LA TERCERA
21 de diciembre de 2009
La batalla contra la modernidad se libra en los espacios más inesperados. Así lo comprobó la fotógrafa Paloma Palomino.
por Denisse Espinoza
En el centro de Santiago existen tiendas escondidas y casi olvidadas que se resisten a morir. Lo hacen con la mejor arma que poseen: la nostalgia de sus clientes. Ellos mantienen la tradición de madres y abuelas, quienes compraron allí sus sombreros, calcetines o zapatos, y agradecen con fidelidad cómplice la opción de sus dueños de no cambiar nada en sus tiendas.
Es el caso de la sombrerería Donde Golpea el Monito, ubicada en la calle 21 de mayo, que desde 1915 mantiene la misma decoración. Primero se llamó Fábricas Unidas Americanas de Sombreros, hasta que en 1922 cambió de nombre tras adquirir un muñeco mecánico que, golpeando con su bastón la vitrina, llamaba la atención del público. "De las tiendas antiguas esta es la más emblemática porque tienen tradición y prestigio. Ellos saben y valoran lo que han construido en el tiempo. El muñeco lo han reparado, pero no piensan destruirlo", dice Paloma Palomino (23), fotógrafa que durante un año recorrió Santiago, registrando estas joyas comerciales. Su fiel compañera fue una Rollei Magic II de los años 60, una cámara de formato medio con la que Palomino logró traspasar esa añoranza del pasado al papel fotográfico.
Doce de estas instantáneas dan vida a la muestra Boutique, que se inaugura mañana, a las 19.30 horas, en Matucana 100. "Tengo una fijación por las cosas antiguas, ya que siento que antes las cosas se hacían con más cariño. Es importante hacer registro de estos lugares, porque la ciudad está cambiando muy rápido y en cualquier minuto estas tiendas desaparecerán", dice Palomino.
Corre el rumor de que Jorge Alessandri mandaba a hacer sus zapatos a la tienda Pepay (Tenderini 71). No sería extraño. Con 60 años de antigüedad, Pepay mantiene una larga tradición de calzados hechos a medida. Su dueño suma otro dato: Jean Luc Courcoult, director del Royal de Luxe y creador de la Pequeña Gigante, también confecciona allí sus zapatos. "Los extranjeros valoran estos locales, porque en sus países este tipo de trabajo es carísimo", dice Palomino. El buen servicio es la marca de Pepay: hombres de delantales blancos, como sacados de una sala de urgencia, hacen complicadas mediciones de pie para obtener el zapato perfecto.
El mismo esmero tiene la Casa San Marcos (Diagonal Cervantes 774) que, con 87 años de antigüedad, se dedica a vender accesorios de ballet. "Es todo un submundo. Son personas que trabajan toda su vida en un mismo lugar y se hacen expertos en su rubro, aunque en cualquier minuto pueda acabarse. El año pasado visité la única tienda que hacía cierres a medida. Este año ya no estaba", cuenta la fotógrafa.
También está la icónica tienda de pelucas Avatte y la distribuidora Moletto, que no cambia nada de su vitrina, por miedo a perder sus productos descontinuados, o la tienda Princesitas, que desde 1958 vende ropa y lencería femenina. "Estos lugares también son patrimonio de la ciudad. Sus dueños se sienten orgullosos de mantenerlos, porque también son testigos de sus propias historias familiares", concluye Palomino.
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LA NACIÓN
Jueves 24 de diciembre de 2009 Cultura
Boutique: un paseo fotográfico por la antiguas tiendas de Santiago
Por Romina Abarca / La Nación
Un vendedor de la sombrerería “Donde golpea el monito”, que se encuentra en la calle 21 de mayo, maniquíes de la peluquería Avatte y una zapatería que queda en un callejón de la calle San Antonio forman parte de la muestra.
Fotos
Fachada de las tiendas de ropa, retratos de sus dueños, sombreros, vestidos y zapatos de la época pueden ser apreciados en Boutique, la primera exposición de la artista Paloma Palomino. La muestra se encuentra en Matucana 100 y allí el público podrá apreciar aquellos locales que parecieran destinados a desaparecer y que la fotógrafa, con ayuda de su lente, inmortalizó.
La moda es la temática principal de Boutique, así lo señala su autora. “En una primera instancia la idea partió del tema de las tiendas antiguas, pero comencé a sacar más y más fotos, y me di cuenta que el tema de la moda se repetía mucho y decidí ampliar la muestra”.
El centro de Santiago es un lugar cargado de historia. Un mundo que representa lo que fue Chile hace un par de décadas. Para la artista era interesante poder graficar ese lugar, porque “es mi entorno, hace dos años que vivo ahí y retratarlo es la forma que tengo para descubrir lo que es y significa esa zona”.
DETENER EL TIEMPO
Hay varias tiendas que mantienen la estética original de esos años. Los dueños paralizaron el tiempo, olvidándose de los mall y multitiendas para revivir la tradición de las abuelas de ir a un lugar para comprar allí sus ropajes, donde el sastre o una costurera eran los encargados de diseñar exclusivos vestuarios.
La exposición de Palomino retrata parte del patrimonio nacional, logrando traspasar barreras generacionales, haciendo perpetuos varios espacios del comercio del vestuario del viejo Santiago. De alguna manera, se obliga al espectador a mirar atrás con una cuota de nostalgia, al ver el deterioro diario que sufre la ciudad, producto de los vertiginosos y evidentes cambios que hacen valorar lo que fue.
La autora de Boutique cuenta que la muestra tiene un alto contenido nostálgico, pero que no fue planeada, sino más bien “se fue dando de a poco y me ayudó a apreciar una época que ahora parece lejana”. También, asegura que es una amante de las antigüedades. “Siempre me gustaron las cosas antiguas, soy de esas personas que van al Persa a comprar revistas y cosas viejas”.
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Gracias por rescatar la historia de nuestro pasado
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