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sábado 15 de octubre de 2011
Panorama imperdible para esta primavera es visitar el desierto florido, entre las regiones III y IV. La inusual cantidad de agua caída este invierno provocó una verdadera explosión de las más variadas especies, muchas de ellas endémicas, creando un espectáculo de belleza inigualable que hay que disfrutar.
TEXTO Y FOTOGRAFÍAS, PAZ GONZÁLEZ ANTEZANA
Posiblemente este año sea el mejor en décadas para quienes viajen al norte a ver el desierto florido. No por nada las reservas de vuelos a Copiapó y los arriendos de vehículos en la zona deben hacerse con tiempo, si no se quiere quedar varado en esa transitada ciudad.
El aumento considerable de lluvias de los meses precedentes, con un superávit de aprox. 78 mm, aportó la humedad suficiente para que semillas y bulbos, algunos en estado de latencia por años, hicieran su maravillosa aparición. El fenómeno, que se extenderá hasta noviembre, se puede ver en la franja costera entre los 25º y 30° latitud Sur, especialmente entre La Serena y alrededores hasta Chañaral, donde se concentra la mayor variedad de especies en flor. Incluso, esta temporada se espera que más hacia el norte, en Quebrada Paposo por ejemplo, la naturaleza nos sorprenda con especies como la hermosa Dalea azurea, en peligro de extinción.
Quienes viajen por pocos días a observar esta flora única en el desierto más árido que existe, deben recorrer desde el Parque Nacional Llanos del Challe, de Vallenar hacia la costa, para así apreciar añañucas, huilles, nolanas, flor del jote, patas de guanaco... por mencionar algunas especies que conmueven.
Por la ruta costera hacia el norte, campos de celestinas tiñen el paisaje de azul intenso y celeste claro. En el Parque Nacional Pan de Azúcar, el suelo rocoso y árido que acompaña extensiones de solitaria costa exhibe por estos días una constante explosión de color. Y es que es el mejor momento para el avistamiento de flora, ya que se pueden encontrar las que partieron floreciendo en agosto y septiembre y otras que recién comienzan.
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