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Fecha: 20 de agosto de 2011
Falleció en París , a los 70 años, dejando una impresionante obra de más de 100 películas. El Gobierno decretó un día de duelo nacional, que se hará efectivo cuando sus restos pisen suelo chileno.
Fernando Zavala
Ruiz trabajó con los grandes del cine europeo. Aquí, en 1999, durante la premiere de "El tiempo recobrado", en Cannes. Lo acompañaban Catherine Deneuve, Emmanuelle Beart, Vincent Perez y Pascal Greggory, entre otros.
Foto:AFP
No. Esta no fue una pérdida sólo para Chile. Ayer, la comunidad cinematográfica mundial lamentó la partida de uno de sus realizadores más brillantes, influyentes y revolucionarios. A los 70 años, en un hospital de París, falleció Raúl Ruiz, el más importante e internacional de los directores locales. El creador de filmes fundamentales como "Tres tristes tigres" y "Las tres coronas del marinero" sucumbió ante una infección pulmonar luego de una lucha contra el cáncer que le significó, en marzo de 2010, un trasplante de hígado. Aunque a Ruiz se le había visto bastante recuperado en marzo pasado, cuando filmó en Santiago su película "La noche de enfrente", lo cierto es que en los últimos días su estado de salud se había deteriorado. De hecho, el ministro de Cultura, Luciano Cruz-Coke, estaba al tanto de la situación hace una semana. Y en conjunto con el embajador de Chile en Francia, Jorge Edwards, están trabajando para facilitar el arribo de sus restos. "Tengo entendido que él se había negado a ser intubado, que había estado consciente hasta muy cerca del final, e incluso había manifestado su deseo de ser enterrado en Chile", dice Cruz-Coke.
Y aunque aún se desconocen los detalles de sus funerales, los homenajes no tardaron en aparecer. El Gobierno decretó un día de duelo nacional, que se hará efectivo cuando sus restos lleguen al país, lo que debería ocurrir el próximo jueves 25. Según Edwards, el martes 23 en la mañana se realizará una misa en la iglesia San Pablo de París, a la que asistirían importantes personalidades de la cultura y el cine franceses. En Santiago, la Cineteca Nacional -que ya estaba realizando una retrospectiva al cineasta a propósito de su cumpleaños- organizó una muestra de sus películas para este fin de semana, donde se exhibirán cintas como "La colonia penal", "Diálogo de exiliados", "Las soledades" y "Días de campo", entre otras. Y en TVN programaron para anoche "Palomita blanca".
"Si existiera un premio Nobel de cine, seguro él lo habría ganado", dice el crítico Ascanio Cavallo. "El cine mundial no tiene un equivalente. Casi nadie fue tan productivo y tan original", agrega. En efecto, el aporte de Ruiz en cuanto a propuesta, mirada y lenguaje es incalculable.
Nació en Puerto Montt el 25 de julio de 1941, y tenía 15 años cuando, luego de que su familia se trasladara a Santiago, comenzó a involucrarse en grupos de teatro experimental. Se dice que ya a los 21 años había escrito cien obras. Durante esos años conoció y entabló amistad con el director Miguel Littin: "Nos veíamos constantemente. Recuerdo que él llegaba a mi casa de madrugada, con 'El Mercurio' bajo el brazo, y me decía: 'Vengo a discutir'. Teníamos largas conversaciones, era un hombre de una creatividad como no he visto, extremadamente culto". En efecto, quienes lo conocían coinciden: era talentoso, y también un gran conversador, una persona muy cálida. "Creo que su calidad humana permeaba su gran calidad como cineasta", dice un amigo cercano, el cineasta Carlos Flores. "Cuando él llegaba a Chile nunca dejaba de llamar por teléfono para invitar a sus amigos a almorzar. Y esas conversaciones eran largas, fabulosas, y se hablaban mil cuestiones. Era un creador de atmósferas espectacular, y no sólo en sus películas, en sus encuentros con las personas. Él producía una verdadera alegría", cuenta. Así, con cada visita se reforzaba un estrecho y leal círculo de amigos que también incluía a cineastas como Andrés Racz, Javier Maldonado e Ignacio Agüero.
Flores recuerda: "Con Ignacio lo fuimos a ver la noche anterior a que partiera de regreso a París en su última visita, y lo vimos muy bien... Muy bien. De hecho, nos decía que saliéramos a tomar algo, y fue Valeria la que no lo dejó". Valeria Sarmiento no sólo fue su esposa desde 1969. También fue una de sus principales colaboradoras y editora de la mayoría de sus películas.
Ruiz partió en cine con el corto "La maleta", de 1960, que desapareció por muchos años, pero recientemente fue encontrado, y el propio Ruiz participó en su finalización. En 1968, con su primer largometraje, "Tres tristes tigres", ganó el Festival de Cine de Locarno. Tenía 27 años. Trabajó intensamente durante la Unidad Popular, sobre todo en películas por encargo; con el golpe de estado de 1973 partió al exilio. Así comenzó una carrera en Europa que lo consolidaría como uno de los más grandes, pero que nunca lo desligó de una mirada profundamente local. "Tenía una capacidad para convertir en chileno todo lo universal, ya sea cuando hablaba de religiones orientales o filmaba en París o Lisboa; bajo su mirada todo se convertía en cultura chilena", dice Littin.
Ganador del Premio Nacional de Artes en 1997, recibió su último premio en septiembre pasado, cuando se llevó la Concha de Oro en el Festival de Cine de San Sebastián por "Misterios de Lisboa".
Con Aplausos
Con un efusivo y espontáneo aplauso fue recordado ayer Raúl Ruiz en la inauguración de la séptima versión del festival Sanfic. El homenaje lo hizo Catalina Saieh, presidenta de la fundación Corpartes. A la ceremonia asistieron personalidades de la política y el espectáculo local, además de estrellas internacionales como Santiago Segura y Ricardo Darín.
Un sibarita en el restautante el parrón
Cuando el empresario Jorge Grinspun decidió reabrir el restaurante El Parrón, en 1999, nunca esperó encontrarse con una sorpresa tan ilustre. "Abrimos las puertas, y Raúl Ruiz nos esperaba afuera. Nos saludó a todos y dijo que quería tener la primera boleta, así que se convirtió en nuestro primer cliente", reconoce.
El local se convirtió en uno de los lugares favoritos del cineasta, y era una suerte de centro de operaciones: allí se reunía con amigos o periodistas, e incluso pasaba tardes enteras sentado en una mesa.
"Creo que le gustaba el aire del restaurante, porque siempre se sentaba a beber un vino y se ponía a mirar a la gente", cuenta Grinspun, quien conversó en varias ocasiones con el cineasta. Eso sí, Ruiz casi nunca hablaba de cine.
Sus platos favoritos en ese lugar eran la carne de entraña y los pescados.
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