14 de enero de 2010
Vecinos del sector están chochos con el nombramiento
Publicidad urbana
18 Ago 2006
Por Gabi Villalba B.
PUBLICADO EN: Arte Urbano, Chile, Ciudades, Espacio Publico, Patrimonio, Urbanismo , Arquitectura, publicidad
Hace rato que la ciudad se ha visto bombardeada por el fenómeno de la publicidad. Empresas privadas que hacen propaganda de sus productos han adoptado el formato espacial de la urbe como un soporte clave. Publicidad estática ó en movimiento, diurna ó nocturna, en las azoteas de los edificios ó subterráneos del metro, en sitios eriazos, panderetas, grandes avenidas ó autopistas. La propaganda invade los espacios públicos y la imagen de la ciudad comienza poco a poco a transformarse.
La ciudad es un escenario donde uno de los factores fundamentales es el visual. Y cuando éste ámbito antaño (o en las ciudades comunistas) lo cubrían la forma o el skyline de los edificios, el verde de los parques o alguno que otro hito urbano, hoy en día la publicidad ha entrado en franca competencia a la hora de hablar de “imagen de ciudad”. Antes era la arquitectura, ahora son los afiches, letreros, pendones y lienzos publicitarios, acompañados siempre de un concepto asociado al consumo (llámese “marca”, “liquidación”, “oferta”, etc.) lo que obligan despóticamente a que nuestros ojos les miren.
Sin embargo este post no es para reflexionar precisamente respecto a lo que ya se ha debatido antes (contaminación visual, lo terrible que es nuestra sociedad de consumo, lienzos que cubren edificios enteros y financian las remodelaciones, etc.), sino más bien es una invitación a mirar el hecho desde una perspectiva distinta.
Sabemos que la publicidad es muchas veces un hecho efímero; aparece un día y en un par de semanas ya no está, como las callampas. Pero a veces sucede que pasan los años y está los letreros siguen ahí de lo más bien instalados. E incluso, si no estuviesen las echaríamos de menos. ¿Qué sería del Parque Bustamante en la noche sin su animado cartel de “champagne Valdivieso” ó, un poco más allá, el luminoso “calcetines Monarch”?
monarch y valdivieso
Es acá cuando el fenómeno de la publicidad en la ciudad se vuelve interesante: porque el producto publicitado en sí mismo ya carece de sentido. Lo que importa es el letrero, con sus luces, que ha ocupado hace cuántos años ese mismo espacio y nos ha dado más de una vez la bienvenida cuando volvíamos un domingo en la noche del litoral. Es en este punto cuando el afiche trasciende su propio contenido mediático y se transforma en un hito en la ciudad, un icono del imaginario urbano colectivo, tan o más importante que una iglesia, una obra importante de arquitectura, un monumento o una fuente. Es testigo de la memoria, un objeto cargado de melancolía.
Times Square (http://www.corbis.com/)
O también es su atmósfera, generada cuando se funden cientos de letreros y el espíritu mismo del lugar se transforma en un emblema de la ciudad de consumo, como sucede en Times Square en Nueva York o Picadilly Circus en Londres. Lo que representan estos lugares pasa a ser secundario cuando comprendemos que eso sucede porque el bombardeo publicitario es precisamente lo que define su IDENTIDAD, lo que le transforma en un hito en la ciudad y del mundo entero. Y es esta la imagen de ciudad que nos queda finalmente plasmada en la retina, y que -a veces- pareciera ser lo más estimulante del escenario urbano.
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excelente... es muy ochentera esta tendencia del neon en los anuncios publicitarios. Recuerdo que de niño, cuando iba a Santiago, me quedaba observando atentamente los movimientos de las luces.Son espectaculares. Aca en viña serían entretes, aunque santiago tiene ese toque urbano frio y veloz que te echa la mente a volar.
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