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sábado 18 de septiembre de 2010
Sombreada por eucaliptos
Junto a un pequeño bosque y un estero, donde los arrieros llevaban el ganado a refrescarse, dos paisajistas encontraron un refugio para instalarse cercano a los balnearios donde tienen más trabajo. Es La Enfriadera, parte de la antigua gran hacienda de Catapilco. Taibi Addi es uno de ellos, y su casa la encomendó al arquitecto Sebastián Gray.
Texto, Pablo Andulce Troncoso Producción, Paula Fernández T.
Fotografías, Sebastián Sepúlveda
En Catapilco aún se ven calles sin pavimentar, huasos a caballo, muros de adobe, vegetales gigantes y baratos, y gente que se detiene, paciente y amablemente, a dar indicaciones cuando se las piden. El paisajista Taibi Addi construyó su primera casa en esta pequeña localidad de la comuna de Zapallar hace doce años. Era modesta: una pieza, un baño y una cocina contenidos en apenas tres por seis metros. Bien básica, bien de campo. En ese tiempo vivía en Santiago y viajaba a la zona por trabajo. Cuando los encargos en los balnearios cercanos -Zapallar,
Cachagua y Maitencillo- empezaron a aumentar también creció el tamaño de la casa y el tiempo que Taibi pasaba en ella. Pronto la situación se revirtió y ahora va a Santiago lo justo y necesario, pero su hogar y centro de operaciones están aquí.
Los muros son de ladrillo sin cantería; los techos de madera de tapa, y los pisos de hormigón afinado con tierra de color.
El paisajista Taibi Addi llegó a Catapilco hace doce años, pero recién hizo construir su casa definitiva hace seis.
Fuera del baño hay un mini jardín con asientos y una pequeña pileta con peces.
Fachada de la casa de alojados, equipada para funcionar independientemente de la principal
Diversas figuras y jarrones visten los estantes en obra del estar, un espacio muy colorido
Un patio vidriado aporta luz a la casa. Enredaderas de flor de la pluma le dan sombra en verano.
El patio de cocina, la parte más reciente de la casa, se ambientó como un quincho para recibir a los amigos
Bambúes cubren los ventanales del dormitorio, permitiéndole cierta privacidad.
La fachada de ladrillo sin ventanas enfrenta el viento que viene desde la costa sur durante las tardes.
A unos pocos metros, bajando por un sendero, se construyó una casa para alojados con materiales reciclados de la construcción principal
En las visitas que le hacia Patricia, su mamá, se fue contagiando de las ganas de vivir en este escenario tan agreste y tan tranquilo. Hace seis años decidieron que Taibi le entregaría la ya-no-tan-modesta primera casa, que ahora tiene hasta un piano dentro, y se haría construir otra, como siempre la había querido.
En los tiempos en que estos sitios eran parte de una de las haciendas más grandes de Chile, eran conocidos como "La Enfriadera". El ganado se traía aquí para que se refrescara a la sombra de un grupo de antiguos eucaliptos antes de ser trasquilado. Taibi Addi le pidió al arquitecto Sebastián Gray que diseñara la casa soñada, próxima a su propio bosquecito de camaldulensis, una variedad de eucaliptos de follaje péndulo y tronco blanco. Se trata de un volumen encerrado en muros de ladrillo sin cantería y pintado blanco, una técnica en que el material queda expuesto, pero se aprovecha mejor; techos de madera de tapa, de la más corriente, que casi tiene corteza del otro lado, y pisos de hormigón afinado con tierra de color, que le da un tono "cafesoso". Totalmente simétrico, las medidas de un lado son idénticas a las del otro. Desde la entrada, cocina, comedor y living a la derecha; escritorio, baño y dormitorio a la izquierda. Después se le agregaron un patio de cocina para los asados y un estacionamiento.
La fuente de luz de esta construcción es un patio vidriado, orientado hacia el norte para protegerla del viento que sopla fuerte desde la costa sur en las tardes, arrastrando la tierra de los caminos. Su dueño, que sabe de escoger las especies más apropiadas, eligió la flor de la pluma -un arbusto trepador que florece en verano y pierde sus hojas en invierno- para darle sombra; bambúes para dar independencia a los espacios y una cierta privacidad al dormitorio. El jardín es simple: un medio círculo de pasto con senderos, un parrón como punto focal y un estero a sus pies.
En el interior, la estructura tiene el sello característico de Gray: diferentes profundidades en los muros; una ventana tragada que permite tener espacios como estantes a ambos costados, y una grata chimenea. Casi todos los muebles fueron diseñados por Taibi y ejecutados por Jorge, quien trabaja para él en la casa. También hay algunos que compró de segunda mano y que se relacionan muy bien con el diván que le hizo Horacio Lira y la alacena que fabricó su papá. Platos, pocillos, jarrones, distintos tipos de figuras y libros -"cachureos" los llama él- son recuerdos de viajes.
Taibi cuenta que durante el invierno, el estero cercano suele crecer; que muchas veces se quedan aislados y lo único que pueden hacer es esperar que baje. "No nos interesa hacer un puente. Esas dificultades hacen que los que viven aquí sean sólo los que están dispuestos", dice Taibi, esperanzado en que esas condiciones mantengan "La Enfriadera" de Catapilco tan agreste y tranquila como hasta ahora.
"Nadie sabe todavía lo que este Catapilco oculta; hasta ahora ninguno ha enriquecido en él; pero ya llegará su tiempo".
Doña Isabel, madre de la familia Ovalle Vicuña, en "La encomienda de Catapilco", memorias de Javier Pérez Ovalle.
La mayoría de los muebles fueron diseñados por el mismo Taibi y construidos aquí por sus empleados.
Texto, Pablo Andulce Troncoso Producción, Paula Fernández T. Fotografías, Sebastián Sepúlveda
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