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Martes 22 de Junio de 2010
Fuente :Andrés Nazarala R,. La Segunda
Después del terremoto de febrero, cinco instituciones culturales se replantean el futuro. Un arduo trabajo de remodelación que confía en recursos públicos, privados e, incluso, proyectos extranjeros.
Valparaíso.- El terremoto del 27 de febrero fue un arma de doble filo: destruyó una considerable parte del patrimonio porteño, pero –al mismo tiempo– ayudó a tomar conciencia sobre los bienes culturales de la ciudad. Hoy, circulan proyectos de mejoramiento de varios museos y espacios de valor patrimonial del viejo puerto, aunque la viabilidad de muchos de ellos aún no puede ser asegurada.
El caso más emblemático es el del Palacio Baburizza, edificio construido en 1916 que alberga al Museo de Bellas Artes. Cerrado desde 1997 por deterioro, ha contado con innumerables remodelaciones, ya sea de parte de gobierno como de privados. Ahora inicia una nueva fase de rehabilitación —gracias a 68 millones aportados por el Plan de Recuperación y Desarrollo Urbano— que permitiría abrir...el 10% de su territorio en agosto. Es sólo parte de un complejo trabajo de recuperación general. “Los recursos que se han invertido han provenido de distintas fuentes y no han sido constantes”, afirma el asesor cultural de la municipalidad, Carlos Lastarria, quien administró el palacio hasta el 2007.
Otro proyecto más o menos en marcha es el que la Dibam viene planeando desde el 2001 para que el Museo de Historia Natural quede plenamente instalado en los edificios Lyon y Carlos Porter. Programado para este año, el sismo aceleró el proceso de cierre de puertas (por daños estructurales) y también retrasó la gestión, en beneficio del recorte presupuestario post-terremoto. La remodelación implica un gasto total de unos 1.500 millones de pesos y no tomará menos de dos años. “Es necesario para acoger la nueva museografía”, opina Alan Trampe, subdirector de Museos de la Dibam.
El mismo organismo ayudará también a reparar los daños de la Biblioteca Severín, construida en 1912, y cerrada desde marzo. Daños en la techumbre, grietas, desprendimiento de molduras y caída de cielo falso se cuentan entre las principales fisuras. Problemas pequeños que la institución no era capaz de resolver. “No teníamos ni los tres millones necesarios para botar las cornisas sueltas”, confiesa la subrogante de la directora, Mónica Moraga. Pero con los 100 millones de pesos que aportará la Dibam, la situación debiera volver a la normalidad.
Otra faena esperada por el mundo cultural porteño es la ampliación del Museo Naval de Playa Ancha. Sin daños considerables luego del sismo, el espacio de la Armada busca una extensión que primero debe ser aprobada por la institución, antes de salir a conseguir los recursos a través de la Ley de Donaciones Culturales. “Tenemos un anteproyecto con sello Bicentenario que costaría alrededor de 10 millones de dólares y requiere de una considerable intervención en el edificio”, cuenta el director de la entidad, Cristián del Real Pérez, quien estima que, una vez conseguidos los recursos, los trabajos demorarían aproximadamente tres años.
No existe la misma claridad frente a la Casa-Museo Lord Cochrane, enclavada en el cerro Cordillera. “No es realmente un museo. No tiene colecciones, y Lord Cochrane nunca vivió ahí. Se construyó en 1840 para la instalación de un observatorio astronómico”, cuenta Carlos Lastarria, reconociendo que el valor del lugar radica principalmente en su arquitectura. Y aunque, actualmente tiene problemas de filtraciones y tejas corridas, podría llegar a ser sede de algo mayor: ya circula un proyecto Fórum, proveniente del extranjero, que plantea una ampliación del lugar para la construcción de un museo histórico. Su aprobación sería, para Lastarria, un paso fundamental para el desarrollo.
“Esta ciudad necesita un museo histórico y un museo de arte contemporáneo”, remata. ¿Lo ve probable a corto plazo? “En esta ciudad hay optimistas y pesimistas. Yo me ubico justo en el medio”.
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