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Fecha: 6 de agosto de 2011
Mientras la Fénix 2 se llevaba al último minero hacia la superficie y esperaba su regreso para abandonar el yacimiento, el perforista Manuel González aprovechó de recorrer el solitario lugar. "Quería saber cómo habían vivido todo ese tiempo", recuerda desde su casa en Rancagua, donde él mismo se convirtió en una celebridad.
Manuel González recorrió solo el fondo del yacimiento:
El último paseo del rescatista que "apagó la luz" de la mina San José
En su casa en Rancagua, el trabajador de El Teniente de Codelco aún conserva arena y piedras que sacó antes de subir a la cápsula Fénix 2.
Erika Leiva
Luego de rescatar a los mineros de la San José, Manuel González se quedó solo a 700 metros de profundidad, y aprovechó para recorrer el campamento donde los 33 sobrevivieron durante 69 días.
Mientras cuenta ese recorrido, el perforista de la División El Teniente de Codelco, hoy en su casa de Rancagua, mira una pequeña piedra que trajo desde el yacimiento.
"Traje arena que caía, y mi señora hizo unas bolsitas que le regalábamos a la gente que nos venía a ver. Dice la gente que da como suerte. También he regalado piedras que saqué de unas más grandes que rompí, e hice unos recuerdos con madera para la familia y los que nos visitan", cuenta el encargado de "apagar la luz" de la caverna.
Tras el rescate de "los 33", y aún desde el fondo de la mina, Manuel pudo conversar con su esposa Lorena: "Pensaba en mi familia, y lo único que quería era salir, porque estaba todo mojado y después de 25 horas era complicado. Después que salieron los mineros hubo como una hora en que no nos sacaban. Fue la celebración, y se olvidaron de nosotros".
En esos minutos de soledad fue cuando decidió ir a "echar un vistazo" al lugar que nadie más podrá ver: "Estaba intrigado, quería saber cómo habían vivido ese tiempo. Pero lo que vi fue la parte bonita, porque ya tenían las camas de campaña, un sector donde comían, otro donde se bañaban. Incluso por una de las sondas les mandaban aire mecánico, y allí estaba súper agradable".
Allí, el otrora futbolista profesional se detuvo a reflexionar: "Lo habíamos hecho bien, tal cual como lo habíamos planificado. Aparte de los problemas en la puerta de la cápsula, tenía la satisfacción de haber hecho una buena pega".
El rescate resultó tan bien, que casi nadie recuerda el episodio de la puerta que se trabó y que tuvo que ser reparada con desatornilladores que Manuel aún conserva junto a otras herramientas que usó ese día.
Afirma que una vez que termine los arreglos que hace en su casa hará una vitrina donde ubicará cada utensilio para recordar la hazaña que marcó su vida y que lo convirtió en el ícono de los rescatistas.
"Cuando recién llegué (a Rancagua), como a los cuatro días salí al supermercado, saco un número para que me atendieran en el queso, y me pongo detrás de varias personas. De repente una señora me dice 'le tocó el 33', y miro el papel, y era el número 33", cuenta entre risas.
Manuel llegó a ser rostro del supermercado de la ciudad, pero con el tiempo dejó de ser tan famoso, y ahora puede salir a la calle tranquilo. "Hay gente que me reconoce, que todavía se acuerda, pero mucho menos que antes", explica.
Lejos de la fama, sigue trabajando en Codelco. Ha dado charlas motivacionales, revisa la bitácora del rescate -en la que escribió los protocolos de seguridad antes del operativo- y conversa de vez en cuando con Franklin Lobos. "Por el tema del fútbol, con él nos dimos los correos, y seguimos hablando", cuenta emocionado.
La T-130 sigue operando en las faenas de Collahuasi
El geólogo Jorge Camacho todavía tiene embalados los diplomas y regalos que le siguen llegando por su participación al mando de la perforadora T-130, el "Plan B" que rescató a "los 33". Pese a la fama de su máquina, este equitador y gerente de exploraciones de la minera Collahuasi, dice que su rol "sólo fue un trabajo bien hecho". Por lo mismo, la llamada "mano de Dios" sigue funcionando al interior de la mina de Tarapacá, aunque hoy está en reparaciones. Camacho afirma que la máquina logró su objetivo más rápido que los otros planes, pues la dureza de la roca permitió un avance más preciso y, como opera sobre 4 mil metros de altitud, tiene mayor versatilidad. "Era seguro que nos llamarían", comenta el geólogo.
Ex pareja revela problemas emocionales de Edison Peña
Fue uno de los grandes ausentes en la ceremonia de ayer en Copiapó. Edison Peña, el "minero maratonista", no estuvo de cuerpo presente, pero su ex pareja, Angélica Álvarez, se encargó de revelar en Las Últimas Noticias el estado anímico por el cual pasa el también fanático de Elvis Presley.
La mujer puso énfasis en el consumo excesivo de drogas, alcohol y prolongadas celebraciones. Sus declaraciones no extrañan a los habitantes de Copiapó y Tierra Amarilla, porque Peña ha sido sorprendido durmiendo en la calle o deambulando en estado de ebriedad.
"No quiere ir al psicólogo para tratar sus problemas con el alcohol y las drogas. Él es bipolar y está viviendo en un mundo que no es real. Todo se agrava cuando viaja, especialmente a los festivales dedicados a Elvis Presley. Vuelve convertido en una estrella y se cree Elvis. Nunca ha aceptado que necesita ayuda", aseguró Álvarez.
Dos mineros, a horas de morirç¡
Antes de dejar la mina, el rescatista hizo una reverencia, y agradeció
A un año de la tragedia, los líderes del equipo médico del rescate, el traumatólogo Jean Romagnoli y el psicólogo Alberto Iturra, revelaron que dos de los mineros estuvieron "a punto de fallecer".
Uno fue Mario Gómez, quien producto de su silicosis sufrió un severo cuadro respiratorio a 4 días del rescate. Sólo con antibióticos logró sobreponerse. El otro: Edison Peña, quien de tanto correr en la mina (10 km diarios) tuvo un "shock térmico", es decir, una repentina subida de temperatura (40,8° C). El aumento en la dosis de hidratantes lo salvó.
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