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Lunes 28 de diciembre de 2009
El Centro Cívico que costó $8.500 millones, está en la Av. Bicentenario, junto al parque del mismo nombre, donde hay una laguna con cisnes de cuello negro
Ediles encuestados por "El Mercurio" la escogieron por ser un ícono moderno de la ciudad.
Providencia y Santiago obtuvieron el segundo y tercer lugar, respectivamente.
RODRIGO SILVA
Inaugurado en febrero de 2005, el Centro Cívico de Vitacura rompió los esquemas tradicionales de los edificios consistoriales de Santiago.
Su diseño minimalista, su funcionalidad y el parque que lo acompaña fueron los principales motivos que consideraron ediles capitalinos para escogerlo como la sede consistorial más atractiva de la ciudad.
Veinticinco de los 34 alcaldes del Gran Santiago respondieron a la consulta de "El Mercurio" y votaron por sus tres favoritos, respetando la única condición: no podían mencionar su comuna.
El edificio, que obtuvo 18 votos, tiene forma de barco, con su "proa" apuntando hacia el poniente. Fue concebido por los arquitectos Jorge Iglesis y Leopoldo Prat, quienes ganaron por unanimidad un concurso que tuvo como jurado a Borja Huidobro y Fernando Castillo Velasco, entre otros.
Está ubicado junto al Parque Bicentenario, posee dos niveles de estacionamientos subterráneos, varios servicios (como el Registro Civil), una cafetería y un auditorio.
El alcalde de Vitacura, Raúl Torrealba, dijo que el municipio está estudiando la forma de convertirlo en un edificio energéticamente sustentable.
Providencia fue la segunda sede más votada, principalmente por su elegancia, y Santiago, en tercer lugar, por su historia.
Votación
Para esta encuesta votaron Las Condes, Vitacura, Providencia, Lo Barnechea, La Reina, La Florida, Santiago, Maipú, Macul, Renca, Conchalí, Recoleta, San Miguel, La Cisterna, La Granja, La Pintana, Lo Prado, Quilicura, Pudahuel, Estación Central, Cerro Navia, San Joaquín, Puente Alto, Colina y San Bernardo.
Providencia: La sede consistorial más elegante
TURÍSTICA.- La municipalidad está en Av.Pedro de Valdivia, a pasos de Eliodoro Yáñez. Hay visiras guiadas los fines de semana.
Hubo unanimidad entre los alcaldes para destacar el valor arquitectónico y el excelente estado de conservación del palacio Falabella, donde hoy funciona la Municipalidad de Providencia, concentrando 16 de las preferencias.
Fue construido en 1930 por encargo del empresario Arnaldo Falabella. El arquitecto Guillermo Masenlli diseñó un inmueble de dos pisos al estilo del Renacimiento italiano del siglo XV, tal como lo quería su dueño.
Así se levantó un palacio con columnas, escalera y chimenea de mármol de Carrara, vitrales y mosaicos florentinos, puertas de estilo francés, muebles de nogal y caoba, lámparas de cristal y que además alberga obras de arte, como cuadros de Venegas Cifuentes y Orrego Luco.
Ha sido escenario de grandes fiestas de la alta sociedad chilena de la época, como cuando la hija de los Falabella fue elegida Reina de la Primavera.
El escritor mexicano Carlos Fuentes (hijo de diplomático) vivió algunos años de su infancia en la casa, cuando ésta fue arrendada a la embajada de México. Luego fue vendida a Manuel Cruzat, quien la llevó a remate en 1948 debido a su alto costo de mantención. Fue el entonces alcalde de Providencia, Guillermo Martínez, quien trasformó la casona en la sede consistorial de la comuna.
En 1997, el actual edil Cristián Labbé ordenó someterla a una profunda restauración.
Un año después, recibió el título de monumento histórico.
Santiago: Un símbolo histórico de la capital
SIMBÓLICA UBICACIÓN.-La sede consistorial de Santiago está en la Plaza de Armas, donde nació la ciudad, junto al Museo Histórico y la Catedral.
Nueve preferencias, y ocupando el tercer lugar de la votación, la Municipalidad de Santiago también fue destacada por los alcaldes consultados.
El edificio donde funciona la municipalidad es una de las construcciones con más carga histórica de la capital: fue levantado en la esquina nororiente de la Plaza de Armas entre 1785 y 1790 por el italiano Joaquín Toesca, el mismo arquitecto que diseñó el Palacio de La Moneda y la Catedral de Santiago. Si bien fue concebido para albergar al cabildo, ha tenido varios usos. En 1878 funcionó como la cárcel de la ciudad, y entre 1881 y 1883 fue remodelado para recibir distintas dependencias municipales.
Ha sido restaurado varias veces debido a los daños que ha sufrido con terremotos e incendios.
En 1891, el fuego lo dejó en tan malas condiciones que tuvo que ser reparado durante cuatro años.
El edificio, que fue declarado monumento histórico en diciembre de 1976, tiene un diseño neoclásico con toques del renacimiento italiano. Son tres pisos de gran altura que rodean un hall central cubierto por un techo de vidrio. El subterráneo es abovedado.
En su interior destaca el trabajo de esculturas y relieves que cubren las paredes y el cielo del salón destinado al concejo municipal.
Quinta Normal y Macul: las menciones honrosas
La casona de Quinta Normal (6 votos) fue construida entre 1908 y 1912 por el matrimonio de Andrés Dubois y Rosa Biravel.
El Castillo de Macul (5 votos) está ubicado en la avenida José Pedro Alessandri.
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Interesantes temas relacionados con la protección, restauración y conservación de nuestro patrimonio arquitectónico.
lunes, 28 de diciembre de 2009
miércoles, 23 de diciembre de 2009
Arqueología del Hospital San Vicente de Paul
http://www.scielo.cl/
Revista médica de Chile
versión impresa ISSN 0034-9887
Rev. méd. Chile v.135 n.2 Santiago feb. 2007
HISTORIA DE LA MEDICINA
El Hospital San Vicente de Paul comenzó a construirse el 1º de septiembre de 1872 bajo la presidencia de don Federico Errázuriz Zañartu (Presidente de Chile en el período 1871-1876), paralelamente al Hospital del Salvador, gracias a una holgada colecta pública que tenía como meta construir un gran hospital en el sector oriente de Santiago 1-4. El Hospital San Vicente constaría de dos secciones principales, una para hombres, que abrió sus puertas el 2 de noviembre de 1874 y una de mujeres, que se retrasó unos pocos años, comenzando su construcción en enero de 1888 para terminarse sólo en marzo de 18951.
La fachada de la sección de hombres del Hospital San Vicente miraba hacia la Avenida Independencia y tenía una extensión de 133 metros (Figura 1). Se puede decir que el edificio ocupaba el tercio medio de la cuadra entre las actuales calles Santos Dumont (ex calle del Rosario) y Profesor Zañartu (antigua calle del Panteón). Esta última calle deriva su nombre del profesor Alberto Zañartu Campino, muerto durante una manifestación contra el gobierno del general Carlos Ibáñez del Campo, cerca del Pensionado del Hospital San Vicente en calle Independencia, el 25 de julio de 1931. En otras palabras, la fachada del antiguo Hospital San Vicente ocupaba casi exactamente el mismo espacio del actual frontis de la Facultad de Medicina y sus respectivas entradas principales casi se correspondían. El edificio del hospital era de forma rectangular, con su eje mayor en sentido oriente-poniente y una extensión de fondo de 320 m. El cuerpo principal estaba formado por 2 largas filas de salas (fila norte y fila sur), estando cada fila constituida por 10 salas1. El fondo del edificio se ubicaría actualmente cerca de la porción media del Instituto de Anatomía Patológica Francisco Puelma Tupper y donde hoy se encuentran las dos salas Egaña. Cada sala tenía forma rectangular (26 m de largo por 7 m de ancho y 6,9 m de alto) y tenía su eje mayor orientado en sentido norte-sur. Cada sala poseía 10 ventanas (5 por lado) y 2 puertas situadas en sus extremos norte y sur (3 m de alto y 1,7 m de ancho)1. La capilla del Hospital San Vicente estaba ubicada aproximadamente al centro de la sección hombres. Esta capilla aún se conserva en su posición original y recientemente fue remodelada y declarada monumento nacional. La lavandería era un edificio anexo y estaba ubicada aproximadamente en la porción media y al norte del edificio principal (Figura 2).
Figura 1. Fachada de la sección de hombres del Hospital San Vicente de Paul que miraba a Avenida Independencia. © 2006. Museo Nacional de Medicina, Facultad de Medicina, Universidad de Chile.
Actualmente, en nuestra Facultad de Medicina coexisten diversas construcciones, de diferentes épocas, desconociéndose en muchos casos los detalles históricos que las rodean. Se puede observar que las dos salas Egaña (denominadas así en recuerdo del distinguido académico Enrique Egaña, Profesor de la Cátedra Extraordinaria de Fisiopatología, que las utilizó como emplazamiento de su recordado Laboratorio de Medicina Experimental (Figura 2)), la sala ocupada por la Escuela de Nutrición y un edificio parcialmente derruido que alguna vez ocupó el Laboratorio de Patología Experimental de la Facultad de Odontología (aún hoy existe una placa en su entrada con algunas letras que recuerdan su pasado), son probablemente de una época bastante antigua y tal vez representen restos del Hospital San Vicente de Paul. Pero, ¿a cuáles secciones específicas del edificio original correspondían? Esta pregunta fue la base que inspiró el presente trabajo.
Figura 2. Sala Egaña 1 en la actualidad (antigua sala San Miguel). El frente de la sala Egaña 1 se observa claramente al centro de la fotografía y el Instituto de Anatomía Patológica se observa a la derecha. La Sala Egaña 2 (antigua sala Mercedes) no se alcanza a observar en la fotografía, pero conserva la misma estructura que la Sala 1 y sus frentes son muy semejantes (dicha Sala 2 se encuentra 10 m a la derecha de la Sala Egaña 1). La mitad norte aún conservada de la Sala Santo Domingo de 1901, actualmente Escuela de Nutrición, se encuentra a la izquierda de la Sala Egaña 1 en la fotografía.
Decidimos enfrentar tal desafío histórico e investigar si las dos salas Egaña, la Escuela de Nutrición y el antiguo edificio de Odontología fueron realmente parte del Hospital San Vicente de Paul. Para ello, conseguimos planos del antiguo hospital en el Museo de Historia de la Medicina de la Facultad de Medicina (plano levantado en 1901), planos de la actual Facultad de Medicina (para comparar tuvimos que ampliar ambos planos a una misma escala), y realizamos numerosas mediciones en terreno de los edificios existentes. Comparando los planos mencionados más arriba, pudimos observar que las dos salas Egaña actuales y el edificio ocupado por la Escuela de Nutrición, se correspondían casi exactamente con las últimas tres salas de la fila norte de la sección de hombres. El edificio actual de nutrición correspondía sólo a la mitad norte de su sala original. Estas salas tenían por nombre: Santo Domingo (antepenúltima), San Miguel (penúltima) y Mercedes (última). Los nombres de las salas de esta misma fila norte en 1901 eran los siguientes (sentido poniente-oriente): del Carmen, San Eulojio, San Carlos, Dolores, San Emeterio, San Jenaro, San José, Santo Domingo, San Miguel y Mercedes. Los nombres de las salas de la fila sur eran: San Vicente de Paul, San Federico, San Antonio, San Gregorio, Rosario, San Benjamín, San Blas, San Joaquín, San Rufino y Santa Ana. Dados el deterioro del plano de 1901 y nuestro deseo de publicar un plano del Hospital San Vicente mostrando los detalles más arriba expuestos, decidimos incluir un plano conservado en perfectas condiciones y publicado en una obra en francés en 1889, por el destacado profesor de Obstetricia y Terapéutica de nuestra antigua Escuela de Medicina de calle San Francisco, Dr. Adolfo Murillo5,7 (Figura 3). Es importante destacar que los nombres asignados aquí a cada una de las salas derivan del plano de 1901, ya que no son idénticos a los expuestos en el plano de 1889. La fila que presenta cambios es la fila norte (la fila sur conserva sus nombres). Sin embargo, casi todos los cambios de esta fila tienen una clara correspondencia entre ambos planos. Por ejemplo, las salas Notre-Dame Des Douleurs o Notre-Dame du Rosaire, del plano utilizado por el Dr. Murillo, presentan clara correspondencia con las salas del Rosario y Dolores del plano de 1901. Por otra parte, la sala Notre-Dame (Nuestra Señora) de 1889 podría corresponder perfectamente a la Sala («Nuestra Señora») del Carmen del plano, de 1901. Las Salas St-Dominique y St-Joseph corresponden a las Salas Santo Domingo y San José, pero están invertidas en su orden en el plano de 1901. El único cambio significativo es la Sala St-Raimond del plano exhibido por el Dr. Murillo, que tiene por nombre Sala San Jenaro en el plano de 1901. Los 12 años que separan a ambos planos pueden explicar esta discrepancia. Por otra parte, el antiguo edificio ocupado por una cátedra de odontología se corresponde casi perfectamente con la parte norte del edificio de la lavandería del Hospital San Vicente.
Figura 3. Plano de la sección de hombres del Hospital San Vicente de Paul. Este plano fue publicado originalmente en una obra en francés por el Dr. Adolfo Murillo, Profesor Titular de Terapéutica y Obstetricia de la antigua Escuela de Medicina de calle San Francisco en 18895. Las construcciones identificadas en este trabajo que aún permanecen en pie se muestran destacadas en gris (excepto la capilla) © 2006. Museo Nacional de Medicina. Facultad de Medicina, Universidad de Chile.
Para corroborar los hallazgos que nos sugerían los planos, decidimos realizar mediciones en terreno. Cada sala presentó un ancho externo de 10 m y una separación de la sala adyacente por un espacio de 10 m (exactamente como lo indica el plano de 1901). Las medidas internas de las salas Egaña fueron: largo de 26 m; ancho de 8 m y alto de 6 m (ver medidas mencionadas más arriba). Las salas actuales tienen 5 ventanas por lado, al igual que las salas originales. La puerta sur que se conserva en la penúltima sala (San Miguel) tiene las mismas dimensiones que la descrita más arriba (ésta es la única puerta conservada, pues las otras fueron clausuradas). Además, cada sala tiene varios respiraderos en forma de cruz de malta ubicados en la parte superior de sus murallas laterales, tal como lo atestiguan las fotografías existentes del antiguo hospital. Cada muralla tiene una base de ladrillo de 1,8 m de altura, correspondiendo los 4,2 m superiores a una construcción de adobe. Se conservan además algunas porciones embaldosadas de los pasillos que había frente a la sala San Miguel, Mercedes y lavandería. Tomamos además medidas de las dimensiones y la ubicación del edificio antiguo de Odontología en relación a diferentes hitos (capilla, edificio de la OFEM, calle Profesor Alberto Zañartu, auditorio Lucas Sierra, salas Egaña, etc.) y las comparamos con las medidas deducidas del plano de 1901. Estos últimos resultados sugieren fuertemente que el edificio actual existente corresponde a la sección norte de la antigua lavandería. En resumen, los resultados obtenidos en este trabajo indican que, aparte de la capilla, aún permanecen intactas dos salas y media y parte del edificio de la lavandería del antiguo Hospital San Vicente de Paul.
Es destacable que las construcciones que aún subsisten corresponden a la sección más antigua de dicho hospital (sección de hombres), cuya construcción data de 1872. La sección de mujeres tenía una orientación perpendicular a la sección de hombres y su frontis miraba a Avenida Zañartu. En el espacio rectangular comprendido entre ambas secciones (al norte de la sección de hombres y al poniente de la sección de mujeres), estaba localizado el edificio de la Escuela de Medicina, construida en 1889, bajo el gobierno del Presidente José Manuel Balmaceda (1886-1891)8. Las salas de este hospital participaron activamente de las acciones derivadas de la Guerra del Pacífico y de la Revolución de 1891. Ellas cobijaron a prisioneros bolivianos y peruanos durante la Guerra del Pacífico y en agosto de 1891 acogieron casi 2.000 heridos de las sangrientas batallas de Concón y Placilla1. En estas salas trabajaron médicos ilustres, tales como José Joaquín Aguirre, Vicente Izquierdo, Federico Puga Borne, Exequiel González Cortés, Manuel Barros Borgoño, Lucas Sierra, Roberto del Río, entre otros próceres de nuestra medicina. El Hospital San Vicente tuvo una larga vida de casi 80 años, forjando muchas generaciones de médicos que establecieron las bases de la llamada Edad de Oro de la medicina chilena6. En 1952 fue inaugurado el Hospital Clínico José Joaquín Aguirre, cuya construcción se remonta a 1936 (durante el segundo gobierno de don Arturo Alessandri Palma: 1932-1938), siendo la obra paralizada en 1939 por diversos motivos y reiniciada sólo en 1944. A causa de esto, el antiguo Hospital San Vicente tuvo que ser demolido, sin embargo, algunas construcciones resistieron el embate de la modernidad y hoy se alzan incólumes como testigos de un pasado glorioso. No debemos olvidar que debido al dantesco incendio que afectó a la Escuela de Medicina el 2 de diciembre de 1948, varias cátedras que no emigraron al edificio del antiguo Instituto de Higiene (1892-1929) y luego Instituto Bacteriológico (1929-1980) (dicho edificio localizado en aquel entonces en calle General Borgoño 1470 fue abandonado al trasladarse el Instituto Bacteriológico a su nueva ubicación en calle Maratón durante 1948-1950), tales como la Cátedra de Biología, la de Fisiología, y otras, encontraron refugio en algunas salas clínicas y auditorios de la sección mujeres del antiguo Hospital San Vicente, manteniéndose allí por casi dos décadas. Nuestra facultad aún no ha agradecido este hermoso gesto de solidaridad. Nunca será demasiado tarde para ello.
Figura 4. Patio interior del Hospital San Vicente de Paul. Se pueden observar al fondo las obras de construcción del Hospital José Joaquín Aguirre. ©2006. Museo Nacional de Medicina, Facultad de Medicina, Universidad de Chile.
Esperamos que este trabajo estimule a las actuales generaciones médicas a conocer sus raíces e inspire en nuestras autoridades el deseo de realizar los esfuerzos que sean necesarios para conservar este maravilloso patrimonio histórico. Nuestra Facultad de Medicina y nuestro Hospital Clínico José Joaquín Aguirre se alzan y aplauden solemnes su postrero tributo a su olvidado padre histórico, el Hospital San Vicente de Paul.
REFERENCIAS
1. Laval E. Apuntes para la Historia del Hospital San Vicente de Paul. Anales Chilenos de Historia de la Medicina. Años 14 y 15, 1972-1973; 119-160. [ Links ]
2. Laval E. Los treinta primeros años del Hospital del Salvador de Santiago. Anales Chilenos de Historia de la Medicina. Año 13, 1971; 13-65. [ Links ]
3. Costa-Casaretto C. Dos Hospitales de Santiago por colecta pública: El Salvador y el San Vicente de Paul. Rev Méd Chile 1990; 118: 932-41. [ Links ]
4. Otaíza E. Fundación del Hospital del Salvador: sus primeros cincuenta años. Rev Méd Chile 1997; 125: 623-9. [ Links ]
5. Murillo A. Hygiene et Assistance Publique au Chili. Exposition Universelle de Paris, 1889. [ Links ]
6. Cruz-Coke R. Historia de la Medicina Chilena. Editorial Andrés Bello, Primera Edición, Santiago de Chile, 1995. [ Links ]
7. Orrego Luco A. Recuerdos de la Escuela. Editorial Francisco de Aguirre S.A., Buenos Aires, Argentina, 1976. [ Links ]
8. Costa-Casaretto C. Nonagésimo Aniversario de la Escuela de Medicina de la Avenida Independencia. Rev Méd Chile 1979; 761: 761-70. [ Links ]
Agradecimientos
Debemos agradecer al Museo de Historia de la Medicina, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, a su personal, especialmente a Karen Fredes y su curador Andrés Díaz Caballero. Su inestimable ayuda y excelente disposición para facilitar los documentos, fotografías y planos del antiguo Hospital San Vicente de Paul, nos permitieron realizar este trabajo.
Recibido el 1 de diciembre, 2006. Aceptado el 21 de diciembre, 2006.
Correspondencia a: Dr. Carlos G. Osorio. Fono: 9786902. Santiago, Chile. E mail: gonosorio@med.uchile.cl
Revista médica de Chile
versión impresa ISSN 0034-9887
Rev. méd. Chile v.135 n.2 Santiago feb. 2007
HISTORIA DE LA MEDICINA
El Hospital San Vicente de Paul comenzó a construirse el 1º de septiembre de 1872 bajo la presidencia de don Federico Errázuriz Zañartu (Presidente de Chile en el período 1871-1876), paralelamente al Hospital del Salvador, gracias a una holgada colecta pública que tenía como meta construir un gran hospital en el sector oriente de Santiago 1-4. El Hospital San Vicente constaría de dos secciones principales, una para hombres, que abrió sus puertas el 2 de noviembre de 1874 y una de mujeres, que se retrasó unos pocos años, comenzando su construcción en enero de 1888 para terminarse sólo en marzo de 18951.
La fachada de la sección de hombres del Hospital San Vicente miraba hacia la Avenida Independencia y tenía una extensión de 133 metros (Figura 1). Se puede decir que el edificio ocupaba el tercio medio de la cuadra entre las actuales calles Santos Dumont (ex calle del Rosario) y Profesor Zañartu (antigua calle del Panteón). Esta última calle deriva su nombre del profesor Alberto Zañartu Campino, muerto durante una manifestación contra el gobierno del general Carlos Ibáñez del Campo, cerca del Pensionado del Hospital San Vicente en calle Independencia, el 25 de julio de 1931. En otras palabras, la fachada del antiguo Hospital San Vicente ocupaba casi exactamente el mismo espacio del actual frontis de la Facultad de Medicina y sus respectivas entradas principales casi se correspondían. El edificio del hospital era de forma rectangular, con su eje mayor en sentido oriente-poniente y una extensión de fondo de 320 m. El cuerpo principal estaba formado por 2 largas filas de salas (fila norte y fila sur), estando cada fila constituida por 10 salas1. El fondo del edificio se ubicaría actualmente cerca de la porción media del Instituto de Anatomía Patológica Francisco Puelma Tupper y donde hoy se encuentran las dos salas Egaña. Cada sala tenía forma rectangular (26 m de largo por 7 m de ancho y 6,9 m de alto) y tenía su eje mayor orientado en sentido norte-sur. Cada sala poseía 10 ventanas (5 por lado) y 2 puertas situadas en sus extremos norte y sur (3 m de alto y 1,7 m de ancho)1. La capilla del Hospital San Vicente estaba ubicada aproximadamente al centro de la sección hombres. Esta capilla aún se conserva en su posición original y recientemente fue remodelada y declarada monumento nacional. La lavandería era un edificio anexo y estaba ubicada aproximadamente en la porción media y al norte del edificio principal (Figura 2).
Figura 1. Fachada de la sección de hombres del Hospital San Vicente de Paul que miraba a Avenida Independencia. © 2006. Museo Nacional de Medicina, Facultad de Medicina, Universidad de Chile.
Actualmente, en nuestra Facultad de Medicina coexisten diversas construcciones, de diferentes épocas, desconociéndose en muchos casos los detalles históricos que las rodean. Se puede observar que las dos salas Egaña (denominadas así en recuerdo del distinguido académico Enrique Egaña, Profesor de la Cátedra Extraordinaria de Fisiopatología, que las utilizó como emplazamiento de su recordado Laboratorio de Medicina Experimental (Figura 2)), la sala ocupada por la Escuela de Nutrición y un edificio parcialmente derruido que alguna vez ocupó el Laboratorio de Patología Experimental de la Facultad de Odontología (aún hoy existe una placa en su entrada con algunas letras que recuerdan su pasado), son probablemente de una época bastante antigua y tal vez representen restos del Hospital San Vicente de Paul. Pero, ¿a cuáles secciones específicas del edificio original correspondían? Esta pregunta fue la base que inspiró el presente trabajo.
Figura 2. Sala Egaña 1 en la actualidad (antigua sala San Miguel). El frente de la sala Egaña 1 se observa claramente al centro de la fotografía y el Instituto de Anatomía Patológica se observa a la derecha. La Sala Egaña 2 (antigua sala Mercedes) no se alcanza a observar en la fotografía, pero conserva la misma estructura que la Sala 1 y sus frentes son muy semejantes (dicha Sala 2 se encuentra 10 m a la derecha de la Sala Egaña 1). La mitad norte aún conservada de la Sala Santo Domingo de 1901, actualmente Escuela de Nutrición, se encuentra a la izquierda de la Sala Egaña 1 en la fotografía.
Decidimos enfrentar tal desafío histórico e investigar si las dos salas Egaña, la Escuela de Nutrición y el antiguo edificio de Odontología fueron realmente parte del Hospital San Vicente de Paul. Para ello, conseguimos planos del antiguo hospital en el Museo de Historia de la Medicina de la Facultad de Medicina (plano levantado en 1901), planos de la actual Facultad de Medicina (para comparar tuvimos que ampliar ambos planos a una misma escala), y realizamos numerosas mediciones en terreno de los edificios existentes. Comparando los planos mencionados más arriba, pudimos observar que las dos salas Egaña actuales y el edificio ocupado por la Escuela de Nutrición, se correspondían casi exactamente con las últimas tres salas de la fila norte de la sección de hombres. El edificio actual de nutrición correspondía sólo a la mitad norte de su sala original. Estas salas tenían por nombre: Santo Domingo (antepenúltima), San Miguel (penúltima) y Mercedes (última). Los nombres de las salas de esta misma fila norte en 1901 eran los siguientes (sentido poniente-oriente): del Carmen, San Eulojio, San Carlos, Dolores, San Emeterio, San Jenaro, San José, Santo Domingo, San Miguel y Mercedes. Los nombres de las salas de la fila sur eran: San Vicente de Paul, San Federico, San Antonio, San Gregorio, Rosario, San Benjamín, San Blas, San Joaquín, San Rufino y Santa Ana. Dados el deterioro del plano de 1901 y nuestro deseo de publicar un plano del Hospital San Vicente mostrando los detalles más arriba expuestos, decidimos incluir un plano conservado en perfectas condiciones y publicado en una obra en francés en 1889, por el destacado profesor de Obstetricia y Terapéutica de nuestra antigua Escuela de Medicina de calle San Francisco, Dr. Adolfo Murillo5,7 (Figura 3). Es importante destacar que los nombres asignados aquí a cada una de las salas derivan del plano de 1901, ya que no son idénticos a los expuestos en el plano de 1889. La fila que presenta cambios es la fila norte (la fila sur conserva sus nombres). Sin embargo, casi todos los cambios de esta fila tienen una clara correspondencia entre ambos planos. Por ejemplo, las salas Notre-Dame Des Douleurs o Notre-Dame du Rosaire, del plano utilizado por el Dr. Murillo, presentan clara correspondencia con las salas del Rosario y Dolores del plano de 1901. Por otra parte, la sala Notre-Dame (Nuestra Señora) de 1889 podría corresponder perfectamente a la Sala («Nuestra Señora») del Carmen del plano, de 1901. Las Salas St-Dominique y St-Joseph corresponden a las Salas Santo Domingo y San José, pero están invertidas en su orden en el plano de 1901. El único cambio significativo es la Sala St-Raimond del plano exhibido por el Dr. Murillo, que tiene por nombre Sala San Jenaro en el plano de 1901. Los 12 años que separan a ambos planos pueden explicar esta discrepancia. Por otra parte, el antiguo edificio ocupado por una cátedra de odontología se corresponde casi perfectamente con la parte norte del edificio de la lavandería del Hospital San Vicente.
Figura 3. Plano de la sección de hombres del Hospital San Vicente de Paul. Este plano fue publicado originalmente en una obra en francés por el Dr. Adolfo Murillo, Profesor Titular de Terapéutica y Obstetricia de la antigua Escuela de Medicina de calle San Francisco en 18895. Las construcciones identificadas en este trabajo que aún permanecen en pie se muestran destacadas en gris (excepto la capilla) © 2006. Museo Nacional de Medicina. Facultad de Medicina, Universidad de Chile.
Para corroborar los hallazgos que nos sugerían los planos, decidimos realizar mediciones en terreno. Cada sala presentó un ancho externo de 10 m y una separación de la sala adyacente por un espacio de 10 m (exactamente como lo indica el plano de 1901). Las medidas internas de las salas Egaña fueron: largo de 26 m; ancho de 8 m y alto de 6 m (ver medidas mencionadas más arriba). Las salas actuales tienen 5 ventanas por lado, al igual que las salas originales. La puerta sur que se conserva en la penúltima sala (San Miguel) tiene las mismas dimensiones que la descrita más arriba (ésta es la única puerta conservada, pues las otras fueron clausuradas). Además, cada sala tiene varios respiraderos en forma de cruz de malta ubicados en la parte superior de sus murallas laterales, tal como lo atestiguan las fotografías existentes del antiguo hospital. Cada muralla tiene una base de ladrillo de 1,8 m de altura, correspondiendo los 4,2 m superiores a una construcción de adobe. Se conservan además algunas porciones embaldosadas de los pasillos que había frente a la sala San Miguel, Mercedes y lavandería. Tomamos además medidas de las dimensiones y la ubicación del edificio antiguo de Odontología en relación a diferentes hitos (capilla, edificio de la OFEM, calle Profesor Alberto Zañartu, auditorio Lucas Sierra, salas Egaña, etc.) y las comparamos con las medidas deducidas del plano de 1901. Estos últimos resultados sugieren fuertemente que el edificio actual existente corresponde a la sección norte de la antigua lavandería. En resumen, los resultados obtenidos en este trabajo indican que, aparte de la capilla, aún permanecen intactas dos salas y media y parte del edificio de la lavandería del antiguo Hospital San Vicente de Paul.
Es destacable que las construcciones que aún subsisten corresponden a la sección más antigua de dicho hospital (sección de hombres), cuya construcción data de 1872. La sección de mujeres tenía una orientación perpendicular a la sección de hombres y su frontis miraba a Avenida Zañartu. En el espacio rectangular comprendido entre ambas secciones (al norte de la sección de hombres y al poniente de la sección de mujeres), estaba localizado el edificio de la Escuela de Medicina, construida en 1889, bajo el gobierno del Presidente José Manuel Balmaceda (1886-1891)8. Las salas de este hospital participaron activamente de las acciones derivadas de la Guerra del Pacífico y de la Revolución de 1891. Ellas cobijaron a prisioneros bolivianos y peruanos durante la Guerra del Pacífico y en agosto de 1891 acogieron casi 2.000 heridos de las sangrientas batallas de Concón y Placilla1. En estas salas trabajaron médicos ilustres, tales como José Joaquín Aguirre, Vicente Izquierdo, Federico Puga Borne, Exequiel González Cortés, Manuel Barros Borgoño, Lucas Sierra, Roberto del Río, entre otros próceres de nuestra medicina. El Hospital San Vicente tuvo una larga vida de casi 80 años, forjando muchas generaciones de médicos que establecieron las bases de la llamada Edad de Oro de la medicina chilena6. En 1952 fue inaugurado el Hospital Clínico José Joaquín Aguirre, cuya construcción se remonta a 1936 (durante el segundo gobierno de don Arturo Alessandri Palma: 1932-1938), siendo la obra paralizada en 1939 por diversos motivos y reiniciada sólo en 1944. A causa de esto, el antiguo Hospital San Vicente tuvo que ser demolido, sin embargo, algunas construcciones resistieron el embate de la modernidad y hoy se alzan incólumes como testigos de un pasado glorioso. No debemos olvidar que debido al dantesco incendio que afectó a la Escuela de Medicina el 2 de diciembre de 1948, varias cátedras que no emigraron al edificio del antiguo Instituto de Higiene (1892-1929) y luego Instituto Bacteriológico (1929-1980) (dicho edificio localizado en aquel entonces en calle General Borgoño 1470 fue abandonado al trasladarse el Instituto Bacteriológico a su nueva ubicación en calle Maratón durante 1948-1950), tales como la Cátedra de Biología, la de Fisiología, y otras, encontraron refugio en algunas salas clínicas y auditorios de la sección mujeres del antiguo Hospital San Vicente, manteniéndose allí por casi dos décadas. Nuestra facultad aún no ha agradecido este hermoso gesto de solidaridad. Nunca será demasiado tarde para ello.
Figura 4. Patio interior del Hospital San Vicente de Paul. Se pueden observar al fondo las obras de construcción del Hospital José Joaquín Aguirre. ©2006. Museo Nacional de Medicina, Facultad de Medicina, Universidad de Chile.
Esperamos que este trabajo estimule a las actuales generaciones médicas a conocer sus raíces e inspire en nuestras autoridades el deseo de realizar los esfuerzos que sean necesarios para conservar este maravilloso patrimonio histórico. Nuestra Facultad de Medicina y nuestro Hospital Clínico José Joaquín Aguirre se alzan y aplauden solemnes su postrero tributo a su olvidado padre histórico, el Hospital San Vicente de Paul.
REFERENCIAS
1. Laval E. Apuntes para la Historia del Hospital San Vicente de Paul. Anales Chilenos de Historia de la Medicina. Años 14 y 15, 1972-1973; 119-160. [ Links ]
2. Laval E. Los treinta primeros años del Hospital del Salvador de Santiago. Anales Chilenos de Historia de la Medicina. Año 13, 1971; 13-65. [ Links ]
3. Costa-Casaretto C. Dos Hospitales de Santiago por colecta pública: El Salvador y el San Vicente de Paul. Rev Méd Chile 1990; 118: 932-41. [ Links ]
4. Otaíza E. Fundación del Hospital del Salvador: sus primeros cincuenta años. Rev Méd Chile 1997; 125: 623-9. [ Links ]
5. Murillo A. Hygiene et Assistance Publique au Chili. Exposition Universelle de Paris, 1889. [ Links ]
6. Cruz-Coke R. Historia de la Medicina Chilena. Editorial Andrés Bello, Primera Edición, Santiago de Chile, 1995. [ Links ]
7. Orrego Luco A. Recuerdos de la Escuela. Editorial Francisco de Aguirre S.A., Buenos Aires, Argentina, 1976. [ Links ]
8. Costa-Casaretto C. Nonagésimo Aniversario de la Escuela de Medicina de la Avenida Independencia. Rev Méd Chile 1979; 761: 761-70. [ Links ]
Agradecimientos
Debemos agradecer al Museo de Historia de la Medicina, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, a su personal, especialmente a Karen Fredes y su curador Andrés Díaz Caballero. Su inestimable ayuda y excelente disposición para facilitar los documentos, fotografías y planos del antiguo Hospital San Vicente de Paul, nos permitieron realizar este trabajo.
Recibido el 1 de diciembre, 2006. Aceptado el 21 de diciembre, 2006.
Correspondencia a: Dr. Carlos G. Osorio. Fono: 9786902. Santiago, Chile. E mail: gonosorio@med.uchile.cl
HISTORIA DEL ANTIGUO HOSPITAL SAN JOSÉ
patrimoniocultural.minsal.cl/histo_estable.html
HISTORIA DEL ANTIGUO HOSPITAL SAN JOSÉ
(Ex Lazareto del Salvador)
El origen del Antiguo Hospital San José data de 1875. Construido como Lazareto del Salvador, fue testigo y antiguo escenario de la historia de la Salud Pública en Chile y de la lucha contra las epidemias y la tuberculosis.
Origen de los Lazaretos
Chile padeció pestes mortales entre los siglos XVI y XIX., que comenzó con una epidemia de viruela que asoló en 1554, una congregación indígena araucana, dejando su población original de 11.000 habitantes al cabo de dos años, reducida a sólo 100 sobrevivientes.
La repetición periódica de estas epidemias cada 3 o 4 años, motivaron el nacimiento de los primitivos centros asistenciales para tratamiento y aislamiento, a lo largo de todo el país, funcionando como centros temporales o accidentales y luego permanentes con la denominación de “Lazaretos”.
El Lazareto del Salvador
El Lazareto del Salvador es resultado de las construcciones que se inician en 1871 para enfrentar este devastador panorama. A esto se suma la insuficiencia de los hospitales que , frente a las epidemias, deben quintuplicar sus atenciones, por lo cual fue necesario crear establecimientos de apoyo, de los cuales el más importante fue el Lazareto del Salvador, luego llamado Hospital San José. La epidemia de 1872 obligó a ocupar este establecimiento, que no estaba terminado, por no haber espacios disponibles en ningún otro lugar aislado.
La ubicación del Hospital San José junto al cementerio, no es una casualidad. En esa época se temía ubicarlo en cualquier barrio donde terminara contagiando a gente sana y por lo tanto, se localizó ahí, con puertas de acceso directo al cementerio porque los enfermos de cólera y viruela eran prácticamente desahuciados. Por otra parte, careciendo de muchas alternativas, fue el Cementerio General el que ofreció parte de sus terrenos para este nuevo lazareto.
Ubicación “Sanitaria”
Su localización, en el sector Norte de Santiago, sitúa a este establecimiento en el epicentro de la historia de la medicina chilena. Además del Hospital San Vicente de Paul, que comenzó parcialmente a funcionar en 1874 y que representa el mayor esfuerzo de la época, en 1889 se instala la Escuela de Medicina en la Avenida Independencia, trasladándose a esta, las cátedras del Hospital San Juan de Dios.
El Hospital Clínico de la Universidad de Chile con el nombre de José Joaquín Aguirre, el Policlínico del Servicio de Seguro Social, el Instituto de hIgiene, el Instituto de Oncología Dr. Caupolicán Pardo Correa y el Instituto Médico Legal, entre otros, se fueron sumando a lo largo del siglo XX hasta hacer de la comuna de Independencia, el barrio de la medicina.
Características de la Arquitectura Hospitalaria de la Época
Hacia fines del siglo IXX, jóvenes graduados de la Escuela de Medicina eran enviados a perfeccionarse en Europa y varios de ellos, especialmente los becados del Dr. José Joaquín Aguirre descubren la aparición de una arquitectura muy influenciada por los nuevos descubrimientos de Louis Pasteur: el conocimiento de la infección, del contagio, de la asepsia y del incremento que desde ese momento tomó la cirugía gracias a la ayuda eficaz de la anestesia, descubierta años antes, junto con revolucionar la medicina, revolucionaron la arquitectura.
Las salas se orientan para lograr sol y buena ventilación. Aparece la división y el aislamiento; la distinción entre cirugía y medicina toman importancia. Los planos hospitalarios se proyectan en relación a un concepto de función; cambian los estilos.
Generalmente eran hospitales para enfermos de el mismo sexo. Cuando eran para los dos, se tomaban toda clase de precauciones: pesadas puertas de fierro, murallas, divisiones para evitar los peligros que la mezcla de sexos pudiera traer.
La relación del Lazareto con las epidemias
Como consecuencia de la epidemia de “cólera morbus” que azotó a Santiago en 1887, el Lazareto de San José dejó de ser un lugar de desahogo para transformarse en una institución formal y estable que nuevamente se entregó a la filantropía, quedando a cargo de la Junta de Beneficencia.
Es muy probable, dicen los historiadores, que por su condición de lazareto, se adelantaran las obras en los años de las pestes, para luego dejarlo en cierto abandono hasta la crisis siguiente, tal como sucedía con los tajamares del Río Mapocho y sus inundaciones, en la misma época.
La labor de las Hermanas de la Caridad
Atendido por las Hermanas de la Caridad, este Lazareto al igual que todos los centros de infecto-contagiosos de la época, fue asumido por monjas, cuyo aporte fue muy valioso por cuanto arriesgaban su vida a diario. Ellas mismas llevaban los libros de hospitalizaciones, sencillo registro donde daban cuenta del destino de cada uno de los internados. Ellas fueron parte central de esta etapa de la historia.
Careciendo de mayores remedios, entraba la víctima de cólera o viruela, encomendándose a la imagen de San José, en el acceso ( hoy en el nuevo Hospital), imagen para la cual los familiares dejaban velas y flores para que el santo protegiera al enfermo, siendo las monjas la protección visible.
Su rol en la tuberculosis
Desde 1897 el lugar destina 80 camas a tuberculosis, enfermedad que llena páginas de medicina de la época en todo el mundo occidental. En sus comienzos, en este lugar se trató con remedios que incluían preparados tradicionales, a base de eucaliptus y guayacol.
Hasta 1929, los enfermos tuberculosos en salas donde compartían con pacientes con otras enfermedades crónicas y contagiosas. Ese año reorganiza, transforma y moderniza su vieja estructura, dedicando exclusivamente su atención a la patología tuberculosa, creándose los Servicios de Tisiomedicina, Radiología, Anatomía Patológica, Cirugía y Laboratorio.
La actividad del San José en torno a la tuberculosis significará que sus propios médicos funden en 1930 la Sociedad de Tisiología, institución que por largos años fue la contraparte chilena para presentar ponencias en congresos mundiales, además de cumplir ser rectora y patrocinadora de la investigación, prevención y tratamiento de la enfermedad.
Junto con crearse la cátedra de tisiología en la Facultad de Medicina en 1934, surge al año siguiente la primera revista especializada sobre esta materia que fue obra e inspiración de los médicos del San José.
En este hospital se vivieron primero las peores crisis de tuberculosis, llegando a tener 400 camas, pero también fue protagonista del triunfo final sobre la enfermedad.. En 1938, el Dr. Víctor Sierra inicia la inmunización con BBC inyectable. Más adelante el profesor Armando Alonso Vial introduce la cirugía resectiva pulmonar. En 1954 el tratamiento quimioterápico se hace obligatorio por sus resultados. Finalmente, se produce un descenso de la mortalidad de la tuberculosis.
Pioneros en Cirugía
Los procedimientos quirúrgicos iniciados en Europa a fines del siglo pasado como la Toracoplastía en 1885 y la Colapsoterapia en 1892, se cuentan entre las primeras y nacientes actividades de este Hospital cuando el Dr. Manuel Moreno practica el primer Pneumotorax Terapéutico o Artificial en Diciembre de 1914.
A esta intervención quirúrgica se fueron sumando otras tales como: pleurólisis, frenoparálisis,toracoplastías en sus distintas variantes, colapsos de interposición, destacándose este Hospital como líder destacado y brillante de la cirugía de Tórax. En esa época, el Hospital fue sin dudas, la cuna y el principal centro formador de muchas generaciones de neumotisiólogos y cirujanos toráxicos.
Historia más actual
Entre los años 1960 a 1970, el Hospital San José se plantea como un Hospital General y en la década del 80 asume la función de Hospital Base del área Metropolitana Norte. Estuvo en funciones hasta agosto de 1999, y sus funcionarios se trasladaron a el nuevo Hospital construido al frente.
Frente a la posibilidad de que este espacio histórico tuviera sentido y no pasara al olvido, un grupo de funcionarios y amigos del Hospital San José se organizan y trabajan para tramitar la declaración de Monumento Histórico, al menos de una parte del Hospital.
Esto está cargo del Dr. Miguel Angel Rojas y Sra. Alejandra Delgado, periodista del Hospital San José, iniciativa que es apoyada ampliamente por el Director del Servicio de Salud Norte de la época, Dr. Patricio Hevia, quien el 29 de Octubre de ese año, envía la solicitud correspondiente y propuesta de área afecta a declaración de Monumento Nacional, y finalmente el 27 de Diciembre de 1999, el Ministerio de Educación declara Monumento Histórico a este hospital, considerando entre otras características “que por su valores arquitectónicos y por el legado histórico de este edificio, al ser parte de la memoria de la salud en Chile, amerita su protección,....”
Alianzas Estratégicas
El Dr . Hevia acoge la iniciativa de recuperar este valioso conjunto y nombra como encargados del proyecto al Dr. Miguel Angel Rojas y Marina Zolotoochin., incorporándose como equipo de trabajo, diversos organismos e instituciones que apoyan esta idea, entre los cuales están Pablo Brodsky de la División de Cultura del Ministerio de Educación, cuya dirección estaba a cargo de Claudio Di Girólamo, con quienes se suscribe un convenio de cooperación. Por su parte Jorge Montealegre, periodista y poeta, del Servicio de Salud Norte ya había desarrollado la idea-fuerza de ejecutar en este inmueble el concepto Arte- Cultura- Salud.
Por otra parte, la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Santiago, bajo la tuición del arquitecto Juan Cristián Amenábar, académico de esa escuela. formula una propuesta de recuperación de una parte del antiguo Hospital San José,.
Además, se establece un convenio con la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas suscrito por su Directora, Sra, Ivania Goles, de asesoría en gestión técnica para la ejecución, donde trabajan destacadamente las arquitectas, Mimi Massone y Mireya Danilo.
Fue tan exitosa la acogida del proyecto ligado a la cultura y patrimonio, que permitió ampliarse al resto del Hospital y hacer una propuesta de gestión patrimonial, basada en la reutilización de los espacios inmuebles, a fin de continuar prestando servicios a las personas. Con este objetivo, se entrega en comodato a diferentes instituciones que prestan servicio a la comunidad a través de proyectos sociales sin fines de lucro y creando la “Comunidad Antiguo Hospital San José, que está caracterizada por la diversidad de sus componentes.
Estas instituciones son Corporación de Amigos Hospital Roberto del Río ( COAR), Servicio Evangélico para el desarrollo ( SEPADE); Club de la República, Hogar de Cristo, Universidad de Santiago, Centro de Estudios para la Calidad de Vida ( CECV).
Posteriormente el año 2000, se instala una Comisión Asesora de Patrimonio Cultural del Ministerio de Salud, cuyo Secretario Ejecutivo es el Dr. Patricio Hevia y que se consolida a partir de Agosto de 2003, como Unidad de Patrimonio Cultural de la Salud.
Objetivos
1.- Crear un espacio cultural vinculado a la salud, a fin de desarrollar el concepto Arte-Cultura- Salud.
2.- Crear un espacio para actividades culturales de grupos estables del Ministerio de Educación, de Salud y otros
3.- Crear un centro de Eventos que ponga a disposición de entidades públicas, privadas y a la comunidad en general, salas del tipo multipropósito para la realización de congresos, seminarios y otras formas de encuentro..
4.- Crear un Museo de la Medicina, con recreación de ambientes que incluyan mobiliario, instrumental, vestuario, libros etc..
HISTORIA DEL ANTIGUO HOSPITAL SAN JOSÉ
(Ex Lazareto del Salvador)
El origen del Antiguo Hospital San José data de 1875. Construido como Lazareto del Salvador, fue testigo y antiguo escenario de la historia de la Salud Pública en Chile y de la lucha contra las epidemias y la tuberculosis.
Origen de los Lazaretos
Chile padeció pestes mortales entre los siglos XVI y XIX., que comenzó con una epidemia de viruela que asoló en 1554, una congregación indígena araucana, dejando su población original de 11.000 habitantes al cabo de dos años, reducida a sólo 100 sobrevivientes.
La repetición periódica de estas epidemias cada 3 o 4 años, motivaron el nacimiento de los primitivos centros asistenciales para tratamiento y aislamiento, a lo largo de todo el país, funcionando como centros temporales o accidentales y luego permanentes con la denominación de “Lazaretos”.
El Lazareto del Salvador
El Lazareto del Salvador es resultado de las construcciones que se inician en 1871 para enfrentar este devastador panorama. A esto se suma la insuficiencia de los hospitales que , frente a las epidemias, deben quintuplicar sus atenciones, por lo cual fue necesario crear establecimientos de apoyo, de los cuales el más importante fue el Lazareto del Salvador, luego llamado Hospital San José. La epidemia de 1872 obligó a ocupar este establecimiento, que no estaba terminado, por no haber espacios disponibles en ningún otro lugar aislado.
La ubicación del Hospital San José junto al cementerio, no es una casualidad. En esa época se temía ubicarlo en cualquier barrio donde terminara contagiando a gente sana y por lo tanto, se localizó ahí, con puertas de acceso directo al cementerio porque los enfermos de cólera y viruela eran prácticamente desahuciados. Por otra parte, careciendo de muchas alternativas, fue el Cementerio General el que ofreció parte de sus terrenos para este nuevo lazareto.
Ubicación “Sanitaria”
Su localización, en el sector Norte de Santiago, sitúa a este establecimiento en el epicentro de la historia de la medicina chilena. Además del Hospital San Vicente de Paul, que comenzó parcialmente a funcionar en 1874 y que representa el mayor esfuerzo de la época, en 1889 se instala la Escuela de Medicina en la Avenida Independencia, trasladándose a esta, las cátedras del Hospital San Juan de Dios.
El Hospital Clínico de la Universidad de Chile con el nombre de José Joaquín Aguirre, el Policlínico del Servicio de Seguro Social, el Instituto de hIgiene, el Instituto de Oncología Dr. Caupolicán Pardo Correa y el Instituto Médico Legal, entre otros, se fueron sumando a lo largo del siglo XX hasta hacer de la comuna de Independencia, el barrio de la medicina.
Características de la Arquitectura Hospitalaria de la Época
Hacia fines del siglo IXX, jóvenes graduados de la Escuela de Medicina eran enviados a perfeccionarse en Europa y varios de ellos, especialmente los becados del Dr. José Joaquín Aguirre descubren la aparición de una arquitectura muy influenciada por los nuevos descubrimientos de Louis Pasteur: el conocimiento de la infección, del contagio, de la asepsia y del incremento que desde ese momento tomó la cirugía gracias a la ayuda eficaz de la anestesia, descubierta años antes, junto con revolucionar la medicina, revolucionaron la arquitectura.
Las salas se orientan para lograr sol y buena ventilación. Aparece la división y el aislamiento; la distinción entre cirugía y medicina toman importancia. Los planos hospitalarios se proyectan en relación a un concepto de función; cambian los estilos.
Generalmente eran hospitales para enfermos de el mismo sexo. Cuando eran para los dos, se tomaban toda clase de precauciones: pesadas puertas de fierro, murallas, divisiones para evitar los peligros que la mezcla de sexos pudiera traer.
La relación del Lazareto con las epidemias
Como consecuencia de la epidemia de “cólera morbus” que azotó a Santiago en 1887, el Lazareto de San José dejó de ser un lugar de desahogo para transformarse en una institución formal y estable que nuevamente se entregó a la filantropía, quedando a cargo de la Junta de Beneficencia.
Es muy probable, dicen los historiadores, que por su condición de lazareto, se adelantaran las obras en los años de las pestes, para luego dejarlo en cierto abandono hasta la crisis siguiente, tal como sucedía con los tajamares del Río Mapocho y sus inundaciones, en la misma época.
La labor de las Hermanas de la Caridad
Atendido por las Hermanas de la Caridad, este Lazareto al igual que todos los centros de infecto-contagiosos de la época, fue asumido por monjas, cuyo aporte fue muy valioso por cuanto arriesgaban su vida a diario. Ellas mismas llevaban los libros de hospitalizaciones, sencillo registro donde daban cuenta del destino de cada uno de los internados. Ellas fueron parte central de esta etapa de la historia.
Careciendo de mayores remedios, entraba la víctima de cólera o viruela, encomendándose a la imagen de San José, en el acceso ( hoy en el nuevo Hospital), imagen para la cual los familiares dejaban velas y flores para que el santo protegiera al enfermo, siendo las monjas la protección visible.
Su rol en la tuberculosis
Desde 1897 el lugar destina 80 camas a tuberculosis, enfermedad que llena páginas de medicina de la época en todo el mundo occidental. En sus comienzos, en este lugar se trató con remedios que incluían preparados tradicionales, a base de eucaliptus y guayacol.
Hasta 1929, los enfermos tuberculosos en salas donde compartían con pacientes con otras enfermedades crónicas y contagiosas. Ese año reorganiza, transforma y moderniza su vieja estructura, dedicando exclusivamente su atención a la patología tuberculosa, creándose los Servicios de Tisiomedicina, Radiología, Anatomía Patológica, Cirugía y Laboratorio.
La actividad del San José en torno a la tuberculosis significará que sus propios médicos funden en 1930 la Sociedad de Tisiología, institución que por largos años fue la contraparte chilena para presentar ponencias en congresos mundiales, además de cumplir ser rectora y patrocinadora de la investigación, prevención y tratamiento de la enfermedad.
Junto con crearse la cátedra de tisiología en la Facultad de Medicina en 1934, surge al año siguiente la primera revista especializada sobre esta materia que fue obra e inspiración de los médicos del San José.
En este hospital se vivieron primero las peores crisis de tuberculosis, llegando a tener 400 camas, pero también fue protagonista del triunfo final sobre la enfermedad.. En 1938, el Dr. Víctor Sierra inicia la inmunización con BBC inyectable. Más adelante el profesor Armando Alonso Vial introduce la cirugía resectiva pulmonar. En 1954 el tratamiento quimioterápico se hace obligatorio por sus resultados. Finalmente, se produce un descenso de la mortalidad de la tuberculosis.
Pioneros en Cirugía
Los procedimientos quirúrgicos iniciados en Europa a fines del siglo pasado como la Toracoplastía en 1885 y la Colapsoterapia en 1892, se cuentan entre las primeras y nacientes actividades de este Hospital cuando el Dr. Manuel Moreno practica el primer Pneumotorax Terapéutico o Artificial en Diciembre de 1914.
A esta intervención quirúrgica se fueron sumando otras tales como: pleurólisis, frenoparálisis,toracoplastías en sus distintas variantes, colapsos de interposición, destacándose este Hospital como líder destacado y brillante de la cirugía de Tórax. En esa época, el Hospital fue sin dudas, la cuna y el principal centro formador de muchas generaciones de neumotisiólogos y cirujanos toráxicos.
Historia más actual
Entre los años 1960 a 1970, el Hospital San José se plantea como un Hospital General y en la década del 80 asume la función de Hospital Base del área Metropolitana Norte. Estuvo en funciones hasta agosto de 1999, y sus funcionarios se trasladaron a el nuevo Hospital construido al frente.
Frente a la posibilidad de que este espacio histórico tuviera sentido y no pasara al olvido, un grupo de funcionarios y amigos del Hospital San José se organizan y trabajan para tramitar la declaración de Monumento Histórico, al menos de una parte del Hospital.
Esto está cargo del Dr. Miguel Angel Rojas y Sra. Alejandra Delgado, periodista del Hospital San José, iniciativa que es apoyada ampliamente por el Director del Servicio de Salud Norte de la época, Dr. Patricio Hevia, quien el 29 de Octubre de ese año, envía la solicitud correspondiente y propuesta de área afecta a declaración de Monumento Nacional, y finalmente el 27 de Diciembre de 1999, el Ministerio de Educación declara Monumento Histórico a este hospital, considerando entre otras características “que por su valores arquitectónicos y por el legado histórico de este edificio, al ser parte de la memoria de la salud en Chile, amerita su protección,....”
Alianzas Estratégicas
El Dr . Hevia acoge la iniciativa de recuperar este valioso conjunto y nombra como encargados del proyecto al Dr. Miguel Angel Rojas y Marina Zolotoochin., incorporándose como equipo de trabajo, diversos organismos e instituciones que apoyan esta idea, entre los cuales están Pablo Brodsky de la División de Cultura del Ministerio de Educación, cuya dirección estaba a cargo de Claudio Di Girólamo, con quienes se suscribe un convenio de cooperación. Por su parte Jorge Montealegre, periodista y poeta, del Servicio de Salud Norte ya había desarrollado la idea-fuerza de ejecutar en este inmueble el concepto Arte- Cultura- Salud.
Por otra parte, la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Santiago, bajo la tuición del arquitecto Juan Cristián Amenábar, académico de esa escuela. formula una propuesta de recuperación de una parte del antiguo Hospital San José,.
Además, se establece un convenio con la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas suscrito por su Directora, Sra, Ivania Goles, de asesoría en gestión técnica para la ejecución, donde trabajan destacadamente las arquitectas, Mimi Massone y Mireya Danilo.
Fue tan exitosa la acogida del proyecto ligado a la cultura y patrimonio, que permitió ampliarse al resto del Hospital y hacer una propuesta de gestión patrimonial, basada en la reutilización de los espacios inmuebles, a fin de continuar prestando servicios a las personas. Con este objetivo, se entrega en comodato a diferentes instituciones que prestan servicio a la comunidad a través de proyectos sociales sin fines de lucro y creando la “Comunidad Antiguo Hospital San José, que está caracterizada por la diversidad de sus componentes.
Estas instituciones son Corporación de Amigos Hospital Roberto del Río ( COAR), Servicio Evangélico para el desarrollo ( SEPADE); Club de la República, Hogar de Cristo, Universidad de Santiago, Centro de Estudios para la Calidad de Vida ( CECV).
Posteriormente el año 2000, se instala una Comisión Asesora de Patrimonio Cultural del Ministerio de Salud, cuyo Secretario Ejecutivo es el Dr. Patricio Hevia y que se consolida a partir de Agosto de 2003, como Unidad de Patrimonio Cultural de la Salud.
Objetivos
1.- Crear un espacio cultural vinculado a la salud, a fin de desarrollar el concepto Arte-Cultura- Salud.
2.- Crear un espacio para actividades culturales de grupos estables del Ministerio de Educación, de Salud y otros
3.- Crear un centro de Eventos que ponga a disposición de entidades públicas, privadas y a la comunidad en general, salas del tipo multipropósito para la realización de congresos, seminarios y otras formas de encuentro..
4.- Crear un Museo de la Medicina, con recreación de ambientes que incluyan mobiliario, instrumental, vestuario, libros etc..
Centro Patrimonial del antiguo Hospital San José
http://www.recoletaciudadana.cl/
Escrito por Elba Figueroa Villegas, 19-06-2008 14:27
Publicado en: CCIMA, Noticias CCIMA
Entrada Hospital San José
Para muchos recoletanos el antiguo Hospital San José les puede traer muchas emociones y sentimientos encontrados, tal vez no todos conocen su trayectoria tan ligada a nuestra comuna, que aunque es el límite de ella, pertenece a la comuna de Independencia.
Hoy funciona en sus dependencias el Centro de estudios para la calidad de vida (CECV), una corporación privada sin fines de lucro creada en 1995, su quehacer está orientado al desarrollo de proyectos que dicen relación con el mejoramiento de la calidad de vida de las personas.
Jardines con la flor de la pluma
Pileta con vista al interior
Un proyecto emblemático es el mandato de la Dirección del Servicio de Salud Metropolitano Norte, de crear un centro Cultural, en torno a Arte-Cultura-Salud,en los espacios Patrimoniales del antiguo Hospital San José, entregados en comodato a la corporación.
La CECV (Corporación Centro de Estudios para la calidad de vida), fue creada con el propósito de desarrollar estudios ,consultorías, asesorías y acciones que tengan que ver con mejorar la calidad de vida de las personas o agrupaciones de éstas, en todos los ámbitos de la vida social,creando centros culturales, de encuentro y reflexión, de capacitación y prestar a las organizaciones sociales, ayuda económica, técnica y profesional.
Sala de pacientes
La Historia del Hospital San José, comienza en 1872, cuando se produjo una gran epidemia en Chile, que obligó a ocupar dicho establecimiento , que no estaba terminado, por no haber espacios disponibles en ningún otro lugar aislado. La ubicación del Hospital ,junto al Cementerio General, no es casualidad, en esa época se temía ubicarlo en cualquier barrio donde terminara contagiando a gente sana y por lo tanto, se localizó ahí con puertas de acceso directo al Cementerio, porque los enfermos de cólera y viruela eran prácticamente desahuciados.
Por otra parte careciendo de muchas alternativas, fué el Cementerio General el que ofreció parte de sus terrenos para este nuevo Lazareto, atendido por las HERMANAS DE CARIDAD, este Lazareto al igual que todos los centros de infecto-contagiosos de la época, fué asumido por monjas, cuyo aporte fué muy valioso, por cuanto arriesgaban su vida a diario. Careciendo de mayores remedios, entraba la víctima de cólera o viruela, encomendándose a la imágen de San José, en el acceso (hoy ubicada en el nuevo Hospital), como también en la hermosa gruta, lugares donde los familiares dejaban velas y flores para que este santo y la virgen protegiera al enfermo, siendo las monjas la protección visible.
Galería con los jardines
Su localización, en el sector Norte de Santiago, sitúa a este establecimiento en el epicentro de la historia de la medicina chilena. Además del Hospital San Vicente de Paul, que comenzó parcialmente a funcionar en 1874. En 1889 se instala la escuela de medicina en la Avenida Independencia, trasladándose a esta, las cátedras del Hospital San Juan de Dios. El Hospital San José estuvo en funciones hasta Agosto de 1999 y sus funcionarios se trasladaron al nuevo Hospital,construído al frente.
Se recupera este valioso conjunto, desarrollando en este inmueble el concepto de ARTE-CULTURA-SALUD
Existen cursos y talleres de yoga, dispone de amplios salones para eventos, manifestaciones etc. Una capilla que data del siglo diecinueve. Funcionan doce entidades distintas está el Hogar de Cristo, Paréntesis que pertenece a la Universidad de Santiago, CECV, CETRAM, Servicio de Salud Metropolitano Norte, Jardín Infantil ,Centro Cultural Baldomero Lillo con folklore, Patrimonio Cultural, Club de la República, una parte de la Institución del Cáncer, el COAR (corporación de acogida del Roberto del Río), grupo de alcohólicos anónimos, otros.
Puerta de la capilla
Escultura al interior
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Corredor Purísima - Hospital San José (Antiguo), Santiago - Chile
Aldo Ricardo Silva Fernández
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TVN
Microdocumental: La historia del San José
Mitos y leyendas
07-01-2009 0:00:00
http://programas.tvn.cl/eljuegodelmiedo/2009/videos.aspx?IdC=31845
VER VIDEO
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Escrito por Elba Figueroa Villegas, 19-06-2008 14:27
Publicado en: CCIMA, Noticias CCIMA
Entrada Hospital San José
Para muchos recoletanos el antiguo Hospital San José les puede traer muchas emociones y sentimientos encontrados, tal vez no todos conocen su trayectoria tan ligada a nuestra comuna, que aunque es el límite de ella, pertenece a la comuna de Independencia.
Hoy funciona en sus dependencias el Centro de estudios para la calidad de vida (CECV), una corporación privada sin fines de lucro creada en 1995, su quehacer está orientado al desarrollo de proyectos que dicen relación con el mejoramiento de la calidad de vida de las personas.
Jardines con la flor de la pluma
Pileta con vista al interior
Un proyecto emblemático es el mandato de la Dirección del Servicio de Salud Metropolitano Norte, de crear un centro Cultural, en torno a Arte-Cultura-Salud,en los espacios Patrimoniales del antiguo Hospital San José, entregados en comodato a la corporación.
La CECV (Corporación Centro de Estudios para la calidad de vida), fue creada con el propósito de desarrollar estudios ,consultorías, asesorías y acciones que tengan que ver con mejorar la calidad de vida de las personas o agrupaciones de éstas, en todos los ámbitos de la vida social,creando centros culturales, de encuentro y reflexión, de capacitación y prestar a las organizaciones sociales, ayuda económica, técnica y profesional.
Sala de pacientes
La Historia del Hospital San José, comienza en 1872, cuando se produjo una gran epidemia en Chile, que obligó a ocupar dicho establecimiento , que no estaba terminado, por no haber espacios disponibles en ningún otro lugar aislado. La ubicación del Hospital ,junto al Cementerio General, no es casualidad, en esa época se temía ubicarlo en cualquier barrio donde terminara contagiando a gente sana y por lo tanto, se localizó ahí con puertas de acceso directo al Cementerio, porque los enfermos de cólera y viruela eran prácticamente desahuciados.
Por otra parte careciendo de muchas alternativas, fué el Cementerio General el que ofreció parte de sus terrenos para este nuevo Lazareto, atendido por las HERMANAS DE CARIDAD, este Lazareto al igual que todos los centros de infecto-contagiosos de la época, fué asumido por monjas, cuyo aporte fué muy valioso, por cuanto arriesgaban su vida a diario. Careciendo de mayores remedios, entraba la víctima de cólera o viruela, encomendándose a la imágen de San José, en el acceso (hoy ubicada en el nuevo Hospital), como también en la hermosa gruta, lugares donde los familiares dejaban velas y flores para que este santo y la virgen protegiera al enfermo, siendo las monjas la protección visible.
Galería con los jardines
Su localización, en el sector Norte de Santiago, sitúa a este establecimiento en el epicentro de la historia de la medicina chilena. Además del Hospital San Vicente de Paul, que comenzó parcialmente a funcionar en 1874. En 1889 se instala la escuela de medicina en la Avenida Independencia, trasladándose a esta, las cátedras del Hospital San Juan de Dios. El Hospital San José estuvo en funciones hasta Agosto de 1999 y sus funcionarios se trasladaron al nuevo Hospital,construído al frente.
Se recupera este valioso conjunto, desarrollando en este inmueble el concepto de ARTE-CULTURA-SALUD
Existen cursos y talleres de yoga, dispone de amplios salones para eventos, manifestaciones etc. Una capilla que data del siglo diecinueve. Funcionan doce entidades distintas está el Hogar de Cristo, Paréntesis que pertenece a la Universidad de Santiago, CECV, CETRAM, Servicio de Salud Metropolitano Norte, Jardín Infantil ,Centro Cultural Baldomero Lillo con folklore, Patrimonio Cultural, Club de la República, una parte de la Institución del Cáncer, el COAR (corporación de acogida del Roberto del Río), grupo de alcohólicos anónimos, otros.
Puerta de la capilla
Escultura al interior
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Corredor Purísima - Hospital San José (Antiguo), Santiago - Chile
Aldo Ricardo Silva Fernández
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TVN
Microdocumental: La historia del San José
Mitos y leyendas
07-01-2009 0:00:00
http://programas.tvn.cl/eljuegodelmiedo/2009/videos.aspx?IdC=31845
VER VIDEO
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Ex hospital San José se convierte en un espacio para recordar
www.emol.com
miércoles 23 de diciembre de 2009
VIDA SOCIAL
KATHERINE AEDO A.
FOTOGRAFÍAS , YASNA KELLY
Julio Montt, subsecretario de Redes Asistenciales; Mauricio Osorio, director del Servicio de Salud Metropolitano Norte; Carlos Molina, autor; la Presidenta Michelle Bachelet y Patricio Hevia, jefe de la Unidad de Patrimonio Cultural de la Salud.
Foto:YASNA KELLY
Para preservar, conservar y custodiar la memoria histórica del Sistema Nacional de Servicios de Salud, la Presidenta Bachelet junto al subsecretario de Redes Asistenciales, Julio Montt, inauguraron el Centro Nacional de Recuperación del Patrimonio Cultural en Salud, ubicado en el antiguo Hospital San José, en Independencia.
El autor Michael Reynolds y el académico Julio Pinto junto a Tegualda Monreal
Porcile. Jorge Orchard y el padre Poblete I.
En el edificio, escenario de gran parte de la historia de la salud chilena -declarado Monumento Histórico en 1999-, se conservarán el patrimonio tangible e intangible del área, entre ellos las publicaciones referidas a personalidades destacadas, como el libro "Historias de Vida Tegualda Monreal, un acervo multimedial de testimonios orales", que recoge la vida de la doctora Monreal., conocida por sus estudios epidemiológicos en los setenta.
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miércoles 23 de diciembre de 2009
VIDA SOCIAL
KATHERINE AEDO A.
FOTOGRAFÍAS , YASNA KELLY
Julio Montt, subsecretario de Redes Asistenciales; Mauricio Osorio, director del Servicio de Salud Metropolitano Norte; Carlos Molina, autor; la Presidenta Michelle Bachelet y Patricio Hevia, jefe de la Unidad de Patrimonio Cultural de la Salud.
Foto:YASNA KELLY
Para preservar, conservar y custodiar la memoria histórica del Sistema Nacional de Servicios de Salud, la Presidenta Bachelet junto al subsecretario de Redes Asistenciales, Julio Montt, inauguraron el Centro Nacional de Recuperación del Patrimonio Cultural en Salud, ubicado en el antiguo Hospital San José, en Independencia.
El autor Michael Reynolds y el académico Julio Pinto junto a Tegualda Monreal
Porcile. Jorge Orchard y el padre Poblete I.
En el edificio, escenario de gran parte de la historia de la salud chilena -declarado Monumento Histórico en 1999-, se conservarán el patrimonio tangible e intangible del área, entre ellos las publicaciones referidas a personalidades destacadas, como el libro "Historias de Vida Tegualda Monreal, un acervo multimedial de testimonios orales", que recoge la vida de la doctora Monreal., conocida por sus estudios epidemiológicos en los setenta.
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lunes, 21 de diciembre de 2009
Tiendas antiguas de Santiago reviven en muestra fotográfica
LA TERCERA
21 de diciembre de 2009
La batalla contra la modernidad se libra en los espacios más inesperados. Así lo comprobó la fotógrafa Paloma Palomino.
por Denisse Espinoza
En el centro de Santiago existen tiendas escondidas y casi olvidadas que se resisten a morir. Lo hacen con la mejor arma que poseen: la nostalgia de sus clientes. Ellos mantienen la tradición de madres y abuelas, quienes compraron allí sus sombreros, calcetines o zapatos, y agradecen con fidelidad cómplice la opción de sus dueños de no cambiar nada en sus tiendas.
Es el caso de la sombrerería Donde Golpea el Monito, ubicada en la calle 21 de mayo, que desde 1915 mantiene la misma decoración. Primero se llamó Fábricas Unidas Americanas de Sombreros, hasta que en 1922 cambió de nombre tras adquirir un muñeco mecánico que, golpeando con su bastón la vitrina, llamaba la atención del público. "De las tiendas antiguas esta es la más emblemática porque tienen tradición y prestigio. Ellos saben y valoran lo que han construido en el tiempo. El muñeco lo han reparado, pero no piensan destruirlo", dice Paloma Palomino (23), fotógrafa que durante un año recorrió Santiago, registrando estas joyas comerciales. Su fiel compañera fue una Rollei Magic II de los años 60, una cámara de formato medio con la que Palomino logró traspasar esa añoranza del pasado al papel fotográfico.
Doce de estas instantáneas dan vida a la muestra Boutique, que se inaugura mañana, a las 19.30 horas, en Matucana 100. "Tengo una fijación por las cosas antiguas, ya que siento que antes las cosas se hacían con más cariño. Es importante hacer registro de estos lugares, porque la ciudad está cambiando muy rápido y en cualquier minuto estas tiendas desaparecerán", dice Palomino.
Corre el rumor de que Jorge Alessandri mandaba a hacer sus zapatos a la tienda Pepay (Tenderini 71). No sería extraño. Con 60 años de antigüedad, Pepay mantiene una larga tradición de calzados hechos a medida. Su dueño suma otro dato: Jean Luc Courcoult, director del Royal de Luxe y creador de la Pequeña Gigante, también confecciona allí sus zapatos. "Los extranjeros valoran estos locales, porque en sus países este tipo de trabajo es carísimo", dice Palomino. El buen servicio es la marca de Pepay: hombres de delantales blancos, como sacados de una sala de urgencia, hacen complicadas mediciones de pie para obtener el zapato perfecto.
El mismo esmero tiene la Casa San Marcos (Diagonal Cervantes 774) que, con 87 años de antigüedad, se dedica a vender accesorios de ballet. "Es todo un submundo. Son personas que trabajan toda su vida en un mismo lugar y se hacen expertos en su rubro, aunque en cualquier minuto pueda acabarse. El año pasado visité la única tienda que hacía cierres a medida. Este año ya no estaba", cuenta la fotógrafa.
También está la icónica tienda de pelucas Avatte y la distribuidora Moletto, que no cambia nada de su vitrina, por miedo a perder sus productos descontinuados, o la tienda Princesitas, que desde 1958 vende ropa y lencería femenina. "Estos lugares también son patrimonio de la ciudad. Sus dueños se sienten orgullosos de mantenerlos, porque también son testigos de sus propias historias familiares", concluye Palomino.
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LA NACIÓN
Jueves 24 de diciembre de 2009 Cultura
Boutique: un paseo fotográfico por la antiguas tiendas de Santiago
Por Romina Abarca / La Nación
Un vendedor de la sombrerería “Donde golpea el monito”, que se encuentra en la calle 21 de mayo, maniquíes de la peluquería Avatte y una zapatería que queda en un callejón de la calle San Antonio forman parte de la muestra.
Fotos
Fachada de las tiendas de ropa, retratos de sus dueños, sombreros, vestidos y zapatos de la época pueden ser apreciados en Boutique, la primera exposición de la artista Paloma Palomino. La muestra se encuentra en Matucana 100 y allí el público podrá apreciar aquellos locales que parecieran destinados a desaparecer y que la fotógrafa, con ayuda de su lente, inmortalizó.
La moda es la temática principal de Boutique, así lo señala su autora. “En una primera instancia la idea partió del tema de las tiendas antiguas, pero comencé a sacar más y más fotos, y me di cuenta que el tema de la moda se repetía mucho y decidí ampliar la muestra”.
El centro de Santiago es un lugar cargado de historia. Un mundo que representa lo que fue Chile hace un par de décadas. Para la artista era interesante poder graficar ese lugar, porque “es mi entorno, hace dos años que vivo ahí y retratarlo es la forma que tengo para descubrir lo que es y significa esa zona”.
DETENER EL TIEMPO
Hay varias tiendas que mantienen la estética original de esos años. Los dueños paralizaron el tiempo, olvidándose de los mall y multitiendas para revivir la tradición de las abuelas de ir a un lugar para comprar allí sus ropajes, donde el sastre o una costurera eran los encargados de diseñar exclusivos vestuarios.
La exposición de Palomino retrata parte del patrimonio nacional, logrando traspasar barreras generacionales, haciendo perpetuos varios espacios del comercio del vestuario del viejo Santiago. De alguna manera, se obliga al espectador a mirar atrás con una cuota de nostalgia, al ver el deterioro diario que sufre la ciudad, producto de los vertiginosos y evidentes cambios que hacen valorar lo que fue.
La autora de Boutique cuenta que la muestra tiene un alto contenido nostálgico, pero que no fue planeada, sino más bien “se fue dando de a poco y me ayudó a apreciar una época que ahora parece lejana”. También, asegura que es una amante de las antigüedades. “Siempre me gustaron las cosas antiguas, soy de esas personas que van al Persa a comprar revistas y cosas viejas”.
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21 de diciembre de 2009
La batalla contra la modernidad se libra en los espacios más inesperados. Así lo comprobó la fotógrafa Paloma Palomino.
por Denisse Espinoza
En el centro de Santiago existen tiendas escondidas y casi olvidadas que se resisten a morir. Lo hacen con la mejor arma que poseen: la nostalgia de sus clientes. Ellos mantienen la tradición de madres y abuelas, quienes compraron allí sus sombreros, calcetines o zapatos, y agradecen con fidelidad cómplice la opción de sus dueños de no cambiar nada en sus tiendas.
Es el caso de la sombrerería Donde Golpea el Monito, ubicada en la calle 21 de mayo, que desde 1915 mantiene la misma decoración. Primero se llamó Fábricas Unidas Americanas de Sombreros, hasta que en 1922 cambió de nombre tras adquirir un muñeco mecánico que, golpeando con su bastón la vitrina, llamaba la atención del público. "De las tiendas antiguas esta es la más emblemática porque tienen tradición y prestigio. Ellos saben y valoran lo que han construido en el tiempo. El muñeco lo han reparado, pero no piensan destruirlo", dice Paloma Palomino (23), fotógrafa que durante un año recorrió Santiago, registrando estas joyas comerciales. Su fiel compañera fue una Rollei Magic II de los años 60, una cámara de formato medio con la que Palomino logró traspasar esa añoranza del pasado al papel fotográfico.
Doce de estas instantáneas dan vida a la muestra Boutique, que se inaugura mañana, a las 19.30 horas, en Matucana 100. "Tengo una fijación por las cosas antiguas, ya que siento que antes las cosas se hacían con más cariño. Es importante hacer registro de estos lugares, porque la ciudad está cambiando muy rápido y en cualquier minuto estas tiendas desaparecerán", dice Palomino.
Corre el rumor de que Jorge Alessandri mandaba a hacer sus zapatos a la tienda Pepay (Tenderini 71). No sería extraño. Con 60 años de antigüedad, Pepay mantiene una larga tradición de calzados hechos a medida. Su dueño suma otro dato: Jean Luc Courcoult, director del Royal de Luxe y creador de la Pequeña Gigante, también confecciona allí sus zapatos. "Los extranjeros valoran estos locales, porque en sus países este tipo de trabajo es carísimo", dice Palomino. El buen servicio es la marca de Pepay: hombres de delantales blancos, como sacados de una sala de urgencia, hacen complicadas mediciones de pie para obtener el zapato perfecto.
El mismo esmero tiene la Casa San Marcos (Diagonal Cervantes 774) que, con 87 años de antigüedad, se dedica a vender accesorios de ballet. "Es todo un submundo. Son personas que trabajan toda su vida en un mismo lugar y se hacen expertos en su rubro, aunque en cualquier minuto pueda acabarse. El año pasado visité la única tienda que hacía cierres a medida. Este año ya no estaba", cuenta la fotógrafa.
También está la icónica tienda de pelucas Avatte y la distribuidora Moletto, que no cambia nada de su vitrina, por miedo a perder sus productos descontinuados, o la tienda Princesitas, que desde 1958 vende ropa y lencería femenina. "Estos lugares también son patrimonio de la ciudad. Sus dueños se sienten orgullosos de mantenerlos, porque también son testigos de sus propias historias familiares", concluye Palomino.
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LA NACIÓN
Jueves 24 de diciembre de 2009 Cultura
Boutique: un paseo fotográfico por la antiguas tiendas de Santiago
Por Romina Abarca / La Nación
Un vendedor de la sombrerería “Donde golpea el monito”, que se encuentra en la calle 21 de mayo, maniquíes de la peluquería Avatte y una zapatería que queda en un callejón de la calle San Antonio forman parte de la muestra.
Fotos
Fachada de las tiendas de ropa, retratos de sus dueños, sombreros, vestidos y zapatos de la época pueden ser apreciados en Boutique, la primera exposición de la artista Paloma Palomino. La muestra se encuentra en Matucana 100 y allí el público podrá apreciar aquellos locales que parecieran destinados a desaparecer y que la fotógrafa, con ayuda de su lente, inmortalizó.
La moda es la temática principal de Boutique, así lo señala su autora. “En una primera instancia la idea partió del tema de las tiendas antiguas, pero comencé a sacar más y más fotos, y me di cuenta que el tema de la moda se repetía mucho y decidí ampliar la muestra”.
El centro de Santiago es un lugar cargado de historia. Un mundo que representa lo que fue Chile hace un par de décadas. Para la artista era interesante poder graficar ese lugar, porque “es mi entorno, hace dos años que vivo ahí y retratarlo es la forma que tengo para descubrir lo que es y significa esa zona”.
DETENER EL TIEMPO
Hay varias tiendas que mantienen la estética original de esos años. Los dueños paralizaron el tiempo, olvidándose de los mall y multitiendas para revivir la tradición de las abuelas de ir a un lugar para comprar allí sus ropajes, donde el sastre o una costurera eran los encargados de diseñar exclusivos vestuarios.
La exposición de Palomino retrata parte del patrimonio nacional, logrando traspasar barreras generacionales, haciendo perpetuos varios espacios del comercio del vestuario del viejo Santiago. De alguna manera, se obliga al espectador a mirar atrás con una cuota de nostalgia, al ver el deterioro diario que sufre la ciudad, producto de los vertiginosos y evidentes cambios que hacen valorar lo que fue.
La autora de Boutique cuenta que la muestra tiene un alto contenido nostálgico, pero que no fue planeada, sino más bien “se fue dando de a poco y me ayudó a apreciar una época que ahora parece lejana”. También, asegura que es una amante de las antigüedades. “Siempre me gustaron las cosas antiguas, soy de esas personas que van al Persa a comprar revistas y cosas viejas”.
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domingo, 13 de diciembre de 2009
El mundo construido por Neruda
BLOGS DE EL MERCURIO
Reportaje
Sábado 20 de Septiembre de 2008
Texto, Mireya Díaz Soto Producción, Paula Fernández T.
Fotografías, José Luis Rissetti y Sebastián Sepúlveda V.
FOTOS: El mundo construido por Neruda
El 23 de septiembre se cumplirán 35 años de la muerte de Pablo Neruda. Un recorrido por las casas de Isla Negra, La Chascona y La Sebastiana, resulta un viaje a un mundo loco, lleno de expresión, mágico y sorprendente. Isla Negra. (17/09/2008) Publicación: D. Vega N.
Pablo Neruda –Nobel chileno que además de poeta fue navegante en tierra, diplomático, barman, político, anfitrión y constructor, nacido en Parral en 1904 y muerto en Santiago hace 35 años– se casó tres veces, tuvo una hija y cuatro casas en las que se rodeó de decenas de miles de objetos comunes y curiosos con los que creó universos cotidianos tan ricos como su mundialmente célebre poesía.
Ese sería el vistazo general que todo el mundo ha escuchado más de una vez. Pero un recorrido algo más exhaustivo por las tres últimas casas del poeta –Isla Negra, La Chascona y La Sebastiana– agregaría una buena suma de detalles que hablan incluso más que todos esos espacios que hasta hoy se conservan tal cual él los construyó y ambientó. Partiendo por el modo en cómo los imaginó, les dio intimidad y los convirtió en escenografías de una historia al menos peculiar.
En Madrid, en los incipientes años 30, vinculado a la Generación del 27 y casado con su primera mujer, la holandesa Antonieta Hagenaar, Neruda desplegó dotes de interiorista. Vivió en el edificio Casa de las Flores, en un departamento que remodeló a su pinta y en el que acomodó una colección de máscaras traídas de Oriente, donde fue cónsul. Más todos los libros que comenzaba a reunir y que tiempo después donó a la Universidad de Chile.
Pablo Neruda empezó a demostrar así que la sensibilidad que derramó en sus versos también le sirvió para concebir atmósferas que carecieron de la lógica convencional de una residencia. Más bien dominó la lógica de su poética y la pasión que sentía por las cosas. La arquitectura de sus casas fue hecha en base a objetivos puntuales: para un proyecto de escritura, como en el caso de Isla Negra y el Canto General; para formar un nidito de amor con Matilde Urrutia en el barrio Bellavista, como fue La Chascona; o para un descanso de Santiago, como fue La Sebastiana, en Valparaíso. Y se ampliaron principalmente para albergar colecciones o para dar soportes a más de una puerta o ventana que llegó a sus manos. Pero siempre por partes, dando como resultado conjuntos fragmentados pero armónicos.
El arquitecto catalán Germán Rodríguez Arias, amigo de Neruda de la época en que éste fletó el Winnipeg para traer a Chile refugiados españoles, tuvo mucho que ver en esta historia. En 1943 Rodríguez Arias realizó obras en Michoacán, la casa de calle Lynch, en La Reina, donde Neruda vivía con su segunda mujer, la artista argentina Delia del Carril. Pero en paralelo ya había iniciado los trabajos de ampliación del refugio en la playa que Neruda había comprado el 39.
“Comencé a trabajar en mi Canto General. Para esto necesitaba un sitio de trabajo. Encontré una casa de piedra frente al océano, en un lugar desconocido para todo el mundo, llamado Isla Negra”, escribió Neruda en Confieso que he vivido. La casa tenía 70 m2, en un terreno de cinco mil, con la espectacular vista al mar que la caracteriza. De esa primera extensión nació el torreón donde están la entrada, abajo, y el primer dormitorio principal, arriba; el comedor y la cocina. Hoy día la construcción alcanza los 500 m2 gracias a posteriores ampliaciones en piedra y madera, los materiales favoritos de Neruda, que se diseñaron no con la estética naviera de la primera etapa sino imitando un vagón de tren, en recuerdo del padre de Neruda, empleado ferroviario.
Quizás el desafío para Rodríguez Arias fue desde esos años proyectar espacios para un cliente creativo, inquieto, detallista y exigente. Pero a quien debía ordenarle las ideas, asumiendo que se enfrentaba a un modo de habitar inusual. Los editores del libro “Casas para un poeta”, Pilar Calderon y Marc Folch así lo describen: “Esta dinámica, lejos de incomodar o de condicionar el trabajo de proyectar, es el impulso de una arquitectura en donde cabe todo, en donde ninguna idea, por rara o extravagante que parezca, quedará arrinconada. El arquitecto le dará medida, forma, estructura, con el mismo ánimo, si es posible, que el de su cliente”.
En Isla Negra Neruda escribió la mayor parte de su obra. Es también donde se encuentra la más grande colección de objetos, ese mundo paralelo a su legado lírico que él se resistía a definir como colección, pues se autoproclamaba un “cosista”, lo que quedó registrado en la Oda a las Cosas: “Amo las cosas, loca,/locamente./ Me gustan las tenazas,/ las tijeras,/ adoro/ las tazas,/ las argollas,/ las soperas,/ sin hablar, por supuesto,/ del sombrero.// (....) Yo voy por casas, /calles,/ ascensores,/ tocando cosas,/ divisando objetos/ que en secreto ambiciono:/ uno porque repica,/ otro porque es tan suave/ como la suavidad de una cadera,/ otro por su color de agua profunda,/ otro por su espesor de terciopelo.//”
Neruda decía que en casa tenía juguetes pequeños y grandes, “sin los cuales no podría vivir”. En Isla Negra hay inventariados más de 3 mil 500 objetos puestos para reflejar ninguna pretensión más que la de rodearse de todo aquello que le fuera posible poseer. Mascarones, botellas de las más diversas formas, llaves, diablillos de cerámica mexicanos, cuadros, tarjetas postales, revistas, recortes, cartas, barcos, brújulas, platos, copas, figuras de madera, de greda, de cerámica, fotografías, esculturas, adornos, cubiertos, insectos, relojes, estribos, guitarras en miniatura, pipas, guateros de loza, instrumentos de navegación.
Para los arquitectos Calderon y Folch, son los objetos los que permiten que esta arquitectura adquiera su máxima expresión: “Es cuando el poeta irrumpe y despliega su universo cuando las casas estallan en su propia celebración y se convierten en irrepetibles”.
Enrique Plaza, hoy de 52 años, conoció de niño al poeta porque sus abuelos trabajaron con él. Fue casi un hijo adoptivo, y reconoce incluso haberse sentido dueño del lugar en las tantas veces que Neruda estaba en Santiago o de viaje. Hoy trabaja en la casa como empleado de la Fundación Neruda, organismo responsable de la administración de las tres propiedades. Plaza recuerda detalles curiosos como la bandera azul izada al aire libre, como señal de la presencia del poeta. O que Neruda desayunaba temprano, pero se levantaba tarde y dormía largas siestas. Que el ambiente era tranquilo de lunes a viernes, porque el fin de semana el espíritu de fiesta que lo caracterizaba adquiría protagonismo y los eventos no faltaban.
Un elemento también común a todas las casas de Neruda. En los faldeos del San Cristóbal de Santiago ocurría lo mismo, pese a que esta casa, La Chascona, fue concebida precisamente como escondite. Antes de terminar su matrimonio con Delia del Carril, Pablo Neruda inició la relación con la cantante chilena, nacida en Chillán, Matilde Urrutia, la pelirroja de cabellera desordenada a quien estuvieron dedicados los románticos Versos del Capitán, escritos en Capri en una estada de la pareja durante seis meses, iniciados los 50.
En 1952 Neruda compró este terreno de fuerte pendiente en el barrio Bellavista, y nuevamente encargó los planos a su amigo Germán Rodríguez Arias, quien diseñó dos de los tres volúmenes de la construcción, unidos por escaleras que atraviesan el jardín frondoso: bar, comedor, dormitorios, estares. El tercero fue proyectado por el arquitecto chileno Carlos Martner, y alberga la biblioteca y el escritorio. Todo siempre bajo el ojo interventor de Neruda, quien hizo y deshizo planos, invirtiendo incluso las orientaciones sugeridas por los consejos expertos.
En La Chascona fue velado Neruda tras su muerte en la clínica Santa María, el 23 de septiembre de 1973. El lugar había sido allanado y las fotografías de ese día dan cuenta del desastre, remediado luego por Matilde, quien hasta su partida el año 85 trabajó sentando las bases para la conservación de todo este patrimonio.
A él se suma también la última propiedad que la pareja adquirió, en el cerro Florida de Valparaíso, La Sebastiana. Debía su nombre a su primer dueño, Sebastián Collado, quien nunca la habitó pues murió cuando aún estaba en obra gruesa. Como los cuatro pisos eran demasiados metros para Pablo y Matilde, invitaron a un matrimonio amigo, Francisco Velasco y María Martner, autora de los distintos murales de piedra que hay en las tres casas, a quedarse con los dos primeros. Luego Neruda sumó un quinto nivel, donde ubicó el escritorio. La inauguración fue el 18 de septiembre de 1961 y la invitación decía: “Siempre quisimos tener un punto nuestro en el Puerto, en donde estuviéramos rodeados por el sortilegio de Valparaíso. Por fin aquí, gracias a cada uno de Uds. y a nuestra insondable locura ha nacido hoy La Sebastiana. Los acogeremos en este primer día abriendo de par en par las puertas para Uds. y para siempre. Matilde y Pablo Neruda”.
El sentido lúdico fue un ingrediente fundamental en el método de habitar de Pablo Neruda. Habituales eran sus disfraces, los pasadizos secretos por donde sorprendía a sus invitados, su título de Capitán en la cabecera de la mesa, dirigiendo a su tripulación de comensales para quienes ordenaba preparar variados menús que no debían repetirse. El símbolo PyM aparece tanto como el congrio dentro de un astrolabio que se transformó en su sello y firma. Eran también constantes las invenciones de teorías simples y curiosas como que el vino sabía mejor en las copas de colores o que beberlo dentro de su bote Tiburón, en Isla Negra, asentado en el patio, era la mejor manera de marearse navegando en tierra.
Las casas de Neruda son sus otros versos. Espacios que complementan la comprensión de su obra, y sobre todo, de quien fue capaz de gestarla.
Reportaje
Sábado 20 de Septiembre de 2008
Texto, Mireya Díaz Soto Producción, Paula Fernández T.
Fotografías, José Luis Rissetti y Sebastián Sepúlveda V.
FOTOS: El mundo construido por Neruda
El 23 de septiembre se cumplirán 35 años de la muerte de Pablo Neruda. Un recorrido por las casas de Isla Negra, La Chascona y La Sebastiana, resulta un viaje a un mundo loco, lleno de expresión, mágico y sorprendente. Isla Negra. (17/09/2008) Publicación: D. Vega N.
Pablo Neruda –Nobel chileno que además de poeta fue navegante en tierra, diplomático, barman, político, anfitrión y constructor, nacido en Parral en 1904 y muerto en Santiago hace 35 años– se casó tres veces, tuvo una hija y cuatro casas en las que se rodeó de decenas de miles de objetos comunes y curiosos con los que creó universos cotidianos tan ricos como su mundialmente célebre poesía.
Ese sería el vistazo general que todo el mundo ha escuchado más de una vez. Pero un recorrido algo más exhaustivo por las tres últimas casas del poeta –Isla Negra, La Chascona y La Sebastiana– agregaría una buena suma de detalles que hablan incluso más que todos esos espacios que hasta hoy se conservan tal cual él los construyó y ambientó. Partiendo por el modo en cómo los imaginó, les dio intimidad y los convirtió en escenografías de una historia al menos peculiar.
En Madrid, en los incipientes años 30, vinculado a la Generación del 27 y casado con su primera mujer, la holandesa Antonieta Hagenaar, Neruda desplegó dotes de interiorista. Vivió en el edificio Casa de las Flores, en un departamento que remodeló a su pinta y en el que acomodó una colección de máscaras traídas de Oriente, donde fue cónsul. Más todos los libros que comenzaba a reunir y que tiempo después donó a la Universidad de Chile.
Pablo Neruda empezó a demostrar así que la sensibilidad que derramó en sus versos también le sirvió para concebir atmósferas que carecieron de la lógica convencional de una residencia. Más bien dominó la lógica de su poética y la pasión que sentía por las cosas. La arquitectura de sus casas fue hecha en base a objetivos puntuales: para un proyecto de escritura, como en el caso de Isla Negra y el Canto General; para formar un nidito de amor con Matilde Urrutia en el barrio Bellavista, como fue La Chascona; o para un descanso de Santiago, como fue La Sebastiana, en Valparaíso. Y se ampliaron principalmente para albergar colecciones o para dar soportes a más de una puerta o ventana que llegó a sus manos. Pero siempre por partes, dando como resultado conjuntos fragmentados pero armónicos.
El arquitecto catalán Germán Rodríguez Arias, amigo de Neruda de la época en que éste fletó el Winnipeg para traer a Chile refugiados españoles, tuvo mucho que ver en esta historia. En 1943 Rodríguez Arias realizó obras en Michoacán, la casa de calle Lynch, en La Reina, donde Neruda vivía con su segunda mujer, la artista argentina Delia del Carril. Pero en paralelo ya había iniciado los trabajos de ampliación del refugio en la playa que Neruda había comprado el 39.
“Comencé a trabajar en mi Canto General. Para esto necesitaba un sitio de trabajo. Encontré una casa de piedra frente al océano, en un lugar desconocido para todo el mundo, llamado Isla Negra”, escribió Neruda en Confieso que he vivido. La casa tenía 70 m2, en un terreno de cinco mil, con la espectacular vista al mar que la caracteriza. De esa primera extensión nació el torreón donde están la entrada, abajo, y el primer dormitorio principal, arriba; el comedor y la cocina. Hoy día la construcción alcanza los 500 m2 gracias a posteriores ampliaciones en piedra y madera, los materiales favoritos de Neruda, que se diseñaron no con la estética naviera de la primera etapa sino imitando un vagón de tren, en recuerdo del padre de Neruda, empleado ferroviario.
Quizás el desafío para Rodríguez Arias fue desde esos años proyectar espacios para un cliente creativo, inquieto, detallista y exigente. Pero a quien debía ordenarle las ideas, asumiendo que se enfrentaba a un modo de habitar inusual. Los editores del libro “Casas para un poeta”, Pilar Calderon y Marc Folch así lo describen: “Esta dinámica, lejos de incomodar o de condicionar el trabajo de proyectar, es el impulso de una arquitectura en donde cabe todo, en donde ninguna idea, por rara o extravagante que parezca, quedará arrinconada. El arquitecto le dará medida, forma, estructura, con el mismo ánimo, si es posible, que el de su cliente”.
En Isla Negra Neruda escribió la mayor parte de su obra. Es también donde se encuentra la más grande colección de objetos, ese mundo paralelo a su legado lírico que él se resistía a definir como colección, pues se autoproclamaba un “cosista”, lo que quedó registrado en la Oda a las Cosas: “Amo las cosas, loca,/locamente./ Me gustan las tenazas,/ las tijeras,/ adoro/ las tazas,/ las argollas,/ las soperas,/ sin hablar, por supuesto,/ del sombrero.// (....) Yo voy por casas, /calles,/ ascensores,/ tocando cosas,/ divisando objetos/ que en secreto ambiciono:/ uno porque repica,/ otro porque es tan suave/ como la suavidad de una cadera,/ otro por su color de agua profunda,/ otro por su espesor de terciopelo.//”
Neruda decía que en casa tenía juguetes pequeños y grandes, “sin los cuales no podría vivir”. En Isla Negra hay inventariados más de 3 mil 500 objetos puestos para reflejar ninguna pretensión más que la de rodearse de todo aquello que le fuera posible poseer. Mascarones, botellas de las más diversas formas, llaves, diablillos de cerámica mexicanos, cuadros, tarjetas postales, revistas, recortes, cartas, barcos, brújulas, platos, copas, figuras de madera, de greda, de cerámica, fotografías, esculturas, adornos, cubiertos, insectos, relojes, estribos, guitarras en miniatura, pipas, guateros de loza, instrumentos de navegación.
Para los arquitectos Calderon y Folch, son los objetos los que permiten que esta arquitectura adquiera su máxima expresión: “Es cuando el poeta irrumpe y despliega su universo cuando las casas estallan en su propia celebración y se convierten en irrepetibles”.
Enrique Plaza, hoy de 52 años, conoció de niño al poeta porque sus abuelos trabajaron con él. Fue casi un hijo adoptivo, y reconoce incluso haberse sentido dueño del lugar en las tantas veces que Neruda estaba en Santiago o de viaje. Hoy trabaja en la casa como empleado de la Fundación Neruda, organismo responsable de la administración de las tres propiedades. Plaza recuerda detalles curiosos como la bandera azul izada al aire libre, como señal de la presencia del poeta. O que Neruda desayunaba temprano, pero se levantaba tarde y dormía largas siestas. Que el ambiente era tranquilo de lunes a viernes, porque el fin de semana el espíritu de fiesta que lo caracterizaba adquiría protagonismo y los eventos no faltaban.
Un elemento también común a todas las casas de Neruda. En los faldeos del San Cristóbal de Santiago ocurría lo mismo, pese a que esta casa, La Chascona, fue concebida precisamente como escondite. Antes de terminar su matrimonio con Delia del Carril, Pablo Neruda inició la relación con la cantante chilena, nacida en Chillán, Matilde Urrutia, la pelirroja de cabellera desordenada a quien estuvieron dedicados los románticos Versos del Capitán, escritos en Capri en una estada de la pareja durante seis meses, iniciados los 50.
En 1952 Neruda compró este terreno de fuerte pendiente en el barrio Bellavista, y nuevamente encargó los planos a su amigo Germán Rodríguez Arias, quien diseñó dos de los tres volúmenes de la construcción, unidos por escaleras que atraviesan el jardín frondoso: bar, comedor, dormitorios, estares. El tercero fue proyectado por el arquitecto chileno Carlos Martner, y alberga la biblioteca y el escritorio. Todo siempre bajo el ojo interventor de Neruda, quien hizo y deshizo planos, invirtiendo incluso las orientaciones sugeridas por los consejos expertos.
En La Chascona fue velado Neruda tras su muerte en la clínica Santa María, el 23 de septiembre de 1973. El lugar había sido allanado y las fotografías de ese día dan cuenta del desastre, remediado luego por Matilde, quien hasta su partida el año 85 trabajó sentando las bases para la conservación de todo este patrimonio.
A él se suma también la última propiedad que la pareja adquirió, en el cerro Florida de Valparaíso, La Sebastiana. Debía su nombre a su primer dueño, Sebastián Collado, quien nunca la habitó pues murió cuando aún estaba en obra gruesa. Como los cuatro pisos eran demasiados metros para Pablo y Matilde, invitaron a un matrimonio amigo, Francisco Velasco y María Martner, autora de los distintos murales de piedra que hay en las tres casas, a quedarse con los dos primeros. Luego Neruda sumó un quinto nivel, donde ubicó el escritorio. La inauguración fue el 18 de septiembre de 1961 y la invitación decía: “Siempre quisimos tener un punto nuestro en el Puerto, en donde estuviéramos rodeados por el sortilegio de Valparaíso. Por fin aquí, gracias a cada uno de Uds. y a nuestra insondable locura ha nacido hoy La Sebastiana. Los acogeremos en este primer día abriendo de par en par las puertas para Uds. y para siempre. Matilde y Pablo Neruda”.
El sentido lúdico fue un ingrediente fundamental en el método de habitar de Pablo Neruda. Habituales eran sus disfraces, los pasadizos secretos por donde sorprendía a sus invitados, su título de Capitán en la cabecera de la mesa, dirigiendo a su tripulación de comensales para quienes ordenaba preparar variados menús que no debían repetirse. El símbolo PyM aparece tanto como el congrio dentro de un astrolabio que se transformó en su sello y firma. Eran también constantes las invenciones de teorías simples y curiosas como que el vino sabía mejor en las copas de colores o que beberlo dentro de su bote Tiburón, en Isla Negra, asentado en el patio, era la mejor manera de marearse navegando en tierra.
Las casas de Neruda son sus otros versos. Espacios que complementan la comprensión de su obra, y sobre todo, de quien fue capaz de gestarla.
Municipio de Santiago prepara una nueva y profunda remodelación de la Plaza de Armas
EL MERCURIO
www.emol.cl
domingo 13 de diciembre de 2009
Proyecto creará más áreas verdes, juegos de agua e integrará los portales del entorno:
La idea es conseguir la misma calidad que países europeos en este tipo de espacios públicos, afirma alcalde Zalaquett. Urbanistas señalan que habrá un aporte si no se afecta su carácter popular.
RODRIGO SILVA
Que no tenga nada que envidiarles a las plazas europeas. Ése es el objetivo que persigue la Municipalidad de Santiago en su intención de someter a la Plaza de Armas a una nueva remodelación.
1999.- Uno de los grandes cambios ocurrió ese año. El mismo arquitecto prepara el nuevo proyecto.
RENOVADA PARA EL BICENTENARIO.- Así está actualmente la Plaza de Armas de Santiago.
El proyecto que parte en 2010 podría agregar más áreas verdes y crear mejores espacios para la recreación.
Su actual rostro, con altas y delgadas palmeras y amplias bancas de madera, es responsabilidad del arquitecto Rodrigo Pérez de Arce, quien diseñó las obras que se ejecutaron en 1999 y que casi no han sufrido cambios desde entonces. A este mismo profesional, el alcalde Pablo Zalaquett le ha encargado hace unos meses diseñar varias propuestas, que pronto estarán listas.
1919.- Los árboles frondosos a comienzos del siglo pasado fueron convirtiendo la plaza en una agradable zona de descanso.
1876.- Una de las primeras imágenes de la Plaza de Armas desnuda la serie de transformaciones que ha vivido hasta hoy. Foto:EL MERCURIO
Aunque, según urbanistas, la principal plaza de Santiago siempre ha tenido un carácter más popular que elegante, el municipio quiere que no sólo sea el tradicional espacio que acoge a jubilados, escolares y desempleados, sino también que sea un espacio atractivo, cómodo y seguro tanto para los santiaguinos como para los turistas.
Zalaquett dice que "frente al sentir generalizado de la ciudadanía, queremos remodelar la plaza, no reconstruirla, para que sea más amigable, que tenga mejor estética".
Según explica a "El Mercurio", la idea es crear más áreas verdes, juegos de agua, renovar el mobiliario urbano, instalar un nuevo sistema de iluminación y, quizás lo más importante del proyecto, que deje de ser sólo un lugar de tránsito. Por este espacio pasan más de un millón de personas cada día y se busca convertirlo en un área de recreación, tal como sucede, por ejemplo, en la plaza Mayor de Madrid, donde turistas y madrileños se sientan a beber un café o una cerveza en mesas distribuidas junto a los tradicionales portales que rodean ese espacio público.
La Plaza de Armas de Santiago también tiene sus portales (Fernández Concha y Bulnes), pero sus arcos están bloqueados por quioscos de fácil acceso que venden completos, papas fritas o carteras, y hasta ahora no ha sido posible su integración (ver recuadro).
El concejal Jorge Alessandri denuncia que el barrio típico sufre efectos indeseados: en los pisos superiores de los portales han proliferado en el último tiempo los conventillos, con departamentos cuyas habitaciones se subarriendan a familias completas de inmigrantes.
"Hay un grupo de empresarios dispuesto a aportar cerca de $100 millones en la remodelación, de cara al Bicentenario. El municipio está dispuesto a invertir 400 millones de pesos", afirmó el alcalde.
Las obras comenzarían en 2010 pero podrían extenderse más allá de ese año.
Urbanistas
JULIO ALEGRÍA
Comité de Desarrollo Urbano del Colegio de Arquitectos
Transformarla en una plaza al estilo europeo es un cambio muy drástico, porque tiene un carácter popular. Me gustaría que los portales mejoren, que haya mejor iluminación, más cafés, librerías y pinacotecas. Pero mantener la identidad.
RICARDO ABUAUAD
Director de Escuela Arquitectura de la U. Diego Portales
Hemos permitido su degradación progresiva. Su entorno, los portales, se han transformado en lugares que no agregan valor al espacio. Lo más importante es lograr que los portales vuelvan a relacionarse con la plaza, que ofrezcan sombra en verano y abrigo en invierno.
MARÍA ISABEL PAVEZ
Facultad de Arquitectura de la U. de Chile
Lo importante es que lo que se haga no sea irreversible, que se intervenga profundamente el subsuelo y que después ello impida plantar grandes árboles. Los portales hay que ver cómo están integrados en otras plazas, como ocurre en Madrid.
ELKE SCHLACK, NEIL TURNBULL
Urbanistas U. Andrés Bello
Es el símbolo de la capital. Es importante promover su desarrollo, pero hay que cuidar lo genuino, que no se pierda la identidad y lo típico de la Plaza de Armas, como los jubilados, las palomas, los fotógrafos, y las diferentes culturas que se encuentran allí, como los inmigrantes peruanos o los mapuches.
Los portales de la discordia
A largo plazo se buscará reducir el comercio de quioscos que ha impedido integrar los portales a la plaza.
En la pasada administración del alcalde Raúl Alcaíno, el municipio elevó drásticamente los arriendos a los quioscos de los portales. Según Fernando Gómez, uno de los 25 locatarios de carteras del portal Bulnes, el objetivo era obligarlos a emigrar para construir allí un centro comercial.
Pero el proyecto no se concretó, y lo que sí ocurrió fue que se acumuló una deuda que, en el caso de algunos comerciantes, supera los $12 millones. "De $380 mil nos aumentaron el arriendo a casi un millón de pesos. Luego de varios reclamos el municipio lo bajó a $680 mil, pero al tiempo después volvió a subir, y ahí muchos dejamos de pagar", explicó Gómez.
Recientemente, el actual concejo municipal votó a favor de rebajar en 25% el arriendo.
Alejandro Musa, vocero de los locatarios, dijo que han conversado su situación con Zalaquett. "No nos negamos a pagar, pero queremos un acuerdo justo".
Sobre la posibilidad de instalarse en otro sector del centro, Gómez sostuvo: "Todo es conversable, aquí por ejemplo no tenemos baño y constantemente tenemos que pelear con los lanzas. Pero en el centro ya no quedan muchos lugares disponibles y con buen flujo de personas". Zalaquett, en tanto, aclaró que "no se ha condonado ninguna deuda; para que se puedan quedar allí ellos tienen que pagar. El municipio no tiene la facultad para dar perdonazos".
www.emol.cl
domingo 13 de diciembre de 2009
Proyecto creará más áreas verdes, juegos de agua e integrará los portales del entorno:
La idea es conseguir la misma calidad que países europeos en este tipo de espacios públicos, afirma alcalde Zalaquett. Urbanistas señalan que habrá un aporte si no se afecta su carácter popular.
RODRIGO SILVA
Que no tenga nada que envidiarles a las plazas europeas. Ése es el objetivo que persigue la Municipalidad de Santiago en su intención de someter a la Plaza de Armas a una nueva remodelación.
1999.- Uno de los grandes cambios ocurrió ese año. El mismo arquitecto prepara el nuevo proyecto.
RENOVADA PARA EL BICENTENARIO.- Así está actualmente la Plaza de Armas de Santiago.
El proyecto que parte en 2010 podría agregar más áreas verdes y crear mejores espacios para la recreación.
Su actual rostro, con altas y delgadas palmeras y amplias bancas de madera, es responsabilidad del arquitecto Rodrigo Pérez de Arce, quien diseñó las obras que se ejecutaron en 1999 y que casi no han sufrido cambios desde entonces. A este mismo profesional, el alcalde Pablo Zalaquett le ha encargado hace unos meses diseñar varias propuestas, que pronto estarán listas.
1919.- Los árboles frondosos a comienzos del siglo pasado fueron convirtiendo la plaza en una agradable zona de descanso.
1876.- Una de las primeras imágenes de la Plaza de Armas desnuda la serie de transformaciones que ha vivido hasta hoy. Foto:EL MERCURIO
Aunque, según urbanistas, la principal plaza de Santiago siempre ha tenido un carácter más popular que elegante, el municipio quiere que no sólo sea el tradicional espacio que acoge a jubilados, escolares y desempleados, sino también que sea un espacio atractivo, cómodo y seguro tanto para los santiaguinos como para los turistas.
Zalaquett dice que "frente al sentir generalizado de la ciudadanía, queremos remodelar la plaza, no reconstruirla, para que sea más amigable, que tenga mejor estética".
Según explica a "El Mercurio", la idea es crear más áreas verdes, juegos de agua, renovar el mobiliario urbano, instalar un nuevo sistema de iluminación y, quizás lo más importante del proyecto, que deje de ser sólo un lugar de tránsito. Por este espacio pasan más de un millón de personas cada día y se busca convertirlo en un área de recreación, tal como sucede, por ejemplo, en la plaza Mayor de Madrid, donde turistas y madrileños se sientan a beber un café o una cerveza en mesas distribuidas junto a los tradicionales portales que rodean ese espacio público.
La Plaza de Armas de Santiago también tiene sus portales (Fernández Concha y Bulnes), pero sus arcos están bloqueados por quioscos de fácil acceso que venden completos, papas fritas o carteras, y hasta ahora no ha sido posible su integración (ver recuadro).
El concejal Jorge Alessandri denuncia que el barrio típico sufre efectos indeseados: en los pisos superiores de los portales han proliferado en el último tiempo los conventillos, con departamentos cuyas habitaciones se subarriendan a familias completas de inmigrantes.
"Hay un grupo de empresarios dispuesto a aportar cerca de $100 millones en la remodelación, de cara al Bicentenario. El municipio está dispuesto a invertir 400 millones de pesos", afirmó el alcalde.
Las obras comenzarían en 2010 pero podrían extenderse más allá de ese año.
Urbanistas
JULIO ALEGRÍA
Comité de Desarrollo Urbano del Colegio de Arquitectos
Transformarla en una plaza al estilo europeo es un cambio muy drástico, porque tiene un carácter popular. Me gustaría que los portales mejoren, que haya mejor iluminación, más cafés, librerías y pinacotecas. Pero mantener la identidad.
RICARDO ABUAUAD
Director de Escuela Arquitectura de la U. Diego Portales
Hemos permitido su degradación progresiva. Su entorno, los portales, se han transformado en lugares que no agregan valor al espacio. Lo más importante es lograr que los portales vuelvan a relacionarse con la plaza, que ofrezcan sombra en verano y abrigo en invierno.
MARÍA ISABEL PAVEZ
Facultad de Arquitectura de la U. de Chile
Lo importante es que lo que se haga no sea irreversible, que se intervenga profundamente el subsuelo y que después ello impida plantar grandes árboles. Los portales hay que ver cómo están integrados en otras plazas, como ocurre en Madrid.
ELKE SCHLACK, NEIL TURNBULL
Urbanistas U. Andrés Bello
Es el símbolo de la capital. Es importante promover su desarrollo, pero hay que cuidar lo genuino, que no se pierda la identidad y lo típico de la Plaza de Armas, como los jubilados, las palomas, los fotógrafos, y las diferentes culturas que se encuentran allí, como los inmigrantes peruanos o los mapuches.
Los portales de la discordia
A largo plazo se buscará reducir el comercio de quioscos que ha impedido integrar los portales a la plaza.
En la pasada administración del alcalde Raúl Alcaíno, el municipio elevó drásticamente los arriendos a los quioscos de los portales. Según Fernando Gómez, uno de los 25 locatarios de carteras del portal Bulnes, el objetivo era obligarlos a emigrar para construir allí un centro comercial.
Pero el proyecto no se concretó, y lo que sí ocurrió fue que se acumuló una deuda que, en el caso de algunos comerciantes, supera los $12 millones. "De $380 mil nos aumentaron el arriendo a casi un millón de pesos. Luego de varios reclamos el municipio lo bajó a $680 mil, pero al tiempo después volvió a subir, y ahí muchos dejamos de pagar", explicó Gómez.
Recientemente, el actual concejo municipal votó a favor de rebajar en 25% el arriendo.
Alejandro Musa, vocero de los locatarios, dijo que han conversado su situación con Zalaquett. "No nos negamos a pagar, pero queremos un acuerdo justo".
Sobre la posibilidad de instalarse en otro sector del centro, Gómez sostuvo: "Todo es conversable, aquí por ejemplo no tenemos baño y constantemente tenemos que pelear con los lanzas. Pero en el centro ya no quedan muchos lugares disponibles y con buen flujo de personas". Zalaquett, en tanto, aclaró que "no se ha condonado ninguna deuda; para que se puedan quedar allí ellos tienen que pagar. El municipio no tiene la facultad para dar perdonazos".
Restaurado, edificio Luis Cousiño de Valparaíso abrirá sus puertas en 2010
http://www.emol.cl/
domingo 13 de diciembre de 2009
Obras para remodelar monumento histórico comenzarán en enero:
El palacio, conocido como "la ratonera", contará con salas de exposiciones, cafetería y clases de gastronomía y turismo.
FRANCISCO MONDACA
VALPARAÍSO.- El viernes último, el Consejo de Monumentos Nacionales aprobó la construcción y restauración del edificio Luis Cousiño, que se transformará en el nuevo "Centro de Gestión Patrimonial y Turismo" de Valparaíso. El recinto patrimonial, conocido también como "la ratonera", comenzará a ser remodelado en enero, y albergará oficinas, laboratorios, salas de exposiciones para artistas y artesanos, un restaurante y una cafetería.
DETERIORO.- Hasta ahora, el edificio patrimonial estaba totalmente dañado y abandonado.
El proyecto, realizado por DuocUC, tendrá una inversión superior a los US$ 10 millones, restaurará la fachada del edificio y reconstruirá cinco plantas que albergarán las dependencias del centro de formación técnica que iniciará sus clases en 2011. En sus salas se dictarán las carreras de turismo, gastronomía y restauración.
La encargada del proyecto, María Francisca Huber, explicó que con la remodelación se espera que la construcción que data desde 1881 se convierta en un referente para la ciudad. "Este proyecto vincula los tres ejes prioritarios de desarrollo regional, que son la educación superior, cultura y turismo".
La presidenta de la Cámara de Comercio y Turismo de Valparaíso, María Teresa Díaz, valoró el proyecto por el incentivo que dará a la formación de profesionales que potencien el turismo y cuidado del patrimonio en la ciudad. "La capacitación de personal de la zona es primordial para la promoción del turismo internacional y la atención que se le brinda al turista", enfatizó.
Las instalaciones donde se impartirán las carreras técnicas estarán habilitadas especialmente para el aprendizaje práctico. Loredana Rosso, directora de la carrera Técnico en Restauración de DuocUC, explicó que la escuela "tendrá un taller de madera único en Sudamérica, con maquinarias y muebles especiales para desarrollar los trabajos que beneficiarán a la propia zona".
Rosso agregó que el proyecto, además, permitirá integrar a los alumnos con los turistas, ya que las paredes de las salas serán de vidrio, por lo que los visitantes podrán mirar el trabajo diario de los estudiantes.
El secretario ejecutivo del Consejo de Monumentos Nacionales, Óscar Acuña, aseguró que el nuevo edificio "viene a saldar una deuda histórica con el patrimonio de Valparaíso" y que su restauración generará un impulso para el surgimiento de nuevas propuestas similares.
La historiadora italiana en restauración y coordinadora del Instituto Ítalo Latinoamericano Académico, Cecilia Santinelli, aseguró que la remodelación del Luis Cousiño "es un paso más en la creación de una conciencia patrimonial ciudadana que cuide y revitalice estos espacios".
Tras la aprobación del Consejo de Monumentos Nacionales, el proyecto se enviará a la Dirección de Obras de la Municipalidad de Valparaíso para que ésta otorgue los permisos de construcción.
En las próximas semanas, Duoc UC iniciará el proceso de licitación para comenzar las obras a principios de enero y abrir nuevamente las puertas del edificio en octubre de 2010, fecha en la que ya se acordó que funcionará como una de las sedes de la tercera versión del encuentro internacional Forum Universal de las Culturas.
domingo 13 de diciembre de 2009
Obras para remodelar monumento histórico comenzarán en enero:
El palacio, conocido como "la ratonera", contará con salas de exposiciones, cafetería y clases de gastronomía y turismo.
FRANCISCO MONDACA
VALPARAÍSO.- El viernes último, el Consejo de Monumentos Nacionales aprobó la construcción y restauración del edificio Luis Cousiño, que se transformará en el nuevo "Centro de Gestión Patrimonial y Turismo" de Valparaíso. El recinto patrimonial, conocido también como "la ratonera", comenzará a ser remodelado en enero, y albergará oficinas, laboratorios, salas de exposiciones para artistas y artesanos, un restaurante y una cafetería.
DETERIORO.- Hasta ahora, el edificio patrimonial estaba totalmente dañado y abandonado.
El proyecto, realizado por DuocUC, tendrá una inversión superior a los US$ 10 millones, restaurará la fachada del edificio y reconstruirá cinco plantas que albergarán las dependencias del centro de formación técnica que iniciará sus clases en 2011. En sus salas se dictarán las carreras de turismo, gastronomía y restauración.
La encargada del proyecto, María Francisca Huber, explicó que con la remodelación se espera que la construcción que data desde 1881 se convierta en un referente para la ciudad. "Este proyecto vincula los tres ejes prioritarios de desarrollo regional, que son la educación superior, cultura y turismo".
La presidenta de la Cámara de Comercio y Turismo de Valparaíso, María Teresa Díaz, valoró el proyecto por el incentivo que dará a la formación de profesionales que potencien el turismo y cuidado del patrimonio en la ciudad. "La capacitación de personal de la zona es primordial para la promoción del turismo internacional y la atención que se le brinda al turista", enfatizó.
Las instalaciones donde se impartirán las carreras técnicas estarán habilitadas especialmente para el aprendizaje práctico. Loredana Rosso, directora de la carrera Técnico en Restauración de DuocUC, explicó que la escuela "tendrá un taller de madera único en Sudamérica, con maquinarias y muebles especiales para desarrollar los trabajos que beneficiarán a la propia zona".
Rosso agregó que el proyecto, además, permitirá integrar a los alumnos con los turistas, ya que las paredes de las salas serán de vidrio, por lo que los visitantes podrán mirar el trabajo diario de los estudiantes.
El secretario ejecutivo del Consejo de Monumentos Nacionales, Óscar Acuña, aseguró que el nuevo edificio "viene a saldar una deuda histórica con el patrimonio de Valparaíso" y que su restauración generará un impulso para el surgimiento de nuevas propuestas similares.
La historiadora italiana en restauración y coordinadora del Instituto Ítalo Latinoamericano Académico, Cecilia Santinelli, aseguró que la remodelación del Luis Cousiño "es un paso más en la creación de una conciencia patrimonial ciudadana que cuide y revitalice estos espacios".
Tras la aprobación del Consejo de Monumentos Nacionales, el proyecto se enviará a la Dirección de Obras de la Municipalidad de Valparaíso para que ésta otorgue los permisos de construcción.
En las próximas semanas, Duoc UC iniciará el proceso de licitación para comenzar las obras a principios de enero y abrir nuevamente las puertas del edificio en octubre de 2010, fecha en la que ya se acordó que funcionará como una de las sedes de la tercera versión del encuentro internacional Forum Universal de las Culturas.
sábado, 12 de diciembre de 2009
Fruto de la paciencia
EL MERCURIO
V/D
Sábado 12 de diciembre de 2009
Una década debió pasar para que la Capilla San Vicente de Paul, ubicada al interior del Hospital Clínico de la U. de Chile, reabriera sus puertas. Permaneció cerrada mientras era sometida a una rigurosa restauración que le devolvió el esplendor con que fue concebida hace más de un siglo.
Texto, Claudia Pérez Fuentes
El zinc que tenía la cubierta de la capilla se reemplazó por paneles de cobre. Al costado, el pabellón donde se ubican oficinas y un oratorio.
El jueves recién pasado el Hospital Clínico de la Universidad de Chile estuvo de fiesta, pues celebró la inauguración de la remozada Capilla San Vicente de Paul ubicada en su interior. Una misa oficiada por el Cardenal y Arzobispo de Santiago Monseñor Francisco Javier Errázuriz fue la principal actividad de ese día, en que tras diez años de trabajos, el simbólico edificio volvió a recibir a la comunidad.
Los vitrales se recuperaron a partir de los cristales franceses que sobrevivieron.
Reabrió sus puertas con la misma impronta con que fue concebido durante la segunda mitad del siglo XIX, exactamente en 1872, época en que, con Santiago atacado por una epidemia de viruela, se gestó la construcción de dos hospitales: El Salvador y, a cargo de las Hermanas de la Caridad, el San Vicente de Paul. Éste contaba con una capilla aledaña, lo único que sobrevivió cuando en 1952 se aprobó la creación del edificio de la Facultad de Medicina del plantel universitario, en los terrenos del recinto administrado por las religiosas.
Sin embargo, el paso del tiempo y la falta de mantención hicieron su trabajo y transformaron al esplendoroso inmueble -declarado Monumento Histórico en 1981- en una estructura que apenas se sostenía. Así estuvo hasta 1999, fecha en que por encargo de la Fundación Capilla San Vicente de Paul, se iniciaron los trabajos de recuperación de la obra que hasta tenía perforaciones en el techo por donde la lluvia pasaba sin contemplaciones.
La solución a los problemas causados por la humedad -a los que se sumaron los provocados por los sismos- fue uno de los principales desafíos que enfrentó Luis Gómez Lerou, el arquitecto de la Universidad de Chile seleccionado para llevar a cabo los trabajos. "Así -cuenta el profesional- la primera parte consistió en consolidar la estructura y reforzarla, especialmente el sector norte, cuyos muros se habían derrumbado".
La torre está coronada por cuatro relojes que ya no funcionan.
Pino Oregón y raulí son las maderas que se emplearon en balcones y confesionarios.
Sus objetivos estaban claros: "garantizar la seguridad de las personas y la conservación del edificio en el tiempo", resume. Por eso escogió hormigón armado para ejecutar las reparaciones, material que además de convertir a la capilla -originalmente de adobe- en una obra "estructuralmente confiable" habla del lenguaje contemporáneo que marcó la restauración.
"No quisimos hacer historicismo repitiendo las líneas del edificio original. Mantuvimos la unidad, pero con un diseño que da cuenta de la intervención que se efectuó", aclara el arquitecto refiriéndose especialmente a la zona norte, rehecha casi por completo.
El rescate de fachadas fue otro de los aspectos contemplados en la restauración.
Una vez asegurado, comenzó la segunda parte del proyecto focalizada en las terminaciones, sobre todo en la recuperación de las pinturas decorativas de cielos y muros. El responsable de este trabajo -además de la reparación de los objetos de madera- fue el restaurador Francisco González Lineros, quien desde fines del 2007 hasta este año estuvo concentrado en rescatar los ricos diseños cubiertos por las múltiples capas de pintura -en algunas zonas retiradas a punta de bisturí- que fueron aplicadas en distintas épocas.
Especial cuidado tuvo en que las nuevas intervenciones se distinguieran de las antiguas. Así, trabajó con "veladuras" que permiten que se aprecie la diferencia con los originales "sin que la obra pierda calidad estética", afirma. Otra parte importante de su trabajo fue la reparación del Cristo que corona el altar; "una valiosa policromía que había sido intervenida con óleo" y que desde el jueves acoge a la comunidad tal como la recibió hace más de un siglo.
Texto, Claudia Pérez Fuentes.
V/D
Sábado 12 de diciembre de 2009
Una década debió pasar para que la Capilla San Vicente de Paul, ubicada al interior del Hospital Clínico de la U. de Chile, reabriera sus puertas. Permaneció cerrada mientras era sometida a una rigurosa restauración que le devolvió el esplendor con que fue concebida hace más de un siglo.
Texto, Claudia Pérez Fuentes
El zinc que tenía la cubierta de la capilla se reemplazó por paneles de cobre. Al costado, el pabellón donde se ubican oficinas y un oratorio.
El jueves recién pasado el Hospital Clínico de la Universidad de Chile estuvo de fiesta, pues celebró la inauguración de la remozada Capilla San Vicente de Paul ubicada en su interior. Una misa oficiada por el Cardenal y Arzobispo de Santiago Monseñor Francisco Javier Errázuriz fue la principal actividad de ese día, en que tras diez años de trabajos, el simbólico edificio volvió a recibir a la comunidad.
Los vitrales se recuperaron a partir de los cristales franceses que sobrevivieron.
Reabrió sus puertas con la misma impronta con que fue concebido durante la segunda mitad del siglo XIX, exactamente en 1872, época en que, con Santiago atacado por una epidemia de viruela, se gestó la construcción de dos hospitales: El Salvador y, a cargo de las Hermanas de la Caridad, el San Vicente de Paul. Éste contaba con una capilla aledaña, lo único que sobrevivió cuando en 1952 se aprobó la creación del edificio de la Facultad de Medicina del plantel universitario, en los terrenos del recinto administrado por las religiosas.
Sin embargo, el paso del tiempo y la falta de mantención hicieron su trabajo y transformaron al esplendoroso inmueble -declarado Monumento Histórico en 1981- en una estructura que apenas se sostenía. Así estuvo hasta 1999, fecha en que por encargo de la Fundación Capilla San Vicente de Paul, se iniciaron los trabajos de recuperación de la obra que hasta tenía perforaciones en el techo por donde la lluvia pasaba sin contemplaciones.
La solución a los problemas causados por la humedad -a los que se sumaron los provocados por los sismos- fue uno de los principales desafíos que enfrentó Luis Gómez Lerou, el arquitecto de la Universidad de Chile seleccionado para llevar a cabo los trabajos. "Así -cuenta el profesional- la primera parte consistió en consolidar la estructura y reforzarla, especialmente el sector norte, cuyos muros se habían derrumbado".
La torre está coronada por cuatro relojes que ya no funcionan.
Pino Oregón y raulí son las maderas que se emplearon en balcones y confesionarios.
Sus objetivos estaban claros: "garantizar la seguridad de las personas y la conservación del edificio en el tiempo", resume. Por eso escogió hormigón armado para ejecutar las reparaciones, material que además de convertir a la capilla -originalmente de adobe- en una obra "estructuralmente confiable" habla del lenguaje contemporáneo que marcó la restauración.
"No quisimos hacer historicismo repitiendo las líneas del edificio original. Mantuvimos la unidad, pero con un diseño que da cuenta de la intervención que se efectuó", aclara el arquitecto refiriéndose especialmente a la zona norte, rehecha casi por completo.
El rescate de fachadas fue otro de los aspectos contemplados en la restauración.
Una vez asegurado, comenzó la segunda parte del proyecto focalizada en las terminaciones, sobre todo en la recuperación de las pinturas decorativas de cielos y muros. El responsable de este trabajo -además de la reparación de los objetos de madera- fue el restaurador Francisco González Lineros, quien desde fines del 2007 hasta este año estuvo concentrado en rescatar los ricos diseños cubiertos por las múltiples capas de pintura -en algunas zonas retiradas a punta de bisturí- que fueron aplicadas en distintas épocas.
Especial cuidado tuvo en que las nuevas intervenciones se distinguieran de las antiguas. Así, trabajó con "veladuras" que permiten que se aprecie la diferencia con los originales "sin que la obra pierda calidad estética", afirma. Otra parte importante de su trabajo fue la reparación del Cristo que corona el altar; "una valiosa policromía que había sido intervenida con óleo" y que desde el jueves acoge a la comunidad tal como la recibió hace más de un siglo.
Texto, Claudia Pérez Fuentes.