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sábado 12 de febrero de 2011
Dos veces el anticuario porteño Humberto Lagazio Campodónico ha estado a punto de bajar las cortinas de su negocio en calle Independencia 1978, en Valparaíso. La última fue a mediados del 2007, cuando una secuencia de hechos se confabuló para que desistiera de esa idea y continuara haciendo lo que mejor sabe: contar historias sobre antigüedades.
Texto, Jimena Silva Cubillos Fotografías, José Luis Rissetti
Con 90 años a cuestas y todos ellos viviendo en Valparaíso, Humberto Lagazio Campodónico es una voz autorizada para hablar de su ciudad natal. "A mí no me engañan. Tengo clarísimo cómo era Valparaíso", advierte el anticuario que a fines de 1975 inauguró la tienda y taller de restauración "Casa de Artes y Antigüedades Lagazio", en Independencia 1978.
"Desde los noventa se ha destruido mucho patrimonio; se han demolido casas señoriales y edificios notables. Llegó el comercio grande y los negocios antiguos y emblemáticos como éste quedaron abandonados a su suerte. Pensé cerrar antes de que fuera declarado Patrimonio de la Humanidad en 2003, y también hace un par de años porque a pesar de que con eso llegó bastante plata, poco se ha hecho para revertir la decadencia porteña. Recién se está terminando la restauración del palacio Baburizza y se "amononaron" algunas casas con una manito de pintura, pero aquí hay tanto más por mejorar. Las autoridades parecen entender mucho de política, pero poco sobre arte", sostiene desilusionado Humberto Lagazio Campodónico.
Según dice sólo sigue en el negocio de las antigüedades porque apenas vendió una quinta parte de los 620 lotes que intentó rematar para cerrar y también porque a última hora el supuesto comprador de ese local de 600 m2 echó pie a tras por un problema familiar. Sin embargo, cuesta creerle porque se nota que le entretiene tanto relacionarse con clientes -a quienes acostumbra invitar a tomar café en delicadas tazas de porcelana Bavaria-, como con sus once trabajadores, entre administrativos, vendedores, restauradores, carpinteros y mueblistas. Con su envidiable memoria es capaz de puntualizar las características de gran parte de las piezas que siguen dando vida a Casa Lagazio -principalmente muebles de estilo Luis XV y XVI, Victoriano, Chippendale, Sheraton, Imperio y Renacimiento, además de pinturas costumbristas chilenas-, así como relatar que los orígenes de la tienda se remontan a 1936, año en que su padre, el inmigrante italiano Luis Lagazio Cavallo, fundó "Lagazio" con el firme propósito de dedicarse a la fabricación de muebles, tapices y cortinajes.
Primero trabajaron juntos alhajando magníficas residencias, empresas, instituciones públicas y teatros, "pero cuando comenzó a cambiar el gusto por decorar bien me independicé y puse un bazar de muebles de segunda mano. Claro que nunca dejé de comprar figuras de cristal, bronce, alabastro, mármol y toda clase de objetos antiguos finos que reunía a un costado del acceso al local", cuenta. Se rehusaba a venderlos hasta que, en el año 75, lo invitaron a exponerlos en el Salón Anticuarios que se realizó en el Casino de Viña del Mar. Cargó dos camionetas llenas de piezas únicas y sin preverlo armó un espacio precioso que lo llevó a convertirse en el más vendedor. "Al lunes siguiente puse afuera del local un tremendo cartel que decía "Ocasión" y liquidé todas las cosas que eran propias de un bazar. Dejé sólo las piezas de valor, casi todas de origen inglés, francés e italiano, para dedicarme en exclusiva al rubro de las antigüedades", explica Humberto Lagazio Campodónico. "He tratado de tener un negocio bonito, simbólico, pero me entristece ver que es sólo un lunar. Manteniendo la tienda y el taller abiertos voy a dar la pelea. Sueño con que resurjan las tiendas de mis vecinos y volver a ver las calles de Valparaíso limpias y elegantes como a principios y mediados del siglo XX".
Texto, Jimena Silva Cubillos Fotografías, José Luis Rissetti.
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