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Fecha: 26 de noviembre de 2011
En su tipo, es el más antiguo del mundo en operación:
Centenares de tubos, de los 1.800 que tiene el instrumento, fueron aplastados y apilados en los 80, cuando dejó de funcionar. Del total, 300 han sido reparados.
NELLY YÁÑEZ N.
Cinco años de reparación cumplió el órgano de tubos Flight de la Catedral Metropolitana, el más antiguo del mundo, en su tipo, en operación. El instrumento, que desembarcó en Valparaíso en 1849 desde Inglaterra; que debutó con la pieza Easter Sunday, y que acompañó a la república en tedeums, misas, casamientos, ceremonias fúnebres y conciertos, quedó mudo en la década del 80. Y peor aún, fue desmembrado.
El equipo de restauración ad honorem lo encabeza el ingeniero Mauricio Infante (al centro), Carlos Purcell (abajo) y José Manuel Izquierdo (arriba).
Centenares de los 1.800 tubos terminaron aplastados y apilados como chatarra sin valor. De ellos, 300 han sido reparados desde 2006 por un equipo ad honorem, dirigido por el ingeniero Mauricio Infante e integrado por Carlos Purcell, el músico José Manuel Izquierdo y el constructor civil Sergio Merino. Todos, apoyados, en lo técnico, por el presidente de la Real Sociedad de Organeros de Gran Bretaña, Martin Goetze, quien ha estado dos veces en Chile.
El gigante de viento de la Catedral, una máquina absolutamente mecánica, ubicada en el segundo piso del ala este, está compuesto por cuatro órganos: el solista (que es el de los tubos más grandes, de casi 5 metros), el de eco, el coro y la pedalera.
Fue construido en 1846, especialmente para la Catedral, con tres teclados manuales, uno de pedal y 39 registros, que por 2 mil libras esterlinas llegó a Valparaíso, transportado en 24 cajones en el buque "Shamrock".
"De los 190 órganos que aproximadamente hay en Chile, éste tiene dos particularidades: el ser el más antiguo del mundo en su tipo, pues tras la muerte de su creador, Benjamin Flight, el diseño se discontinuó, y el haber sido hecho especialmente para la Catedral", dice Izquierdo.
Todos los martes por la tarde, mientras las naves de la Catedral reciben a los feligreses, en el segundo piso, casi en penumbras, el equipo endereza manualmente los tubos, apoyado de una serie de moldes, y repara las varillas de caoba, muchas todavía quebradas.
En una primera fase se pudo tocar un "cumpleaños feliz" al cardenal Errázuriz, y en un par de ocasiones especiales, como -hace unas semanas- para la interpretación de la Segunda Sinfonía de Gustav Mahler con la orquesta sinfónica.
"Vamos -sostiene Infante- paso a paso. Cuando asumimos este desafío, el órgano no funcionaba y lo hemos hecho hablar, y fuerte, tal como lo hizo en este lugar hace 162 años".
"Vamos paso a paso. Cuando asumimos este desafío, el órgano no funcionaba y lo hemos hecho hablar, y fuerte, tal como lo hizo en este lugar hace 162 años".
MAURICIO INFANTE
INGENIERO
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