Fecha: 8 de marzo de 2010
Fueron construidos antes de que existiera nuestra estricta normativa sísmica. Pero soportaron el terremoto con mucho más que dignidad.
Romina de la Sotta y Víctor Soto
Pese a la enorme magnitud del reciente terremoto, no todos los edificios patrimoniales de antigua data se vinieron abajo. Muchos resistieron con la frente en alto, y las primeras inspecciones auguran su pronta recuperación.
El sismo no logró doblegar a la Zona Típica de Yungay. Según Rosario Carvajal, líder de Vecinos por la Defensa del Barrio Yungay, de los siete mil inmuebles protegidos, sólo unos 50 están en riesgo. "Me impresiona la calidad de su construcción: son resilientes a terremotos, incendios y al descuido de los propietarios".
Christian Matzner, de la comisión de Arquitectura del Consejo de Monumentos Nacionales recuerda: "Yungay data de mediados del siglo XIX. Son construcciones antiguas que están en pie, y que han resistido no sólo este sismo, sino todos los anteriores. No hay que condenar al adobe; un tercio del mundo está construido con barro. Lo importante es mantenerlo y contar con buenas protecciones hídricas, que no se cuele el agua, porque cuando ingresa, después se contrae y expande con la temperatura, y rompe el adobe". Buen ejemplo de una correcta conservación es la casa de Ignacio Domeyko, construida en 1848 y una de las más antiguas de Barrio Yungay. "No se le movió una teja, está excelente", dice Carvajal.
Por los numerosos escombros que exhibía tras el sismo, nada de auspiciosa fue la primera imagen del Centro Patrimonial Recoleta Dominica (edificado en 1880). Pero la verdad es otra. Ya lo inspeccionó Patricio Gross, presidente del Colegio de Arquitectos: "Tiene muy pocos daños, son más bien problemas de desprendimiento de revoques y estucos. No hay falla estructural". Los techos, corredores y pilares están impecables, según el subdirector nacional de museos Alan Trampe: "Visualmente, puede parecer que estuviera muy deteriorado, porque tuvo un importante desprendimiento de estuco, que es la mezcla que se pone sobre el adobe para pintarlo". Una de las claves de su resistencia está en que se dedicaron años sólo a la reparación de techumbres, cuando fue restaurado. "Eso ha permitido que los muros se mantengan sanos, por lo que el edificio resistió muy bien", asegura Trampe.
Un caso singular es el Museo Histórico Nacional, en la Plaza de Armas. Heredero del Palacio de la Real Audiencia, la restauración del edificio se terminó en 1982. Entonces, querían expandirse, pero esos recursos debieron ser destinados a afirmar la torre del reloj tras el terremoto del 85. El martes comenzaron los estudios de ingeniería estructural. "No hay mayores daños, pero sí tenemos un 40% del techo con riesgo, lo que nos preocupa", comentaba ese día Nivia Palma, directora de la Dibam. Pero no hay mayores peligros, según confirmó el viernes Trampe: "Aunque resistió bien, el movimiento que tuvo a nivel de techumbre debe ser reparado, porque si se moja para abajo, habrá problemas".
Emblemático es el Museo Histórico de Yerbas Buenas, instalado en una casa de adobe de más de 170 años, en la VII Región, una de las más afectadas por el sismo, tras el cual se descubrió humedad en su interior. Encendida la alerta, quedó claro que no eran filtraciones sino una cañería rota. "En 2003 se mejoró el estado de algunos muros y de sus techumbres, con sistemas de conducción de agua", cuenta Trampe. Con el movimiento telúrico se desprendieron tejas. "El martes hubo que realizar trabajos de emergencia en el techo para cubrirlo con polietileno y así evitar, en caso de lluvia, daños mayores", cuenta Janina Carrasco, empleada del museo. A simple vista, es serio: sus muros interiores están agrietados y algunas de las fisuras alcanzan incluso vigas. "Esperamos la evaluación y la propuesta técnica de reforzamiento, pero sabemos que ningún muro tiene riesgo de caída, el museo resistió bien", asegura Trampe.
Tras el terremoto de 1985, la ex Escuela Normal N° 1 de Niñas "Brígida Walker" (de 1886) -donde hoy está el Museo de la Educación Gabriela Mistral - quedó severamente dañada y estuvo cerrada por casi 20 años. Pero en 1999, la Dibam empezó a restaurar el edificio de albañilería: se agregaron pilares a la nave central, se construyeron losas e instalaron tensores. El museo fue reinaugurado en 2006. "Por lo que sucedió con este terremoto, tenemos la tranquilidad de que ese trabajo se hizo bien", dice Trampe. La directora del museo, María Isabel Orellana, confirma: "Sólo se cayeron algunos estucos, se soltaron objetos y se movieron vitrinas. Tuvimos una pérdida mínima: cinco objetos se rompieron". Entre ellos, un busto de Gabriela Mistral. "Todos son arreglos que necesitan un poco de recursos y mano de obra", aclara Orellana. Y de ello se encargará el mismo equipo de la restauración anterior, asegura Palma, "para aprovechar la información que los especialistas tienen del edificio".
La Iglesia de San Francisco volvió a hacer gala de su resistencia a toda prueba
Incólume ante la furia de la naturaleza quedó la Iglesia de San Francisco. El daño se redujo a trozos de yeso caídos de algunas paredes y techos, y a un memorial que se desprendió. Sólo se vinieron abajo pocos vidrios de la linterna. Esta edificación -que conserva elementos arquitectónicos de su origen colonial- impresiona. "Es un milagro que no le haya pasado nada", asume Juan de Dios Hernández, superior de la comunidad religiosa. En el convento colindante -de adobe- sólo reaparecieron las mismas grietas que en terremotos anteriores, y se desprendió estuco. Para Hernández, "el secreto es que son paredes enormemente anchas y los ladrillos de adobe van tendidos, no parados".
GRAN ADOBE
Está en la VII Región, una de las zonas más afectadas, pero el Museo Histórico de Yerbas Buenas quedó sin peligro de colapso.
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