EL MERCURIO
sábado 20 de agosto de 2011
Su último rodaje fue para la película "La noche de enfrente", que está en posproducción; también quería dirigir su obra "La aurora dorada".
Eduardo Miranda
Sus más cercanos coinciden en que Ruiz era un apasionado por sus proyectos y que trabajó en ellos hasta hace pocos días. Una de sus últimas obsesiones fue la película "La noche de enfrente", basada en el libro homónimo de Hernán del Solar y que rodó durante marzo y abril en Chile. Fue su primer proyecto que ganó un Fondo Audiovisual. Ruiz se comunicaba permanentemente con algunos integrantes del elenco, para adelantarles cómo iba el proceso de posproducción.
"Es un proyecto hermoso, que se trata de un hombre jubilado", adelanta la actriz Chamila Rodríguez, una de las más cercanas al cineasta. "Es un filme que une el mundo de los muertos con los vivos. Yo creo que Raúl intuía algo y estaba muy conectado con lo que le pasaba", agrega sobre la cinta que tiene en escena a Sergio Hernández y Christian Vadim.
En 2008 también estuvo filmando "Pasaporte amarillo", con el actor Pablo Krögh. "Tiene mucho que ver con la tecnología, pero al estilo de Ruiz. Usábamos espejos, como si fueran celulares", revela el actor sobre el trabajo que no alcanzó a posproducirse.
Otro de los proyectos inconclusos, y uno de los más ambiciosos, era una trilogía basada en textos de Alberto Blest Gana. "El loco estero" y "Martín Rivas" iban a ser reversionados por Ruiz y ya había conversado con el ministro de Cultura Luciano Cruz-Coke sobre los filmes que intentarían retratar la aristocracia histórica en Chile.
Internacionalmente, pretendía hacer una película sobre la Batalla de Borodino, y una adaptación de "El libro negro del padre Dinis", de Castelo Branco.
Pero el cine no era su único ítem pendiente. También quería volver a hacer teatro y trabajar con la fundación Teatro a Mil en su obra "La aurora dorada", que recorría diferentes pasajes de la historia de Chile. "Nos envió la primera parte del texto y pretendíamos estrenarla a mediados de 2012. Por ahora es un proyecto que hemos guardado", concluye Carmen Romero.
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Inicios y legado en tablas:
Su talento también llegó al teatro
Eduardo Miranda
Antes de iniciar su carrera en el cine, Raúl Ruiz se dedicó a escribir obras de teatro. En 1962, su pieza "Cambio de guardia" fue dirigida por el propio Víctor Jara y protagonizada por los hermanos Duvauchelle. Como Jara no entendía el texto, le pidió al entonces joven dramaturgo que se lo explicara. Ruiz lo miró, y se puso a silbar. Esa fue toda la acotación que hizo.
El episodio marcó uno de los primeros pasos de Ruiz en el teatro, quien luego dirigió montajes en Francia e Italia. Eso sí, su regreso a las tablas locales fue en 2006 con "Infamante Electra", de Benjamín Galemiri. La obra, que contaba la historia de un padre encarcelado y su hija abogada que lo defiende, tuvo en escena a Héctor y Amparo Noguera. La asistencia de dirección la asumió Marcelo Alonso.
"Era un director teatral muy objetivo, y su exigencia se basaba básicamente en eso. No había grandes críticas ni aplausos, porque todo el trabajo era muy inmediato", recuerda Amparo Noguera. Y continúa: "Me daba indicaciones, y yo me esforzaba en hacer una interpretación al pie de sus peticiones; y cuando terminaba, él me decía 'estuvo bien, pero también quiero todo lo contrario'".
En enero de este año, Ruiz debutó en la dramaturgia y la dirección al mismo tiempo, con la obra "Amledi el tonto", un ambicioso proyecto producido por la fundación Fitam. "Él mismo nos propuso este proyecto de gran formato. Era un artista excepcional, con sus ideas muy claras", cuenta Carmen Romero, sobre la obra que unía el mito primitivo de "Hamlet" con las culturas mapuche y escandinava.
Ese último paso teatral de Ruiz se estrenó en la pasada versión del festival Stgo. a Mil, con Rodrigo Soto en el rol protagónico y las actuaciones de Francisco Reyes, Claudia Di Girolamo, Tamara Acosta y Héctor Morales, entre otros.
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Profundo pesar
Sebastián Piñera
Presidente de Chile
"Chile está de duelo por la muerte de Raúl Ruiz. A través de su cine, con una óptica e intelecto privilegiados, nos abrió el mundo".
Jorge Edwards
Escritor
"Representó la imaginación, el espíritu de creación, la libertad de la fantasía. Manejaba un tejido de referencias, de lecturas, de imágenes que siempre me sorprendía. Su talento iba más rápido que la posibilidad de convertirlo en películas o en libros: le faltó tiempo para realizar sus innumerables proyectos. Murió en pleno proceso de invención, y hacía bromas hasta el último minuto, como si no creyera demasiado en la muerte. El recuerdo suyo va a crecer con el tiempo. Forma parte del patrimonio chileno, y espero que Chile sepa conservarlo."
Bélgica Castro
Actriz
"La primera vez que trabajé con él fue en 1972, cuando hicimos 'Palomita blanca'. Era muy talentoso y cambiaba las cosas en el momento. Tú te podías aprender un texto de dos páginas y decía: 'No, no vamos a hacer eso'. Pero a él eso le salía bien, le resultaba. Era un creador, especial, único y personal. Por muchos estudios que se tenga, el talento es irremplazable. Y Raúl era un gran talento. Era muy simpático, una persona muy culta y muy agradable. Él se impacientaba con la incultura actual. Muchas veces lo escuché decir 'ésa es la cultura de Pinochet'".
Germán Marín
Escritor
"Me duele su desaparición. Lo conocí a través de Waldo Rojas en los años 60, una época en que éramos felices y estábamos imbuidos de una idea trascendente de la cultura. No sé qué dirá mañana la historia, pero Ruiz ha dejado un legado cinematográfico que representa a toda una generación, con su búsqueda de un pasado nacional, rebeldía ante las formas, culto de la imaginación y, por sobre todo, creatividad".
Chamila Rodríguez
Actriz
"Además de ser un gran cineasta, era una muy hermosa persona. Cada vez que venía, se le 'revolvía la cazuela'. Amaba mucho a su país, pero le daba mucha importancia a ciertas cosas que pasan acá y que no tienen explicación. Quedaba en shoc k con la gente que dice una cosa y hace otra. No le importaban los homenajes ni los premios, porque era bien humilde. Lo único que le importaba era estar trabajando; era una máquina de creación, nunca paraba. Y lo ponía muy feliz filmar en su país".
Sergio Hernández
Actor
"Trabajar con él siempre fue una experiencia maravillosa y de gran aprendizaje, puesto que tenía una capacidad de creación permanente. Nunca he visto algo igual. Cuando filmamos 'Diálogo de exiliados' en 1974, no había nada escrito. Al llegar a rodar, me contaba historias que había escuchado alguna vez, porque tenía una memoria sorprendente. Este año trabajé con él en 'La noche de enfrente'. Estaba más chileno y más imaginativo que nunca. Pausado siempre fue. Nunca lo vi exasperado, era tremendamente paciente. Estaba feliz de que el hígado haya sido de un negro de 32 años, decía que le pasaban cosas con las mujeres. Se reía mucho de sí mismo".
Luis Alarcón
Actor
"De él lo rescato todo, su genialidad, su amistad, su simpatía, su conocimiento. Era un gran amigo y un genial cineasta, a veces poco comprendido. Su método era el antimétodo. Era como era, no tenía algo preconcebibo al momento que iniciaba una filmación".
Waldo Rojas
Poeta
"Estoy demasiado afectado en lo emotivo. Raúl era mi hermano en muchos y profundos sentidos. Mi vida no seguirá siendo la misma con su ausencia".
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La vocación cumplida
José Román
Conocí a Raúl Ruiz en la Escuela de Derecho mientras esperábamos rendir nuestro examen de admisión. Rápidamente nos enfrascamos en una charla literaria y la tensión de la espera se disipaba tras los nombres de Chesterton, Mauriac, Stevenson y el recientemente descubierto Julio Cortázar. Fue una conversación que se prolongó en el tiempo, con la fatídica interrupción del golpe militar, pero que continuó desde el primer regreso del exiliado a Chile. En aquel tiempo Ruiz escribía teatro, una obra tras otra, sin parar. Se había prometido llegar a las cien, cifra que finalmente superó. Su teatro, de estilizada vanguardia, próximo a Ionesco y Beckett, no entusiasmaba a las compañías universitarias, volcadas hacia un realismo didáctico o a obras del repertorio consagrado. Fue una compañía independiente, "Los Cuatro", la que se arriesgó y puso en escena "Cambio de guardia", dirigida por un joven hombre de teatro y folclorista: Víctor Jara. Su argumento sería el origen de la primera película de Ruiz, "La maleta".
La ansiedad de poner en escena sus creaciones lo impulsó a ese otro medio. Nuestra generación tuvo la suerte de presenciar esa gran revolución estética y técnica que cambió la pantalla para siempre. Viendo a Godard, Truffaut, Bellocchio, Cassavetes, sentimos que el cine podía ser esa forma de escritura que imaginaba Astruc y que sólo se necesitaba una cámara y una idea para salir a filmar. Con otros amigos nos reuníamos en la casa de Ruiz a traducir y comentar los textos de André Bazin, el gran gurú de entonces.
Se iniciaba una vocación asumida con una intensidad y dedicación pocas veces vista en el arte cinematográfico. Ruiz fue un creador de tiempo completo. En su conversación se desplegaba siempre una dialéctica que nos inducía a mirar el anverso y el reverso de las cosas, sus bifurcaciones y variables alternativas, la relatividad de tiempo y espacio, lo que no sólo se traducía en una propuesta estética, sino también en una nueva manera de asumir el mundo. Ese talento excepcional experimentaba con la variedad de sus nutrientes. Que no eran sólo Wittgenstein o Borges, sino ese Chile desmelenado que recorrimos dionisíacamente con un grupo de amigos, ese Chile de "Tres tristes tigres" y "Palomita blanca". De ahí, por ejemplo, la aprehensión estética de esa incoherencia permanente que es el habla chilena. Y tanto más. La partida del cineasta instala esa enorme pérdida que sabemos o intuimos.
Se ha escrito bastante sobre su cine, obras eruditas y documentadas, pero sus exégetas terminan siempre por reconocer que se trata de un territorio inagotable.
Ruiz se ha ido, pero nos ha dejado tareas pendientes.
Cineasta y crítico de cine
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En Francia, algunas se dan en DVD:
Más de 100 películas, pocas disponibles
Fernando Zavala
El mito dice que juntaba a amigos a comer y hacía una película. También se dice que son más de doscientas. Lo cierto es que, aunque sí solía llamar a amigos a participar en sus películas, éstas no nacían tan espontáneamente. Y en cuanto al número, Ignacio Aliaga, director de la Cineteca Nacional, dice: "Hace unos años, Valeria Sarmiento nos ayudó a establecer el listado más completo posible de la filmografía de Raúl Ruiz, en nuestro interés por poder rastrear sus películas y traerlas a la Cineteca". Esa colaboración arrojó una lista de 125 títulos, entre cortos, largometrajes y documentales. De ellos, en la actualidad, muy pocas están disponibles para el público.
"El camino más difícil para encontrar una película de Ruiz era preguntarle a él mismo", dice Ascanio Cavallo. "Cuesta mucho encontrarlas, y eso es porque el tema de la propiedad nunca le importó, jamás se preocupó de tenerlas todas. Lo último en lo que él pensaba era, por ejemplo, el financiamiento. Afortunadamente, tuvo un mecenas importante en Paulo Branco, productor que creía en su cine y que comenzó a trabajar con él ya en los 70. Con él alcanzó el nivel de prestigio intelectual que le permitió obtener fondos, trabajar con la Deneuve y filmar a Proust", agrega.
Resultado, en Francia se han editado en DVD cintas como "La vocación ausente" (1977), "La hipótesis del cuadro robado" (1978) o "Las tres coronas del marinero" (1982). Y la Cineteca tiene alrededor de 15 títulos, entre los que están "El realismo socialista" (1973), "Diálogo de exiliados" (1974) y "Las soledades" (1992). Más información sobre la retrospectiva en este lugar en www.cinetecanacional.cl.
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En palabras de Raúl Ruiz
"Hay que jugar con el aburrimiento. Que una película aburra durante siete segundos no significa que hay que cortarlos; al contrario, de repente hay que multiplicarlo por catorce para que tenga una razón de ser".
Radio Beethoven, diciembre de 2006
"Los políticos oficialmente dicen que se interesan mucho en cultura... Se interesan porque es bien visto. Pero no tienen un real interés. No he visto y no conozco a ninguno -y conozco a varios políticos- que tenga real interés por el cine y por la relación entre cine y política, entre cultura y política".
Revista Cinemás, agosto de 2007
"Hay que ser modesto. Un partido político no puede hacer mucho. Pero el rol regulador del Estado es muy importante. Casi diría protector. Hay ciertas cosas que hay que romper, que son prioritarias. Los estudiantes no pueden ser clientes, la educación no puede ser tan cara".
"El Guachaca", septiembre de 2007
"Ninguna película es autobiográfica. No cito cosas que me hayan pasado, sino que cosas que se me han pasado por la cabeza, que no es lo mismo. Como a la mayoría de los seres humanos en estos momentos, también se me ha pasado por la cabeza pegarle un balazo al Presidente Bush, pero nunca lo he hecho".
"El Mercurio", octubre de 2005
"Para la gente que trabajó con nosotros, 'Tres tristes tigres' debió ser una película de manifiesto, que representara los ideales del cine que queríamos hacer por oposición al cine americano y al comercial".
Radio Beethoven, diciembre de 2006
"Cuando vengo para acá absorbo la angustia del país y me pongo a tomar como todos los chilenos. A eso de las doce del día me dan ganas de tomarme una pílsener. Aparte de eso, nada más. Me demoro una semana en volverme chileno, aunque Valeria, mi señora, dice que me demoro un día".
The Clinic, mayo de 2003
"En un momento, quise ser músico. Después entendí que no tenía dedos para el piano. Pero como siempre he tenido espíritu práctico, lo primero que hice fue escuchar músicos chilenos, lo que no era fácil en los años 50: había una especie de desprecio generalizado por la mayoría de los músicos chilenos".
Radio Beethoven, diciembre de 2006
"A estas alturas puedo afirmar que nunca dejé de escribir. Empecé con poemas a los siete años de edad. He seguido componiendo teatro y por un tiempo me dio por escribir novelas (...). En la mayoría de las películas que hago, primero escribo una novela que después adapto; en otras escribo un libro de poemas".
"Los inesperados", de Francisco Véjar (Tajamar, 2009)
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"Las tres coronas del marinero" se estrenaría en 2010:
Su fallido proyecto de ópera en Chile
Maureen Lennon Zaninovic
Se anunció como un ambicioso proyecto Bicentenario, pero a último minuto no pudo llegar a puerto por falta de auspicio. Con partitura de su inseparable partenaire , el compositor chileno Jorge Arriagada, la ópera "Las tres coronas del marinero" -inspirada en su filme homónimo- se estrenaría en 2010, en el Teatro Municipal de Santiago, con régie y libreto del propio Ruiz.
En una entrevista concedida a "El Mercurio", en 2008, Arriagada reveló que este proyecto llenaba de ilusión al cineasta y que una importante fuente de inspiración musical sería Wagner, "porque la cinta de Ruiz se emparenta con 'El holandés errante'".
Sobre su cercanía con la ópera, Ruiz dijo: "Me interesa mucho el género lírico, porque, al igual que el deporte, genera una suerte de fanatismo difícil de explicar con palabras. Es un arte muy popular. En Europa, casi todos los cineastas han dirigido ópera, y en una época hasta Fassbinder producía por lo menos dos al año".
El cineasta incursionó dos veces en este género lírico. En 2003, realizó la régie , escenografía e iluminación del estreno mundial de "Medea" (en la foto), con música de Michèle Reverdy, en la Ópera de Lyon. Para dar forma al montaje estuvo 15 días en Sicilia, filmando las imágenes en digital que se proyectaron durante la representación, todas ellas mezcladas con tomas de ruinas de Grecia, de Roma, y primeros planos de mujeres: "Lo que hice es prácticamente una película. La ópera dura dos horas, y en total son seis horas de proyección pues son tres pantallas, que se van combinando, usando el equivalente visual del contrapunto, con los extras y los cantantes", explicó Ruiz.
En 1995 dirigió en Italia "La púrpura de la rosa", de Tomás de Torrejón y Velasco.
"Fue un gran apasionado de la ópera, la zarzuela y la música en general. Muchas veces, en su departamento en París, lo encontré escuchando desde 'Doña Francisquita' hasta Mahler. Una pena que no pudiéramos verlo en Chile con una ópera", opina el periodista y crítico René Naranjo.
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Opiniones del mundo
Nicolas Sarkozy
Presidente de Francia
"Es en Francia que este contador de historias sin par dirigió gran parte de una obra que apeló a todos los géneros cinematográficos, a la vez barroca y audaz, marcada tanto por los filmes de la Nouvelle Vague como por las novelas de Stevenson, Balzac, Giono o Proust. Era un digno heredero de Lumière".
Arielle Dombasle
Actriz
"Vivía en su mundo, un mundo de juventud, fantasía y erudición, con una increíble invención formal. Era un artista al que guiaban visiones de onirismo fino y secreto".
Gilles Jacob
Presidente del Festival de Cannes
"Era un narrador de las mil y una noches".
François Margolin
Productor de cine
"Se trataba de uno de los mejores espíritus de nuestro tiempo, con una cultura y una inteligencia sin igual. Concebía su proyecto cinematográfico como un arte, más allá del éxito comercial".
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Raúl Ruiz, precursor
Valeria de los Ríos
Raúl Ruiz es, sin duda, uno de los precursores más importantes del cine chileno contemporáneo. La magnitud de su prolífica obra, su fragmentariedad, la hace inasible y deseada hasta el punto de convertirlo en un director de culto. Sin embargo, su obra ha sido poco o mal conocida en Chile. En gran medida, porque el trabajo que inició en el país quedó interrumpido por un acontecimiento histórico: el Golpe de Estado de 1973. Muchas de sus películas se perdieron y sólo algunas fueron recuperadas (como "Palomita blanca", en los años 90, y "La maleta", en la década del 2000). Obligado a salir al exilio, Ruiz fue capaz de seguir haciendo cine en un contexto distinto. Su habilidad para metamorfosearse, para adaptarse y para subvertir las condiciones de producción europeas, le dio un lugar entre los cineastas más reconocidos de su tiempo.
Podría decirse que la obra de Ruiz se caracteriza por ser una producción situada, que reflexiona sobre lo local (lo propio) y sobre lo universal al mismo tiempo. También es una obra pensante, crítica y política por su permanente conexión con lo contingente. Su poética cinematográfica es creativa y reflexiva, y conjuga lo emocional y lo racional. Ruiz es un cineasta intuitivo y experimental, centrado en la observación/deformación de los objetos, obsesionado con los espejos y la profundidad de campo, con la oralidad del lenguaje, y con la infancia como espacio de libertad. Fue capaz de ser genuino y original en un medio que tiende peligrosamente a la estandarización. Su relación con la literatura -y con su capacidad de evocarla más que de adaptarla- lo llevó a recoger los elogios de los más interesantes pensadores de nuestro tiempo. Ruiz entendió la diferencia de estos lenguajes pero fue capaz de conjugarlos. Su trabajo con la obra de Proust y su reflexión sobre el tiempo desde el cine (que es la más moderna forma de representación del tiempo), lo hace merecedor del apelativo de genio. La representación espectral de la muerte en toda su producción -realizada tanto en Chile como en el extranjero- es consecuencia de su reflexión sobre el tiempo. Sin duda, se nos ha ido un grande, un maestro y un precursor. Estamos en deuda con su obra. Debemos verla, recuperarla y seguir pensándola.
Editora de "El cine de Raúl Ruiz" (Uqbar, 2010) Universidad de Santiago de Chile
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