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domingo 8 de enero de 2012
NUEVO LIBRO Historiador benedictino
"Es el libro más importante que he hecho", confiesa el padre Guarda. Su historia de la Iglesia en Chile hasta 1826, recién publicada, promete ser un hito cultural en nuestro medio, más allá del interés propio que tenga este trabajo entre el mundo especializado.
DANIEL SWINBURN
Si uno revisa solo la bibliografía de cerca de 60 páginas de este monumental libro "La Edad Media de Chile: Historia de la Iglesia 1541-1826" -editado en formato de lujo y que debe pesar cerca de 5 kilos-, entiende que para Gabriel Guarda O.S.B., Premio Nacional de Historia, este libro sea "el más importante de su vida", pues se desprende de dicha bibliografía un trabajo de investigación, que con dificultad podrá ser igualado en el futuro por una sola persona. El conocimiento que ha llegado a tener Guarda del pasado de nuestra Iglesia, alcanza niveles extraordinarios, capaz de cohibir incluso a conocedores del tema.
A pesar de ello, adentrarse en sus páginas es una experiencia amigable, y a poco andar el lector se encuentra con el relato ameno y detallado de múltiples vicisitudes de una historia que a ratos se confunde, sobretodo en sus primeros siglos, con la de Chile mismo. "Me tomó dos años redactar y sintetizar todo el material acumulado durante varias décadas para este trabajo". La unión de Fundación Cultural Corpartes y la Corporación del Patrimonio Religioso y Cultural de Chile, más el apoyo de la Ley de Donaciones Culturales, permitió ver la luz de este trabajo monumental, que cubre desde la fundación de Santiago hasta la incorporación de Chiloé a la república naciente. Una primera edición de mil ejemplares, será obsequiada a las principales bibliotecas públicas.
Un relato histórico exhaustivo, que a la vez está acompañado de una iconografía igualmente de excelencia, pues Guarda ha ido descubriendo a lo largo de su labor como investigador en los más diversos archivos del mundo, un material totalmente novedoso en este sentido, el cual se complementa en el libro con otras imágenes ya conocidas. Son más de 200 imágenes. Si bien no siente nostalgia por la iglesia de esos siglos que reseña, pues considera la actual muy activa y bullente, "aunque no aparezca en los diarios", reconoce sentir un poco de nostalgia por la belleza, como un valor evangélico valiosísimo, que se ha ido perdiendo.
Un título provocador
-Llama la atención el título del libro... "La Edad Media de Chile", y luego casi como subtítulo, "Historia de la Iglesia 1541-1826", es provocador. Porque, aunque todavía se usa ese concepto, aún hoy es controvertido.
"Precisamente, lo uso para llamar la atención por ser un título controvertido y que está 'en carpeta' en muchos historiadores. Va a llamar la atención, a producir impacto, o curiosidad".
-Raúl Silva Castro ya le había criticado a usted el uso de este título para un trabajo suyo primerizo hace ya muchos años...
"Es cierto, pero he llegado a la conclusión de que éste era el mejor título para una historia de la iglesia en Chile, pues se ven herencias medievales por todos lados, con el correspondiente desarrollo de tiempo y lugar, por cierto. Pero el trapaso de todo el espíritu medieval europeo es bien notorio. Todas las instituciones, laicas y eclesiásticas, pasan calcadas. Y llega bastante espíritu medieval, de parte de los primeros, sobretodo, y lo soprendente es la permanencia a través de la Indepedencia y después de ésta, de algunos de estos aspectos, me refiero especialmente al plano cultural. Las fiestas religiosas por ejemplo, algunas de las cuales llegan incólumes hasta hoy día. Hay una continuidad notoria".
-¿Hay un intento globalizador en el libro, de abarcar todos los aspectos de la historia de Chile?
"No, yo me situó en la historia de la Iglesia inserta en la historia de Chile, desde ese aspecto hay una unidad entre ambas. Busco conocer cómo se comportó la iglesia en la época de la Conquista, la Colonia y la Independencia. No ha habido muchos estudios al respecto, están los libros de Crescente Errázuriz, del padre Fidel Araneda y otros muchos, pero son trabajos que no están muy insertados en los acontecimientos de la historia de Chile".
-Usted le dedica este libro al cardenal Silva Henríquez. ¿Él fue quien lo animó a embarcarse en un proyecto de esta envergadura?
"Claro, el tuvo con nosotros siempre una actitud increíble. Bendijo nuestra iglesia y nos apoyó de una forma única. Bendijo el Movimiento Apostólico Manquehue que contribuí a formar. Conmigo fue muy generoso, además, pues me consiguió el permiso para que pudiera hacer clases de historia en la universidad. Y me ayudó con el financiamiento de este libro. Todavía quedan fondos que el cardenal me donó, y que permanecen invertidos para ser utilizados en la investigación histórica y el patrimonio".
-¿Cómo armó este libro? ¿Es un compendio de su vida de investigador? ¿O fue pensado como una unidad desde un principio?
"Siendo muy joven comencé a frecuentar la Sala Medina de la Biblioteca Nacional, lo que causaba la molestia de don Guillermo Feliú Cruz, que desconfiaba un poco de este niño tan curioso. En vista de mi asidua asistencia, un día me hizo llamar y me preguntó qué estaba haciendo. Le dije que mi investigación era sobre una historia de Valdivia, y me guió por varios archivos que no había consultado. Y un día me dió un consejo: 'Cuando te metas en estos archivos, vas a encontrar mucha información, que no te servirá para el libro sobre Valdivia, pero toma nota de esa información, porque algún día la vas a necesitar y no vas a recordar dónde la habías visto'. Entonces, me encontré con cosas de la historia general de la Iglesia, resultándome la investigación más rara del mundo! Porque todo lo que pillaba sobre arquitectura o cualquier materia, la recopilaba, y se me fue armando una columna de fichas y papeles gigante! Y así fue como reuní información sobre puntos de la historia de la Iglesia que me parecían interesantes por lo poco publicitados que habían sido, tanto de archivos como de libros. Vi que habían hechos de la historia de la Iglesia que simplemente no se habían mencionado. Integrar estos documentos a mi libro era importante".
-En el tema de las fuentes, ¿encontró nuevas que nunca habían sido estudiadas, o releyó fuentes habituales?
"Encontré fuentes nuevas en archivos que no habían sido muy estudiados, sobretodo en España. Por ejemplo, el Archivo General de Indias, en Sevilla, ha sido muy estudiado, y se cree habitualmente que todo esta ahí, pero resultó que, como pasan las cosas en España, se llevaron a Madrid un cúmulo gigante de papeles, al Archivo Histórico Nacional. Ahí encontré mucha información, no sólo para este libro, sino que para otros míos. Todos mis libros tienen información de fuentes de este tipo, pero sucede que no se leen. Mi "Nueva Historia de Valdivia" (2001) está hecha en buena parte con todos los documentos que no quedaron en el Archivo de Sevilla y que se fueron a Madrid, pero nadie la ha leído".
-¿Y en Chile, encontró fuentes nuevas o son las mismas?
"Son las mismas, que están en lo esencial en al Archivo Histórico Nacional. Aunque se ha estudiado tradicionalmente la historia de la Iglesia desde Santiago, y yo he hecho lo contrario, la he estudiado en el sur de Chile y el norte, que para este estudio son regiones de una riqueza enorme".
-¿Usted piensa que la historia de la Iglesia de Chile está tergiversada por la historiografía dominante?
"Hubo un momento en el siglo XIX en que los autores eran sencillamente no creyentes, como Barros Arana, y otros positivistas o de movimientos propios de la época. Ellos, si bien atienden la historia de la Iglesia, lo hacen sin entenderla y muchas veces riéndose de cosas a las que no le encuentran sentido y que son fundamentales, como el significado de las celebraciones o los sacramentos. Omiten aspectos o los mencionan, burlándose de las procesiones, de los relatos del padre Ovalle, de las grandes festividades, que eran vistas como fastidiosas, no le veían el interés que tuvieron, pues no servían para nada, a los ojos de estos historiadores. No funcionaban en el "mercado". Sin embargo, desde el punto de vista de la Iglesia, son muy relevantes, por eso yo le concedo al tema de la celebración, por ejemplo, mucho espacio en mi libro".
-¿Qué otros ejemplos de omisiones puede darnos?
"Piense, por ejemplo, el caso de las monjas. Se ha dicho que las monjas ingresaban a los conventos por motivos económicos, pues era más barato ir allí que juntar la dote que se requería para el matrimonio. Pero resulta que estudiar la vida de las monjas y ver el amor a la clausura que ellas profesaban, la vida muchas veces espantosa que llevaban, el hambre que sufrían, el rigor de la jornada, en fin... Una mujer sin vocación, con ese régimen, no aguanta una semana. Todo eso estaba omitido porque no se entendía el verdadero sentido religioso que había detrás de estos hechos".
-Otra omisión importante de la Historia de la Iglesia que usted busca corregir, en una suerte de "reparación", es la confiscación de los bienes de la Iglesia durante la Independencia.
"Claro, ese es un punto intocado de la literatura del siglo XIX. Los patriotas son los buenos, los héroes nacionalistas son impecables, y yo digo que se comportaron con maldad muchos de ellos".
-¿Nunca hubo restitución de los bienes confiscados?
"Hubo sí, desde la época de José Joaquín Prieto, devolución de bienes inmuebles, pero no de los tesoros muebles de la Iglesia, la platería abundante, por ejemplo, fue robada íntegra. Hay, además, un despojo dramático de las obras sociales de la Iglesia. En la época de Rodríguez Zorrilla, todos los asilos, las casas de recogida, fueron utilizados como cuarteles de artillería o de alojamiento para las tropas. Esos bienes fueron devueltos, pero en un estado lamentable, no quedó nada de todo ese esfuerzo de caridad".
-También usted corrige un tanto a la historiografía clásica al referirse a la vida de Camilo Henríquez.
"Por supuesto, los sacerdotes patriotas fueron muy similares a los partidarios de España. Siguieron los mismos postulados de la Iglesia. Fue además un fenómeno general en toda la región. No hay que transformarlos en unos malos con nombre y apellido a estos sacerdotes, pues tuvieron el mérito de mantener la fe y la adhesión a Roma -cosa que no sucedió en la Revolución Francesa-, hicieron de puente entre la monarquía y la república, manteniendo la fidelidad a Roma".
Nostalgia de la belleza
El padre Guarda se estusiasma al recordar la unidad de fe absoluta que se vivió en esta época en la Iglesia, unidad que se proyectaba, como en el medioevo Europeo, a todo el resto de la vida social del reino de Chile. "Tal vez no se desprende o lo digo en el libro, pero la Iglesia era la vida de la época, las horas del día estaban regidas por las campanas de los conventos, la magnitud de las fiestas religiosas eran impresionantes; luego, toda la parentela que tenían a las familias adentro de los conventos, que hacía que aquellas estuvieran muy comprometidas; el mundo de las capillas privadas, o el de las capillas de campo; la catequesis del canto a lo divino o la Biblia entera cantada; el cuasimodo, los bailes, las cofradías... muchos de estos son grandes temas culturales de Chile que se mantienen hasta el día de hoy".
-¿Siente nostalgia por esa época de la Iglesia?
"No. Hoy la Iglesia está muy viva. Hay una equivalencia, a pesar de que cambia todo. Hay una gran actividad, pero que no sale en los diarios. Yo aquí en el convento estoy activo permanentemente. Están los movimientos, el voluntariado, las misiones de verano, todo es muy dinámico, y ello me tiene muy contento".
"Lo que yo hago en mi libro es un recuento de la belleza. Yo soy un arquitecto y admiro la belleza de las cosas y veo que la Iglesia era la transportadora de esa belleza. Si tengo un poco de nostalgia sería sobre este aspecto. El Papa actual dice que hay dos maneras de conocer a Dios verdaderamente: una es el testimonio de los santos, y la otra, la inspiración de los artistas. Lo cual es una gran verdad. Porque, cómo se explica que Miguel Ángel haya esculpido la Pietà. ¿De dónde sale tal inspiración? Juan Pablo II decía que la Pietà había convertido más gente que nuestras prédicas. Por eso le dedico mucha importancia en el libro a la iconografía".
-Esa belleza se ha perdido un poco...
"Claro. Pero, ir a una procesión hoy en Castro, y ver todo lo que sucede ahí, el desfile de las corporaciones, las calles adornadas, sigue siendo de una belleza enorme; lo mismo sucede con la regata que se hace a Cahuach".
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