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Fecha: 18 de septiembre de 2010
Abajo, una fotografía tomada en el centro de Santiago frente a las celebraciones de los 100 años de independencia, donde se distinguen banderas chilenas. Al centro, la portada de "El Mercurio" del día 18 de septiembre de 1910 que consignaba el Centenario.
Una ciudad que comenzaba a modernizarse con la extensión del alcantarillado, la electricidad y el sistema de transporte. Que mostraba su mejor cara con la inauguración de grandes obras públicas como el Palacio de Bellas Artes o el Parque Forestal y los grandes festejos de los primeros 100 años de Independencia. Pero que escondía su lado triste en los barrios periféricos que se ocultaban tras la línea del tren.
A la medianoche del 18 de septiembre de 1910, las campanas de las iglesias del centro de Santiago comenzaron a repicar anunciando la llegada del Centenario. La gran fiesta, que empezó a planificarse 16 años antes con la creación de la primera Comisión Centenario de la República, había comenzado.
Ni el terremoto de 1906, en Valparaíso, ni la muerte de dos Presidentes de la República en menos de un mes (Pedro Montt, y luego su reemplazante, Elías Fernández Albano) lograron opacar los festejos.
Santiago era una ciudad de casi 400 mil habitantes y estaba preparada para celebrar. La alegría no sólo se justificaba por los 100 años de vida independiente del país: el Centenario también trajo consigo mejoras a la ciudad que fomentaron el ánimo colectivo.
Una de ellas fue la construcción de un sistema de alcantarillado. Este no sólo fue una solución para los problemas de higiene derivados de las acequias y desagües que abundaban en las calles del centro, sino que también obligó a que se mejorara la calidad de las calles. Lo mismo sucedió con la extensión del sistema de tranvías que corrigió los problemas de conectividad de la ciudad, pero además permitió que se renovaran las calles y llegara el tendido eléctrico hasta lugares que antes se iluminaban a vela o con lámparas de gas o parafina. Se calcula que 1.900 focos iluminaban las noches santiaguinas.
Los festejos mostraron además una ciudad más moderna y que se abría al mundo. El 17 de septiembre, pocas horas antes de los campanazos de la medianoche que anunciaron el Dieciocho, los ojos de la ciudad se volcaron a la inauguración de la primera "gran tienda" de vestuario y accesorios: Gath & Chaves. Las vitrinas iluminadas del centro comercial en Estado y Huérfanos provocaron una verdadera revolución social, siendo uno de sus atractivos el vestuario y los comestibles que provenían de Europa.
Mirando hacia Europa también se habían proyectado varias de las grandes obras que se levantaron para celebrar el Centenario. El Palacio de Bellas Artes (hoy Museo de Bellas Artes), y el Parque Forestal se diseñaron con un marcado sello francés.
Pero en la ciudad se mantenían claros contrastes. Del lujo de los barrios del centro como Alameda, República y Brasil, donde vivían las familias acomodadas, se llegaba en pocos kilómetros a zonas de pobreza. como Chuchunco, Barrancas o Guangualí, en los cordones periféricos que se ubicaban a otro lado de la línea del Ferrocarril de Circunvalación, el anillo que marcaba los límites de la ciudad.
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