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sábado 7 de mayo de 2011
Temprano en la mañana de un sábado el centro se siente mucho menos ajetreado que durante la semana. Aún así, el arquitecto Italo Cordano tiene que levantar un poco la voz y algunos de los escasos transeúntes que pasan por Morandé se detienen a escucharlo de refilón: "La Moneda fue proyectada por Toesca en 1780, para ser la casa de acuñación, donde hoy está el Mercado Central. El lugar se conocía como el basural de Santo Domingo porque era propiedad de ese convento, pero como excavando encontraron agua en capas muy superficiales, se trasladaron con planos y todo para acá".
Cordano, estudioso apasionado del patrimonio arquitectónico, explica la transición de las instituciones coloniales a las republicanas, el desplazamiento de éstas desde la Plaza de Armas hacia este sector, y como La Moneda, convertida en residencia presidencial por Manuel Bulnes entre 1846 y 1851, determinó su entorno. "Esto no se planificó como un centro administrativo. Lo que antes había aquí eran viviendas, algunas de alta figuración pública. Dos presidentes vivieron acá, Federico Errázuriz en la esquina de Alameda con Gálvez -actual Zenteno- y Arturo Alessandri a un costado". Se refiere a nuestro llamado Barrio Cívico, y a sus propiedades iniciales adquiridas por el Fisco para instalar dependencias del Estado y posteriormente ser reemplazadas por los edificios de corte modernista que vemos hoy.
Ya en el centenario, el acelerado crecimiento del aparato estatal hizo evidente la necesidad de un barrio cívico. Desde el comienzo este espacio se plateó con la pretensión de alcanzar los estándares de magnificencia propios de los espacios públicos europeos. En 1929, arquitectos y autoridades argentinas comenzaron a interesar a Le Corbusier en el desarrollo de un plan para Buenos Aires, el que se concretó en 1938. Ese mismo año la figura más reconocida del movimiento modernista aceptó la invitación que le hizo el destacado arquitecto chileno Roberto Dávila -quien había trabajado en su estudio- para hacer lo mismo en Santiago, partiendo por la creación de un centro administrativo. Esta gestión privada no encontró respaldo en los organismos estatales, y aunque Le Corbusier ofreció desarrollar adicional y gratuitamente planos para Chillán y Concepción tras el terremoto de 1939, no fue contratado para realizar el plan.
La Municipalidad de Santiago ya había solicitado la asesoría del urbanista vienés Karl Brunner, cuyos estudios y propuestas sirvieron como bases para el Plan Oficial de Urbanización de la Comuna de Santiago. Bajo la administración de Carlos Ibáñez del Campo, en 1930, frente a La Moneda, comienza a construirse el edificio del Ministerio de Hacienda, proyecto diseñado por los arquitectos Josué Smith Solar y José Smith Miller. En él se usó homigón armado y se desarrollaron plantas libres, según los novedosos postulados de la arquitectura moderna. Asimismo, se conjugaron elementos decorativos formalistas e historicistas en los primeros pisos, además de ciertos detalles ornamentales de tipo Art Decó.
"Es a partir de ese edificio que surge el lenguaje de todo el Barrio Cívico: zócalo de dos o tres niveles, una cornisa y una moldura, un gran cuerpo con pilastras, un remate muy pulcro", dice Cordano.
Construidos en distintas fechas a partir de la década del 40, el resto de las construcciones que constituyen la Caja Cívica replican las características básicas de esa obra. Preocupaba tanto la homogeneidad del conjunto que al edificio de La Nación, diseñado por Roberto Barceló y ejecutado en 1930, se le recortó su hermosa torre de tres niveles y se le despojó de su reloj en 1938, por considerarse que sobrepasaba los lineamientos establecidos. Era parte también del plan generar una articulación, limitando a nueve pisos las construcciones en torno a la Moneda, permitiendo doce pisos cruzando la Alameda y recuperando los nueve niveles en el Paseo Bulnes.
En esta parte del eje se presentan menos edificios estatales y más de carácter residencial, los que se levantaron flanqueando un ancho paseo -hoy peatonal- que según el plan original de Brunner debía haber rematado en un palacio diseñado especialmente para albergar el Congreso, que debió haberse construido donde hoy está el Parque Almagro.
Daniel Pavez visita el barrio de lunes a viernes hace ya treinta años. El encargado del restorán Rimbaud -ubicado en Avda. Bulnes- reconoce entre su clientela a oficinistas, abogados y doctores, y por eso el local no abre los fines de semana, cuando los residentes pasean a sus perros. "Es un barrio generalmente tranquilo y bien vigilado por la cercanía con edificios públicos", dice, pero no siempre todo es tranquilidad, sobre todo cuando hay protestas o cuando se hacen trabajos de remodelación, como ocurrió con la remoción del Altar de la Patria.
Eso fue en la segunda mitad de la década de los 90, cuando Undurraga + Devés ganó el concurso para realizar una plaza en el sector sur del Barrio Cívico. Años antes, a principios de los 80, esa misma oficina se había adjudicado el proyecto de la Plaza de la Constitución, cuando se quiso transformar en un espacio digno del palacio de gobierno lo que hasta entonces era un gran estacionamiento. En esa época Cristián Undurraga tenía 24 años, y estaba profundamente influenciado por "La arquitectura de la ciudad" de Aldo Rossi. Esa lectura lo llevó a inclinarse por la trayectoria histórica del lugar en vez de adoptar una actitud más modernista y romper con la continuidad: "En nuestra propuesta tratamos de conciliar la plaza europea que reclamaba el palacio y por otro lado la plaza parque, que es muy propia de Latinoamérica, con una presencia muy fuerte del verde y una circulación perimetral", indica Undurraga.
Cuando se hicieron cargo del diseño de la Plaza de la Ciudadanía se inspiraron en los mismos principios pero esta vez adoptaron un compromiso mayor con una arquitectura contemporánea. La primera acción fue sacar el Altar de la Patria que interrumpía la relación de la plaza con el eje Bulnes. De esa manera se restauró el nivel suelo, se recuperó el paso y la visión entre ambos puntos.
Siguiendo la lógica de cómo fue concebida La Moneda, Undurraga considera la Plaza de la Ciudadanía como su parte posterior: "El palacio neoclásico tiene su plaza anterior, dura -que es la que hicimos en los 80-, una sucesión de patios, luego una terraza balcón y un parque. De alguna manera quisimos evocar esa condición barroca del palacio y construir en la zona posterior una plaza-parque, donde la presencia del verde no fuera doblegada por la cantidad de cemento que significan los edificios de la Caja Cívica. Al mismo tiempo quisimos ponerlos en valor y dar al espacio una carga de humanidad mayor".
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