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n° 401
sábado 15 de enero 2011
Con 170 años de vida, este parque se prepara para uno de sus estrenos más importantes: la puesta en valor de su paisajismo y sus recorridos urbanos. Un nuevo escenario pensado para la recreación familiar, pero que, al mismo tiempo, fomenta el desarrollo cultural y patrimonial de nuestro país.
por: Constanza Toledo
Fotos: Gentileza SEREMI Metropolitano de Vivienda y Urbanismo
Visitar, al menos una vez, el parque Quinta Normal, su laguna o alguno de sus museos: el de Ciencia y Tecnología, el Infantil, el Museo Nacional de Historia Natural o el Museo Ferroviario, todos antiquísimos, distribuidos en sus alrededores, es fundamental para quien quiera conocer de primera fuente parte del patrimonio histórico y paisajístico nacional. Justamente a esto último apunta el proyecto de recuperación que pretende ver la luz el primer trimestre de este año. Un buen regalo para comenzar el 2011, sobre todo para los 800 mil visitantes que este emblemático parque acoge anualmente, y que se concentran durante el verano. Y es que, al menos hasta hace un tiempo, solía verse a familias enteras refrescándose en la laguna concebida en el siglo XIX junto al parque. Y he aquí un segundo punto que fue trascendental al momento de tomar la decisión de realizar una intervención de fondo.
La Quinta Normal cuenta con 36 hectáreas. De ellas, 4,4 corresponden a las que se están reconstruyendo con el fin de devolverle el valor patrimonial que nunca debió haber perdido, en especial lo que a preservación vegetal se refiere. Marisol Rojas, seremi Metropolitana de Vivienda y Urbanismo, explica que en este caso en particular la reconstitución fue en los espacios públicos "dándoles importancia, por ejemplo, a los atrios y los accesos que conducen a las principales obras arquitectónicas que alberga este recinto", señala, agregando que un proyecto como éste permitirá al parque soportar la carga de uso actual y mantenerse así en el tiempo. Un plan que se trabajó en conjunto con Monumentos Nacionales, ya que los sectores intervenidos están incluidos en lo declarado como Zona Típica dentro del Parque Quinta Normal. "Por eso, para este Bicentenario quisimos volver la mirada a este histórico lugar de encuentro familiar que continúa absolutamente vigente dentro de la ciudad", añade Marisol Rojas.
La Quinta del siglo XIX
Antiguamente el término 'quinta' era usado para nombrar los fundos que, entonces, debían pagar un quintil de sus ganancias a las autoridades de la época. Era el caso de la Quinta Normal que, al mismo tiempo, obtuvo este apellido a raíz de la Escuela Normal Superior de París, dedicada al quehacer y la investigación científica. Precisamente esos son los orígenes de este famoso parque público santiaguino, cuya fecha exacta de creación fue 1841. En este período es cuando se compran terrenos para fomentar la experimentación y la enseñanza agrícola a nivel nacional. Eso sí, el desarrollo vino recién un año más tarde de la mano del naturalista Claudio Gay, quien impulsó el crecimiento de este espacio con la introducción de especies arbóreas europeas, implementando su plantación no sólo con fines prácticos, sino también estéticos. En forma paralela sus terrenos eran usados para exposiciones, levantándose construcciones como el invernadero o el Palacio de Exposiciones de la Unión Artística (Partenón). Allí también se celebró la fiesta del Centenario de Chile.
De aquí en adelante las cosas cambian. Se producen traspasos que dejan a la Quinta Normal con las 36 hectáreas con que cuenta hoy, cumpliendo funciones culturales y de esparcimiento. En 1969 su administración pasa a manos de la Municipalidad de Santiago; con los años se incorporan instituciones culturales y, con la llegada del nuevo siglo, se establece un circuito artístico en conjunto, por ejemplo, con la Biblioteca de Santiago y el Centro Cultural Matucana 100.
El último proceso de revitalización comenzó el año 2010 y, además de la seremi Metropolitana de Vivienda y Urbanismo, contó con la participación de la oficina del arquitecto Teodoro Fernández, incluyendo las siguientes mejoras: paisajismo, fuentes, mobiliario urbano, pavimentación, iluminación, sistema eléctrico y de riego, además de nuevos servicios higiénicos subterráneos para el público.
Ahora bien, la propuesta en sí está dividida en tres sectores. El primero incorpora la renovación de la plaza de acceso -a la que se llega a través del metro estación Quinta Normal- hasta el eje peatonal que existe al oriente del Museo Nacional de Historia Natural. Allí también se ubica una plaza de juegos de agua, que es la segunda zona en ejecución. Las fuentes de agua son las protagonistas en esta etapa, con un carácter ornamental, pero también interactivo, ya que cuentan con recirculación y purificación del agua. La tercera zona corresponde a la laguna de botes. Se trata de la redefinición de sus bordes, que incluye áreas verdes, un nuevo diseño para el muelle y la creación de un segundo muelle en el borde sur de la laguna, a lo que se suman miradores de variados tipos, cada uno con un elemento constructivo en común: el adoquín. De hecho, fueron 750 mil los utilizados en esta reconstrucción, todos hechos por los canteros de Colina.
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