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martes 29 de marzo de 2011
Desde 1998 está tras entierro de joyas y monedas de oro:
Norteamericano Bernard Keiser espera autorización ambiental para excavar ahora en una caverna subterránea.
HERNÁN CISTERNAS
VALPARAÍSO.- El historiador estadounidense Bernard Keiser no da su brazo a torcer y ya planifica un nuevo intento por encontrar el ya mítico tesoro de más de 800 barriles con oro, joyas y piedras preciosas, que desde el siglo XVIII estarían ocultos en el archipiélago de Juan Fernández.
Han pasado 13 años desde que Keiser realizó su primera incursión exploratoria en la isla Robinson Crusoe. Junto a un grupo de paleros, en 1998 efectuó excavaciones en el sector de Puerto Inglés, lo que repitió en varias ocasiones. Hace dos años intentó reanudar la búsqueda, pero las condiciones de mal tiempo le impidieron avanzar.
Ahora está a la espera de que el Servicio de Evaluación Ambiental autorice la realización de sondajes exploratorios en una superficie de 2.500 metros cuadrados. Los antecedentes de la declaración de impacto ambiental ingresaron a trámite en noviembre pasado, y diversos organismos y servicios públicos con competencia ambiental pidieron aclaraciones y ampliación de datos al norteamericano.
A diferencia de otras ocasiones, cuando Keiser fue autorizado para realizar un proyecto de investigación con excavaciones arqueológicas, en esta oportunidad su intención es efectuar sondajes al interior de una caverna subterránea, detectada en las anteriores expediciones, para determinar la existencia de probables restos históricos.
La caverna se ubica en el sector denominado Dschubba, en Puerto Inglés. Puede ser una cavidad natural o un túnel hecho por el hombre.
Perforaciones
De acuerdo a los antecedentes que entregó al Servicio de Evaluación Ambiental, en el lugar se realizará un máximo de 50 sondajes, de 7 metros de profundidad, con un diámetro no superior a 2,54 centímetros (una pulgada). Una vez que se realicen los sondajes, se introducirá en ellos una cámara de video para captar imágenes del interior.
Keiser plantea en su proyecto que éste se realizará en 24 meses, divididos en tres temporadas de ocho meses cada una. Cada año comenzará en septiembre.
Magdalena Prieto, directora regional del Servicio de Evaluación Ambiental de Valparaíso, indicó que la solicitud de Keiser se encuentra en proceso de trámite de acuerdo a la legislación vigente y que se esperan las respuestas de éste.
El Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) comunicó al Servicio de Evaluación Ambiental que se opone a que Keiser realice sondajes exploratorios, porque los restos buscados, los trabajos para su descubrimiento y posterior rescate caen en la competencia del CMN. Advierte que este tipo de bienes (tesoros o material cultural de antigua data) corresponden a la categoría de restos arqueológicos, que la Ley 17.288 de Monumentos Nacionales define como de propiedad del Estado por el solo ministerio de la ley.
El Consejo plantea que el proyecto de Keiser debería enmarcarse en una prospección arqueológica. Para realizar este tipo de actividades -prospecciones con sondeo- se debe contar con la autorización expresa de esa repartición. Dichos permisos se pueden otorgar a investigadores chilenos con preparación científica acreditada, un proyecto de investigación y un debido respaldo institucional. En el caso de investigadores extranjeros, las autorizaciones se otorgan siempre y cuando pertenezcan a una institución científica solvente y trabajen en colaboración con una institución científica estatal o universitaria chilena.
¿US$ 10 mil millones enterrados en el archipiélago?
Bernard Keiser ha invertido cerca de un millón de dólares en los trabajos de excavación que, de manera intermitente, realiza desde 1998.
El historiador y millonario norteamericano visitó por primera vez el archipiélago en 1994 y desde ese momento asegura que cuenta con información para ubicar un valioso tesoro español. Viajó a Sevilla, España, para investigar el movimiento naviero de la época y logró determinar que los 800 barriles con monedas de oro y joyas habrían sido enterrados alrededor de 1715 por el navegante español Juan Esteban Ubilla y Echeverría, y luego desenterrado y vuelto a enterrar por el marino inglés Cornelius Webb.
El tesoro de la corona española fue avaluado en supuestos US$ 10 mil millones
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