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miércoles 25 de mayo de 2011
Lo comprobó Expedición de Oceana, Armada y National Geographic:
Corales tropicales intactos y una gran biomasa de tiburones, jureles y otros peces mayores habitan el área que en 2010 fue declarada parque marino, ubicada a 440 kilómetros de Rapa Nui.
Richard García
"Casi la mitad de las especies que viven en el área tienen un valor único e irreemplazable. Si desaparecieran de Salas y Gómez también lo harían de la faz de la Tierra".
Así de categórica es la descripción que hace a "El Mercurio" el ecólogo marino español, Enric Sala, de la biodiversidad que habita en torno a esta pequeña porción insular sin habitantes, situada a 440 kilómetros de Isla de Pascua.
Este investigador de National Geographic formó parte, entre febrero y marzo pasado, de la expedición que realizó esa organización, Oceana y la Armada de Chile, para conocer las características de los 150 mil kilómetros que fueron declarados parque marino por el Gobierno el año pasado.
"Se cree que Salas y Gómez es como era el mar en torno a Isla de Pascua hace 200 años", explica Álex Muñoz, director ejecutivo de Oceana, quien destaca que el proyecto también tuvo como objetivo obtener una comparación de ambos ecosistemas.
En particular, les llamó la atención la abundancia de tiburones, jureles y otros peces grandes en Salas y Gómez. "Representan al menos 43% de la biomasa que existe allá. Además, abundan las langostas de gran tamaño. "Eso es señal de un ecosistema prístino que no ha sido impactado por el hombre de manera sustancial", explica Carlos Gaymer, biólogo marino de la Universidad Católica del Norte, quien participó en la expedición.
En cambio, en la Isla de Pascua abundan los peces pequeños y casi no se ven grandes depredadores ni langostas debido a la sobreexplotación.
También les sorprendió el buen estado y abundancia del coral que recubre el fondo marino, tanto en Rapa Nui (53% de la superficie total) como en Salas y Gómez (44%). "La densidad es elevadísima, pese a que se trata de islas situadas en el límite sur de la distribución de los corales tropicales", dice Gaymer. Tampoco presentan los signos de deterioro que evidencia el coral en otras latitudes. "No hay indicios de blanqueamientos masivos por acidificación de las aguas o calentamiento global".
Sin embargo, el área no está libre de amenazas. Durante la expedición, que se prolongó por casi tres semanas, los investigadores observaron evidencia de redes y espineles en el fondo marino e incluso vieron un tiburón con restos de un anzuelo, lo que demuestra que ha habido actividad pesquera ilegal en las inmediaciones.
Habitualmente operan allí flotas pesqueras internacionales, explica Gaymer, particularmente de Japón y España. Por eso considera que un tema clave para el futuro del área será establecer algún sistema de vigilancia remota a través de satélite o radar. Un patrullaje naval sería bastante más difícil, ya que llegar al área implica una semana de navegación desde la costa chilena.
En la zona también existe una serie de montes submarinos que, según los expertos, es de una diversidad extraordinaria, pero se encuentran fuera de los límites del área protegida. Al menos 46% de la fauna allí es endémica.
"El informe científico demuestra que en Isla de Pascua hay un grado importante de sobreexplotación y que en Salas y Gómez hay indicios de pesca ilegal. Nuestra recomendación es que se amplíe el parque marino en Motu Motiro Hiva, no sólo para preservar el ecosistema, sino para aumentar los recursos pesqueros para los Rapanuís", sostiene Muñoz.
Valor simbólico
El parque lleva el nombre de Motu Motiro Hiva, es decir el ave que va camino a Hiva, la tierra sagrada de los pascuenses; y es que la isla aunque no está habitada tiene un particular significado para los habitantes de Rapa Nui, e incluso han realizado ceremonias religiosas allá.
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