Fecha: 13 de mayo de 2012 |
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"Entre el río y la Cañada" Un privilegiado triángulo urbano:
Este sector de la ciudad conforma un sensible polo cultural en Santiago, donde la diversidad es la tónica. En un nuevo libro sobre el barrio, destacados autores recorren su historia, analizan su impronta y avizoran un importante destino.
En la foto tomada desde el cerro San Cristóbal se aprecia con claridad el triángulo que forma el barrio Lastarria, entre el Parque Forestal, Alameda y calle Santa Lucía.
Museo Nacional de Bellas Artes
Palacio Bruna, actual sede de la Cámara de Comercio de Santiago.
Centro Cultural Gabriela Mistral.
Maite Armendáriz Azcárate
Lastarria es un sector único dentro de Santiago. En este privilegiado triángulo comprendido entre el cauce del río Mapocho y la Alameda (antigua Cañada), el Parque Forestal y el Cerro Santa Lucía se dieron las mejores condiciones para que se gestaran acontecimientos urbanos y culturales relevantes.
Recorrer sus sinuosas calles, por lo general vestidas de nobles edificios, produce una atractiva mezcla de añoranza, nostalgia, goce estético y ser testigo de la forma en que surgen nuevas tendencias.
Adentrarse en la esencia histórica y su posterior desarrollo, hasta sentir el pulso actual de este pequeño sector de Santiago, es lo que también se consigue al recorrer los textos, imágenes antiguas y fotografías de un nuevo libro que con razón se ha titulado "Entre el río y la Cañada", pues abarca los barrios Santa Lucía, Forestal y Lastarria.
La obra producida por ARC editores tiene seis artículos escritos por Hans Muhr, Roberto Merino, Olaya Sanfuentes, Christian Matzner, Patricio Gross y una conversación con Milan Ivelic. Las fotografías fueron tomadas por Marcos Mendizabal. El hilo conductor de uno y otro artículo lo entrega el marco histórico que escribió Soledad Rodríguez-Cano, historiadora y editora del volumen. El libro es auspiciado por Aguas Andinas, cuenta con el apoyo de la Corporación de Patrimonio Cultural de Chile y Ley de Donaciones Culturales.
Mirador de la sociedad
Entre viñas y molinos transcurrieron los primeros años de este sector. El paisajista Hans Muhr recuerda que con la llegada de los españoles estos terrenos comienzan a tener la responsabilidad de ser el sitio donde se distribuye el agua para la ciudad y "hoy, aunque transformándose en fuente de cultura, no ha abandonado en nada su propósito original de dar de beber a la ciudad". Piensa que el barrio Lastarria y sus alrededores, si bien ya no es mirador del valle, sí lo es de la sociedad.
La trasformación del cerro Santa Lucía en 1875 dio un puntapié inicial. Soledad Fernández-Cano explica que aquella gran roca seca, gracias a la visión de Benjamín Vicuña Mackenna se convirtió en uno de los parques más emblemáticos de Santiago. Cabe recordar que en la ladera oriente de este cerro entre 1820 y 1872 se sepultaba a los condenados, suicidas y disidentes; era el cementerio de todos aquellos que no eran recibidos en el camposanto. "El cerro logró incorporar este barrio a la ciudad, esa ciudad que soñaba con transformarse en el París americano, y este tipo de parque era un hito para los vecinos y quienes quisieron avecindarse cerca de él". No obstante, dice la historiadora, el barrio ya había comenzado su proceso de consolidación desde el otro lado del cerro con la construcción de la Iglesia de la Veracruz y el embellecimiento de sus calles.
En 1902 se suma el nacimiento del Parque Forestal y deja a esta zona en una situación inmejorable, rodeada de dos bonitas áreas verdes que comenzaron a frecuentar escritores, artistas e intelectuales, dejando huella en sus relatos y creaciones.
La editora agrega que la consolidación de la Alameda, cada vez más como eje de la ciudad y no como su límite, mejoró el entorno sustancialmente.
A salvo de la picota
El cronista urbano Roberto Merino vivió hasta los noventa en Santa Lucía casi esquina Huérfanos, y destaca que esta zona "es uno de los pocos reductos del Santiago antiguo que no ha sido, en los últimos treinta años, radicalmente modificado, reconstruido, empobrecido o picoteado". Piensa que tal vez sea la sinuosidad de las calles lo que le proporciona al sector esa atmósfera de misterio que jamás ha perdido, "a pesar del imprudente paso del tiempo".
En la década de los ochenta, diferentes empresarios comenzaron a invertir en las viejas casonas para darles un nuevo uso. "Un hito relevante de ese tiempo fue la creación de la Plaza del Mulato Gil de Castro que por años ha sido el centro neurálgico de esta zona. Luego se instaló el cine y Café del Biógrafo y la instalación del Instituto Chileno Francés de Cultura". La editora agrega que en la década de los noventa la Municipalidad de Santiago jugó un rol importante en la renovación urbana con la restauración de fachadas y la recuperación de antiguas edificaciones. Se mejoró la iluminación, se repavimentaron las calles y se abrió el paseo peatonal de la calle Lastarria, entre Merced y Rosal.
Asimismo, la Declaratoria del Barrio como "Zona Típica" por el Consejo de Monumentos Nacionales en 1996 "garantizó que este proceso de modernización se realizara dentro de un marco de protección patrimonial".
Arquitectos destacados
Entre los arquitectos que ayudaron a la armonía de este entorno destaca Luciano Kulczewski. Sólo entre estas calles tiene cinco importantes y características inmuebles que hoy son símbolo del barrio.
Para el arquitecto Christian Matzner el más emblemático es el edificio que hoy alberga al Colegio de Arquitectos, en Alameda 115. "El estilo personal de Kulczewski logra romper los academicismos en este barrio histórico", afirma en su artículo.
Otro de los autores, Patricio Gross, relata sus felices años universitarios entre esos parajes, pues su Escuela de Arquitectura de la PUC se alojaba en plena calle Villavicencio. Gross valora que en el proceso de modernización se pudiera conservar una escala coherente y fachadas continuas que le dan unidad al conjunto. Entre las nuevas edificaciones nombra el edificio El Barco, en Merced con Santa Lucía, de Sergio Larraín García-Moreno y Jorge Arteaga. Pero para este arquitecto el alma de este lugar también se descubre en aquellos espacios que han acogido y acogen actividades que forman parte de la leyenda de Santiago, "entre ellas no podemos olvidar El teatro Ictus, el cine El Biógrafo y los restaurantes Les Assassins y Gatopardo, junto a la Plaza Mulato Gil y el Museo de Artes Visuales (Mavi)".
Sobre la impronta del Museo de Bellas Artes que desde su construcción, junto a la Escuela de Bellas Artes, incentiva el panorama cultural chileno da cuenta en estas páginas Milan Ivelic. Para quien dirigió por casi dos décadas el Bellas Artes, "este museo fue el primero de estos lugares que invitan a participar no sólo como público sino también como protagonistas". También recuerda el Cine Arte Alameda, el GAM, la Universidad Católica y su centro de Extensión y El teatro La Comedia, ex Ictus.
En otra punta de este triángulo está la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile y en el otro extremo la Casa Central de la Universidad Católica, pasando por el otrora edificio Diego Portales, hoy GAM, de cuya historia tampoco se olvida este libro. Unos y otros, recuerda Soledad Rodríguez-Cano, hacen que confluyan en un espacio muy reducido intelectuales, profesores, artistas y creadores, cuya interacción dio origen a la fama que tiene de ser un barrio cultural y bohemio. En definitiva, "satisface la nostalgia", asegura Olaya Sanfuentes. Para esta historiadora, autora de otro de los capítulos, si bien aquí se respira tradición por todas partes, al recorrer estas calles no se ve una museificación estática:
"Todo ese foco urbano logra una articulación armónica entre el pasado y el presente y el futuro".
"Entre el río y la Cañada. Barrios Santa Lucía,
Forestal y Lastarria".
ARC Editores
Soledad Rodríguez-Cano y otros autores.
Patrocina: Ley de Donaciones Culturales, Corporación Patrimonio Cultural de Chile.
Auspicia: Aguas Andinas.
Exposición gratis Un buen anticipo del contenido de este volumen es la exposición que fue inaugurada el miércoles 2 de mayo en el Parque Forestal, entre José Miguel de la Barra y Purísima. La muestra es gratuita y consta de 20 estructuras con las imágenes nuevas y antiguas de esta zona típica, que se incluyen en el libro junto a textos con los datos más relevantes desarrollados en esta obra.
El libro ha sido distribuido entre los clientes de Aguas Andinas y también se repartieron ejemplares a los vecinos en la ceremonia de lanzamiento.
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