Más allá del mall de Castro:
Premiados por la Unesco pero
nunca exhibidos en TV, los nueve capítulos revelan el choque cultural frente a
la "modernidad".
IÑIGO DÍAZ
Martín Arechaga dirigió seis capítulos de la aplaudida serie televisiva "Doce
días que estremecieron Chile", entre ellos, los episodios dedicados al Mundial
del 62, el Golpe de Estado del 73 y la Revolución Pingüina del 2006. Pero en su
trabajo de autor se destacan mucho más los retratos que realizó para "Iglesias
al fin del mundo", en 2008, y "Chiloé, patrimonio de todos", en 2009.
Ambas colecciones completan nueve documentales que, salvo la emisión que
realizó Décima TV de Ancud, nunca han sido vistos en televisión abierta o cable.
Aunque los tres capítulos acerca de las iglesias, la arquitectura y la fe de las
comunidades obtuvieron un premio de la Unesco.
"Una de las exigencias de esa distinción fue que debíamos exhibir los
documentales en localidades donde estuvimos grabando. Los chilotes de lugares
alejados como Quinchao y Tenaún se sorprendieron al verse en una película. En
las islas, no en los centros urbanos, es donde aún se puede ver la vida de
Chiloé tal como era hace muchos años", dice Arechaga.
No menos de cuarenta viajes al archipiélago para rodar realizó el equipo de
Arechaga, formado por el productor Sebastián Penna y la guionista, camarógrafa y
montajista Liliana Hermosilla. En ese transcurso nunca advirtieron la amenaza de
la construcción del mall de Castro, que ha producido gran revuelo nacional en
torno al patrimonio perdido. "Todo el sector del sur de Castro, hasta llegar a
Nercón, está lleno construcciones. Yo creo que hicieron el mall ahí para captar
a esa gente. Castro es una ciudad que ha cambiado muchísimo. El centro es como
estar en el barrio comercial de Independencia. Ése es el tipo de modernidad que
se está instalando en Chiloé. Una que no tiene respeto", señala.
Los capítulos dedicados al patrimonio chilote -donde Arechaga toca temas como
la felicidad, la fe, los oficios, las comidas y el turismo rural- dan cuenta,
además, de cómo el resto del archipiélago está siendo afectado por este
encuentro forzado con el "progreso".
"He visto alcaldes que reconstruyen sus plazas tradicionales y las convierten
en cualquier cosa pensando en esa modernidad. En la de Quemchi, por ejemplo,
levantaron unos murallones que ahora no dejan ver el mar, y en la de Chonchi
sólo hay cemento y pasto sintético", cuenta.
Pero el quiebre va más allá de lo cosmético. Según advierte el director en
sus documentales, el chilote se ha ido desvinculando de las tradiciones debido a
una interrupción de la posta generacional. "Antes, ellos trabajaban la tierra y
como era familiar, el padre le enseñaba al hijo cómo hacerlo. Ahora el padre
partió a trabajar por un sueldo y con un horario a la salmonera y no siguió
enseñándole al hijo. Eso ocurre con casi todos los oficios. Y cuando quieren
recuperar el conocimiento de la tierra, la papa y la lana, ya no lo pueden
hacer", dice.
Ni "Iglesias al fin del mundo" (con tres capítulos de 30 minutos), ni
"Chiloé, patrimonio de todos" (con seis de quince minutos), fueron pensados
comercialmente. Por eso, sus copias se pueden conseguir libre de costo en el
correo electrónico m.arechaga@gmail.com.
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