latercera
14/12/2011 - 13:41
In-Edit exhibe hoy Miles electric: A different kind of blue, sobre el acercamiento del jazzista a los instrumentos eléctricos.
por Jorge Letelier - 14/12/2011 - 13:41
Una imagen del famoso concierto.
Durante 40 minutos, la súper banda de Miles Davis improvisa de manera demencial en el escenario del festival de la Isla de Wight. Se trata de un evento rock realizado en 1970, con The Who, The Doors y Jimi Hendrix como cabezas de cartel, pero el público escucha atónito como el trompetista y su grupo, que incluye a Chick Corea, Keith Jarret, Dave Holland y Airto Moreira, entre otros, redirecciona los caminos del jazz en una suerte de autopista sonora donde el final no aparece a la vista. Ni de cerca.
La ocasión fue histórica y no sólo por ser el encuentro rock de mayor convocatoria de la historia. Sino porque en el festival, Miles Davis pudo mostrar a un público masivo su experimentación con instrumentos eléctricos que había desarrollado en el disco Bitches brew (1970), donde flirteó con el rock y el funk, y que fue el sonido predominante en la década del 70.
Pero no fue fácil. Destrozado por la crítica, Bitches brew mostró a Davis adelantado a su tiempo y siendo víctima de la incomprensión total por su desapego a las estructuras clásicas del jazz. El documental Miles electric: A different kind of blue, muestra al mítico trompetista durante este momento crucial de su carrera, donde los músicos que en esos momentos fueron parte de su banda, recuerdan el enorme legado y las costuras de tan influyente grabación y de cómo esas ideas se plasmaron en el histórico concierto.
Dirigida por Murray Lerner, la cinta que se exhibe hoy en el Festival In-Edit (Teatro Nescafé, 17:00 hrs.), es pródiga en interesantes entrevistas hechas en 2003 a los integrantes de su banda, y tiene como agregado reveladoras intervenciones del propio Miles en antiguas entrevistas televisadas, donde explica su necesidad de cambio ante el techo artístico que había significado Kind of blue (1959), el disco que inauguró el jazz moderno pero que sólo una década después, se había convertido en una prisión creativa para el inquieto genio.
El concierto, Lerner lo estructura en base a varias cámaras que muestran pequeños e inadvertidos detalles, como las expresiones de perplejidad de algunos músicos como Dave Holland, quien parece no comprender las directrices de la improvisación de Miles, o el estado de trance de los músicos ante la pieza que tocan sin pausa durante 40 minutos, y que va cambiando de dirección de acuerdo a las intervenciones de la trompeta de Davis.
El propio Miles da la mejor definición al momento de subir al escenario, cuando un periodista le pregunta qué temas va a tocar. "Llámalo cualquier cosa", responde. El resto es historia.
---
No hay comentarios:
Publicar un comentario