domingo, 31 de octubre de 2010

Halloween revivió el rescate de los mineros

http://www.emol.com/
martes 2 de noviembre de 2010

Fue la gran novedad en Estados Unidos:



Ni Drácula, ni zombies, ni hombres lobos. El disfraz que "mató" en la noche de Halloween estadounidense fue el de minero chileno, o bien, el de alguno de los implementos usados para el rescate.

En el tradicional Carnaval de Halloween -uno de los más grandes del mundo y que año a año se realiza en el Paseo Santa Mónica en Hollywood- varios de los 500 mil participantes lucieron trajes de mineros y enarbolaron banderas chilenas.

Los más creativos se disfrazaron de la cápsula Fénix y otros confirmaron que la popularidad de Yonni Barrios, y sus dos mujeres, traspasó fronteras.


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EL MERCURIO
Miércoles 3 de Noviembre del 2010


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Artesanía bicentenaria

MÁS DECO
n° 392
LA TERCERA
sábado 30 de octubre 2010



La Fiesta de Chile en la Artesanía. Bajo ese lema se desarrolla la 37ª Muestra Internacional de Artesanía Tradicional de la Universidad Católica en el año del Bicentenario. Un evento que trae a Santiago una selección del trabajo de los mejores artesanos y artesanas del país y el extranjero. Además, este año se vincula con otros aspectos de nuestro patrimonio inmaterial tales como la música y la comida.

por: Francisca
Según Celina Rodríguez, directora del Programa de Artesanía de la Universidad Católica -entidad que organiza la muestra-, lo que se pretende conseguir es una fiesta en torno al arte popular, "el mundo occidentalizado suele tener una mirada separada sobre el folclor. La idea es poner la artesanía en contexto con todos los otros aspectos que pertenecen a éste". Es que quienes se dedican a los diferentes oficios artesanales lo hacen dentro de un entorno específico que los lleva a plasmar ciertos ambientes en objetos de artesanía. No se puede apreciar, entonces, un conjunto de piezas que representan escenas de un Cuasimodo de Talagante, por ejemplo, descontextualizado de lo que realmente representa el objeto y su origen. En este caso, una fiesta religiosa típica de la zona central, entre otros lugares. "La música, el canto a lo divino, las payas, son parte de esta expresión también y están relacionados con componentes de lo chileno. Algo que en esta exposición quisimos mostrar con fotos de Chile que están en la entrada de la feria y que pone en contexto los paisajes con los objetos", agrega Celina Rodríguez, quien invita a recorrer la muestra.

Al hacerlo me encuentro con artesanos de todo Chile y también de países como Guatemala, Colombia, Panamá, entre otros. Me detuve en el stand de las arpilleristas de Melipilla, quienes exhibían sus trabajos con escenas campestres. No me pude aguantar y compré una hermosa arpillera que retrataba un rodeo típico del campo chileno. Un trabajo delicado y lleno de detalles. Grande fue mi sorpresa al hallar un papel doblado al reverso del cuadro y metido en un pequeño bolsillo de género. Con una linda letra femenina traía escrito lo siguiente: "Rodeo, deporte típico de mi país, Chile, trabajo hecho por mujeres solidarias. Melipilla". Palabras que me conmovieron.

Dónde: La 37ª Muestra Internacional de Artesanía de la U.C. se realiza en la Terraza del Centro Cívico de Vitacura, Av. Bicentenario 3800. Del 22 de octubre al 7 de noviembre; domingo a jueves de 11 a 21 horas; viernes y sábado de 10 a 22 horas.

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sábado, 30 de octubre de 2010

Nicanor Plaza, los enigmas del olvidado maestro de la escultura chilena

www.emol.com
domingo 17 de octubre de 2010
REPORTAJE


En noviembre se repatrían sus restos a Chile:

Murió en el abandono absoluto en Florencia, pero se lo considera uno de los padres de la escultura chilena, autor de obras emblemáticas, como la estatua de Andrés Bello y el controvertido "Caupolicán". El interés en este escultor, marcado por un halo trágico, revive en estos días.

ELENA IRARRÁZABAL SÁNCHEZ


Nicanor Plaza
(Santiago, 1844-Florencia, 1918) Escultor chileno. Tras presentar algunas de sus obras en el Salón de París en 1867, al año siguiente regresó a Chile. Su obra maestra es la escultura en mármol La quimera.



Cementerio Trespiano: allí fue enterrado Plaza en Florencia. Ahora sus restos volverían a Chile.

Un humilde espacio en el cementerio Trespiano de Florencia -nicho 75, parte del cuadrado "H"- ha albergado desde 1918 los restos mortales de Nicanor Plaza. Una pulmonía fulminante lo mató en 48 horas, aunque también hay teorías que dicen que fue influenza, cuya epidemia mató en esa época a 20 millones de personas en Europa y Estados Unidos. Lo llevaron al hospital los administradores de la casa en que arrendaba una pieza y murió en total soledad. Fue un triste final para el promisorio muchacho apadrinado por Benjamín Vicuña Mackenna y Matías Cousiño, quien a los 19 años fue becado para estudiar en París, donde su talento le significó premios y encargos.

"Se trata del primer gran escultor chileno. Por sus relevantes cualidades y reconocimientos artísticos, puede ser considerado una figura fundacional en nuestra escultura. Además de los méritos de su obra escultórica, destaca también por su labor docente", dice el escultor Francisco Gazitúa. "Es increíble que no haya ni siquiera una monografía dedicada a él".



"Cuando Plaza asume la cátedra de Escultura, la enseñanza de esta disciplina estaba en una etapa de gestación en el país. No había tradición pedagógica y los recursos eran escasos. El maestro chileno, que sucede al francés Auguste François, demostró talento artístico y liderazgo en la enseñanza. A él debemos la formación de la primera promoción de grandes escultores chilenos", agrega Pedro Zamorano, historiador del arte y académico de la Universidad de Talca, quien lidera un proyecto Fondecyt que investiga la historia e identidad de la escultura chilena.


Virginio Arias esculpió la cabeza de su maestro. Es uno de los pocos testimonios del rostro de Nicanor Plaza

Virginio Arias -autor de la estatua "El roto chileno"- fue su discípulo más destacado (Plaza incluso lo apoyó para que viajara a Europa). Arias es autor de un hermoso busto que retrata a su maestro y que constituye uno de los pocos testimonios del rostro de Plaza, cuya vida se difumina entre enigmas y episodios poco aclarados. Curiosamente, ambos compartieron una vida dedicada al arte y una muerte en la pobreza y el abandono. Plaza murió en Florencia, en total soledad, y Virginio Arias en Santiago, ciego y en la miseria.

Renca-París

La Asociación de Escultores de Chile, liderada por Francisco Gazitúa, ha encabezado una ofensiva para recuperar la figura y la obra de Nicanor Plaza. Pieza clave en esta iniciativa es la repatriación de sus restos desde Florencia, que se concretaría en noviembre y que ha contado con el respaldo de la Dirac y el trabajo de la Embajada de Chile en Italia, que buscó en 16 cementerios florentinos hasta dar con la tumba del escultor. Para el 2011, se planifica una muestra con las obras de Plaza y sus alumnos en el Museo Nacional de Bellas Artes y la publicación de un libro en torno a su obra.

¿Cómo llega este muchacho de Renca al deslumbrante París del siglo XIX? Cuesta dar con datos certeros de la vida de Plaza, pero varios fuentes refieren su nacimiento en una familia campesina de Renca, el "cordón chacarero" de Santiago. Por su habilidad manual y artística, Plaza -un niño de sólo 10 años- se emplea en la sombrerería que regentaba un ciudadano francés, monsieur Bayle. En la sombrerería lo habría conocido el artista Auguste François, quien impartía la primera cátedra de Escultura en Chile. A los 14 años, Plaza ingresa a la clase de François, quien decide apadrinarlo, admirado por su talento. Pocos años después, Plaza recibe una pensión del Gobierno chileno para estudiar en París, gracias a la ayuda de Matías Cousiño.

En Francia ingresa a la llamada "Grande École" -L'École des Beaux-Arts- que ya tenía 200 años de trayectoria y donde el mismísimo Rodin reprobó una vez su examen de ingreso. "Ser admitido allí equivalía a contarse entre los mejores escultores jóvenes del mundo", relata Francisco Gazitúa.


"El jugador de chueca", realizada en París.

En París colabora en el taller de François Jouffroy y de Carrier-Belleuse, quien realizó la estatua de O'Higgins que se sitúa en la Plaza de la Ciudadanía. Los buenos resultados lo llevan luego a abrir su propio taller, donde esculpe algunas de sus obras más conocidas como el "Caupolicán" y "El jugador de chueca". En 1871, deja una promisoria carrera en Francia para retornar a Chile y asume la cátedra de Escultura de la Academia de Bellas Artes.

Un arte popular

Las creaciones de Plaza en bronce y mármol se enmarcan dentro de los últimos frutos de una escultura más "académica", pero que tenía una fuerte presencia en la vida cotidiana por estar emplazada en lugares públicos. "La obra de Plaza es diversa y evidencia un fino dominio de la técnica. En algunas de sus esculturas, como 'La quimera', se evidencian rasgos academicistas más evidentes. En otras obras, como 'Prólogo', 'Epílogo' y, sobre todo 'Caupolicán' se acentúa un mayor dinamismo, que define notas más fuertes de expresividad. Otras, como 'El jugador de chueca', se relacionan con un naturalismo más descriptivo".


Andrés Bello: su estatua surgió de una conversación entre Plaza y Vicuña Mackenna, quien siempre apoyó la carrera del escultor.

Para Francisco Gazitúa, "en su género -tipología de escultura 'sedente'- la estatua de Andrés Bello es una de las obras más significativas realizadas en el país. "Caupolicán y Andrés Bello están entre las mejores esculturas realizadas por chilenos".

Una de las grandes deudas con Plaza es un inventario de su obra. "La escasez de información revela una subvaloración de ese período por parte de la mayoría de los teóricos del arte. La 'escultura académica' es considerada por muchos como un período decadente, casi una prisión, un mundo de reglamentos y proporciones que tenía como referente los modelos grecolatinos", dice Gazitúa.

El mismo Gazitúa retruca esas críticas. "El campo estatuario, con todos sus bigotes, sables y caballos fue una manera de hacer que los propios escultores abandonamos. Mi impresión es que, si bien ganamos libertad, lo perdimos casi todo. La función conmemorativa de la escultura, su lado 'ornamental', en mobiliario urbano, su relación con la muerte en cementerios, todo el arte religioso, los memoriales. Esos campos pertenecieron a los escultores desde siempre y hoy son tratados con recelo, o casi con vergüenza en las escuelas de arte. La escultura hasta el período estatuario fue un arte profundamente popular, cumplíamos una función social y vivíamos de eso".

Las pistas de su muerte

En Chile, Plaza se desempeña como maestro de escultura por casi veinte años, formando a los escultores de la generación que seguirá su camino artístico, entre ellos Virginio Arias, Arturo Blanco, Carlos Lagarrigue, Ernesto Concha, Guillermo Córdova y Simón González (hermano de Juan Francisco, el pintor). Luego decide dejar Chile y radicarse en Florencia, marcado por la amargura, al sentirse incomprendido y solitario en el cultivo de su arte.

A Florencia llega un escultor cansado (tenía 55 años y una dolorosa artritis), pero que se radica allí por cerca de 18 años, un período de su vida del que se desconoce casi todo. En especial si produjo obras, lo que parece lógico si se toma en cuenta que arrendaba un espacio para trabajar. ¿Qué se hicieron las esculturas que puede haber creado en ese último período? Misterio. Sólo hay huellas de un encargo del Gobierno de Chile.

"Los documentos oficiales de que disponemos indican que Nicanor Plaza fue comisionado para realizar una obra titulada 'Heroínas de la Independencia de Chile', que no habría superado el nivel de bocetos y yesos. Sabemos que hacia 1930 los yesos estaban aún en una bodega en Florencia, pero el rastro se pierde después", relata Julio Cordano, parte del equipo de la Embajada chilena en Italia que ha trabajado en la pesquisa de sus restos.

El inventario de los bienes de Plaza habla de su modesta vida en Florencia. Documenta la existencia de dos chales, ropa, pañuelos, herramientas de trabajo, un par de botellas de chianti y tres relojes. De hecho, hay versiones que dicen que la escultora Rebeca Matte, que vivía en la misma ciudad, lo auxilió en algunas ocasiones.

"Sabemos que en Florencia arrendaba una pieza en el centro de la ciudad y vivía a pocos metros del Duomo. También arrendaba un taller hacia las afueras de la ciudad, donde pasaba la mayor parte del tiempo", dice Cordano.

La muerte fulminante del artista se produce el 7 de diciembre de 1918. "A través de las autoridades de la Toscana logramos una copia del certificado de defunción del artista, que finalmente da luz sobre la fecha de su fallecimiento. Había distintas versiones, por lo que creemos que es un aporte esclarecedor", explican desde la Embajada de Chile en Roma.

Con posterioridad a su muerte, ante la ausencia de familiares que reclamaran sus derechos, el Estado de Chile se declaró heredero universal de sus bienes en Italia, en un proceso que estuvo marcado por irregularidades y dudas sobre la forma en que se desarrolló la operación.

Hoy la idea es recuperar el legado del solitario escultor. "La huella de don Nicanor nos deja como desafío la recuperación del papel del escultor en la vida de nuestra ciudad", reflexiona Francisco Gazitúa. "Creemos que la publicación que estamos preparando, que recopilará su obra por primer vez -casi 100 años después de su muerte- cumplirá la función de reponer la estatuaria en el corazón y origen de la escultura chilena".

Caupolicán: Mohicano-mapuche

Caupolicán: está en el cerro Santa Lucía desde el Centenario.

Nicanor Plaza tenía sólo 24 años cuando trabajó en la estatua conocida como "Caupolicán", tal vez su obra más famosa. La escultura ha sido alabada por su emplazamiento en el cerro Santa Lucía (sobre una roca, con la ciudad como fondo) y por la tensión que emana de la figura alerta y vigilante, estructurada en torno a ejes diagonales.

La temática, en cambio, ha sido objeto de eternas controversias. Su atuendo y facciones, por cierto, no corresponden a la tipología mapuche. La obra fue realizada por Plaza en París, para un concurso que buscaba una personificación del héroe de la novela " El último mohicano" de Fenimore Cooper . No habría tenido éxito y la estatua viaja a Chile, donde, según Liisa Flora Voionmaa -autora de "Escultura pública. Santiago 1792-2004"- obtiene la máxima distinción en la Exposición de arte e industria de 1872 . Para las celebraciones del Centenario se emplaza en el Santa Lucía. El crítico Richon-Brunet dijo en su momento que la estatua no sólo simbolizaba la epopeya araucana, sino toda la raza indígena de América, según cita la obra de Voionmaa.

Por sus obras lo conoceréis
Muchos chilenos desconocen quién fue Nicanor Plaza, pero es difícil que no hayan observado alguna vez sus obras. En el interior de la casa central de la Universidad de Chile está su famosa estatua de Andrés Bello realizada en mármol (la que está en la calle es copia del original, en su factura participó Samuel Román). En el frontis de la universidad, por Alameda, se emplazan relieves alegóricos en bronce, también realizados por el escultor.


"La quimera".Integra la colección del Museo Nacional de Bellas Artes.


"Prólogo" y "Epílogo":están en la sala 'La capilla' del Teatro Municipal

En el cerro Santa Lucía se ubica la estatua original de Caupolicán y en el interior del Teatro Municipal están " Prólogo " y " Epílogo " . En el Museo de Bellas Artes están sus esculturas " Jugador de Chueca " y " Quimera " .

El escultor francés Carrier-Belleuse es el autor de la figura ecuestre de O'Higgins ubicada en la plaza de la Ciudadanía. Nicanor Plaza fue su ayudante en París y es el autor de dos de los relieves en bronce del pedestal de la estatua, "Combate de El Roble" y "La abdicación de O'Higgins" . En el bandejón central de la Alameda se emplaza un busto de José Miguel Infante . El monumento a los escritores de la Independencia está en el Parque Forestal. En las cuatro caras de la base de un obelisco, están los rostros esculpidos de Manuel de Salas, Camilo Henríquez, José Miguel Infante y Manuel José Gandarillas. En la plaza Tirso de Molina se ubica un obelisco con las caras de cuatro historiadores de la Independencia. Otras obras son su hermosa estatua dedicada a Juan Martínez de Rozas (emplazada en Concepción), un "Hércules" , una "Susana" y una " Bacante " , una figura de Arturo Pra t y de Bilbao . Hay textos que relatan que sólo entre 1875 y 1897 Plaza ejecutó ¡93 obras! Desgraciadamente, se desconoce el destino de buena parte de su producción.

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Vivir como minero

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REVISTA SÁBADO
sábado 30 de octubre de 2010



Un equipo de "Sábado" bajó 680 metros en una mina de Copiapó para conocer cómo es el trabajo de la pequeña y mediana minería en Chile. Historias de sacrificio, héroes, muerte, felicidad, desesperanza y abusos laborales en la siguiente crónica desde el corazón de la montaña.

POR FRANCISCO TORREALBA. FOTOS JUAN EDUARDO LÓPEZ


Mina Carola, 17 horas. El calor es sofocante a poco más de 600 metros de profundidad

Seiscientos ochenta metros de profundidad. El aire pesa, hace calor, unos 32 grados, tal vez más. Caen gotas desde el techo, el suelo está barroso, tanto que a veces se hace difícil caminar. La humedad es total. Es imposible no transpirar. Se escuchan los ruidos de las máquinas que a lo lejos perforan. Aparece un camión lleno de rocas, de esos de ruedas gigante, tan grandes que se mueve el piso. Casi no cabe en el túnel de seis metros de alto y cinco de ancho, pero su chofer lo maneja con una maestría envidiable.

Son las cuatro de la tarde, pero podrían ser las ocho, medianoche o madrugada. Da lo mismo. En el centro de la montaña siempre está oscuro, siempre hace calor, siempre está húmedo.

De una camioneta roja que dice "Rescate" con grandes letras blancas fosforescentes se baja Pedro Riveros. Camina como si estuviera en una plaza, en el living de su casa, en cualquier parte, menos a casi 700 metros bajo tierra, rodeado de explosivos, de químicos, de combustibles. Él es el jefe socorrista de la minera Carola, en Tierra Amarilla, a unos 15 minutos de Copiapó. Es el encargado de cuidar a los casi mil mineros que se ganan la vida en el yacimiento de cobre, que al igual que la mina San José, la de los 33, esconde gran parte de su mineral en profundos recovecos.

Pedro Riveros fue, además, el último rescatista en bajar por la cápsula Fénix II y el penúltimo en volver a la superficie el pasado 14 de octubre. Y fue también uno de los que el 6 de agosto, unas horas después de conocido el derrumbe, intentó bajar al corazón de la San José. Juntó a su equipo, colgado sólo de unas cuerdas, llegó hasta el cerca del nivel 300, donde pudo ver que la mina había colapsado y había que encomendarse a los sondajes.

Por todo eso, hoy Riveros es un héroe en Copiapó. Ha salido en programas de TV, en los diarios, le piden autógrafos y hasta le llegó una invitación del presidente de CNN internacional, Jim Walton, para participar del programa CNN Heroes, en honor a los 33 y los seis rescatistas. Todo eso en un par de meses.

Pero antes de dedicarse a sacar gente de las minas, Riveros fue minero. Era uno de los 800 habitantes de la localidad de El Salado, cuando con tan sólo cinco años comenzó a aprender el rigor de la pequeña y mediana minería. Tres años antes su madre había fallecido en el parto de su cuarto hermano. Y como en su casa, al igual que casi todas las de una familia dedicada a la pequeña minera, la plata escaseaba, a Pedro no le quedó otra que seguir los pasos de Raúl, su padre, quien trabajaba en la mina de hierro Carmen. Cerca de ahí había un pique, Carrizalillo, y a Pedro lo bajaban 480 metros a pura cuerda adentro de un balde. En el fondo, con su pequeña picota, le dio los primeros golpes a la roca.

Diez años después la vida lo volvió a maltratar. Su padre murió al volcarse en su camioneta. Junto a sus tres hermanas y cuatro hermanos, todos mineros, quedaron solos. A él lo crió su tía, entró a la Escuela de Minas de Copiapó, y pese a que intentó trabajar como camionero y como soldador, la mina lo sedujo para siempre.

-Cuando tengo cuatro días de permiso, al tercero ya estoy desesperado por bajar a la subterránea. Literalmente, los mineros nos morimos por una mina, dice.

Riveros llegó en marzo de 2006 a Carola con la misión de mejorar la casi inexistente seguridad del yacimiento. En enero de ese año, en sólo dos días habían muerto cuatro trabajadores. El primero fuera del socavón y los otros tres a unos 200 metros de profundidad.

Hugo Bustamante maneja un colectivo de la línea 7 de Copiapó. Tiene 56 años, y una barriga que casi no deja espacio con el volante. Mientras en la radio suena una canción de Cecilia, recuerda lo que le pasó a su hermano Lino Bustamante en la mina Carola.

Ese 20 de enero de 2006 Hugo iba a arriba de su auto cuando escuchó por la radio que había un accidente en la faena. Las informaciones hablaban de un incendió de dos camiones al interior del túnel. Como su hermano era jefe de turno y no tenía por qué estar arriba de uno de los vehículos, Hugo no se preocupó y siguió tomando pasajeros. Al rato lo llamó por teléfono su hermana y le dio la mala noticia.

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Un minero comienza a subir desde el nivel 300. Una chimenea con escaleras como ésta es lo que no tenía la mina San José

Efectivamente, Lino estaba afuera del socavón, pero al escuchar por radio del accidente ingresó corriendo por la única entrada y salida que tenía la mina. Lo hizo acompañado de un rescatista, el que al poco andar y por lo tóxico del aire, se desmayó. Lino se lo subió a la espalda y lo sacó. Volvió a entrar, bajó a uno de los choferes de la cabina mientras los camiones ardían. Alcanzó a bajar al otro, cuando el aire ardiente lo quemó por dentro y cayó fulminado. A los pocos días tuvo un funeral de héroe y un par de años después los dueños de la mina -entre ellos el empresario y ex parlamentario del Partido Radical Jonás Gómez- llegaron a un millonario acuerdo con su viuda y con la madre de su primer hijo. No hubo querellas y la mina pudo seguir funcionando pese a que no cumplía con tener una segunda salida, algo que hoy sí está en regla tal como le exige la ley.

Hugo también conoce de cerca esa obsesión que generan las minas. Lo criaron en medio de los cerros cerca de la localidad de Diego de Almagro, mientras su padre y abuelo buscaban el mineral. Más tarde, buscó hacer fortuna con una. Metió hasta el último peso que tenía en la explotación de un pequeño yacimiento en Ligas Negras. No resultó. Fueron cinco años hasta que optó por el colectivo.

-Las minas son traicioneras. Yo casi me voy a la ruina por una. Y a mi papá le pasó lo mismo, si ni para su jubilación pudo ahorrar. Los pocos pesos que tenía se los metía a la mina y el resto, como buen minero, era para ir con los amigos a la fuente de soda, dice Hugo.

La camioneta de Pedro Riveros ahora para en el nivel 145 de la mina Carola. Todo está iluminado, le llaman el "Barrio cívico". Hace menos calor que en el fondo y la ventilación hace que la humedad casi no se sienta. Hay una pequeña micro, varias camionetas y un comedor para, al menos, 50 personas. Hasta allí todos los días a la una de la tarde llegan los mineros a almorzar, rutina que se repite para los del turno de noche con su colación de las 00:30 de la madrugada. Afuera hay unas bancas. En una de ellas está sentado Manglio Vitali, minero perforista que ha dedicado 37 de sus 53 años al trabajo en el fondo de la tierra. Conversa con sus colegas, todos visten uniformes similares a los de un bombero.

Vitali mide un metro noventa y pesa más de 100 kilos. Está descansando. Entró a las ocho de la mañana y le queda un par de horas para salir. La buena noticia es que sólo le falta un día más para terminar su turno de cuatro días seguidos y descansar la misma cantidad. La mala noticia es que cuando vuelva le toca turno nochero, de ocho de la noche a ocho de la mañana. También por cuatro días.

Fue en 1997 que se aprobó la norma que permite las jornadas excepcionales, algo que con el pasar de los años se ha transformado en una verdadera pesadilla para los mineros. Cumpleaños, años nuevo, navidades, graduaciones, aniversarios quedan de lado si se está de turno. De hecho, Manglio en los tres años que lleva en Carola ha recibido dos nuevos años bajo tierra junto a sus compañeros.

Cuando está de nochero, Manglio llega a su casa cerca de las nueve de la mañana, y almuerza cerca de la una. Recién ahí, como a las dos, duerme siesta hasta las seis. Toma once y vuelve a la mina. Va a trabajar con maquinaria pesada, a 400 metros de profundidad, con sólo cuatro horas de sueño en el cuerpo.

Es la vida del minero y Vitali conoce las reglas. Es sin llorar, sin quejarse. Hoy gana cerca de 700 mil pesos al mes por operar una máquina Jumbo. Antes era más, su sueldo llegaba al millón mensual. Lo recibía como operario de la minera San Esteban, en las minas San Antonio primero y luego en la San José.

-Los jefes de la San Esteban pagaban más porque era muy peligroso. Uno sabía que entraba, pero no si salía, dice.


Pedro Riveros, en la foto a la izquierda, trabaja en Carola desde 2006.
Manglio Vitali, de barba en esta foto, tiene turnos de 12 horas diarias.

Un día estaba perforando en el nivel 190 de la San José cuando un planchón de roca se vino sobre su máquina. El equipo quedó destrozado y él, con algunos machucones en la espalda. Casi se convierte en uno de los cuarenta mineros que en promedio pierden la vida al año en Chile. Al tiempo después, en enero de 2007, cerraron la mina por la muerte de un operario. Vitali quedó cesante y con el finiquito le construyó el segundo piso a su pequeña casa de la Población Luis Uribe de Tierra Amarilla. Dos meses después entró a Carola.

Luego del del accidente de 2006, los dueños de esa mina aprendieron la lección, o al menos, así parece. Hoy los refugios son completamente herméticos. Tienen raciones de agua embasada y comida con autonomía de 48 horas, pero, si es necesario, puede alargarse una semana achicando las porciones. El refugio es como un container, con una pesada puerta de fierro a prueba de calor, y baño químico separado. Caben 20 mineros cómodamente sentados, tiene purificador de aire y climatizador. Adentro hay 20 agradables grados, afuera más de 30. Tiene luz y energía propia, además de sistemas de radio que, se supone, comunican con el resto de la mina, incluida la superficie.

Como ese refugio, hay varios más, algunos más pequeños. En el olvido está uno que es como en el que estuvieron sus 69 días los 33. Es de roca viva y quedó en desuso porque no aislaba los gases tóxicos que puede haber tras una explosión subterránea.

Unos metros más arriba, cerca del nivel 300, hay una chimenea, algo así como un túnel vertical de unos cinco metros de ancho y más de 100 de largo, dividido en unos 10 niveles, conectados a través de una escalera de fierro.

Donde hoy funciona la mina Carola, antes lo hacía la mina Agustina. Allí trabajó por 60 años Luciano Pinto, un pirquinero de Tierra Amarilla. Es delgado, con un ánimo a toda prueba pese a que tiene que trabajar hasta hoy con sus 70 años a cuesta. Los escasos 104 mil pesos que recibe de jubilación lo obligaron a olvidarse de sus tres operaciones -a los meniscos, vesícula y próstata- y a seguir en el rubro. Junto a siete socios, armó su propia minera. Arrendó un socavón y lo explota todos los días. Él es el administrador, compra los explosivos, arregla las máquinas, se preocupa que todo esté a punto para la faena. Conoce el oficio como pocos. Partió a los 12 años junto a su papá, quien tras probar suerte con el salitre, emigró a Copiapó para trabajar en la Agustina. Desde ese día don Luciano no paró más. Bajó a cuanto pique hay en la zona. Una semana, dos y hasta un mes se iba de su casa con unos cuantos tarros de atún, buscando el punto del mineral. No hizo fortuna, pero le alcanzó para educar a sus dos hijos. El hombre, por supuesto, es minero.

-No me puedo quejar. Aunque hubo momentos duros, les dimos una buena vida a mis hijos y educación. En esto no se gana mucho, pero si uno es ordenado se puede vivir. Lo malo es que los niños de ahora ganan un poco de plata y se vuelven locos, se compran caballos de carreras, camionetas cototas, botan la plata en puras leseras.

Don Luciano no deja de tener razón. Basta con darse unas vueltas por el centro de Copiapó para encontrarse con sus bares llenos de mineros. En la calle Chacabuco hay varios y en todos, los clientes más frecuentes vienen de la faena. El restaurante Don Pepe es uno de los favoritos. En una de sus mesas hay 10 "viejos" que lo copan con sus botellas de cerveza y pisco. Son casi las 12 y los mayores se comienzan a ir. Las bromas y los gritos de "mandado" y "macabeo" cruzan el local. Al rato, los que quedan comienzan a planificar la próxima estación. Uno de ellos toma el teléfono y contacta a unas prostitutas. El plan es ir los cuatro al departamento de una de ellas, que por cierto, debe hacerse acompañar por tres colegas más. Se supone que las prostitutas son colombianas, las que en los últimos años han llegado a la zona seducidas por el dinero de los mineros.

Llega la cuenta y entre todos suman más 150 mil pesos con propina. Paran un taxi y se van.

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Abiel Palta pudo haber tenido una próspera carrera futbolística. En 1979, en el Salvador, dejó la pala y la picota, y fichó en el recién fundado Cobresal. Luis Sougarret, tío del jefe del rescate, André Sougarret, era el primer presidente del club y estaba decidido a reclutar talentos de la zona. Uno de ellos era Abiel, que deslumbraba en las polvorientas canchas de Potrerillos.

Fueron tres años de amagues y gambetas, hasta que una rebelde lesión a la rodilla, en 1981, lo retiró momentáneamente de las canchas. Tras unos años dedicados a la minería, en 1986 Palta tuvo otra oportunidad, con los colores de Regional Atacama, el archirrival de Cobresal. Jugaba de contención y uno de sus últimos partidos fue por la Copa Chile. A estadio lleno, tuvo la misión de no perder de vista al volante creativo de su oponente, Franklin Lobos. Éste, aburrido de la asfixiante marca, le dejó de recuerdo un codazo en la ceja derecha, cicatriz que hoy Abiel luce casi con orgullo. Después de ese último intento, el "Paltita", como le decían en el club, colgó los botines y volvió a las minas.

Sabía bien lo que había que hacer. Su padre -que murió de silicosis- había trabajado en El Salvador hasta que la matanza obrera de 1966 los ahuyentó a Ovalle. Los negocios allá no resultaron, y volvieron a Potrerillos. Con sólo 15 años Abiel comenzó a trabajar de "capacho", como cargador humano de las rocas que sacaban de las minas. Tampoco alcanzaba, así es que probaron suerte vendiendo verduras en la feria. El éxito tampoco llegó.

En 1989, con dos hijos y otro en camino, entró a Punta del Cobre, en Tierra Amarilla. Ganaba el sueldo mínimo y efectuaba la peligrosa labor de "marino": el que entraba a la mina después de la tronadura para sacar el material suelto. Estuvo dos años hasta que lo ascendieron a "cargador de tiro", el encargado de llenar con explosivos los orificios hechos por los perforistas y luego detonarlos. Por eso gana poco más de 600 mil pesos al mes. Si fuese un trabajador subcontratado, con suerte recibiría la mitad.

Como el presupuesto siempre está justo, a la esposa de Abiel, Lila Araya, se le ocurrió instalar un cibercafé en la parte delantera de la pequeña casa familiar en la población Los Volcanes, de Copiapó. Se quedaron sin living, pero esos tres computadores ayudan a pagar los gastos que dejan tres hijos en la universidad.

-Los jóvenes creen que en esto se gana plata. En parte es verdad, pero sólo los que tienen cargos y estudios, los demás sólo ganamos para vivir y arriesgamos la vida todos los días, dice Abiel, sentado en el comedor de su casa, bajo un techo de cholguán lleno de hoyos que dejó una sorpresiva lluvia y que unas bolsas no logran tapar.

Abiel saca cálculos. Explica que gracias a que logró, junto a sus compañeros, que en su mina les calificaran el trabajo como "pesado", va poder adelantar su jubilación en unos cinco años. La ley dice que quien realice un trabajo pesado podrá, cada cinco años ejerciendo esa labor, descontar dos en edad de retiro. Son muy pocas las empresas mineras que reconocen este "beneficio". Eso le da rabia, como cuando se acuerda que murieron un par de compañeros en la mina. Fue hace unos años. A uno lo aplastó un planchón y el otro se cayó en un forado de más de 30 metros.

-Ahora que pasó lo de los 33 todos se preocupan. Antes de ayer fue el Sernageomin a fiscalizar y nosotros nos reíamos, porque les prepararon la mina. Les mostraron lo bonito. Ojalá las condiciones de trabajo fueran esas, si parecía un hotel, y yo sé que en Copiapó ninguna mina es un hotel, ninguna.
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jueves, 28 de octubre de 2010

DIARIO LA SEGUNDA
Jueves 28 de Octubre de 2010

miércoles, 27 de octubre de 2010

martes, 26 de octubre de 2010

Canal 13 vive su última semana como la estación de la UC

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martes 26 de octubre de 2010

Los trabajadores comienzan hoy a firmar un nuevo contrato. La grúa volvió a operar: el 13 levantó a dos realizadores de TVN y la red estatal respondió llevándose a la subgerenta de evaluación.

Soledad Gutiérrez
Hoy, entre las 9:00 y las 17:30 horas, en una de las salas de ensayo de Canal 13, los trabajadores de la estación comenzarán a sentir el traspaso del 67% de la propiedad al grupo Luksic. La citación es para firmar un anexo de contrato con Canal 13 SpA (sociedad por acciones, que es la fórmula que se utilizará), que estará vigente a partir del 1 de noviembre, pero que no altera los acuerdos ya establecidos, según se informó en un mail enviado ayer por la tarde a los trabajadores.

Así será el logo, eliminando la referencia a la UC

El próximo lunes también estará listo para comenzar a circular el nuevo logo del canal: aunque mantiene el diseño y el color anaranjado, hay un cambio significativo, pues desaparece de la parte inferior el término "UC". Esta imagen ya comenzó a ser distribuida entre los programas para que, apenas se verifique la entrada del grupo económico, sea utilizada en pantalla.

La oficialización del acuerdo en que la Universidad Católica traspasa el 67% de Canal 13 al grupo Luksic y se queda con el 33% se haría durante la próxima semana, pues Andrónico Luksic y el rector de la Universidad Católica, Ignacio Sánchez, los protagonistas del cambio, están de viaje durante la mayor parte de esta semana. En Canal 13 afirman que además en este plazo se debería confirmar a los integrantes del directorio que presidirá René Cortázar y designar oficialmente al director ejecutivo, cargo que ocupará David Belmar, hoy presidente del comité de transición del 13.

Aunque el cambio no está firmado, el nuevo Canal 13 sigue inaugurando una nueva era en la industria, con la grúa como su gran arma. Y ayer volvió a utilizarla contra TVN: el productor ejecutivo José Antonio Edwards y el director de "Calle 7", Pablo Manríquez, se van a Canal 13 y trabajarán en proyectos para 2011. Los dos realizadores han trabajado con Martín Cárcamo, el animador que el viernes 22 confirmó que se cambia de estación. Edwards, específicamente, se encargará de programas del área de entretención.

A diferencia de las "levantadas" anteriores -antes de los realizadores y del animador se fueron siete ejecutivos del canal estatal al 13-, esta vez TVN respondió: la subgerenta de evaluación de Canal 13, Eliana Cura, deja su cargo este viernes 29 y se va a la estatal a trabajar en el área de producción. En la industria se comenta que la movida es estratégica: Cura manejaba los proyectos que vienen en Canal 13 y los presupuestos para las distintas áreas. En TVN explican que no hay una suerte de "venganza" por las anteriores movidas de la grúa: "Necesitábamos rearmar el equipo", dicen.
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El silencioso adiós del Gran Palace, el último gran cine del centro de Santiago

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martes 26 de octubre de 2010

Con medio siglo de vida, la sala tuvo sus últimas funciones el pasado 6 de octubre y este fin de semana concluye su etapa de desmantelamiento.

Fernando Zavala

En los años 60, sólo en la calle San Diego habían al menos diez salas de cine. Y muchos de los testigos de aquella época pueden lanzar una larga lista de nombres de cines que abundaban en el centro de Santiago: el Astor, el Windsor, el Toesca, el Rex, el Lido, entre otros. Una larga tradición que este fin de semana llegará a su fin, cuando termine el proceso de desmantelamiento del cine Gran Palace, ubicado en la intersección de las calles Huérfanos y Morandé, el último exponente que quedaba de una época de oro. "Sin duda era uno de los cines más elegantes que había en el centro, era imponente", dice la periodista María Inés Sáez.


El esplendor de los 60, cuando funcionaba el inolvidable juego de luces y bóveda celeste de los costados.
Foto:ZIG ZAG


Ayer parecía como si el cine estuviera abierto, pero no se exhiben películas desde el 6 de octubre.
Inaugurado a fines de los años 50, en 1998 también cayó ante la moda de las multisalas y transformó su espacio para albergar cuatro pantallas. En Chilefilms, la compañía dueña del complejo, sólo afirman que el espacio dejó de funcionar el 6 de octubre y que el inmueble fue comprado. Sin embargo, trascendió que la sala ya no cumplía con los estándares de calidad aparecidos en la última década y que se privilegió una oferta económica proveniente de la misma firma dueña del vecino Hotel Gran Palace. La entrega oficial del cine se hace este fin de semana. Por eso para esa fecha ya no pueden quedar ni butacas ni proyectoras.

"Ahora la gente ya ni siquiera prefiere ir a una multisala", dice Sáez. "Ahora quieren la multisala dentro de, por ejemplo, un centro comercial, donde además puedan comer y comprar", agrega.

Lo cierto es que, a comienzos de los 90, cuando aparecieron las primeras multisalas en Chile, el centro de Santiago ya tenía pocos cines clásicos en funcionamiento. Por ejemplo, el Rex ya estaba dividido en tres salas y el Central, en dos. "Lo que realmente provocó la muerte de todos los cines clásicos fue la consolidación de la televisión, en los años 60", recuerda Carlos Velasco, ex cinematografista que entró a la industria en 1958. "La gente prefirió quedarse en casa a ver la tele y dejó de ir al cine, así murieron también todos los cines que había en la periferia. Luego, en los 80, apareció el VHS, y ese fue otro golpe. Sin embargo, creo que nunca ha afectado al cine propiamente tal, sólo a la manera de ver el negocio de las salas. El cine siempre avanza en calidad, ahora está el 3D. Es decir, el interés no disminuye".

Los últimos cierres
El Gran Palace era el último cine histórico del centro, pero en los últimos años han cerrado varias salas de otros sectores de Santiago. A mediados de 2008, el multicine Vitacura cerró para dar paso al Centro Cultural Amanda. A comienzos de ese mismo año, el Pedro de Valdivia fue rematado y en 2005 el cine Las Lilas, demolido.

Los que sobreviven
Con el fin del cine Gran Palace, los cines "tradicionales" que existen en el centro de la capital forman parte del siempre subsistente circuito del cine arte. El Biógrafo, abierto desde 1992, mantiene una interesante oferta de cine de calidad. El Cine Normandie existe en la calle Tarapacá desde 1959, y también está en pleno funcionamiento. "Estas salas sobreviven porque satisfacen una necesidad cultural que las multisalas no están cumpliendo", dice Álex Doll, a cargo del Normandie, que nació en 1941 en el inmueble que hoy ocupa el Centro Arte Alameda, inaugurado hace 18 años. "Creo que estamos en un súper buen momento, consolidando nuestra oferta de cine de calidad, aprovechando la segunda sala que inauguramos en 2001 y el espacio que también ocupamos para eventos de música y artes visuales, entre otros", dice Roser Fort, directora del lugar.
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Lunes 11 de Mayo de 2009

Los antiguos "biógrafos":
Cines con fachada de palacio y butacas con manillas de bronce

Las salas de antaño lucían balcones tallados y dibujos en el cielo, pero conversar o comer estaba censurado.

"¿Vamos al biógrafo?". Así le decián sus padres a María Eugenia González (81) cuando la invitaban a ver películas. "Nadie hablaba de cine; después se le empezó a llamar teatro, porque las salas eran antiguos anfiteatros adaptados".

Raúl Mella (80) recuerda que cuando era niño observaba por horas los detalles del antiguo cine Real, de Compañía con Ahumada. "Tenía fachada de palacete, balcones de madera tallada y el cielo estaba pintado con nubes, como un fresco". Hoy lo reemplaza un local comercial.





Algo similar ocurrió con el antiguo Cine Metro, de la calle Bandera, donde ahora funciona un banco. "Se llamaba así porque sólo daban largometrajes de la Metro Goldwyn Mayer, como 'Cantando bajo la lluvia' o 'Lo que el viento se llevó', que me emocionó hasta las lágrimas", rememora María Angélica Pérez (72).

El ex Teatro Carrera del barrio Concha y Toro era otro cine-palacio. "Tenía azulejos, mosaicos, y en su interior las butacas tenían manillas de bronce", dice Manuel Sancho (78).

En el barrio vivía Raúl Mella a sus 10 años. "El castigo si me portaba mal en el colegio era que no había teatro el domingo, con lo que me perdía las aventuras de 'El Llanero Solitario'", cuenta.

María Elena Saffer (79) recuerda que uno de los pocos que aún funcionan es el actual teatro de la U. de Chile, en Plaza Italia. "Antes se llamaba Baquedano, y exhibía casi puras películas mexicanas, con Jorge Negrete y María Félix".

Antiguamente existía la cultura de "matinée, vermouth y noche", según la hora del filme. Manuel Sancho recuerda que "en los rotativos se podían ver varias películas al hilo".

"Había más respeto, y si alguien conversaba o abría una caluga, se le llamaba la atención", asegura Marina Saavedra (80).

"Hoy las butacas son más cómodas y las salas más calefaccionadas, pero sigo sin comprender la costumbre de las cabritas y su insoportable ruido", se queja María Angélica Pérez.
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domingo, 24 de octubre de 2010

16 episodios desconocidos que rodearon a los mineros, los rescatistas, los ministros y el Presidente

domingo 17 de octubre de 2010


Las historias no contadas del rescate

La tentación de Piñera por bajar en la cápsula
Ocurrió en la tarde del martes 12 de octubre, horas antes de que comenzara la operación en que los 33 mineros volvieron a la superficie, que el Presidente Sebastián Piñera conversaba con los jefes del equipo de rescate sobre cómo trancurriría la maniobra.

El Mandatario consultaba insistentemente si el traslado de la cápsula era seguro. Las preguntas no llamaron la atención de los jefes del equipo de rescate, pero sí de Cecilia Morel. "Me imagino que no estarás pensando en bajar en la cápsula", le dijo ella.

"¿Por qué no? ¿Cuál es el problema?", le contestó el Mandatario.

Quienes estaban presentes afirman que el Presidente explicó que hacerlo era mostrar simbólicamente que era todo el país, a través de su Presidente, que iba a buscar a los trabajadores atrapados.

Pese a los argumentos, el propio Piñera no terminó de convencerse de la idea.

"Ustedes no han comprendido la magnitud de esto"
Cuando Piñera llegó a la mina San José para interiorizarse sobre cómo se realizaría la difusión del rescate se le expusieron cuatro puntos: un container ocultaría la operación a los medios de comunicación, la transmisión oficial se haría en diferido, la imagen captada en el interior de la mina no se haría pública y los familiares esperarían a los mineros dentro del triage. Entonces el Presidente preguntó qué probabilidades había de que el rescate fracasara. "Prácticamente nulas", le respondieron.

"¡Ustedes no han comprendido la magnitud de esto!. Es un momento de gloria para Chile, no hay nada que ocultar. Esto hay que mostrarlo al mundo", dijo y revirtió las cuatro medidas.

Sedantes para Mario Sepúlveda y la dramatización que le hizo al Presidente
Mario Sepúlveda, el segundo minero en salir de la cápsula y quien llamó la atención por su triple saludo al Presidente Piñera y haber corrido hacia los rescatistas para gritar un ceacheí, continuó con su euforia en el Hospital de Copiapó. El minero hablaba insistentemente y se movía más de lo que los médicos consideraban adecuado, por lo que decidieron administrarle tranquilizantes y así asegurarse de que el trabajador pudiese descansar.

Su actitud continuó el día siguiente, cuando el Presidente Piñera se reunió con los 33 mineros y otras autoridades. Según testigos, Sepúlveda habló extensamente sobre su experiencia y luego le siguieron otros trabajadores, aunque con intervenciones más breves. De pronto, Sepúlveda volvió a pedir la palabra, lo que originó bromas y abucheos de sus compañeros que le enrostraban que ya había hablado suficiente. Sin embargo, Piñera le dio la palabra. Entonces, Sepúlveda se colocó al centro del grupo e hizo una suerte de dramatización de su encierro: se acostó en el suelo, se encogió, gritó e hizo todo tipo de manifestaciones histriónicas que sorprendieron a las autoridades.

Cómo se eligió al jefe del rescate
En la Moneda afirman que cuando Piñera analizó el escenario en la mina San José, tras el accidente, vio que había varios ministros y comentó que había "muchos miembros del directorio y ningún gerente". Fue entonces que decidió nombrar un jefe del rescate.

Luego, el Mandatario preguntó por los profesionales más experimentados y recibió los nombres de André Sougarret, gerente de minas de El Teniente, y el de Nelson Pizarro, gerente general de Mina Caserones.

Con ambos, el Mandatario sostuvo largas conversaciones en su primer viaje a Copiapó, les pidió consejos, alternativas de rescate e informes técnicos. Finalmente, Piñera se decidió por Sougarret.

La expulsión de una empresa contratista por nota de Canal 13
Cuando la máquina T-130 ya había culminado el túnel por el que bajaría la cápsula Fénix II, la empresa Geosinergia fue requerida para medir eventuales movimientos de la roca en el ducto. La compañía, que había participado en todo el rescate, bajó cámaras y sensores de movimientos, pero para hacer un mejor trabajo, solicitó un detector de sonido que Codelco no tenía ni había en Copiapó. Finalmente, se pidió un aparato que era afín a los requerimientos a Canal 13. Sin embargo, tras la medición, la estación televisiva usó la grabación para una nota que salió al aire con los comentarios del ingeniero Miguel Fortt. Indignadas, las autoridades de Codelco expulsaron de las operaciones a Geosinergia, que trabaja con la empresa estatal en otras faenas. Canal 13 debió explicar que la grabación no fue facilitada por Geosinergia, y Fortt, enviar una carta aclaratoria a Codelco.

El insólito encargo de Gloria Estefan
Cuando la escritora chilena Emma Sepúlveda, que vive hace 35 años en el extranjero, llegó a Copiapó desde EE.UU., no sólo traía la intención de escribir historias sobre la mina San José. La literata llevaba un mensaje de aliento de Gloria Estefan, a quien conoce hace tiempo, para los trabajadores atrapados. De paso, la cantante de origen cubano había pedido también un mensaje espiritual de José Henríquez -el minero que encabezaba las oraciones- y un recuerdo desde el interior de la mina. A través del mismo trabajador, la escritora consiguió una piedra subterránea para la artista.

Ley seca en el campamento
Música y bailes se apoderaron del Campamento Esperanza la noche del domingo 22 de agosto, día en que se supo que los mineros estaban vivos. La euforia contrastaba con el alicaído ambiente que había imperado en los días anteriores entre los familiares y amigos de los trabajadores atrapados. La celebración incluyó también el destape de botellas de vino y pisco y una larga fiesta. La posibilidad de que el ambiente se repitiese todas las noches y derivara en eventuales desórdenes, sin embargo, hizo que en las jornadas posteriores Carabineros realizara intensas rondas por el campamento pidiendo que no se consumiese alcohol y vigilando que la orden se respetara.

Los instrumentos que podían captar el "olor a muerte"
Antes del segundo derrumbe, los rescatistas alcanzaron a colocar sondas hacia el interior de la mina, por la chimenea, para detectar vapor orgánico. Los resultados nunca arrojaron resultados positivos. Si hubiese habido un muerto, decían, la putrefacción del cuerpo habría alterado las sondas. Este dato les sirvió para mantener la esperanza cuando en hoteles y restoranes les repetían que los rumores indicaban que el derrumbe había alcanzado a los mineros y estaban todos muertos.

Nadie apagó la luz en la mina
La moderna cámara infrarroja que sorprendió al mundo al transmitir imágenes -en vivo y en directo- de la llegada de la cápsula Fénix II al fondo de la mina San José fue "víctima" del protocolo de salvamento. Según esta norma, el dispositivo debía transmitir el momento en que el último rescatista en abandonar el fondo, Manuel González, abordara la cápsula y con su mano diera la señal para que fuese elevado. Desde ese momento, la cámara quedó en el fondo, transmitiendo vía fibra óptica hasta que se descargue por completo su batería.

La cámara no fue el único aparato que quedó funcionando abajo. El mismo protocolo de rescate indicaba que la luz no podía apagarse para que la imagen del último rescatista abandonando la mina, y dando la señal de que debían sacarlo, pudiese ser vista. En este caso, sin embargo, la corriente no dependía de una batería, por lo que podía desconectarse desde la superficie, situación que en todo caso no ocurría hasta el viernes pasado.

La llamada de la Iglesia a La Moneda por las celebraciones
Un cambio en el programa de celebración del rescate, que se hará en Santiago el próximo 25 de octubre, debió realizar el Gobierno el pasado jueves. La razón radica en un llamado de la Iglesia Católica a La Moneda solicitando que a la agenda se incorporase un gran acto ecuménico en el templo Votivo de Maipú para dar gracias por la operación de rescate. La solicitud hizo que el partido de fútbol que se realizará en el Estadio Nacional, entre los mineros y el equipo de rescate, se adelantara para las 10 de la mañana de ese lunes. Luego, los mineros serán recibidos en La Moneda, almorazarán allí y en la tarde se dirigirán a Maipú para la ceremonia religiosa.

La cirugía de urgencia que se iba a hacer abajo
El momento médico más complicado -después de que los mineros fueron hallados-, ocurrió cuando uno de los trabajadores reportó intensos dolores en el bajo vientre.

Las alarmas de una posible apendicitis se encendieron en la superficie. Dicen, en el equipo de Salud del rescate, que se pensó enviar hacia abajo intrumental médico especializado y entregarle al enfermero Yonni Barrios instrucciones sobre cómo operar al minero, cuyo nombre no es revelado por secreto profesional. Pero, finalmente, los dolores cesaron y la emergencia pasó.

"Operación profeta Jonás", el eslogan oficial que no logró prender
"Operación profeta Jonás" fue el nombre que Sebastián Piñera escogió primero para el plan de rescate de los mineros, en referencia al profeta bíblico que es tragado por una ballena y luego sale vivo de ella. Luego vino el nombre de Operación San Lorenzo, en referencia al santo de los mineros. Según explicó más tarde el propio Presidente, el primer título tenía como objetivo "rescatar del vientre de la montaña a esos 33 mineros", mientras que el segundo apuntaba a otro fin: "resguardar la salud física y la salud psíquica de los trabajadores". Aún así, el primero de los nombres tuvo poco impacto público, mientras que el segundo terminó asociado a la operación completa.

Millonaria oferta francesa por el "diario" de Segovia
Después del derrumbe, Víctor Segovia tomó el cuadernillo donde debía consignar el estado de las máquinas -conocido como "report"- y comenzó a anotar lo que ocurría en la mina, construyendo su registro que, a estas alturas, tiene un valor incalculable. Ofertas de distintas editoriales mundiales llegaron a Segovia. La más sorprendente vino desde Francia: la casa editorial Michel Laffont propuso pagar el doble de la mejor oferta -cualquiera que fuese- por convertir el registro del minero en un libro. Curiosamente, cuando Segovia subió en la cápsula, olvidó sus papeles, los que tuvieron que ser llevados a la superficie -tras desesperadas peticiones- por los rescatistas, quienes devolvieron la obra a su autor original.

La advertencia a los mineros antes del primer contacto con mujeres
Cuánto costaron los lentes especiales o cómo salió la votación del royalty fueron algunas de las sorprendentes preguntas que los mineros realizaron a los profesionales de la salud que los esperaban en el triage instalado a la salida de la cápsula Fénix II.

Aun así, el ambiente general en el proceso de exámenes era de nerviosismo, por lo que el doctor que los recibía, Andrés Llarena, optó por decirles "Bienvenido a la superficie". Luego, mientras el trabajador ingresaba al triage en camilla, venía la segunda frase médica: "Aquí te van a atender mujeres, así que pórtate bien".

La obsesión por tener planes alternativos
El primer fin de semana tras el derrumbe y cuando Piñera acababa de regresar de su viaje a Colombia y se aprontaba para visitar la mina, el ministro Laurence Golborne le comentó con orgullo al Mandatario que ya había conseguido la primera máquina perforadora para realizar los sondajes.

"Muy bien, ahora quiero que consiga no una, sino diez perforadoras", le respondió Piñera. Esta obsesión por tener distintas alternativas para un mejor resultado se repitió cuando Andina facilitó la máquina Strata, la primera de las perforadoras que podría hacer una excavación más ancha para sacar a los mineros. "Quiero un Plan B", dijo Piñera, y luego pidió un Plan C. Las exigencias motivaron la posterior llegada de la T-130 de Collahuasi y la Rig-421 de Enap.

Un cheque para Golborne
Tras conocerse la noticia del accidente, empresarios y ejecutivos que conocían a Laurence Golborne por su trabajo en compañías como Exxon, Gener y Cencosud, y que lo vieron involucrado por entero en la Mina San José, ofrecieron donaciones para que el rescate tuviese éxito. Incluso, a La Moneda habría llegado un cheque a nombre del ministro por una cifra cercana a los $100 millones. El donante se mantuvo en reserva.

El Presidente preguntó insistentemente por la seguridad de la cápsula.


Foto:PRESIDENCIA
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Emol Mundo
Miércoles 27 de Octubre de 2010 19:13

Rescate de 33 mineros fue más seguido en Internet que muerte Michael Jackson
Según un estudio realizado por la Fundación Imagen de Chile, difundido hoy, el rescate de los 33 mineros que permanecieron 70 días en el interior del yacimiento San José, en el norte de Chile, convocó a 5,3 millones de personas.
EFE

Gobierno reforzará seguridad en la pequeña minería para no repetir episodio de San José Canciller a mineros: Esta es una historia de humanidad contada en los más diversos idiomas
Sepúlveda: Dueños de la mina San José "son los empresarios más inescrupulosos del país" Diputados critican extenso homenaje de la Cámara a mineros rescatados

SANTIAGO.- El rescate de los 33 mineros se convirtió en el hecho más visto en el mundo en internet y superó el seguimiento que tuvieron la muerte de Michael Jackson y la toma de posesión del Presidente de Estados Unidos, Barack Obama.

Según un estudio realizado por la Fundación Imagen de Chile, difundido hoy, el rescate de los 33 mineros que permanecieron 70 días en el interior del yacimiento San José, en el norte de Chile, convocó a 5,3 millones de personas.

El análisis destaca que dicha cifra superó a las 4,6 millones de cibernautas que siguieron los momentos posteriores a la muerte del "rey del pop", fallecido el 25 de junio de 2009.

También el rescate de los mineros dejó atrás los 3,8 millones de espectadores que vieron la toma de posesión del Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, el 20 de enero de 2009.

La imagen oficial que la televisión chilena llevó al mundo, partió desde el momento en que la Fénix 2 descendió al fondo de la tierra con uno de los rescatistas en busca del primer minero, Florencio Ávalos, hasta la salida de Luis Urzúa, el número 33 y llamado el "Jefe de Turno".

Asimismo, la transmisión a todo el planeta siguió en curso hasta que salió el último de los seis rescatistas que habían bajado para ayudar en la salida de los trabajadores que estuvieron a 700 metros de profundidad.

Incluso la cámara de televisión que se instaló en el fondo de la mina siniestrada, siguió por largos minutos transmitiendo, por sí sola, la mayor odisea minera vivida en el mundo.
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Proyecto "Puerto Viejo" revive los edificios fundacionales de casco histórico de Valparaíso

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domingo 24 de octubre de 2010

Plan municipal para promover inversiones en uno de sus barrios más deteriorados ya muestra resultados:
Considerados como iniciativas "ancla", obras de restauración mejorarán el entorno y atraerán nuevos capitales al sector.

HERNÁN CISTERNAS
Hace cien días se acuñó en Valparaíso el concepto "Puerto Viejo", iniciativa municipal que busca promover y concentrar inversiones en la zona fundacional de la ciudad, una de sus áreas más deterioradas.

Y la idea ya comienza a materializarse, con cuatro edificios clásicos en intervención y un quinto que se transformará en el primer hotel cinco estrellas de la ciudad.



La mayoría de ellos se concentra en el entorno de la Plaza Sotomayor y la calle Serrano, la primera arteria comercial creada en el país. Allí el edificio Bachur, que en la primera mitad del siglo XX fue sede de la salitrera Anglo Lautaro, está siendo convertido en la Facultad de Humanidades de la U. de Valparaíso.

Con una inversión de $700 millones, en los 3.100 m2 del inmueble se habilitaron salas de clases, un auditorio, biblioteca, cafetería y oficinas. La apuesta es que el proyecto atraiga al mundo juvenil a la zona.


El Hotel Reina Victoria data de 1902, y es uno de los más reconocidos de la Plaza Sotomayor. Allí se invierten $150 millones en remodelaciones.

Rodolfo Sánchez, inversionista chileno-canadiense, apostó parte de su capital en la restauración del Hotel Reina Victoria, uno de los más característicos de la Plaza Sotomayor y levantado en 1902 en el mismo sitio donde estuvo el Hotel Inglés, destruido por un incendio en 1897.

Convencido de que "Puerto Viejo" repotenciará el sector, arrendó el hotel por 10 años y está invirtiendo $150 millones para convertirlo en un establecimiento de cuatro estrellas, 22 habitaciones y restaurante.


Tras la explosión de gas que en 2007 la dañó seriamente, la calle Serrano ya se recupera. El edificio Bachur (azul, a la derecha) será sede universitaria, y el Gaio Peirano (amarillo a la derecha) se convertirá en hotel cinco estrellas.
Foto:TOMÁS FERNÁNDEZ

Frente al edificio Bachur de calle Serrano, el edificio Atalah está siendo transformado en un centro gastronómico que albergará a cinco cocinerías tradicionales del Mercado Puerto, cerrado desde el terremoto.

En el mismo sector, el municipio y el Consejo de Monumentos Nacionales ya aprobaron un proyecto para un hotel cinco estrellas en el edificio Gaio Peirano, con una inversión de US$ 20 millones para cien habitaciones.

La apuesta del arquitecto Matías Swinburn, de transformar bodegas portuarias en lofts es más arriesgada. Con una inversión de $1.300 millones construye 18 departamentos en el sector de mayor deterioro, entre las plazas Echaurren y Aduanas. Ya ha vendido el 55% en verde.

Para Paulina Kaplán, directora de la Oficina de Gestión Patrimonial del municipio porteño, la señal que se da es clara: "Estos proyectos ancla mejorarán el entorno inmediato y atraerán nuevas inversiones".
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sábado, 23 de octubre de 2010

El minero inmortal

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sábado 23 de octubre de 2010



"Todo se oscureció y todos estaban como locos. Yo fui uno de los cinco que estuvo más cerca del derrumbe", ha dicho Bustos sobre el accidente.

Estuvo en el epicentro del terremoto de febrero y vivió el maremoto que asoló Talcahuano. El desastre lo obligó a dejar su trabajo en Asmar y emigrar a Copiapó. Allí sobrevivió 70 días en la mina San José. Esta es la historia de Raúl Bustos Ibáñez, un mecánico hidráulico que en seis meses fue testigo de primera línea de las mayores tragedias de la historia de Chile.

Gazi Jalil F.
Nelson García, jefe administrativo de una empresa de buses de Talcahuano y entrenador de Barrabases, se conectó a Facebook ese jueves en la noche. Uno de sus contactos había escrito un mensaje. Decía:

"Fuerza Murci, ya estarás con nosotros".

A García se le dio vuelta el corazón. Había escuchado en las noticias sobre un accidente minero en Copiapó, pero no se le pasó por la cabeza que su amigo Raúl Bustos Ibáñez, lateral de Barrabases, alias el "Murci" como el "Murci" Rojas, estuviera entre los atrapados.

García buscó en una libreta donde guarda todos los números de sus jugadores, llamó a la casa de Bustos y preguntó por Carola Narváez, señora de su amigo.

-Ella no puede atender -le dijo el hermano de Carola.

-¿Pero es cierto lo de Raúl? -le preguntó.

-Sí, es verdad.

"Corté y no pude controlar mi llanto. Lo primero que hice fue poner una estampita de Dios en mi computador, una virgen y un candelabro, y recé todas las noches", cuenta hoy García.

Cuatro días antes del derrumbe, Bustos había estado en Talcahuano celebrando su cumpleaños número 40 y debutando por el equipo senior de Barrabases, de la Liga Deportiva Denavi Sur, la población en que vive junto a su mujer y a sus dos hijos, María Paz, de 5 años, y Vicente, de 3.

El equipo ganó tres a dos.

Raúl Bustos, fanático de la U. Católica, estuvo brillante, dice García.

El miércoles regresó a la mina.

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Raúl Bustos no es minero.

Raúl Bustos es técnico mecánico, con mención en hidráulica. Estudió la carrera en el Inacap y estaba trabajando en Asmar Talcahuano cuando ocurrió el terremoto del 27 de febrero. La ciudad, que ayer era un bullente puerto, quedó prácticamente en el suelo, sin mercado, sin comercio, sin electricidad, sin gas, sin agua y con cientos de casas inhabitables. El maremoto que vino después empujó decenas de barcos pesqueros a la calle, dañó gravemente el astillero y la base naval, inundó todo el plano y cortó los caminos. Al día siguiente, la imagen de Talcahuano era la del infierno y vinieron los saqueos e incendios en supermercados y hoteles, los tiroteos y el toque de queda en una ciudad que aún hoy, ocho meses después, continúa con las secuelas físicas y sicológicas del desastre.

La población Denavi Sur, ubicada a 15 minutos del centro, salvó milagrosamente de la destrucción. Sus casas sólidas aguantaron bien el terremoto y la de Bustos apenas quedó con algunos vidrios quebrados.

Carola Narváez, su mujer hace casi siete años, ejecutiva de la isapre Consalud, venía en bus desde Santiago y no se enteró del sismo hasta que el vehículo debió tomar varios desvíos para poder entrar a la ciudad.

"Con Raúl no bajamos al puerto hasta un mes después", dice Raúl Bustos padre, retirado de las Fuerzas Armadas. "Lo que vimos era otro Talcahuano, totalmente irreconocible. Habíamos visto en la tele lo que sucedía, pero caminar por allí era otra cosa, era como si hubieran bombardeado las calles".

Bustos trabajaba en el taller de combustión interna de Asmar hace poco más de un año, pero el astillero había quedado con daños importantes. En mayo aún no había claridad sobre la situación laboral de los funcionarios. Sólo a fines de junio se acordó la mantención de 2.500 trabajadores de los 3.300 que había antes del terremoto. Del resto, 400 fueron despedidos y otros 400 encontraron trabajo en otras zonas del país. Bustos fue uno de ellos.

Por esos días lo había llamado Sergio Donoso, un tío de Copiapó que trabajaba en Armamit, empresa contratista de la minera San Esteban, dueña de la mina San José.

-¿Cómo está la cosa? -le preguntó.

-Difícil.

-¿No tienes ganas de venirte? Aquí hacen falta mecánicos. Pagan bien.

Para Bustos no era extraño el mundo de la minería. Había hecho su práctica y su tesis en la mina Los Pelambres, donde tenía que estar 20 días por 10 de descanso. En la San José le ofrecían turnos de 7 por 7, así que renunció por escrito a Asmar, tomó el nuevo trabajo y a la semana siguiente viajó a Copiapó.

En la capital de Atacama se alojaba en una pensión y en la mina su labor era la mantención de los camiones y maquinaria pesada. Su supervisor era Juan Carlos Aguilar, 49 años, oriundo de Los Lagos. Cada siete días Bustos tomaba el bus y viajaba 20 horas hasta Talcahuano para visitar a su familia. Luego volvía a Copiapó y así durante poco más de dos meses: Copiapó-Talcahuano, Talcahuano-Copiapó.

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Ese jueves, a las 6 de la mañana, sonó el teléfono de Carola Narváez. Era su marido. Le decía que había llegado a la pensión y que esperaba el bus para ir a la mina. En la noche, la mujer estaba viendo la tele y volvió a sonar su teléfono. Ahora era su hermana y su voz era urgente.

-¿Dónde trabaja tu marido? -le preguntó- ¿En qué mina? ¿Viste las noticias?

Entonces Carola Narváez llamó al celular de Bustos y sonó fuera de servicio. Volvió a llamar y lo mismo. Eran pasadas las 10 de la noche.

"Yo pensaba que no le había pasado a él, porque sale como a las seis de la tarde. No sabía que todo había sido a las dos", contó hace poco.

Raúl Bustos padre estaba en el velorio de un amigo cuando cerca de las 11 un cuñado le avisó sobre el accidente.

"Fuimos donde Carola para ver si tenía más información. Nos metimos a internet, pero no encontramos nada, hasta que en la radio dieron la lista de mineros que habían quedado atrapados. Ahí escuchamos el nombre de Raúl", recuerda Bustos.

Al otro día, Carola Narváez estaba viajando a Copiapó. Los hijos quedaron a cargo de Silvia Asken, la abuela materna, y los padres de Bustos se quedaron en Talcahuano a la espera de novedades.

"Yo ni sabía en qué mina trabajaba, pero cuando supe que Raúl estaba enterrado me vino un dolor en el pecho. Pensé que era principio de infarto, pero no quise ir al hospital. Preferí quedarme en la casa viendo las noticias, era lo único que quería hacer. El domingo vino un amigo y me dijo que me afeitara y que saliéramos a dar una vuelta para despejarme. Me hizo bien. Cuando regresé le dije a mi señora: viejita, me voy para Copiapó", dice Bustos padre.

El lunes ya estaba en la mina junto a Carola Narváez.

"Fue una inyección de alivio. Conversé con otros familiares y me decían que si los mineros estaban en el refugio, estaban bien".

Se enteró también de otras cosas. Se enteró, por ejemplo, de que su hijo no entraba nunca a la mina. Raúl Bustos se quedaba afuera reparando las máquinas, pero ese jueves decidió entrar porque uno de los vehículos se había quedado en pana adentro. Así que abordó una camioneta y entró con Juan Carlos Aguilar.

Ahí se desmoronó el cerro.

El mismo Bustos lo contó esta semana al diario La Estrella de Concepción: "Todo se oscureció y todos estaban como locos. Yo fui uno de los cinco que estuvo más cerca del derrumbe".

Afuera, cuando el rescate por la chimenea había fracasado, cuando las máquinas de sondaje trabajaban día y noche y cuando nadie sabía si estaban vivos o muertos, el padre, la madre y el hermano menor de Raúl Bustos se encomendaban.

Su padre, a Jesús de la Misericordia.

Su madre, Rosa Ibáñez, al Papa Juan XXIII.

Su hermano, José Guillermo, a San Sebastián.



Por la hora en que supo la noticia, Carola Narváez pensaba que su marido se había salvado del derrumbe. Al lado: Bustos al interior de la mina y Narváez en el Campamento Esperanza junto a Raúl Bustos padre y Rosa Ibáñez.



Carola Narváez y Bustos padre alojaron en las carpas que puso el ejército en el Campamento Esperanza y se mantuvieron a prudente distancia de la prensa. De sus pocas declaraciones, Narváez se mostró crítica de los familiares que traían a sus hijos a vivir al campamento. Decía que no era lugar para los niños. De hecho, María Paz y Vicente Bustos nunca estuvieron en la mina. A ambos les dijeron que su papá se había enfermado y que su mamá lo había ido a buscar. A la niña no la enviaron al colegio para que no se enterara de la verdad. "Soy fuerte para muchas cosas, pero con los niños es muy difícil -relató por esos días Carola Narváez-. No puedo hablar con mi hija, ni saludarla, ni decirle algo. No me da, no le he dicho nada".



Adentro, en el encierro, Bustos luchaba por sobrevivir. "Había un grupo bien cohesionado que era el de la empresa que prestaba servicios. Nosotros éramos cinco (junto a Richard Villarroel, José Henríquez, Juan Carlos Aguilar y Juan Illanes), que andábamos para todos lados juntos, aparte que éramos todos del sur. Nos acoplamos muy bien a don Luis Urzúa y a Florencio Ávalos. Lo tomamos de la mejor manera", contó a La Estrella.

Luego vinieron las primeras señales de vida, el mensaje "Estamos bien en el refugio los 33", los abrazos, el video desde la mina, los saludos y las cartas. Esta fue una de las primeras que Bustos le escribió a su mujer:

Cosita:

Ya sabías que las palabras que me mandaste me hicieron llorar. Bueno, no sé cómo decirte que siempre has estado conmigo, además de mi Dios que me dio las fuerzas para vencer la ansiedad del hambre que pasamos.

Pero bueno, eso es lo de menos, mi Dios nos dejó vivos de milagro y con un propósito. Aquí casi se desmayaron. Yo rezaba y pedía por todos, que si pasaba algo lo tomaran bien, porque en un momento ya pensaba que no rompían las herramientas el cerro. Pero a la que reventó le puse de nombre "Paz": la ganadora, la que nunca pierde. Y rompió. Amor, no sabes la alegría que teníamos.

Nelson García, el entrenador de Barrabases, había enviado un lienzo al Campamento Esperanza con el nombre de Bustos y escribió tres correos al club Universidad Católica para que le enviaran una camiseta a su amigo, así como la U. de Chile lo había hecho con Jimmy Sánchez, el más joven de los atrapados, y Colo Colo con Claudio Acuña.

"Nunca lo hicieron", reclama hoy.

Los Bustos Narváez presentaron la primera acción penal contra la minera San Esteban, pero cuando a Bustos le preguntaron esta semana si volvería a trabajar en una mina, respondió:

"Uno siempre está sometido a riesgos. Pero si hay una oportunidad buena, yo no le tengo miedo a la roca. Esto pasó por el estado de la mina, aunque igual fue algo fortuito que me tocó a mí. Lo mío es la mantención y si hay que entrar a una mina, lo haré".

Bustos fue el minero numero 30 en salir desde la cápsula Fénix 2. Eso pasó a las 20:35 horas del miércoles 13, tras 10 minutos de ascenso. En la superficie lo recibió Carolina Narváez. Sus padres lo esperaban a pocos metros, en el hospital de campaña. Y su hermano José Guillermo vio en por la tele el largo abrazo entre Bustos y Narváez. Estaba en su casa, en el sector de Penco Chico, y cayó de rodillas frente al altar que había hecho con la imagen de San Sebastián.

Hoy, mientras prepara el recibimiento de su hijo en Talcahuano y habla con monseñor Ricardo Ezzati para que oficie la misa de bienvenida, Raúl Bustos padre dice: "En febrero vivimos el terremoto, en marzo murió mi padre y en agosto estuve cerca de perder a mi hijo... Quiero que el 2010 se vaya rapidito".

Colaboró Fabián Álvarez, corresponsal en Concepción.

A LOS HIJOS DE BUSTOS LES DIJERON QUE SU PAPÁ SE HABÍA ENFERMADO. A LA NIÑA NO LA ENVIARON AL COLEGIO PARA QUE NO SE ENTERARA DE LA VERDAD.

Gazi Jalil F..
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