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Fecha: 6 de noviembre de 2011
Las piezas pueden casi alcanzar las tres toneladas de peso, por el agua acumulada.
Pamela Gutiérrez
En la segunda jornada de rescate de los restos del avión CASA 212, la Armada está utilizando una técnica combinada para extraerlos del fondo marino, que se ubica en un complejo punto entre las islas de Santa Clara y Robinson Crusoe, en el archipiélago Juan Fernández.
"Hay que considerar que el avión quedó muy destruido", comentó el comandante de tareas navales, capitán de navío Alfredo Whittle.
Búsqueda El general de Brigada Aérea Javier del Río es el comandante de la tercera fase de la Operación Loreto, en la cual se extraen los trozos del avión que cayó el pasado 2 de septiembre.
Foto:Harold Castillo
Los esfuerzos de rescate que se realizan principalmente desde el remolcador Galvarino están concentrados en extraer los trozos de cola, fuselaje, cabina, alas y motores que pesan individualmente hasta un máximo de 800 kilos. Sin embargo, a ese peso hay que agregar hasta dos toneladas de agua que han acumulado desde el día del accidente, ocurrido el 2 de septiembre.
El capitán Whittle explicó que por ello está recurriendo a una técnica combinada de maquinarias, en que se utilizará un huinche o motor que gira una cuerda con la cual se pueden extraer elementos de gran tonelaje hasta los primeros 10 metros de profundidad.
La segunda parte será asegurar el material con globos de levante para seguir subiendo hacia la superficie y finalmente llegarán al remolcador Galvarino con una grúa. Las piezas serán periciadas para determinar las causas de la caída de la aeronave.
Labor submarina
El rescate de las piezas sumergidas se efectúa gracias a la labor de seis buzos de una empresa privada, que se han encargado del amarre de los trozos. Según informó Whittle el día de la primera jornada de esta nueva fase de rescate, los trabajadores sumergidos no han encontrado restos humanos.
Los buzos inician su jornada a las 7:00 horas, ya que tardan dos horas y media en preparar el equipo. A diferencia de la búsqueda anterior, estos especialistas bajan con una mezcla de oxígeno, nitrógeno y helio que les permite trabajar a 50 metros de profundidad, y están equipados con sistemas de sonidos y video que son monitoreados desde la cubierta del remolcador Galvarino.
Los buzos pueden trabajar hasta 20 minutos en amarrar los restos y luego deben subir en forma escalonada durante 30 minutos para evitar una descompresión. El buen tiempo ha acompañado las labores de los tripulantes en la tercera etapa de la Operación Loreto, a cargo del general Javier del Río.
$75 milloneses el costo del contrato del gobierno con la empresa privada que facilitó los buzos.
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