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sábado 3 de diciembre de 2011
Después de la restauración de emblemáticas iglesias situadas en la región de Arica y Parinacota, la Fundación Altiplano emprendió una nueva empresa en el valle de Colchagua. Dos iniciativas, una privada y otra con fondos del Estado, se encuentran en plena obra de recuperación de casas seriamente dañadas por el terremoto.
TEXTO, MIREYA DÍAZ SOTO Según registros familiares, la casa patronal del fundo Mallermo, en pleno valle de Colchagua, debe haber sido construida al menos en 1820. Desde entonces las propietarias han sido diferentes familias; a la actual -dueña desde hace un siglo- pertenece la historiadora Teresa Pereira, quien recuerda todos los veranos, Semana Santas y Diechiochos de su vida en este campo que no sucumbió a ningún terremoto salvo al más reciente, en febrero de 2010. Fue la última temporada en que se realizaron las tradicionales misiones de verano, pero Teresa tiene la convicción de que el de 2012, ésa y otras actividades que se han hecho durante años en el lugar, volverán a repetirse.
Está segura porque vio cuán dañada quedó su casa con el sismo y cómo luce ahora, luego de seguir de cerca el proceso de recuperación, a cargo del arquitecto Miguel Montecinos. La capacitación provino de la Fundación Altiplano, organismo creado por Cristián Heinsen y Magdalena Pereira, con el fin de dar nueva vida a las decenas de templos que se ubican entre la precordillera y el altiplano en la región de Arica y Parinacota. Con las obras que más tarde iniciaron en la Casa Parroquial de Pumanque, inauguraron una sede en la región de O'Higgins y en ésta se estableció un equipo de jóvenes profesionales -los arquitectos Claudia Wagner y Benjamín Baeza y la constructora civil María Jesús Portilla-, todos ex alumnos de los talleres de restauración de adobe que la Fundación impartió en el norte y donde aprendieron con las manos en el barro las técnicas de rehabilitación de inmuebles hechos con este material.
La familia Pereira confió en esta institución para entregar la asesoría al arquitecto Miguel Montecinos, quien se enfrentó a una construcción inhabitable, pero candidata a la reparación, ya que los muros principales permanecieron en pie. Fueron los tabiques y cortafuegos los que cayeron o quedaron sueltos. El arquitecto explica que si bien el fuerte temblor detonó parte del colapso, éste se produjo más bien por intervenciones anteriores -la casa se ha ido edificando con los años- y por el silencioso avance de la humedad, que fue debilitando la estructura.
De ahí que algunos muros se han echado abajo -reciclando el mismo material y volviendo a levantar-, en otros se están reparando las calzaduras y en otros sólo es necesario corregir las soleras. Todos se están forrando en geomalla de polipropileno, con amarras que cruzan las paredes y escuadras de madera insertas en las intersecciones, para unirlas. Por arriba de éstas se están instalando correas de madera, que también ayudan a afirmarlas, todo conectado con la nueva estructura del techo, que se ha levantado casi por completo, para aislar los interiores con una capa de fieltro asfáltico que reemplaza a la tradicional de barro. De esta manera el peso de la cubierta disminuye y cumple mejor su función de asegurar las paredes, y por otro lado las tejas -que gracias al paso del tiempo se han impermeabilizado- se pueden amarrar y quedar fijas.
Soluciones similares se están aplicando muy cerca de este lugar, en los pueblos de Peralillo y Población, donde se está efectuando un plan de recuperación de ocho viviendas de adobe, particulares, con fondos del MINVU y siguiendo las pautas de la nueva norma que permite subsidiar estructuras de tierra. Como estos recursos deben destinarse sólo a obras, fue la Municipalidad de Peralillo la que contrató los servicios de la Fundación Altiplano, para el diseño de arquitectura y capacitación técnica de los "Adoberos de Colchagua", equipo a cargo de los trabajos, liderado por el arquitecto Diego Rivera, quien desde antes del sismo estaba dedicado a proyectos de adobe.
Las ocho familias beneficiadas con esta medida son propietarias de casas que, en algunos casos, superan los 200 metros cuadrados, cifra mayor a los 140 que subsidia el Estado. De ahí la importancia del diseño de cada proyecto, que ajustó las tareas de restauración al presupuesto otorgado. Por otra parte, la participación de los dueños ha sido primordial, ya que se han ido analizando con ellos las necesidades y urgencias de cada caso, y éstos por su parte deberán cumplir sólo con un requisito: pintar sus casas cuando estén rehabilitadas.
Angélica Peña es una de las beneficiarias; vive hace veintiún años en una casa a la que no quería volver a entrar después del terremoto, prefería olvidarla y quedarse con la mediagua que recibió y que se construyó en su patio. Sin embargo, después de ver el estado de avance de las obras de recuperación de su propiedad -que podrían estar listas este mes- no halla la hora de instalarse otra vez. "Ahora la casa para mí es un sueño", dice como sin creerlo.
La arquitecta María de los Ángeles Muñoz, integrante del equipo de Patrimonio de la Seremi de O'Higgins, asegura que este programa está funcionando en casi la totalidad de las comunas de la región, con más de cuarenta tropas de trabajo. Las favorecidas serían unas mil trescientas personas que han sido seleccionadas, en primer lugar, las que viven en Zonas Típicas, luego las que poseen inmuebles de conservación histórica, y por último, las que habitan viviendas situadas en áreas de valor patrimonial, diseñadas éstas entre la Seremi y cada municipio, como son los ejemplos de Peralillo y Población.
TEXTO, MIREYA DÍAZ SOTO.
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FUNDACIÓN ALTIPLANO: Recuperación Casa Parroquial Pumanque, Sexta Región Chile
Recuperación Casa Parroquial Pumanque
Fundación Altiplano viajó a la sexta región después del terremoto del 27 de Febrero de 2010, para capacitar en construcción en adobe a profesionales y vecinos de Pumanque, Peralillo, Lolol y La Estrella entre otras localidades.
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