LA TERCERA
EDICIÓN miércoles 02 de junio de 2010
A pocos meses de celebrar el Bicentenario, cuatro volúmenes que se lanzan este viernes reconstruyen el primer siglo de la nación a través de fotografías, ilustraciones y avisos comerciales. Es la génesis de la sátira política y de nuestra publicidad.
por Denisse Espinoza A.
Eran tiempos de fiesta, pero también había nubarrones e incluso algunos hablaban del "Centenario maldito". ¿La razón? A un mes de la celebración de los primeros 100 años de la República de Chile, el Presidente Pedro Montt murió de un derrame cerebral en Alemania y lo mismo ocurrió con su sucesor, el vicepresidente Elías Fernández Albano, quien falleció de pulmonía a sólo días del 18 de septiembre de 1910.
Pero por otro lado, la Guerra del Pacífico había posicionado a Chile como una de las naciones más poderosas y estables de Latinoamérica y la llegada de la modernidad se notó, entre otros aspectos, en el desarrollo de una industria editorial que operaba como espejo de lo que pasaba en el país. El contexto histórico, social y sobre todo visual de los primeros 100 años de nuestra República son recogidos en la publicación 1910: Retrospectiva visual del Centenario de Chile, que se lanza este viernes, a las 19.30 horas, en la Biblioteca Nacional. Son cuatro libros preparados por el diseñador Felipe Bruna, quien antologó piezas de diseño, ilustración y arte de revistas y periódicos que dan cuenta de cómo se vivía, consumía y pensaba hasta 1910.
"Desde el punto de vista antropológico y político, son años muy interesantes. Hubo varios conflictos sociales y con el auge editorial la gente se interesó en aprender a leer y a informarse sobre lo que pasaba. Esto motivó a que las publicaciones también se la jugaran por eso, por mostrar una realidad de la que nadie se atrevía antes a hablar", dice Bruna, quien partió con esta investigación en 2007, mientras hacía su práctica en la biblioteca. "Me di cuenta que había mucho material en las bóvedas sin explorar. Vi el archivo completo y tuve acceso a las copias originales, incluso a las que están más dañadas", agrega.
Con más de mil imágenes digitalizadas procedentes de 342 revistas, el proyecto contempla cuatro áreas: fotografías; historia de las revistas y publicaciones; dibujos, grabados e ilustraciones, y los avisos comerciales. Los libros se complementan, además, con una exposición que se puede visitar desde esta semana, en la Galería de Cristal de la Biblioteca Nacional.
Entre el humor y la crisis social
Selecta, El Peneca o Corre Vuela fueron algunas de las publicaciones que inundaron el mercado chileno a fines de 1910. Con maquinarias italianas, francesas y alemanas, se impulsó la producción de impresos que renovaron sus propuestas, tipografías y diseños, rompiendo con lo que había sido la norma en formato y con temas igual de diversos: cultura, belleza, deporte, religión y política. Uno de los diseñadores clave sería Alejandro Fauré, considerado el primer diseñador gráfico de Chile.
Paralelo a estos cambios editoriales, en 1888 se produjo una de las revoluciones más grandes de la fotografía en Chile, con la llegada de las cámaras Kodak. Entre los fotógrafos destacó el estadounidense Edward Spencer, quien registró la Guerra del Pacífico, Gustavo Milet y Christian Enrique Valck, quienes retrataron comunidades indígenas, o el canadiense Obder Heffer, encargado de plasmar el paisaje y la vida urbana de la capital.
Aunque cada vez llegaban cámaras más modernas, el dibujo y la ilustración no fueron dejados de lado. "Hubo dos corrientes claras: la primera, ligada a la influencia francesa del art noveau, con ilustradores que venían del extranjero y exaltaban a la mujer y al paisaje. La segunda era más chilena, ligada a la caricatura. Por ejemplo, se dibujaba la cabeza más grande que el cuerpo, como elemento humorístico", señala Bruna.
Estas ilustraciones dieron paso a la sátira política, aguerrida y ácida, siempre dispuesta a reflejar los conflictos de los partidos políticos. Se atacó el autoritarismo presidencial, a la Iglesia y a los intereses económicos extranjeros. Tampoco había mucho pudor a la hora de burlarse de políticos y figuras nacionales: al Presidente Pedro Montt se le dibujó vestido de mujer y a Ramón Barros Luco dormitando en actos públicos. A otros políticos se los mostraba como payasos de circo, crucificados o con un chupete en la boca y la leyenda: "¿Qué tengo adentro (de la cabeza), colega? -Nada, abosultamente nada".
Los avisos comerciales fueron desde temprano protagonistas de las publicaciones, arrojando ahora una luz sobre lo que se consumía en Chile. A principios de 1900 sobresale la industria del té, aceite y productos de belleza, con avisos que reemplazaron los sencillos textos de antaño por llamativas ilustraciones y caricaturas con mensajes que integraban humor, romance y vida social. "Ya no bastaba con dar a conocer el producto, los avisos eran cada vez más elaborados y trataban de persuadir al comprador. Para mí ya se podría hablar de publicidad en términos contemporáneos", dice Bruna. "Es una época trascendental en términos de patrimonio y con muchos cambios. Para 1910 hubo un nuevo nicho de gente letrada y con dinero; los primeros indicios de una clase media que irrumpiría con fuerza en el siglo XX", concluye.
100 años de gráfica nacional-
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