viernes, 22 de octubre de 2010

El making of de "Los 33 de San José": Atrapados en el set



viernes 22 de octubre de 2010

No lo pensamos. Partimos. Y, casi dos horas después estamos a treinta metros de profundidad, en el maloliente set de "Los 33 de San José": la película que en Chile -con producción de Antena 3 y Dínamo de Colombia- se graba a toda prisa en los cerros de la V Región, con el ministro Golborne interpretado por Cristián Campos. ¿Cine u oportunismo? Siga leyendo y tenga su propia opinión.



Por Sergio Paz

Estamos perdidos. Hace un calor de los mil demonios y estamos perdidos. Atrás ha quedado la 5 Norte, luego Catemu, finalmente Reinoso; un pueblito, al este de la nada, difícil de encontrar, incluso en Google Earth.

El objetivo ha sido internarse en la mina Reinoso en Catemu: el lugar donde, a toda prisa, se graba la película, el telefilme que, en menos de un mes (tiempo récord), debe estar listo; eso antes de que se extinga la calentura global por la historia/fenómeno de los 33.

-¿Usted conoce por aquí una mina? -habíamos preguntado a un huaso que descansaba junto a un gran lienzo en protesta por las emanaciones tóxicas de la refinería Anglo American que está en el sector.

-¿La mina donde están filmando lo de los 33? Sigan hasta la cancha. Y, cuando vean una cruz, se meten al cerro. Ya llevan varios días ahí -dice el hombre.

El camino es polvo en suspensión.

Das unas vueltas. Ganas altura y pronto das con un cartel que dice "Filmación". Unos metros más allá dos maestros duermen siesta bajo un gran toldo. Varias carpas negras con puntas arábicas, tipo campamento de Aníbal en Persia, desafían al viento. Muy cerca permanece estacionada la Hyundai gris de Felipe Braun; el productor "service", de enlace, de este proyecto coordinado por Dínamo de Colombia más la productora española de Jacobo Bergareche. Todo para que Antena 3 deleite a su audiencia, hasta hoy fascinada con todo lo que pasó en Copiapó, en máximo tres o cuatro semanas más. Normalmente un telefilme se hace en uno o dos años.

¿Una locura?

-¡Joder! Que no puede ser que un minero aparezca así de la nada. Vamos. Corte. Hagamos la escena de nuevo -alega Antonio Recio, el director español del telefilme.

Son las dos de la tarde. Y en el interior del socavón están grabando la escena 9.

-Acción -vuelva a gritar Recio.

De mis zapatos sale humo. Mucho humo. Estamos, no sé, a 30 metros de profundidad. No hace calor y sí un poco de frío. El aire apesta.

Y esto está recién comenzando.

El derrumbe acaba de ocurrir. No se puede salir. Pican los ojos. Por todos lados hay rocas. Y humo. Arriba, sobre tu cabeza, el cielo no es azul sino gris; en vez de volcanita o madera hay roca caliza. No hay 700 metros. Pero bastan 30 para ajustar el casco cada 30 segundos.

-¿Están todos bien? -pregunta Alejandro Goic, el actor, apenas moviendo la boca porque los de maquillaje le han puesto una gruesa capa de algo que parece cera para parquet.

Hay "rever" en la mina. Y, cuando Goic -en la película el Líder- pregunta si están todos bien, no se escucha bien sino bien, bien, bien. Y, sí, dan ganas de decir: sí, estamos bien, bien, bien. Sigamos con esto. Está fétido, pero estamos bien, bien, bien.

Justo entonces, desde el fondo del socavón, aparecen unas linternas y unos mineros gateando y gimiendo, exageradamente, como si les acabase de caer toda la mina en sus espaldas. Uno de ellos dice "a setecientos metros de profundidad, estamos bien". Luego se sienta en una roca, pero la roca se mueve y el tipo cae al piso. Es el primer chascarro.

-Jajajaja -ríe Recio, el director.

-Vamos. Que Pesimista se pare y lo haga de nuevo -ordena la coordinadora de piso.

Pesimista, en la película, es Gutiérrez. Eso quiere decir que en "Los 33 de San José", la película, los nombres no son los reales. Esto es ficción. Basada en la realidad.

-Qué caos. Aquí hay mucha gente que hace televisión, tratando de hacer cine. Esto está recién comenzando y es un gran despelote. Cuando comenzó la grabación nadie tenía pilas para las linternas. ¿Cómo hacen una película, en una mina, sin pilas? ¿Van a ir a comprar a Llaillay? -alega un técnico chileno, como suelen alegar los técnicos chilenos.

-Vamos, Pesimista, acción -ordena Recio.

-¿Están todos bien? -dice Goic

-¿Podrías dejar de tirar humo? Ya hay suficiente, ¿no? -le digo al oído a un ayudante, tratando de no importunar una película que es todo un éxito de ventas. "Los 33 de San José" acaba de ser comprada por dealers/ judío/argentinos que tendrán los derechos para casi todo el mundo, excepto España, Francia, Colombia y, por cierto, Chile. Aquí, Canal 13 compró los derechos.

-San Lorenzo, patrono de los mineros, prsss, prsss -reza, balbucea, uno de los hombres. Un viejo que entonces comienza a clamar para que nos saquen pronto de aquí.

Es lo que todos queremos.

La mina tiene muchas vueltas. En un rincón están los focos, los cables, el catering; más allá, oscuros túneles que asustan con su presencia telúrica.

Camino a tientas. Prendo un cigarro y, prum, frente a mis ojos aparece un refugio igual, idéntico, al que uno veía en la tele. ¡Es el refugio! No se ven latas de pescado, pero sí están las repisas, viejos papeles. No hace calor, sí frío, y pican los ojos. Esta mina también es un asco.

Esta película sobre los 33, en realidad es sobre 8. Y uno de ellos, el personaje más cercano a Mario Sepúlveda, el minero parlanchín, es interpretado por Rodrigo Gutiérrez. Aparte, conocido, está Eduardo Barril.

-Paz. Qué bueno verte -dice Rodrigo Gutiérrez, el actor.

-¿Todo bien?

-Todo muy bien. Vamos a salir de aquí -dice Gutiérrez, guiñando un ojo, justo cuando sale más y más humo. Y la escena se repite una vez más.

-¿Están todos bien? -pregunta Goic.

-Corten. Lista la escena 9 -dice Recio.



¿QUÉ PASA AQUÍ? La respuesta la tiene Jacobo Bergareche; el productor, el inventor de la película junto a Andrés Calderón, el motor de la productora Dínamo de Colombia.

Todo sucedió muy rápido: en traje de baño, en Santander, junto al mar Cantábrico, Jacobo, un productor de barba bíblica tenía en sus manos El País y otros siete diarios, en los que el tema de portada era la noticia de que los mineros habían sido encontrados con vida.

Fue cuando todo explotó y Jacobo recibió una llamada desde Colombia: era el productor de Dínamo, quien le decía que había que hacer una película. Jacobo respondió que sí, que claro, que en alguna parte del mundo alguien ya la había vendido o estaba pronto a hacerlo. Jacobo cortó. Acto seguido llamó a Antena 3. Preguntó si querían una película de lo que estaba pasando en Chile. Le respondieron que claro, pero que tenía que ser ahora. Ya. Que después de Navidad la película valdría un huevo.

Mientras en Chile se iniciaba el rescate, la máquina fílmica comenzaba su propia perforación.

Se contactaron con Felipe Braun. Braun lo pensó, lo evaluó, lo calculó y finalmente aceptó. Moira Miller quedó a cargo del casting. Cuatro guionistas empezaron a escribir: Daniel Laguna, Enrique Videla, Ricardo Lamas y el propio Jacobo; todos sabían muchísimo menos de lo que se sabe hoy. Pero daba igual. La película tendría tres temas que la sustentarían, independientemente de lo que pasara durante el rescate.

a) El liderazgo en crisis. Shackleton en la Antártica. Un hombre conduciendo a los perdidos a la salvación.

b) El individualismo frente al sentido de grupo.

c) La lucha entre creer y no creer. Los que están abajo, dudan. Los que están arriba, dudan. Hay incertezas. Desesperanza. Lágrimas. Gritos. Angustia. Fe.

La incertidumbre es total cuando se firma el contrato que indica que la película debe estar lista en diez semanas más. Jacobo no sabe si los mineros van a vivir o morir. Nadie sabe si la mina terminará por colapsar. Y, claro, el riesgo es total: se sabe que no habrá mayor interés si es que los mineros no logran sobrevivir.

Con todo, el verdadero riesgo es uno bien raro. Una vez iniciado el rodaje, en Antena 3 una y otra vez se preguntan si los mineros deben hablar en chileno o deben ser "doblados" al español. Incluso, hay dudas si los actores deben ser chilenos o españoles. La razón no es menor: las teleseries sudamericanas en España matan, pero sólo hasta la hora de la comida. En el prime, en cambio, hasta el acento andaluz es signo de rechazo. La gente cambia el canal. No soportan a los extranjeros. Le pasó al propio Campanella y su serie sobre los inmigrantes gallegos que desembarcaron en Argentina y luego regresaron a España. Era muy linda, bien hecha, pero fue un completo desastre. Los españoles no soportaron el acento argentino.

El punto es que el propio director de Antena 3 debe zanjar la discusión: "si la película la hubieran hecho los vascos, ¿van a poner a mineros vascos en la mina?", preguntó el ejecutivo. Joder. Nada más que hablar: los chilenos hablarán como chilenos. El resto estaba decidido hace rato; la historia se centraría en los días previos a que los encontraran con vida, e independientemente de los resultados del rescate, la película debería estar lista en España el 15 de noviembre.

¿Cómo contar una historia que todo el mundo conoce y, más encima, ni siquiera se sabe el final?, es lo que Jacobo y sus hombres se preguntaban. Simple, dijeron en la producción. La respuesta está en bucear en los arquetipos universales. Fijar la historia no en la verdad de lo que ahí pasó, sino en lo que tiene que haber pasado. En este caso, la historia de un hombre que conduce a sus compañeros a donde está la vida, el aire, la luz.

FICCIÓN EN MITAD

DE LA REALIDAD. Amaro Gómez Pablo, mientras trabajaba en el Campamento Esperanza, debe haber reparado en ella: entre el enjambre de periodistas de todo el mundo, había una chica particularmente linda y estrambótica.

A los de la BBC, al menos, les llamó la atención: Alejandra Marín, micrófono en mano, informaba en directo desde la mina San Juan (hay testigos que aseguran que un periodista intentó corregirla) y aseguraba eufórica que los mineros estaban a punto de ser izados con vida, eso cuando aún se taladraba y taladraba. Alejandra se cambiaba de ropa ahí mismo. Y luego decía que la Strata 950 acababa de llegar desde Sudáfrica. Y luego que el taladro había chocado con magnetita, roca espacial.

Plop.

Daba igual. La ficción comenzaba a dialogar con la realidad. Y, por cierto, para entonces nadie sabía que el rescate final tendría más televidentes que la final del Mundial, convirtiéndose así en la retransmisión más vista en la historia de la televisión.

Y hoy, a una semana del rescate final, en la mina se filma una insólita película de la que, más encima, todo el mundo sabe el final.

¿Más fome aún?

Ni tanto. Todos sabemos que el misterio se mantiene. Y nadie sabe exactamente qué fue lo que pasó durante esos 17 días que los mineros estuvieron perdidos: el gran leit motiv de la película, el telefilme, "Los 33 de San José".

¿Los salvó un ovni? ¿Vieron un ángel? ¿Se agarraron a combos? ¿Esperaron?

En "Los 33...", la película, dicen que la verdad da igual, que no es relevante. Dicen incluso que lo que están haciendo ni siquiera es cine sino una película para la tele; bien hecha, en full HD. Pero eso: una película para la tele. Y, definitivamente, no es lo que pasó sino una versión personal de la historia. Entre cuento y cuento, quizás la gran historia.

Tal vez sea el aire enrarecido, pero es lo que piensas aquí abajo; en esta mina clon, avatar, en esta mina B, alternativa, de película. En esta mina Chilewood.

Hay oscuridad, hay mal olor, hay gente pasándolo mal, hay gente perdida. Y todo indica que, tarde o temprano, aparecerá un tubo que los sacará a todos de ahí.

Nadie sabe si habrá aplausos a la salida. Cierto: no es la historia de la mina San José. Pero sí es la historia del cine, de la TV, de los libros y las películas.

Es imposible saber lo que va a pasar. Hasta que lo intentas.

-Joder. Vamos con la escena 10 -dice Recio. Y entonces sale mucho más humo.


"En 'Los 33...', la película, dicen que la verdad da igual, que no es relevante. Que lo que están haciendo no es cine, que es una película para la tele; bien hecha, en full HD".

Por Sergio Paz.

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