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ARTES Y LETRAS
Domingo 8 de Noviembre de 2009
Publicación Libro sobre su legado será lanzado el martes en la Municipalidad de Santiago:
Eligió y emplazó la Virgen de San Cristóbal, diseñó uno de los proyectos que se convirtieron en el Congreso Nacional de Santiago y ayudó a fundar la Escuela de Arquitectura UC. Sin embargo, su nombre ha permanecido desconocido hasta hoy.
Evelyn Erlij
De paso por la Plaza de Armas, el céntrico cuadrante donde se emplaza la Catedral Metropolitana, los santiaguinos han visto cientos de veces los edificios de la Municipalidad de Santiago o del Centro Comercial Edwards. Lo mismo ocurre con la Virgen del Cerro San Cristóbal, imagen omnipresente para quienes transitan por el corazón de la ciudad. Tan profundo es el arraigo de estos símbolos arquitectónicos en el imaginario capitalino, que rara vez alguien se pregunta cuándo fueron hechos o quién los construyó. La costumbre de verlos a diario da la impresión de que siempre han estado ahí, de que nunca fueron un plano trazado por la imaginación de un arquitecto.
Esta puede ser, quizás, una de las razones por la que se desconoce el nombre de Eugène Joannon Crozier, el francés que no sólo ideó estas tres edificaciones, sino que ayudó a cambiar el rostro "provinciano" del Santiago de fines del siglo XIX y comienzos del XX, gracias al centenar de diseños arquitectónicos que creó y construyó. Su extensa obra, que no sólo abarca la capital, sino también ciudades como La Serena, Concepción, Rengo y Pelequén, fue recientemente rescatada por su nieto Eugenio Joannon Rivera, quien catastró los trabajos del arquitecto e ingeniero galo y publicó el libro "Eugène Joannon Crozier. Lyon 1860-Santiago 1938", que este martes 10 de noviembre será lanzado en la Municipalidad de Santiago.
Si bien sus trabajos son hoy edificaciones emblemáticas del país -sus diseños incluyen la iglesia de Santa Filomena en Santiago, el Colegio de La Salle, la parroquia de Ñuñoa y las torres de las catedrales de La Serena y de Concepción-, su obra permanece inexplicablemente desconocida, incluso dentro de la propia disciplina de la arquitectura. Su figura, sin embargo, tiene méritos de sobra para ser recordada: fue uno de los fundadores de la Sociedad Central de Arquitectos, precursora del actual Colegio de Arquitectos, y uno de los creadores de la Escuela de Arquitectura de la UC, donde también fue docente. Varias de sus obras, además, han sido declaradas monumentos nacionales, como es el caso del Edificio Comercial Edwards.
"Casi todo es desconocido si hablamos de arquitectura en Chile", afirma el historiador Miguel Laborde, quien por años ha estudiado la obra de Joannon Crozier y que el martes presentará el libro sobre el arquitecto. El nieto, en tanto, no se explica la ignorancia que existe en torno a la figura de su antepasado: "Era una persona de muy bajo perfil y esa fue una de las cosas que más me motivaron a poner en valor su obra y su persona. Cada vez que se ha hecho una exposición sobre arquitectos franceses en Chile, nunca se ha mencionado a don Eugenio. Es muy raro. Debe haber sido uno de los profesionales que más obras construyeron en Chile", acusa Joannon Rivera, que ejerce la misma profesión de su abuelo.
Pionero del hormigón
Tras recibirse de ingeniero y posteriormente estudiar arquitectura en la École de Beaux Arts de París, donde trabajó con Paul Blondel, uno de los arquitectos franceses más famosos de entonces, Joannon Crozier recibió una oferta del Estado de Chile para venir a trabajar al país por tres años. Era la época en que el gobierno de Balmaceda buscaba profesionales europeos para fomentar el desarrollo de obras públicas, selección que quedó a cargo de Carlos Antúnez, embajador extraordinario y ministro plenipotenciario de la nación en Francia.
A bordo del vapor "Potosí" y junto a otros arquitectos como Emile Doyère -creador de los Tribunales de Justicia- y el ingeniero Gustave Verniory -quien construyó la línea férrea de la Araucanía-, el joven lionés llegó a Chile en 1889, época en que el país vivía un gran auge económico gracias a la riqueza del salitre. "Antúnez embarca a una constelación de jóvenes brillantes, que cambian la historia de la arquitectura y la construcción en Chile", explica Laborde, quien describe a Joannon Crozier como un arquitecto "de muy buena mano en el manejo de los estilos, refinado sin perderse en los detalles, con un ojo compositivo que siempre está atento al golpe visual final en el entorno".
Una vez en Chile, se percata de las grandes diferencias que separaban las realidades de Francia y Chile, nación que no sólo carecía de grandes riquezas, sino además debía lidiar con fenómenos naturales propios de su geografía. "Joannon acomoda el conocimiento teórico de un país europeo de avanzada a la situación chilena, donde existen menos recursos. Esto se refleja, por ejemplo, en que construye iglesias más limpias, menos elaboradas. Por otro lado, desarrolla tecnología pensada para un lugar sísmico como Chile", explica su nieto.
Este es, precisamente, uno de sus principales aportes a la arquitectura chilena: "Joannon trae el cálculo en la resistencia de materiales, es un pionero del hormigón armado, de las losas entre pisos, de todo eso que abre el siglo XX y que en Chile se aceleró por el terremoto de Valparaíso, que dejó a todos espirituados", asegura Laborde. "Por los temblores, los edificios se hacían más bien bajos, pero ya con el uso del hormigón, su altura empieza a aumentar. Ésa es una marca de él", añade el nieto del arquitecto francés.
De aquí que en 1939, cuando un terremoto derrumbó gran parte de Concepción, sólo las torres de la catedral construidas por Joannon quedaron en pie: a causa de su resistencia, ambas debieron ser dinamitadas, ya que el resto de la estructura del templo quedó dañada.
Fusión de estilos
Luego de tomar la decisión de asentarse en Chile, Joannon es contratado como arquitecto del arzobispado, cargo que ejerce por más de 25 años. Esto, sumado a su profundo catolicismo, explica el hecho de que las construcciones religiosas tengan particular importancia entre su obra, pues casi la mitad de sus trabajos corresponden a recintos de este orden. Entre ellas se encuentran varias iglesias emplazadas en Santiago, como la de Santa Filomena, la de Corpus Dómini, la de San Ignacio -de la cual diseñó la fachada y las torres- y la de Nuestra Señora de la Victoria, en Bellavista, ubicada en el polémico sector donde se discute en torno al proyecto de una estatua de Juan Pablo II.
Estas edificaciones reflejan claramente su estilo ecléctico: "Joannon desarrolla el neogótico, neorrománico y neoclásico con bastante soltura, incluso los fusiona, ya que su obra se enmarca una época en que los estilos se mezclaron, por lo que refleja muy bien la época en que estudió y se formó", explica su nieto, quien espera que su libro "haga justicia" -según sus palabras- respecto del legado de Joannon Crozier.
Si bien no existen calles, ni salones universitarios que recuerden su nombre, la historia no ha sido tan injusta con su figura como podría pensarse: "La influencia en Chile del Art Nouveau se aprecia indirectamente en algunos detalles de las construcciones de albañilería y acero, aportaciones celebradas del arquitecto Eugenio Joannon, autor del edificio Edwards en la esquina sur-oriente de la Plaza de Armas", escribió Leopoldo Castedo en su "Resumen de la historia de Chile".
Varios de sus textos académicos son parte de los catálogos de las universidades de Chile y Católica, mientras que fotografías de sus obras, como la Virgen del Cerro, son las típicas imágenes que adornan las postales turísticas del país. Su legado arquitectónico, por lo demás, todavía marca las calles de Santiago y de otras ciudades chilenas. Evidencias de sobra que demuestran que si un chileno no sabe quién es Joannon Crozier, no es porque ignore su obra, sino simplemente porque desconoce su nombre.
Académico y filántropoJoannon no sólo invirtió su tiempo en el trabajo y en su numerosa familia, sino que también en la academia y en la religión. " Este ingeniero arquitecto fue además un pensador, ensayista riguroso en textos para sus alumnos en la UC. También era un ser humano que pudo dejar de lado su rigor racional francés para dejarse llevar por la sensibilidad, la intuición, lo místico. Visto así, es el arquitecto más completo de la época ", afirma Miguel Laborde.
La filantropía fue otro de sus intereses. Fundó la sección chilena de la Conferencia de San Vicente de Paul , organismo que fomenta visitas a hospitales y familias pobres. "Joannon es en Chile un actor católico relevante que también apoya el Patronato de Santa Filomena", revela el historiador.
Su faceta caritativa, sus obras y su vida personal son los tres temas que abarca el libro sobre su figura, el cual será lanzado este martes 10 a las 19:30 horas en la Municipalidad de Santiago .
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