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domingo 13 de noviembre de 2011
EN CULTURAL DE LAS CONDES Nuevas lecturas para la creación artística
Cuarenta obras -varias nunca exhibidas- integran esta nueva exposición reunida bajo el prisma del simbolismo. Un movimiento que surgió en Europa contra el impresionismo y el naturalismo. Se relaciona estrechamente con la literatura, la poesía y reivindica la búsqueda interior. En Chile, artistas como José Tomás Errázuriz, Julio Fossa Calderón, Alfredo Valenzuela Puelma, Pablo Burchard, Adolfo Couve y hasta Juan Dávila tuvieron esta sensibilidad e integran la muestra, abierta hoy.
CECILIA VALDÉS URRUTIA
La idea de la Corporación Cultural de Las Condes de montar esta muestra -"La Mirada Pertinaz"- surgió como una reacción al encasillamiento de que ha sido objeto la pintura chilena del siglo XIX, definida en varios documentos como un arte clásico. El hecho -según la curatoría- es que subsisten allí diferentes tratamientos, estilos y lecturas no siempre consignadas, y hasta obviadas en parte de la historia del arte más reciente.
Existe un valioso texto, redescubierto, de Pedro Lira -publicado en la revista de Artes y Letras, en 1884-, en el que ya habla de las diferencias que existen aquí entre pintura clásica y romántica; incluso él mismo se inscribe como "pintor pintoresquista", hecho que desmiente cualquier reduccionismo.
Unido a Baudelaire, Poe, Mallarmé y Verlaine.
La muestra plantea otra mirada: relaciona las obras que tendrían una vinculación al simbolismo, el movimiento estético que nació en Europa, a fines del siglo XIX, ligado a la poesía y a la literatura. Estilo que fue definido por Jean Moreas, en 1886, en su Manifiesto Literario, como: "Enemigo de la enseñanza, de la declamación, de la falsa sensibilidad, de la descripción objetiva; que investiga una forma sensitiva, posee ingredientes metafísicos y se encuentra impregnado de misterio y misticismo".
Pero el simbolismo no se desarrolló como un estilo unitario, motivo por el cual varios entrecruzan sus límites con el romanticismo tardío; otros lo restringen a una manifestación del posimpresionismo e incluso, algunos, han llegado a negar su existencia.
Este movimiento partió como una reacción contra el naturalismo y el realismo. Y surgió muy cercano a los escritos de Baudelaire y Edgar Allan Poe. La estética de este movimiento se les atribuye, hacia 1870, a Mallarmé y Verlaine, la que propugnaba que el arte debía capturar las verdades más absolutas que sólo podían ser obtenidas por métodos indirectos y ambiguos. El simbolismo se levantó contra el materialismo y el pragmatismo de la sociedad industrial.
Impresionistas: temas vulgares, sin pretensión
En pintura, los simbolistas se oponen al naturalismo de los impresionistas y se vuelven hacia el estilo prerrafaelista cultivado en Inglaterra. En Europa hay grandes exponentes como Gustave Moreau y Odilon Redon (1840-1915), muy seguido en Chile. Están también Pierre Bonnard y Edouard Vuillard.
El pintor y autor chileno, José Backhaus, teorizó sobre ello en su libro "Orientaciones modernas de arte", en 1916. El experto señala que "la pintura de Manet se impuso y formó una escuela de pintores sanos, enamorados del color y de la vida, que hicieron cuadros sencillos y sin pretensiones de composición. Ellos pintaban temas vulgares pero siempre ricos de materialidad y oficio... El impresionismo es, sin duda, una escuela muy incompleta. Negó las fórmulas anteriores, y sólo el color fue objeto de sus preocupaciones", afirmaba Backhaus.
Pero en esa misma época trabajaba un gran maestro, en sentido contrario: Puvis de Chavannes, quien dejó una obra grandiosa. -destaca Backhaus-. " Sus estudios hacen comprender la importancia fundamental que tiene el pensamiento en la obra de arte. Puvis de Chavannes nutriría el nuevo movimiento, que buscaba dotar de significado al arte, del que había quedado desprovisto con los impresionistas. El simbolismo propugnaría, en cambio, una pintura de contenido poético que reivindicaba la búsqueda interior, para lo cual se serviría de los sueños. Y se encaminaba también, en varias ocasiones, hacia una espiritualidad muy cercana a la religión y al misticismo".
A partir de Cicarelli
La exposición en el Cultural de Las Condes -curada por Ernesto Muñoz y coorganizada por su director, Francisco Javier Court, y Fernando Moya- reúne 40 pinturas chilenas, desde fines del siglo XIX y se adentra en el XX hasta hoy, que se inscriben o relacionan con manifestaciones del simbolismo.
Este amplio movimiento contó aquí entre sus cultores a artistas como Pedro Lira y Alfredo Valenzuela. La curatoría lo vincula también a Camilo Mori y a Pablo Burchard. Y en los tiempos contemporáneos se observa una relación en autores tan disímiles y sustanciosos como Adolfo Couve, Juan Domingo Dávila y Francisco Copello.
El punto de partida de la muestra es el pintor José Tomás Errázuriz . "Su cuadro emblemático 'Ofelia' resume el espíritu del simbolismo y contiene todo el ambiente prerrafaelista", sostiene el curador. También seleccionaron sus pinturas "Angustia" (atribuida a 1905) y "Eugenia Huici, la esposa del pintor", ambos con especial carga emotiva.
"La escena dramática" de Ernesto Kirchbach (1874) es clave en la búsqueda de las verdades profundas del hombre. Algo similar sucede con "Madre e hija" de Julio Fossa Calderón, un artista de singular fuerza, según destaca el crítico Waldemar Sommer.
Pintor emblemático -junto a Pedro Lira- fue Alfredo Valenzuela Puelma, de quien llegó "Retrato de su hija". La "Pintura alegórica" de Alejandro Cicarelli (de mediados del XIX), aunque es anterior al inicio del movimiento, trae una impronta simbolista en su atmósfera y temática mitológica.
El ya modernista Camilo Mori rescata la profundidad de su biografía, en este caso, a través del retrato de su mujer, Maruja Vargas. En tanto, el carácter antropológico se despliega en la obra de Francisco Mandiola, "La casa de la santera". Ahí, la religiosidad y el sincretismo se cruzan en un espacio popular de adobe.
Soledad y muerte en Couve
Pablo Burchard representa una segunda etapa del simbolismo, señala la curatoría. Su pintura "La sombra" -con una magnífica estética mínima-, contiene una atmósfera especialmente sugerente, con un singular uso de la luz y trabajo de la mancha. Su aparente simpleza formal remite a poderosas lecturas.
Esa obra de Burchard se une al trabajo de un seguidor suyo y también otro gran maestro de generaciones: Adolfo Couve. La pintura que lo representa es su rotunda y sintética "La playa de los muertos". Trasunta ahí la búsqueda personal de este pintor de la mancha, que se sumergía en las profundidades del ser humano: en la soledad y la muerte.
Este pintor que vivía en Cartagena -a la vez, reconocido escritor-, separaba ambos oficios, aunque escribiera de arte y sus pinturas las relacionara con determinada literatura. Pero él mismo nos reconocía "las uno como una manera de despedirme de todo lo que se va".
La selección contemporánea sigue con el pintor, grabador y performancista Francisco Copello a través de una enorme y colorida pintura "Corazón abierto" (2006). "La carga subjetiva de Copello llegó aquí a su máxima simpleza: al origen del simbolismo con sólo un corazón", precisa el curador.
El más transgresor Juan Domingo Dávila fue escogido con una pequeña y notable pintura -anterior a sus postulados más radicales-, titulada "El sillón privado". Recrea un escusado del que surge una lengua. "Responde a una experiencia más personal, que proviene de una época anterior a la cita histórica característica de su pinturas".
Ernesto Barreda fue seleccionado con una de sus telas en las que incorpora el misterio y lo surreal. En tanto, sorprende Ramón Vergara Grez con una naturaleza muerta, "Mesa con huevos", de etapas anteriores a su geometría. La hizo en Italia, influenciado por De Chirico y otros.
"La mirada pertinaz" incorpora también artistas más jóvenes y emergentes (como Lorenzo Moya y Tatiana Lastarria) que soslayan un tipo de simbolismo en sus obras. Todo inscrito "en un rescate de la historia del arte que hemos venido haciendo con el objetivo de educar al público a través de un montaje y de una mirada que busca ser particular", señala el director del Cultural de Las Condes, Francisco Court.
Lugar : I. Cultural de Las Condes
Dirección : Apoquindo 6570. Segundo piso.
Fechas : hasta 31 de diciembre, abierto entre las 10.30 a 19.00 hrs.
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