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V/D
sábado 9 de abril de 2011
Que un bien declarado monumento deje de ser una carga y pase a ser motivo de orgullo para su dueño, es uno de los tantos desafíos para el nuevo Secretario Ejecutivo del CMN, Emilio de la Cerda. Como arquitecto y pronto a asumir en su cargo, declara su oposición a reducir la tarea de restauración a un tema de fachadas, y busca cambiar la imagen de que el Consejo puede ser una traba a la hora de sacar adelante proyectos de recuperación patrimonial.
Texto, María Cecilia de Frutos D.
Retrato, PAtricio Ulloa
Imágenes, gentileza Owar aquitectos
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El lunes asume como nuevo Secretario Ejecutivo del Consejo de Monumentos Nacionales pero antes, el arquitecto Emilio de la Cerda quiso hacer un último viaje para despedirse -sólo por un tiempo- de su actividad privada como socio de la oficina Owar Arquitectos. Fue invitado a España a la Bienal Iberoamericana realizada en Pamplona entre el 5 y 8 de abril, donde compartió honores con otras dos firmas chilenas; y ya de vuelta se apronta a empezar una nueva etapa en el mundo público, con ganas de ofrecer una mirada distinta en un ámbito donde, según señala, la arquitectura tiene mucho que decir.
Lolol, una Zona Típica que le gustaría reconstruir según los valores de la arquitectura tradicional, "que no sólo se refieren a materiales".
Con sólo 32 años, Emilio ha tenido una fructífera carrera junto a Álvaro Benítez y Tomás Folch con quienes creó Owar en 2005, desarrollando proyectos que se han mostrado en la Expo Shanghai y la Bienal de Venecia. Su labor la han centrado en temas que van desde la vivienda social a proyectos residenciales, comerciales y varios de recuperación patrimonial. Por eso no dudó cuando la directora de la Dibam, Magdalena Krebs, lo llamó a fines del año pasado para ofrecerle el puesto, encomendándole cuatro tareas clave: la modernización del Consejo de Monumentos Nacionales, la modificación de la Ley de Monumentos, la difusión y registro de todo el patrimonio, y atender la urgencia del terremoto, "un tema central, difícil, inmenso, y que recién está partiendo; piensa que todavía en zonas típicas dañadas no se ha levantado ni un palo, pero no porque no se haya hecho nada, sino porque se estaban elaborando los mecanismos para poder volver a construir. Ha sido largo pero se han hecho las cosas bien", dice este joven educado en los Sagrados Corazones de Manquehue y que en 1998 entró a la Universidad Católica para estudiar Arquitectura, luego hizo un magíster y siguió como profesor de Taller de primer año.
¿Por qué crees que se inclinaron por un arquitecto para el cargo?
"Pienso que Magdalena Krebs lo hizo en virtud del escenario dejado por el terremoto. En ese contexto, el aporte de nuestra disciplina puede marcar una diferencia en los resultados de la reconstrucción. Además, hay algunas dimensiones del Consejo para las cuales es bueno tener una visión desde la arquitectura".
¿Eso fue lo que te hizo aceptar el puesto?
Uno de los buenos ejemplos de recuperación patrimonial según De la Cerda, es el que está pensado por Smiljan Radic para el Museo de Arte Precolombino.
"Mi generación -incluso Alejandro Aravena lo dice mucho y yo he aprendido de su visión- piensa que los arquitectos tienen escasa o nula representación en la vida pública, y esta disciplina tiene conocimientos únicos y específicos que son muy importantes en el debate, al cual no estamos entrando por automarginación. Por eso decidí aceptar el cargo. Yo tengo mi oficina, me gusta mucho la labor de proyectista y me hace muy feliz este oficio. Sin embargo, este es un desafío -desde una arquitectura no tan combatiente o no tan activa en términos de proyectos- en que la disciplina pueda aportar.
¿En qué aspectos del patrimonio estás interesado?
La Cripta de la Catedral, "una sobria y elegante obra de operación sobre el patrimonio", dice De la Cerda.
"Creo que es un desafío trabajar con las preexistencias sin tratar de que siempre la obra brille por sus propias luces; hay que someterse a una situación dada desde antes y ser capaz de articularla al contexto. Esta mirada extiende un poco los límites de la visión patrimonial más convencional. Se trata de ir más allá de la recuperación de un edificio del siglo XIX en desuso. Es asumir la responsabilidad de operar en un campo público más extenso y que tiene connotaciones sociales más amplias. Eso es lo que me interesa, eso y una arquitectura que tiene una vocación que no es sólo conservacionista sino que quiere pensar cómo debe ser nuestro patrimonio futuro".
Hasta ahora su experiencia con el Consejo ha sido como "postulante", ya que con Owar le tocó participar en proyectos patrimoniales asociado con Rodrigo Pérez de Arce, como el del Mercado Puerto y el Cerro Artillería, ambos en Valparaíso. "He tenido que estar del otro lado y sé que se ha avanzado mucho en los últimos años en ser más eficientes y rápidos en el pronunciamiento sobre determinados casos. Es un mal síntoma que la gente crea que el Consejo es una traba, habrá que trabajar para quitar esa imagen; en todo caso, las propuestas que merecen ser trabadas van a seguir así mientras sean malos proyectos".
Emilio de la Cerda estudió en Lo Contador, y asegura que ésta es una obra emblemática de diálogo entre lo nuevo y lo antiguo.
También asociados con Rodrigo Pérez de Arce, OWAR Arquitectos presentó este proyecto para el Fuerte Niebla en 2009.
Incluso ahora, también con Pérez de Arce, está desarrollando un encargo privado de recuperación de dos casonas del siglo XIX en el centro de Santiago. "La idea es ajustarse al entorno porque mantener la fachada no es la única manera de rescatar el patrimonio, como pasa con el proyecto del Palacio Pereira y que me parece súper cuestionable. La noción del estilo y la pura fachada es esquemática y perversa; siento que está mal porque la arquitectura antigua tiene que ver con cosas más allá del estilo: son proporciones espaciales, tipologías, alturas, llenos y vacíos, y todas esas condiciones se descuidan en relación a proteger la fachada y luego hacer cualquier cosa adentro", explica.
Enfatiza en que es muy limitante poner la discusión patrimonial en términos estéticos porque de esa forma se descuidan los valores más propios de la arquitectura, que son los que definen los modos de vida de las personas, de las familias, de la sociedad en general. "No se puede poner la atención en un revoque de fachada", dice. Por eso también sostiene que hay sólo unas pocas obras de restauración que le parecen bien hechas ya que, a su juicio, casi siempre se termina cayendo en un imaginario postmoderno y en una falta de rigor constructivo enorme. Buenos ejemplos de recuperación son para él la Casona Lo Contador, "emblemático en la forma en que pone en valor el edificio", además de la Plaza de Armas y la Cripta de la Catedral, por nombrar algunos.
"Ahora que la arquitectura chilena es valorada afuera con grandes bombos y platillos, con elogios de todo tipo, que tiene todo el potencial para empezar a abordar temas de escala, creo que el gran desafío que tenemos como disciplina es meternos en estos temas con rigor y sentido de realidad, y que todos los méritos reconocidos afuera, por casos individuales, sean aplicados en el mundo público: con vivienda social, edificios de departamentos, con todo, y pensar que ese va a ser el patrimonio en cincuenta años más".
Conjunto Habitacional Santa Clara en la Isla Robinson Crusoe, de OWAR Arquitectos + Mirko Salfate, construido en 2008.
Poner estos temas en pauta, difundir y registrar el patrimonio, y sobre todo no olvidar el terremoto, son claves de la futura gestión de Emilio de la Cerda en el Consejo de Monumentos Nacionales, quien dejará de lado su labor en Owar mientras esté en el cargo. "Las cuatro tareas que tengo son muy importantes pero el tema de la modificación legal es fundamental para echar andar otros mecanismos sociales de recuperación de patrimonio. Esto puede ser un factor decisivo en la política de defensa patrimonial y sugiere un cambio de paradigma, en el que un inmueble privado declarado monumento va a dejar de ser un lastre para su propietario y habrá un esfuerzo social mucho más extenso por mantener esos bienes. La idea es que la carga económica de la mantención no la tenga el privado, porque un Estado moderno no puede permitir que esto ocurra; el patrimonio es un bien nacional y parte de la memoria del país", afirma.
Texto, María Cecilia de Frutos D. Retrato, PAtricio Ulloa Imágenes, gentileza Owar aquitectos.
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