sábado 2 de enero de 2010
Texto, Soledad Salgado S.
Tras una imponente fila de palmas enfrentadas se llega a la casa, distribuida en un piso, y dispuesta sobre un zócalo de piedra.
Dos piletas adornan el acceso principal.
Este debe ser uno de los tesoros mejor guardados de Pirque. La antigua casona del fundo San Juan de Pirque -hijuela que heredó Carmela Subercaseaux Vicuña siendo aún una niña- está oculta a la vista desde el camino principal, y pocos conocen que un boscoso sendero de tierra, que allí nace, despliega al final del recorrido una imponente construcción con más de un siglo de historia.
Hoy, la casa y su extenso parque están en manos del empresario norteamericano de origen armenio Edward Tutunjian, dueño de la Viña Apaltagua, quien se encandiló con el lugar el año 2007, y pensó que sería un excelente recinto para recibir a los huéspedes de la viña que estaba creando en Chile. En muy buen estado de conservación, está en gran parte decorada con los muebles originales, y junto a ella se yergue además la capilla que se levantó en honor a Carmela Subercaseaux en 1880, un año después de su muerte.
La capilla se hizo en honor a Carmela Subercaseaux quien falleció tempranamente. En ella hay notables elementos antiguos como candelabros, un cuadro de la Virgen y una Biblia en latín.
Desde los amplios corredores con balaustros se tiene una hermosa vista hacia el parque y la capilla.
Pero la historia tras esta casa comienza un poco antes, en 1875, cuando el marido de Carmela, Alberto Mackenna Astorga, inició su construcción. Según relata el libro Casas de Campo Chilenas (de los autores Pereira, Rodríguez y Maino) el lugar escogido fue una ladera del cerro justo bajo la cota de un canal. Allí levantó un sólido edificio de ladrillos y tejas con anchos corredores en sus costados; todo sobre un zócalo de piedra, en el que una escalinata conduce al zaguán.
Este es el dormitorio principal, donde dormía el patriarca de la casa. Aquí llama la atención el trabajo de los muros que imita mármol.
El boulle francés fue comprado por el propio Alberto Mackenna.
El volumen destaca a simple vista por su composición neoclásica, sin embargo incorpora elementos de inspiración romántica en sus puertas y ventanas, como arcos de medio punto, y el gran trabajo que realizó un grupo de pintores italianos que viajó en esos años, especialmente a pedido del propietario, para decorar los estucos interiores y exteriores. Todas las habitaciones de la casa están adornadas con motivos diferentes, dando cuenta del perfeccionismo con que se crearon imaginarias canterías, zócalos y mármoles.
El boulle francés fue comprado por el propio Alberto Mackenna.
El volumen destaca a simple vista por su composición neoclásica, sin embargo incorpora elementos de inspiración romántica en sus puertas y ventanas, como arcos de medio punto, y el gran trabajo que realizó un grupo de pintores italianos que viajó en esos años, especialmente a pedido del propietario, para decorar los estucos interiores y exteriores. Todas las habitaciones de la casa están adornadas con motivos diferentes, dando cuenta del perfeccionismo con que se crearon imaginarias canterías, zócalos y mármoles.
En el comedor destaca un magnífico trabajo de pintura que simula ser madera de distintos tonos. El cuadro de cacería es inglés y original de la vivienda.
Todas las habitaciones están conectadas por puertas interiores, muy al estilo chileno. Atrás, vista del salón principal.
La casa contiene gran parte del mobiliario que compró Mackenna en sus viajes por Francia, Inglaterra y España. Gracias a que su actual dueño es aficionado a las antigüedades se mantienen intactos la mesa del comedor con capacidad para catorce personas sentadas; la mesa de billar en la sala de juegos y los boulles del salón; entre otros muebles. También algunos cuadros y adornos menores, aunque los importantes retratos de familia que por años decoraron los espacios los conservan en la actualidad los últimos dueños de la casa, la familia Cussen Mackenna.
Esta pieza se habilitó como escritorio para cuando el actual propietario, Edward Tutunjian, visita la casa.
Dada la sólida construcción del inmueble -se demoraron cuatro años en terminarlo- no ha sufrido remodelaciones importantes, salvo un cambio de techos realizado hace cinco años que respetó el diseño original; y la incorporación de nuevos baños, muy necesarios para que funcione como casa de huéspedes y también como centro de eventos (paz@lagarchile.com). .
El jardín, por su parte se forma con una infinidad de circuitos bajo la espesa sombra de árboles nativos y europeos, entre los que destacan robles, eucaliptus y Phoenix canariensis. Y, frente a la casa, dos hileras de palmas chilenas forman una magnífica columnata vegetal, antesala para el señorío de la antigua casona que pretende vivir no sólo en el recuerdo, sino que en el presente de sus visitantes.
Texto, Soledad Salgado S..
Hola Melisa
ResponderEliminarInteresante tu blog
Tal como tu dices, de todo un poco.
Recuerdo este artículo de Sole Salgado, fue mi compañera de trabajo en Vivienda y Decoración, donde laboré por 32 años.
Te invitó a ver mi blog, me he especializado en paisajismo ahora, y en especial en el rescate de plantas nativas.
Te mando el link por si te interesa
http://paisajismochileno.blogspot.com/