban (sacrificaban) de madrugada. Vestían orgullosos los matarifes sus uniformes, pero a pata pelá , para no ensuciar la sangre que era utilizada en subproductos.
La fortaleza física era necesaria y motivo de orgullo. Los matarifes consumían cuatro "desayunos": caldo de pata a las 2:30 horas, a las 4:00 horas café con sándwich de arrollado; a las 7:00 horas cazuela de ave, y a las 10:00 horas bistec con ensalada.
Se organizaban en cuadrillas que eran lideradas por un maestro; cada una volteab a entre 20 y 90 novillos por jornada. Y los aspirantes a matarifes eran trabajadores "a la aventura", siempre atentos.
Sus regalías (carne) las llevaban a las cocinerías, y brotaban las jaranas , bien regadas.
En los alrededores del Matadero se instalaron restaurantes míticos. Uno de ellos, fundado en 1925 y famoso por su chicha, funciona hasta hoy: "El Manchao" (Chiloé 2042). Las chinganas del siglo XIX van siendo reemplazadas por sitios como el Club Social y Deportivo Comercio Atlético (San Diego 1130), fundado en 1932 y que existe hasta hoy. En 1936 tenía mil socios, salón de baile, teatro e instalaciones de billar, fútbol, ciclismo y atletismo. También sobrevive el "Gremio de abastos" (Nataniel 1910), fundado en 1897, que contaba con una escuela nocturna.
Muchos matarifes practicaban boxeo y, además, toreo. Así lo recuerdan los testigos: los animales se arrancaban de los pabellones, y los matarifes debían lacearlos, ante arengas de todos los vecinos. Los mejores se convirtieron en toreros aclamados en Madrid y Lima.
"En todos los testimonios apareció el sindicato, a quien le atribuyen desde la seguridad social hasta las fiestas. Es raro que en la historia sindical chilena no se mencione. Cuando se conforma el sindicato, en sus estatutos dicen que no permitirán que el Matadero se privatice, porque la elite siempre quiso modernizarlo, y ésa era la manera de hacerlo", comenta Donoso.
Tras varios intentos, en 1971 el Matadero Franklin es reemplazado por Lo Valledor.
"Ya no se trabajará a pata pelá sino con botas de hule, y traje blanco y guantes, en instalaciones limpias, con frigoríficos. Pero también cambia la cultura de los trabajadores; ya no son matarifes sindicalizados, sino que empleados de una industria. Por lo mismo es que muy pocos se fueron a Lo Valledor", agrega.
"Éramos más poderosos que los mineros", declara con nostalgia un ex matarife.
Conciertos y conferencias
Parte de los 500 ejemplares de "Por la Güeya del Matadero" -que contó con un Fondart Regional de Patrimonio Inmaterial- será distribuida en la red de bibliotecas de la Dibam y en Bibliometro. No habrá un lanzamiento, sino varios concierto-conferencias. El itinerario: 30 de junio, en la Biblioteca Nacional; 2 de julio, en el Mercado Matadero Franklin; 12 de julio, en el Campus Oriente UC, y 29 de julio en el Bar Victoria. Horarios en www.facebook.com/cuecacentrina
Origen arábigo- andaluz de la cueca
"La cueca del Matadero se preserva por el canto a la rueda. Es el mismo canto de origen arábigo-andaluz que llegó en la Conquista y se mantuvo en la Independencia en las galleras de José Miguel Carrera. Por generaciones se preservó en familias de la tradición cuyos descendientes después trabajaron en el Matadero", dice Luis Castro.
En el canto a la rueda, indica, "había entre quince y veinte cantores, que iban llevando el compás con las manos, sin necesidad de instrumentos. En el Matadero le llamaban 'canto a la alta escuela', porque era para formar cantores; ahí se enseñaban las melodías más difíciles y los registros altos".
Este canto, explica, es "un grito melodioso, como el pregón de la calle. La sílaba se va desgranando en pequeños gorgoreos. Los métricos les llaman vibratos, y los más populares le llamamos 'canto del gorgotero'".
Aunque siempre se respetó las melodías, las cuecas eran improvisadas. "Se llamaban 'versos huachos', y cada cantor elegía su verso. No como ahora, que se hace una letra completa para cada cueca".
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Los hitos patrimoniales que se visitan hoy a través de Chile
http://www.emol.com/
domingo 29 de mayo de 2011
RANKING DE LECTORÍA
Artes y Letras
CELEBRACIóN Desde el Morro de Arica hasta el Palacio Braun Menéndez en Punta Arenas:
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domingo 29 de mayo de 2011
RANKING DE LECTORÍA
Artes y Letras
CELEBRACIóN Desde el Morro de Arica hasta el Palacio Braun Menéndez en Punta Arenas:
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Cómo rescatar las siete mil casas tradicionales dañadas por el terremoto
www.emol.com
domingo 29 de mayo de 2011
Después del sismo la arquitectura tradicional campesina chilena cambió para siempre. Los centenares de pueblos de las regiones afectadas buscaban en el turismo cultural un posible futuro promisorio. Quisimos conocer los esfuerzos que se hacen para ir en ayuda de este legado cultural, en peligro de extinción. También buscamos el lugar más visitado en cada región, en el Día del Patrimonio. Y en Santiago, recordamos la historia urbana del barrio Matadero.
ESPECIAL DíA DEL PATRIMONIO
SOCIEDAD El futuro del patrimonio arquitectónico de la zona central:
Pablo Allard y las difíciles disyuntivas en la reconstrucción del patrimonio
"Mi patrimonio son mis hijos, no esta casa. Déjenme demoler" fue el mensaje que encontró Allard en una casa de Lolol. El arquitecto, urbanista y coordinador nacional de reconstrucción urbana se refiere a las encrucijadas culturales y desafíos que dejó el terremoto, "una cicatriz que queremos olvidar, pero que está ahí".
Elena Irarrázabal Sánchez
Al cumplirse un año del terremoto, "Artes y Letras" le preguntó a distintas personalidades sobre las pérdidas que más les dolían en materia cultural. La mención más repetida fue, por lejos, el patrimonio arquitectónico y las formas de vida de una serie de pueblos, caseríos y casas de la zona central, cuyo entorno fue tomando forma a través de siglos. Carlos Aldunate habló del dolor por "la destrucción de lo poco que quedaba de la arquitectura tradicional campesina, lo que cambiará, quizá para siempre, la fisonomía de los antiguos pueblos del centro-sur".
¿Es recuperable este legado cultural? ¿Se ha avanzado en soluciones para recuperar el carácter de los pueblos arrasados por el sismo? ¿Cómo se ha conjugado la libertad de las personas para decidir dónde y cómo vivir con el deseo de preservar una identidad peculiar?
Coordinador nacional de reconstrucción urbana y patrimonial del Ministerio de Vivienda, Pablo Allard, -doctor en Diseño Urbano de la U. de Harvard- responde éstas y otras inquietudes en el Día del Patrimonio.
-¿Perdimos algo en forma irremediable con el terremoto?
"Siempre se pierde algo. Una profesora norteamericana decía que el problema con una catástrofe es que por más que las cosas se hagan bien y dentro de lo planificado, igual es una catástrofe. Cuando tienes una urgencia, aunque te realicen una operación y te salven la vida, quedan cicatrices. Las cicatrices del 27 de febrero no han terminado de cerrar y debemos hacerlas propias. Todos perdimos y desde esa pérdida hay que reconstruir y llenar los vacíos. Santiago se ha olvidado de un terremoto que abarcó 650 kilómetros, 900 ciudades y pueblos. Un problema en que el Estado tiene una responsabilidad, pero que involucra a toda la sociedad.
-Desde un punto de vista cultural, que abarca desde arquitectura hasta formas de vida, ¿qué es lo que más te ha dolido en este año y medio tras el terremoto?
"El sufrimiento de las familias, sus pérdidas, sus penas. Y en segundo lugar, la fragilidad de nuestro patrimonio desde el punto de vista de formas de vida que se mantenían y se aferraban en cuanto existía una estructura física que las hacía visibles. Una casa en el pueblo, un pequeño negocio, un sistema de asentamientos que generaban dinámicas de convivencia. Ahí, hay un antes y un después".
-¿Cómo ejemplificarías esta situación con un caso concreto?
"Hay pueblitos como Nirivilo o Huerta de Maule cuyos estilos de vidas y tradiciones estaban vinculados no sólo a la agricultura, sino también a una situación geográfica: pequeñas localidades situadas en los valles transversales que comunican Talca y Curicó con la costa y que amarraban un sistema de convivencia o de "paradas" hacia centros de servicios como Talca. Pueblos de adultos mayores, con pocos jóvenes y algunos comerciantes cuya ancla era su casa, su tienda. El peligro de que allí se produzca un vaciamiento es grande, no sólo un vaciamiento físico, sino de tradiciones y formas de vida. Lo más triste es que ellos estaban apostando precisamente al turismo en base a su patrimonio y éste se viene al suelo. Y ahí entonces surge la gran pregunta".
-¿Cuál?
"La interrogante sobre qué es más urgente: ¿Atender las necesidades legítimas de esa familia por salir cuanto antes de una situación de emergencia? ¿O tomarse el tiempo necesario para preservar tradiciones arquitectónicas, formas de vida? Uno de los momentos duros fue cuando veo un grafiti en una casa de adobe apuntalada. Decía 'Mi verdadero patrimonio son mis hijos, no esta casa. Déjenme demoler'. Son las decisiones que hay que tomar todos los días equilibrando la libertad de las personas versus el bien común y la preservación de valores urbanos y patrimoniales".
"El patrimonio sí es urgente"
Según Allard, tras una catástrofe existe la tendencia a decir "concentremos esfuerzos en lo urgente y luego nos dedicamos al patrimonio, que requiere más tiempo y prolijidad". A su juicio, es una visión errada. "Cito una frase del arquitecto y profesor Fernando Pérez: 'Si el patrimonio no es urgente, entonces no es tan patrimonio'. La reconstrucción patrimonial es una pieza más de la urgencia general".
-¿Cuáles son, a tu juicio, las falencias más graves que desnudó el sismo en relación al legado patrimonial?
"Para nadie es un misterio que todavía, después de muchos años de debate, no existe una institucionalidad para la recuperación del patrimonio. Un órgano que no sólo resguarde, sino que también tenga capacidades ejecutivas, administrativas y, por supuesto, un financiamiento. El terremoto dejó al descubierto la tremenda dispersión que hay en relación al patrimonio, un tema que toca al Consejo de Monumentos Nacionales, el Ministerio de Educación, el MOP (que vela por los edificios públicos), la Subdere, el Minvu, el Consejo de la Cultura. Un universo totalmente disperso en el que se producen descoordinaciones. La Corfo, por ejemplo, dio créditos a los comerciantes para levantar sus negocios, pero, por los plazos y dinámicas que estableció, muchos terminaron con tiendas de cartón piedra en centros históricos, sin que se pudiera hacer nada".
- Muchos piensan que es poco lo que se ha avanzado en relación a esta urgencia patrimonial.
"Dentro de esta dispersión, en el Minvu decidimos hacernos responsables de parte del problema, que tiene que ver con las viviendas y su entorno. Hay 7.000 casas tradicionales que se cayeron, emplazadas en los "polígonos patrimoniales" de los pueblos. En todos estos casos decidimos ofrecer a los propietarios un subsidio habitacional de 580 UF, además de un proyecto específico para cada casa, que conserva el carácter del lugar. Hoy, distintos equipos están realizando diseños para 1.583 de estas casas y esperamos llegar a cinco mil. Además se están desarrollando los "Planes de Regeneración Urbana". Esas son nuestras dos líneas fuertes" (ver recuadro con detalles).
-¿Qué pasa si en esos centros históricos alguien quiere demoler e instalar algo fuera de contexto?
"Si no tienen una protección especial -como el carácter de monumento o zona típica- nosotros no podemos imponer un estilo de vida arquitectónico o urbano. No se puede menospreciar la capacidad de autodeterminación de la comunidad. Pero confiamos en que, a través de los incentivos, el rol de las autoridades locales y la información sobre el valor de lo que se pierde podamos preservar el carácter del lugar".
Plazos y autocrítica
-Algunos alcaldes de pueblos de Colchagua se quejan de la falta de experiencia de los arquitectos en construcciones tradicionales. También de ciertas propuestas estrafalarias que llegaron de algunos profesionales. ¿Hubo un distanciamiento de las universidades con el tema del patrimonio?
"En la educación universitaria el tema patrimonial no ha cobrado la fuerza que debería tener. Se le ve como una especialización, relacionada con cursos de historia o algún investigador. Ahora, no quiero desmerecer el gran trabajo que hicieron estudiantes en primeras fases de la catástrofe, al detener demoliciones y contribuir con su esfuerzo en distintos lugares. Hay proyectos muy interesantes en los que están involucradas universidades, como en Curepto y Cobquecura. Y creo que éstas van a tener un rol importante en la capacitación en los oficios tradicionales, que es un acervo que estaba muy perdido".
-¿A qué materialidad se está recurriendo en los diseños para casas con subsidios patrimoniales?
"Si se va a invertir ahí plata de todos los chilenos, tenemos que asegurar que las casas sean resistentes, además de tener carácter. Las fórmulas y materiales son muy diversos. En Paredones, por ejemplo, se están utilizando fardos de paja compactada, cubiertos con malla que se chicotea con barro, con una estructura que le da resistencia. También se están trayendo máquinas que realizan ladrillos de tierra muy comprimidos. No nos cerramos a ninguna opción en los polígonos patrimoniales, siempre que se respete su identidad y se cumplan las normativas. En adobe, mientras éste no sea estructural, no hay problemas. Ahora, si es adobe estructural, debe tener un proyecto de cálculo que lo valide. Y eso es difícil de encontrar. El Instituto de la Construcción trabaja, asimismo, en una norma para el adobe, que recoge las experiencias alemanas, peruanas y ecuatorianas y las homologa a la realidad chilena".
-¿Hay una autocrítica sobre el trabajo que han realizado en materia patrimonial?
"Creo que una de las tareas más difíciles ha sido comunicar nuestro trabajo y los mecanismos que se han establecido, tanto hacia nuestros equipos como hacia afuera. También manejar las descoordinaciones entre los distintos actores involucrados y solucionar los cuellos de botella que aparecen. Así surgió, por ejemplo, el subsidio para la redensificación.
-¿Existen plazos para los planes de reconstrucción patrimonial del Minvu?
"Nuestra meta es tener todos los subsidios de reconstrucción patrimonial entregados este año. Calculamos que van a ser alrededor de 5 mil. En cuanto a su ejecución, la mitad de las obras debieran estar terminadas en 2012 y el resto en 2014".
Chaitén y sus lecciones sobre el arraigo
Pablo Allard participó en uno de los grupos que estudió distintos escenarios para el futuro de Chaitén. El complicado episodio le dejó dos lecciones claras. "En primer lugar, la importancia de que haya metas y plazos claros. Si no los procesos se dilatan y eternizan". La segunda es el respeto al arraigo de las personas y familias. "Incluso a sabiendas de que Chaitén no es viable a largo plazo como capital provincial, las soluciones deben minimizar el desplazamiento. Respetar el arraigo de las familias en sitio propio es clave. Para el terremoto de 2010 pudimos construir en la periferia grandes paños para los damnificados, como se hizo en L'Aquila (Italia) y en Turquía hace tres años. Pero eso rompe todas las redes. Más que arrancarle al riesgo, hay que aprender a vivir con él y tomar las precauciones posibles".
No al "pastiche", sí a ciertos valores tradicionales
"La recuperación patrimonial no puede ser un pastiche", dice Allard. "Tampoco una réplica de la epidermis de las construcciones tradicionales o una reconstrucción pintoresca".
La idea es que los proyectos que se aprueben a través del subsidio patrimonial mantengan los elementos formales y las morfologías inherentes a la arquitectura rural preexistente. Por eso, el Minvu acaba de publicar el " Plan de reconstrucción patrimonial " (disponible en la web) que entrega un catastro tras el desastre, pero también soluciones específicas y las acciones requeridas para optar a beneficios en ese ámbito.
El documento identifica una serie de valores propios de estas edificaciones. Entre ellos su volumetría ( edificaciones bajas de carácter fuerte y pureza en el diseño ), fachada continua, corredores como parte del espacio público, techumbres continuas (sin muros medianeros), ritmo de pilares en los corredores, proporción vertical de los vanos, predominancia del lleno en los muros, línea de edificación continua y altura similar de fachadas, sistemas constructivos relacionados con técnicas vernáculas y volumen que se adapta al ancho del sitio.
Incentivos para preservar
SUBSIDIO PATRIMONIAL: Se calcula que cayeron 7.000 casas tradicionales, emplazadas en "polígonos patrimoniales" definidos por el Minvu en distintas localidades (algunos sectores ya tenían una protección previa por ser zonas típicas o de conservación). Si mantienen su carácter, a sus propietarios se les ofrece subsidios de hasta 580 UF -200 UF más que un subsidio normal-, además de un proyecto específico para la casa. Gracias a platas del Gobierno Regional (FNDR), estos diseños son elaborados por arquitectos contratados por cada municipalidad. Deben ser visados por el Serviu.
PRU: Son "Planes de Regeneración Urbana" para localidades cuya imagen urbana se ha visto afectada por el proceso de reconstrucción. Los PRU los realiza una consultora y la idea es orientar la reconstrucción armónica del lugar, mediante una lista priorizada de proyectos que beneficien a la comunidad y sus espacios públicos, los que pueden postular a financiamiento. Están en elaboración alrededor de 110 PRU.
SUBSIDIO REDENSIFICACIÓN URBANA: Es el mecanismo más reciente. Se definen "guías de diseño" para proyectos inmobiliarios que redensifiquen los centros de las ciudades dañadas. La idea es preservar la caja urbana y evitar el despoblamiento céntrico. Los proyectos que cumplan con las directrices reciben un subsidio, que entrará en vigencia en los próximos días en las principales localidades del Maule. Los damnificados tienen prioridad para postular a vivir allí.
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domingo 29 de mayo de 2011
Después del sismo la arquitectura tradicional campesina chilena cambió para siempre. Los centenares de pueblos de las regiones afectadas buscaban en el turismo cultural un posible futuro promisorio. Quisimos conocer los esfuerzos que se hacen para ir en ayuda de este legado cultural, en peligro de extinción. También buscamos el lugar más visitado en cada región, en el Día del Patrimonio. Y en Santiago, recordamos la historia urbana del barrio Matadero.
ESPECIAL DíA DEL PATRIMONIO
SOCIEDAD El futuro del patrimonio arquitectónico de la zona central:
Pablo Allard y las difíciles disyuntivas en la reconstrucción del patrimonio
"Mi patrimonio son mis hijos, no esta casa. Déjenme demoler" fue el mensaje que encontró Allard en una casa de Lolol. El arquitecto, urbanista y coordinador nacional de reconstrucción urbana se refiere a las encrucijadas culturales y desafíos que dejó el terremoto, "una cicatriz que queremos olvidar, pero que está ahí".
Elena Irarrázabal Sánchez
Al cumplirse un año del terremoto, "Artes y Letras" le preguntó a distintas personalidades sobre las pérdidas que más les dolían en materia cultural. La mención más repetida fue, por lejos, el patrimonio arquitectónico y las formas de vida de una serie de pueblos, caseríos y casas de la zona central, cuyo entorno fue tomando forma a través de siglos. Carlos Aldunate habló del dolor por "la destrucción de lo poco que quedaba de la arquitectura tradicional campesina, lo que cambiará, quizá para siempre, la fisonomía de los antiguos pueblos del centro-sur".
¿Es recuperable este legado cultural? ¿Se ha avanzado en soluciones para recuperar el carácter de los pueblos arrasados por el sismo? ¿Cómo se ha conjugado la libertad de las personas para decidir dónde y cómo vivir con el deseo de preservar una identidad peculiar?
Coordinador nacional de reconstrucción urbana y patrimonial del Ministerio de Vivienda, Pablo Allard, -doctor en Diseño Urbano de la U. de Harvard- responde éstas y otras inquietudes en el Día del Patrimonio.
-¿Perdimos algo en forma irremediable con el terremoto?
"Siempre se pierde algo. Una profesora norteamericana decía que el problema con una catástrofe es que por más que las cosas se hagan bien y dentro de lo planificado, igual es una catástrofe. Cuando tienes una urgencia, aunque te realicen una operación y te salven la vida, quedan cicatrices. Las cicatrices del 27 de febrero no han terminado de cerrar y debemos hacerlas propias. Todos perdimos y desde esa pérdida hay que reconstruir y llenar los vacíos. Santiago se ha olvidado de un terremoto que abarcó 650 kilómetros, 900 ciudades y pueblos. Un problema en que el Estado tiene una responsabilidad, pero que involucra a toda la sociedad.
-Desde un punto de vista cultural, que abarca desde arquitectura hasta formas de vida, ¿qué es lo que más te ha dolido en este año y medio tras el terremoto?
"El sufrimiento de las familias, sus pérdidas, sus penas. Y en segundo lugar, la fragilidad de nuestro patrimonio desde el punto de vista de formas de vida que se mantenían y se aferraban en cuanto existía una estructura física que las hacía visibles. Una casa en el pueblo, un pequeño negocio, un sistema de asentamientos que generaban dinámicas de convivencia. Ahí, hay un antes y un después".
-¿Cómo ejemplificarías esta situación con un caso concreto?
"Hay pueblitos como Nirivilo o Huerta de Maule cuyos estilos de vidas y tradiciones estaban vinculados no sólo a la agricultura, sino también a una situación geográfica: pequeñas localidades situadas en los valles transversales que comunican Talca y Curicó con la costa y que amarraban un sistema de convivencia o de "paradas" hacia centros de servicios como Talca. Pueblos de adultos mayores, con pocos jóvenes y algunos comerciantes cuya ancla era su casa, su tienda. El peligro de que allí se produzca un vaciamiento es grande, no sólo un vaciamiento físico, sino de tradiciones y formas de vida. Lo más triste es que ellos estaban apostando precisamente al turismo en base a su patrimonio y éste se viene al suelo. Y ahí entonces surge la gran pregunta".
-¿Cuál?
"La interrogante sobre qué es más urgente: ¿Atender las necesidades legítimas de esa familia por salir cuanto antes de una situación de emergencia? ¿O tomarse el tiempo necesario para preservar tradiciones arquitectónicas, formas de vida? Uno de los momentos duros fue cuando veo un grafiti en una casa de adobe apuntalada. Decía 'Mi verdadero patrimonio son mis hijos, no esta casa. Déjenme demoler'. Son las decisiones que hay que tomar todos los días equilibrando la libertad de las personas versus el bien común y la preservación de valores urbanos y patrimoniales".
"El patrimonio sí es urgente"
Según Allard, tras una catástrofe existe la tendencia a decir "concentremos esfuerzos en lo urgente y luego nos dedicamos al patrimonio, que requiere más tiempo y prolijidad". A su juicio, es una visión errada. "Cito una frase del arquitecto y profesor Fernando Pérez: 'Si el patrimonio no es urgente, entonces no es tan patrimonio'. La reconstrucción patrimonial es una pieza más de la urgencia general".
-¿Cuáles son, a tu juicio, las falencias más graves que desnudó el sismo en relación al legado patrimonial?
"Para nadie es un misterio que todavía, después de muchos años de debate, no existe una institucionalidad para la recuperación del patrimonio. Un órgano que no sólo resguarde, sino que también tenga capacidades ejecutivas, administrativas y, por supuesto, un financiamiento. El terremoto dejó al descubierto la tremenda dispersión que hay en relación al patrimonio, un tema que toca al Consejo de Monumentos Nacionales, el Ministerio de Educación, el MOP (que vela por los edificios públicos), la Subdere, el Minvu, el Consejo de la Cultura. Un universo totalmente disperso en el que se producen descoordinaciones. La Corfo, por ejemplo, dio créditos a los comerciantes para levantar sus negocios, pero, por los plazos y dinámicas que estableció, muchos terminaron con tiendas de cartón piedra en centros históricos, sin que se pudiera hacer nada".
- Muchos piensan que es poco lo que se ha avanzado en relación a esta urgencia patrimonial.
"Dentro de esta dispersión, en el Minvu decidimos hacernos responsables de parte del problema, que tiene que ver con las viviendas y su entorno. Hay 7.000 casas tradicionales que se cayeron, emplazadas en los "polígonos patrimoniales" de los pueblos. En todos estos casos decidimos ofrecer a los propietarios un subsidio habitacional de 580 UF, además de un proyecto específico para cada casa, que conserva el carácter del lugar. Hoy, distintos equipos están realizando diseños para 1.583 de estas casas y esperamos llegar a cinco mil. Además se están desarrollando los "Planes de Regeneración Urbana". Esas son nuestras dos líneas fuertes" (ver recuadro con detalles).
-¿Qué pasa si en esos centros históricos alguien quiere demoler e instalar algo fuera de contexto?
"Si no tienen una protección especial -como el carácter de monumento o zona típica- nosotros no podemos imponer un estilo de vida arquitectónico o urbano. No se puede menospreciar la capacidad de autodeterminación de la comunidad. Pero confiamos en que, a través de los incentivos, el rol de las autoridades locales y la información sobre el valor de lo que se pierde podamos preservar el carácter del lugar".
Plazos y autocrítica
-Algunos alcaldes de pueblos de Colchagua se quejan de la falta de experiencia de los arquitectos en construcciones tradicionales. También de ciertas propuestas estrafalarias que llegaron de algunos profesionales. ¿Hubo un distanciamiento de las universidades con el tema del patrimonio?
"En la educación universitaria el tema patrimonial no ha cobrado la fuerza que debería tener. Se le ve como una especialización, relacionada con cursos de historia o algún investigador. Ahora, no quiero desmerecer el gran trabajo que hicieron estudiantes en primeras fases de la catástrofe, al detener demoliciones y contribuir con su esfuerzo en distintos lugares. Hay proyectos muy interesantes en los que están involucradas universidades, como en Curepto y Cobquecura. Y creo que éstas van a tener un rol importante en la capacitación en los oficios tradicionales, que es un acervo que estaba muy perdido".
-¿A qué materialidad se está recurriendo en los diseños para casas con subsidios patrimoniales?
"Si se va a invertir ahí plata de todos los chilenos, tenemos que asegurar que las casas sean resistentes, además de tener carácter. Las fórmulas y materiales son muy diversos. En Paredones, por ejemplo, se están utilizando fardos de paja compactada, cubiertos con malla que se chicotea con barro, con una estructura que le da resistencia. También se están trayendo máquinas que realizan ladrillos de tierra muy comprimidos. No nos cerramos a ninguna opción en los polígonos patrimoniales, siempre que se respete su identidad y se cumplan las normativas. En adobe, mientras éste no sea estructural, no hay problemas. Ahora, si es adobe estructural, debe tener un proyecto de cálculo que lo valide. Y eso es difícil de encontrar. El Instituto de la Construcción trabaja, asimismo, en una norma para el adobe, que recoge las experiencias alemanas, peruanas y ecuatorianas y las homologa a la realidad chilena".
-¿Hay una autocrítica sobre el trabajo que han realizado en materia patrimonial?
"Creo que una de las tareas más difíciles ha sido comunicar nuestro trabajo y los mecanismos que se han establecido, tanto hacia nuestros equipos como hacia afuera. También manejar las descoordinaciones entre los distintos actores involucrados y solucionar los cuellos de botella que aparecen. Así surgió, por ejemplo, el subsidio para la redensificación.
-¿Existen plazos para los planes de reconstrucción patrimonial del Minvu?
"Nuestra meta es tener todos los subsidios de reconstrucción patrimonial entregados este año. Calculamos que van a ser alrededor de 5 mil. En cuanto a su ejecución, la mitad de las obras debieran estar terminadas en 2012 y el resto en 2014".
Chaitén y sus lecciones sobre el arraigo
Pablo Allard participó en uno de los grupos que estudió distintos escenarios para el futuro de Chaitén. El complicado episodio le dejó dos lecciones claras. "En primer lugar, la importancia de que haya metas y plazos claros. Si no los procesos se dilatan y eternizan". La segunda es el respeto al arraigo de las personas y familias. "Incluso a sabiendas de que Chaitén no es viable a largo plazo como capital provincial, las soluciones deben minimizar el desplazamiento. Respetar el arraigo de las familias en sitio propio es clave. Para el terremoto de 2010 pudimos construir en la periferia grandes paños para los damnificados, como se hizo en L'Aquila (Italia) y en Turquía hace tres años. Pero eso rompe todas las redes. Más que arrancarle al riesgo, hay que aprender a vivir con él y tomar las precauciones posibles".
No al "pastiche", sí a ciertos valores tradicionales
"La recuperación patrimonial no puede ser un pastiche", dice Allard. "Tampoco una réplica de la epidermis de las construcciones tradicionales o una reconstrucción pintoresca".
La idea es que los proyectos que se aprueben a través del subsidio patrimonial mantengan los elementos formales y las morfologías inherentes a la arquitectura rural preexistente. Por eso, el Minvu acaba de publicar el " Plan de reconstrucción patrimonial " (disponible en la web) que entrega un catastro tras el desastre, pero también soluciones específicas y las acciones requeridas para optar a beneficios en ese ámbito.
El documento identifica una serie de valores propios de estas edificaciones. Entre ellos su volumetría ( edificaciones bajas de carácter fuerte y pureza en el diseño ), fachada continua, corredores como parte del espacio público, techumbres continuas (sin muros medianeros), ritmo de pilares en los corredores, proporción vertical de los vanos, predominancia del lleno en los muros, línea de edificación continua y altura similar de fachadas, sistemas constructivos relacionados con técnicas vernáculas y volumen que se adapta al ancho del sitio.
Incentivos para preservar
SUBSIDIO PATRIMONIAL: Se calcula que cayeron 7.000 casas tradicionales, emplazadas en "polígonos patrimoniales" definidos por el Minvu en distintas localidades (algunos sectores ya tenían una protección previa por ser zonas típicas o de conservación). Si mantienen su carácter, a sus propietarios se les ofrece subsidios de hasta 580 UF -200 UF más que un subsidio normal-, además de un proyecto específico para la casa. Gracias a platas del Gobierno Regional (FNDR), estos diseños son elaborados por arquitectos contratados por cada municipalidad. Deben ser visados por el Serviu.
PRU: Son "Planes de Regeneración Urbana" para localidades cuya imagen urbana se ha visto afectada por el proceso de reconstrucción. Los PRU los realiza una consultora y la idea es orientar la reconstrucción armónica del lugar, mediante una lista priorizada de proyectos que beneficien a la comunidad y sus espacios públicos, los que pueden postular a financiamiento. Están en elaboración alrededor de 110 PRU.
SUBSIDIO REDENSIFICACIÓN URBANA: Es el mecanismo más reciente. Se definen "guías de diseño" para proyectos inmobiliarios que redensifiquen los centros de las ciudades dañadas. La idea es preservar la caja urbana y evitar el despoblamiento céntrico. Los proyectos que cumplan con las directrices reciben un subsidio, que entrará en vigencia en los próximos días en las principales localidades del Maule. Los damnificados tienen prioridad para postular a vivir allí.
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