La Segunda online
Sábado 17 de Abril de 2010
La barcaza Valdivia atraca en la mismísima isla. Unidos en el "Desafío levantemos Chile", los civiles y uniformados llegan a rescatar la sonrisa perdida.
Paradoja: entre los escombros de la zona costera de la isla encontramos el libro "Los Océanos", de la UNESCO y el SHOA.
El ángel de mármol de Carrara (lo pintaron de blanco) que tenía la lápida del Barón de Rodt quedó observando el desastre que se llevó a los muertos al mar.
Manuel Recabarren, el isleño que vio todo.
El padre de la niña del gong, cabo primero Luis Maturana, feliz por sobrevivir y porque su hija se ha tranquilizado luego de la "fama", pasa su tiempo libre pescando.
Cabo de guardia Claudio Cárcamo, en situación límite.
Suboficial Héctor Saldías, capitán de Puerto.
El alcalde Leopoldo González perdió su hostería y su tienda, pero recuperó a su hermano.
Con nariz de payaso desembarcaron los marinos, por primera vez en la historia, en la isla Robinson Crusoe Cuando se bajó la rampa del buque anfibio Valdivia, una barcaza de 174 metros de largo entre proa y popa, destinada a trasladar tropas y pertrechos, en vez de elementos bélicos apareció una comparsa multicolor. Payasos, músicos, actores, psíquicas, una experta en flores de Bach, ingenieros, conductores de grúas, periodistas, pescadores, navales, isleños, "plásticos" (así nos dicen a los continentales) y... los paneles del nuevo colegio modular comenzaron a descender al epicentro del tsunami en el archipiélago Juan Fernández. Fueron ocho días locos, primero a bordo de la "Valdivia", luego en tierra en la isla conociendo lo que es vivir al límite, y de vuelta con el oleaje que sacudía el buque replicando los 8,8 grados que cambiaron el rumbo del país el 27 de febrero. "La Segunda" inicia hoy una serie con estremecedores testimonios de quienes al amanecer del sábado 27 dieron gracias a Dios por seguir vivos, en el pedazo de tierra rodeado de mar que le dio fama mundial al escritor Daniel Defoe.
Por Lilian Olivares
Fotos: Ricardo Abarca
La hora cero del cabo de guardia, el capitán de Puerto, el carabinero y el alcalde, contada por ellos
-¡Manuel! ¡Manueeeeel!
Todavía el pescador Manuel Recabarren escucha esa voz de mujer desesperada. Estuvo dos semanas emborrachándose para poder dormir. Y, sin embargo, en medio de la noche oía el grito, se asomaba a la ventana de su casa roja y no había nadie...
Desde que ocurrió lo que ocurrió no ha vuelto a embarcarse. Entregó su bote para que otros lo operen. Recibe un tercio de las ganancias. Lo decidió: No volverá al mar.
Manuel Recabarren es el único isleño que, aun sabiendo, no escapó esa madrugada. Lo conocimos en la hostería Barón de Rodt, en la calle La Pólvora (más arriba de la cota de 20 metros sobre el mar fijada como límite de seguridad), famosa por su "Vidriolazo", un sándwich que cubre el plato, hecho de vidriola a la mantequilla (un pescado de carne blanda y compacta, sin espinas), lechuga, tomate, queso derretido y mayonesa.
Estaba tomando cerveza con Héctor, un continental que fue a visitar la tumba de Inia, un antiguo amor, y a ver cómo había quedado la casa que habitó durante sus 18 años de residencia en la isla.
Manuel, cuenta, se quedó ese 27 de febrero paralizado en "la torre", una cima frente a la Dirección de Aeronáutica, a pasos de su domicilio, hasta que amaneció. Estaba embrujado por esa masa negra que no era una ola gigante, sino una cosa espesa que avanzaba hacia la isla, tomaba casas como una mano y se llevaba todo de cuajo. Después, los gritos, gritos en la oscuridad. Y el amanecer, y la nada.
Dice que vio una casa flotando con luz, y que sus amigos le rebaten que no puede ser y ahora no sabe si lo imaginó o fue real. Pero el cabo de guardia de la Capitanía de Puerto sabe que es así... es que fue la propia Capitanía la que flotaba con generador autónomo.
Por primera vez, habla el cabo de guardia. También el capitán de puerto, el carabinero papá de la niña del gong y el alcalde de Juan Fernández reconstruyen la hora cero en momentos en que la Armada investiga al detalle qué fue lo que falló, que no hubo alarma de tsunami en Robinson Crusoe, para mirar hacia adelante aprendiendo de la experiencia.
EL CAPITAN DE PUERTO VIO POR ULTIMA VEZ LA HORA A LAS 4:15
El suboficial Héctor Saldías Rodríguez llegó una semana antes a la isla. Estaba prácticamente de vacaciones, colgando cuadros en su nuevo hogar, porque asumía el primero de marzo.
Su mujer y sus tres hijas, de 12, 9 y 8 años, dormían cuando lo llamó el cabo de guardia, Claudio Cárcamo.
-Me contó que había habido un temblor en Valparaíso. Como estaban todas las señales cortadas, no hubo caso de comunicarse.
Como a las 4:15 vimos la hora por última vez. Cinco minutos después empecé a sentir que la ola empezó a chocar con los pilotes del muelle.
El cabo Claudio Cárcamo lleva 4 años en la isla. Nacido en Santa Juana, al sur de Concepción, le acomodó la tranquilidad del lugar.
-Yo estaba de guardia en la Capitanía de Puerto. Aproximadamente a las 3:37 horas se sintió un leve temblor. Después me llamó la señora Jacqueline Vergara un cuarto para las cuatro, para avisar que había habido un terremoto en Valparaíso. En ese momento estaba yo, nadie más. Le avisé al capitán de Puerto y me ordenó que averiguara. Llamé a Carabineros. Pregunté y me dijeron: "Sabe qué, hubo un temblor, no sabemos la intensidad ni el epicentro. Seguimos tratando de tener comunicación con Valparaíso".
Luis Maturana, cabo primero de Carabineros , cumplió tres años en Robinson Crusoe. Antes trabajaba en la 2ª Comisaría de Valparaíso. Es el padre de la hoy famosa "niña del gong", de 12 años, y de otros dos chicos, de 15 y 5 años.
-Como a las cuatro de la madrugada me llamó mi suegro de Valparaíso. Yo estaba durmiendo, porque al día siguiente me tocaba guardia. Nos preguntó a Millene, mi señora, y a mí cómo estábamos después del terremoto. Le dijimos que no nos habíamos enterado.
Martina, la niña del gong, había salido a la plaza a juntarse con sus amigos y luego volvió y se sentó frente al computador, a ver internet.
-Nosotros seguimos acostados, porque estábamos viendo el resumen del Festival de Viña. Mi señora me dijo que llamara, a ver qué preveía la Martina. Empecé a llamar a la Capitanía de Puerto...
EL CABO CARCAMO, DE GUARDIA, "NO QUEDABA MAS QUE CORRER POR LA VIDA"
En la Capitanía de Puerto, el cabo Cárcamo llamó al cabo Donoso, que estaba en su casa en el recinto de los marinos ubicado arriba del cerro, para que lo ayudara en las comunicaciones radiales. Donoso estuvo abajo a eso de las 4:15.
-No pudimos enlazar. Pasó el tiempo, tratamos de comunicarnos, no tuvimos comunicación con nadie. El se dio una última vuelta por el muelle, se devolvió, me pasó a avisar que la marea era normal y subió a su domicilio. Yo me quedé haciendo el último llamado por radio.
Y nada. En la sala de radio no había vista al mar. Pasó a la pieza donde estaba el fax y esa sí que tenía ventana. En ese momento, el cabo Donoso llegaba al comienzo del sector "El Palillo" cuando vio que el mar subía. Partió a avisar a la gente del frente donde se encontraba. Se devolvió a la Capitanía de Puerto, pero no alcanzó a llegar cuando vio reventando la segunda ola.
Fue la que vio el cabo Cárcamo desde la ventana de la sala del fax.
-Era gigante. Se acercaba una pared de agua por sobre el muelle. Cuando vi que venía avanzando y reventó el sindicato de pescadores, no quedaba nada más que correr por la vida.
El CARABINERO MATURANA , DEL GONG, SALIO CORRIENDO CON LA SEGUNDA OLA
El padre de la niña del gong, el carabinero Luis Maturana, sintió un ruido donde estaban varados los botes. Fue la primera salida de mar.
-A eso de las 4:25 el mar había subido hacia la isla unos 40 metros. Me asomé, vi los botes en la plaza, se levantaron la Martina y mi señora, tomé una frazada y envolví a mi hija menor. Pasaron unos 40 segundos y corrimos. Dejé a mi señora en esa casa blanca (muestra una pequeña construcción a unos 50 metros desde el mar). Le dije a la Martina que tocara el gong (que estaba a la pasada, desde su casa hacia el cerro, cruzando la plaza). Y luego le grité a la Martina que corriera, porque el agua estaba muy encima. Me quedé tocando yo hasta que el agua llegó a 20 metros míos. Ahí salí corriendo por un pasaje hacia arriba.
Venía la segunda ola.
EL ALCALDE SE ACORDO DE SU HERMANO Y VOLVIO A BUSCARLO
Leopoldo González, el alcalde del archipiélago , se encontraba en su casa, en el sector de "El Palillo", al otro extremo de la plaza, de la Capitanía de Puerto, del hogar del carabinero y del Cementerio.
-Cuando siento los campanazos del gong, pelota yo, se me ocurre bajar. Mi cabaña está en altura, como a los 18 metros de la cota de seguridad que es de 20. Bajé y vi que el mar se iba recogiendo...
El capitán de Puerto dice que al recogerse el mar les dio los dos minutos que les permitieron escapar.
-El cabo de guardia me avisó por el patio y ya no pude volver a la capitanía, porque el agua ya había entrado. Saltó por el cerco y me ayudó a sacar a mi hija menor.
El cabo Cárcamo entró por el patio trasero de la casa del capitán y de repente se vio encerrado, con el agua hasta la cintura y con un cerco de unos dos metros de alto. Creyó que era su hora. No sabe cómo logró zafar. Tomó en brazos a Dafne, la hija menor del capitán de Puerto, y corrió en dirección a la casa donde había dejado a su mujer y sus hijas, una niñita de dos años y 9 meses y el niño de un año y dos meses.
Su jefe, el capitán, lo seguía porque no conocía bien la isla. En la carrera, advertían a la gente que venía bajando luego de oír la alerta de gong que suele anunciar incendio, que se devolvieran porque venía el tsunami.
El alcalde "Polo" González vivía su propia odisea. Vio que su vecino Marcelo Rossi, que había huido en su camioneta, volvía flotando en el agua con camioneta y todo, y el vehículo arrasaba los palafitos de su hostería y luego quedaba varado sobre las matas de una higuera en su jardín. Desde ahí, Rossi le pasó a su hijo para que lo salvara y salió a buscar a su mujer, que se la había llevado una ola.
A esa hora el cabo de guardia de la Capitanía de Puerto había llegado a su casa, pero ya no estaban ni su esposa ni sus hijos. La había ayudado a escapar el cabo Alarcón.
-La única opción para arrancar era un cerco trasero y por allí seguí, devolviendo a la gente que venía bajando por el gong.
Los encontró, los dejó seguros en lo alto del cerro y bajó.
Eran pasadas las cuatro y media de la madrugada del 27 de febrero. Caminaba con un hoyo en la pierna, por una herida que se hizo cuando quedó atrapado en el patio del capitán. Luego, en el camino, se enterró unos latones en la misma herida.
El alcalde González, en tanto, se acordó que su hermano vivía en una de las cabañas de su hostería y bajó a buscarlo.
-Sabía lo que estaba pasando, pero me es difícil entender el momento del tsunami: es como un sueño. Bueno, ahí nos secamos, me fui a la posta y habían sacado a mi hermano del mar. Se juntó con Mónica, la señora de Marcelo, que es la dentista nuestra. Se vinieron flotando en unos troncos. Andaba una casa flotando, se subieron arriba y después de dos horas Germán Recabarren los rescató y los llevó a la posta. El es un héroe anónimo.
A la posta llegó también el cabo de guardia de la Capitanía. Tenía los tendones y un hueso de la pierna al aire. Le prestaron los primeros auxilios y al día siguiente le hicieron cirugía.
El papá de la Martina vio que el gimnasio de la isla "se hizo como un papel, mi casa la desintegró entera. Era una masa de agua grande. Después se formó un remolino y todas las casas se fueron hacia "El Palillo". Las casas las botó hacia la isla y después las arrastró el mar. Los cables empezaron a hacer cortocircuito. En cinco minutos, el tsunami se llevó todo".
La Capitanía de Puerto quedó flotando en el mar, con una luz encendida. Fue la que vio el pescador Manuel Recabarren desde la torre, la madrugada en que el tsunami se llevó a 16 isleños, seis de los cuales pudieron recibir sepultura. Diez cuerpos desaparecieron hasta hoy.
El cabo Luis Maturana tiene los ojos enrojecidos: "Doy gracias a Dios, estoy vivo".
Primera ola: 4:25 de la madrugada
A las 3:34 horas del 27 de febrero se registró el terremoto que tuvo epicentro a 35 km de profundidad en el mar, con una magnitud de 8,8 Richter, a 20 km de Cobquecura.
A las 4:25 vino la primera ola y la segunda fue a las 4:40, según testigos.
Lo que conversaron el alcalde con Bachelet
El alcalde Leopoldo González fue a Carabineros a eso de las seis de la mañana a constituir el Comité de Emergencia y en eso lo llamó la ex Presidenta Bachelet.
-Lo que me extraña mucho es que media hora después del tsunami el concejal Felipe Paredes había llamado a la ONEMI advirtiendo que había desaparecido la mitad del pueblo, y cuando me llamó la Presidenta Bachelet le dije: "Presidenta, por lo que yo pude ver, aquí la ola tiene que haber sido de unos 15 a 20 metros. Si es así, en la parte baja no queda nada del pueblo. No sabemos cuántos muertos hay, porque aún no hemos cuantificado. Estamos esperando que se aclare para poder bajar a hacer un catastro". Me respondió "ah, ya alcalde". Entonces, me extraña mucho que a las 9 de la mañana la Presidenta haya dicho que aquí la ola había subido 20 centímetros". Si hubieran dado nuestra información, en Talcahuano pudieron haber evitado algo porque allá la segunda ola llegó más tarde. Pero bueno, yo creo que esto va a servir de experiencia.
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Impresionantes imágenes de la destrucción en Juan Fernández
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