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Fecha: 23 de julio de 2011
Monumentos Nacionales lo declaró Zona Típica en 1992:
Este loteo de 31 residencias neoclásicas se encuentra oculto a pasos de la Alameda. Este sector era habitado por la clase alta hace 60 años.
Tranquilidad. Los vecinos del barrio Virginia Opazo aseguran que vivir en ese sector es un privilegio, pues no se siente el ruido que emiten los motores de autos y los buses del Transantiago, que pasan a metros del loteo neoclásico. La pintura blanca de sus fachadas es una obligación, tras ser nominado como zona típica de Santiago.
Arquitectura.- El diseño de las casas y el barrio tiene influencias neoclásicas de Francia e Inglaterra, cuya iniciativa fue elaborada por el arquitecto Luciano Kulczewski.
Foto:FERNANDO PASTENE
JAIME PINOCHET
Muchas son las leyendas que recorren las residencias del barrio Virginia Opazo, ex Quinta Meiggs. Pero la que todos sus propietarios conocen de memoria se refiere a la casa rotadora.
La historia cuenta que hace más de 50 años el dueño de esa propiedad en ese entonces sufría por la enfermedad de su hija, que padecía de tuberculosis, cuyo mal no tenía respuesta médica.
La única cura posible era exponerla al sol. Por ello, una de los soluciones era trasladarla a un sanatorio en el Cajón del Maipo, donde se aplicaba la técnica de la luz cordillerana. Pero su padre la descartó, porque no quería que su pequeña abandonara la casa.
Y como estaba contra el tiempo, el residente aristócrata de origen español tuvo una ingeniosa idea: diseñó un mecanismo para que la casa rotara siguiendo al sol con el objetivo de que la luz llegara siempre a la pieza de su hija.
"La iniciativa sirvió por un tiempo, pero la niña igual falleció. De todas formas, cuentos de este tipo son las historias que te cuentan los vecinos más antiguos, de quienes sólo quedan unos pocos por estos días", relata el doctor Juan Rojas, quien utiliza una de las viviendas como consultorio hace más de 20 años (ver recuadro).
El barrio de Henry Meiggs
El médico es parte de los propietarios que optaron por vivir y ser parte de un museo al aire libre en el barrio Virginia Opazo.
Este increíble sector es considerado un oasis que alberga un islote de 31 casas señoriales que está empalmado a pasos de la Alameda entre las calles España, Salvador Sanfuentes y República, cuya infraestructura se levantó tras la demolición del palacio del empresario ferroviario, de origen estadounidense, Henry Meiggs, en 1872.
El auge de este espacio apareció en 1942 cuando el arquitecto Luciano Kulczewski construyó un loteo neoclásico de 31 casas de dos pisos con influencias de Francia e Inglaterra.
Y a ello se suma el uso obligatorio del color blanco en las fachadas, el cual le otorga sobriedad y noción de uniformidad a las 31 viviendas del sector.
A partir de esa época, el lugar se convirtió en un elegante y exclusivo barrio de la clase alta santiaguina.
Tiempo después, el sector fue ocupado por militares retirados del alto mando y sus familiares. A principio de los 90, uno de los inmuebles principales fue utilizado como sede de la Fundación Salvador Allende.
Esta misma casa fue adquirida para levantar una residencial "boutique", enfocada especialmente en turistas extranjeros de Europa y EE.UU.
En 1992, el Consejo de Monumentos Nacionales nominó a este loteo neoclásico como zona típica de Santiago, tras firmar el decreto 780.
Esta distinción impuso nuevas normas a sus propietarios y arrendatarios, las cuales tienen relación con la mantención de la infraestructura.
Por ejemplo, siempre se deberá mantener el color blanco en las fachadas y se deberá pedir una autorización a Monumentos Nacionales para modificar la arquitectura del lugar.
El argumento de la entidad cultural para decretar este barrio como zona típica se avala por los modernos conceptos arquitectónicos que proyectó Luciano Kulczewski en esa época.
Propietaria histórica: "Mi casa es un gran búnker"
Alicia Castillo de Molina vive en el barrio desde 1971. Asegura que se siente muy segura en su casa de más de 120 metros cuadrados, que incluso tiene un subterráneo con varias piezas.
"Tengo un búnker aquí", se jacta la mujer, quien vive sola con su gata Daniela, felino que la ha acompañado por más de 20 años.
"Mi casa es súper resistente. Para el terremoto con suerte se me cayó un vaso, misma situación para el que ocurrió el 85", relata.
Alicia asegura que el barrio hace 25 años estaba mejor, porque las calles estaban repletas de niños que jugaban tranquilos.
"Antes todas las madres teníamos la tranquilidad de que nuestros hijos pasaran gran parte del día afuera. Pero en estos momentos es muy difícil, porque los automovilistas pasan a toda velocidad y no respetan la señal de tránsito", advierte.
Otra cualidad que Castillo de Molina destaca del histórico barrio es el plan de seguridad que diseñaron con los vecinos, donde todos tienen los números de teléfonos y copias de las llaves.
"La idea es que nos protejamos entre nosotros, pues a pesar de que este sector es tranquilo, la delincuencia siempre está cerca", dice.
La vecina asegura que en estos momentos le preocupa la gran cantidad de universidades que se han instalado alrededor del barrio, porque los estudiantes dejan sucio algunos sectores tras sus fiestas.
"La llegada de las casas de estudios no las podemos detener, pero sí nos opusimos firmemente a la llegada de un restorán que quería abrir por el lado de la Alameda. Eso sí que no lo aceptamos", concluye.
El médico que sana en Virginia Opazo
La propiedad del doctor Juan Rojas es una de las pocas que tiene un jardín en el frontis de su casa que él utiliza como consulta para medicina general y pediatría desde hace más de 20 años.
En el patio se observa un parrón seco y los brotes de los primeros copihues de la temporada. "Me gusta mezclar la belleza de la arquitectura con vegetación, le da más vida", asegura el médico, quien también acostumbra a lanzar alimento para las aves.
Rojas señala que el barrio se ha mantenido en perfectas condiciones durante los últimos 30 años, pero el alma de ha desvanecido con la muerte de varios de sus propietarios longevos.
Los okupas de República
Esto se ha traducido en la llegada de algunas empresas y locales al barrio, pues los hijos de los dueños no dudan en vender las propiedades, cuyos avalúos oscilan entre los $80 millones y los $160 millones.
"Es una pena como van desapareciendo los vecinos antiguos, en estos momentos sólo quedan dos familias. La señora Alicia Castillo de Molina y el abogado Sánchez", relata el doctor, quien también atiende a pacientes del sector.
El médico agrega que el barrio mejoró en el último tiempo, tras el desalojo de los okupas de la casa "AKI", ubicada en República 550, a pasos de Virginia Opazo.
"Cuando estaban esas personas, las calles pasaban sucias con botellas de alcohol y otros desperdicios. Y esa situación molestaba mucho a los vecinos más antiguos, pues este lugar para ellos es considerado como el sector de La Dehesa o San Carlos de Apoquindo, por lo que exigían limpieza y respeto", afirma.
Barrio alberga a un convento que invita a rezar todos los viernes
El exclusivo barrio Virginia Opazo también alberga un convento, el cual es habitado por tres hermanas de la Congregación Betania.
Las religiosas llegaron hace tres años, tras descubrir el tranquilo barrio.
"Es lo que necesitábamos, pues antes estábamos en un lugar que emitía mucha bulla y no podíamos concentrarnos en nuestras obligaciones", reconoce la hermana Delfina.
Cuenta que la zona es pasiva, porque no hay muchos niños, pues las casas son habitadas por personas de la tercera edad, cuyos hijos ya son profesionales y viven en otras comunas.
Asegura que el barrio es muy tranquilo y hermoso, por lo que están felices con el traslado. Agrega que ellas no son la única agrupación religiosa en el sector, pues al otro lado de la calle se están instalando misioneros y sacerdotes del Verbo Divino.
Abierto a todos los fieles
La hermana Delfina cuenta que en la casa levantaron una capilla, la cual está abierta a todos los vecinos del sector que quieran tener unos minutos de oración en el día.
"Además, tenemos un grupo de rezo, el cual se reúne todos los viernes a las 12 del día. Somos unas 30 personas, quienes también están maravilladas con la hermosura del barrio", comenta la religiosa.
La religiosa afirma que no cambiarán la infraestructura de la casa, pues la consideran un lujo, a pesar del frío que se acumula en invierno.
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