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domingo 5 de septiembre de 2010
Imágenes y testimonios de seis noches de angustia:
En febrero de 1964, un grupo de siete mineros quedó enterrado a 32 metros de profundidad al interior de una mina cercana a Andacollo. La falta de mapas exactos, las disputas entre técnicos y los trabajadores que ayudaron al rescate, la atención de los medios y la formación de un campamento de familiares replican muy cerca de la actual tragedia del yacimiento de San José.
Ignacio Bazán
-¡Niños!... ¿están ahí?
La pregunta era del ingeniero Luis Orrego, que había descendido hacia un boquete de la mina "Flor de té", a cinco kilómetros de Andacollo. Ahí, durante seis días, en febrero de 1964, siete mineros habían sido enterrados vivos. Orrego hacía la pregunta porque justo había horadado una pared que daba a un bolsón de la mina. Al mirar por el hoyo, se encontró con un rayo de luz y un atisbo de movimiento.
-¡Qué lindo ojo!...
Fue la respuesta desde el otro lado, desde la prisión de roca. Era el minero Fernando Castillo, que así, con una broma tragicómica, comenzaba a poner fin a 135 horas de angustia subterránea.
La historia se repite
Lo de la mina "Flor de té" hace 46 años es el antecedente nacional más parecido al reciente desastre de la mina San José. A nivel internacional, está el caso de la mina alemana de Lengede: en 1963, un grupo de once trabajadores permaneció dos semanas bajo 82 metros de tierra.
A pesar de que en Andacollo eran sólo siete mineros atrapados y no 33, y que tuvieron que sobrevivir seis días, en lugar de varios meses, una serie de hechos acaecidos durante ese rescate se vuelven a repetir hoy. La revista Flash Nacional hizo un completo reportaje de lo que se llamó la "odisea de Andacollo" y describe cómo el grupo de técnicos y los 200 mineros a cargo del rescate discutían por la mejor ruta para llegar a los bolsones donde se encontraban los compañeros.
Aunque los trabajadores atrapados en el año 64 estaban a tan sólo 32 metros bajo tierra, un error de cálculo hizo que la excavación quedara 9 metros corta con una desviación de 75 grados. Como ahora, los ingenieros alegaban que no existía un plano exacto de la mina. Y la tensión con los mineros rescatistas se producía por el afán de avanzar "lento pero seguro" de los profesionales versus las ganas de cavar a máxima velocidad de los trabajadores. Afuera de la mina, se había instalado un campamento de familiares desesperados y llenos de incertidumbre.
Dos mineros fueron rescatados antes que sus otros compañeros, pues habían quedado prisioneros a tan sólo 15 metros bajo tierra. Ambos duraron 64 horas sin alimentos y al salir declararon haber comido pedazos de sus propios cinturones de cuero. A los cinco mineros restantes se les pudo alimentar a través de una sonda, que no era más que una larga manguera por la que bajaban agua, caldo de cazuela de ave, leche con Cerelac y hasta carne molida. También medicamentos y tranquilizantes, además de mensajes de los técnicos y hasta de Manuel Escalona, el cura párroco de Andacollo (haciendo el papel del ministro Laurence Golborne) que se encargaba de comunicarles a los mineros que sus familias estaban bien y que en La Serena se había hecho una colecta para ayudarlas en el duro trance.
La revista Zig Zag del 28 de febrero resumía así el rescate: "Desde el miércoles 19 hasta el martes 25 el país vivió días de angustia e inquietud. Siete hombres probaron el valor humano y la entereza de nuestra raza al aguardar serenamente un lento y difícil rescate. Récord mundial de permanencia bajo tierra: 134 horas".
Al momento del salvamento final, las mujeres del mineral cantaron espontáneamente el Himno Nacional. Eran las cinco de la mañana y los siete mineros que lograron llegar hasta los atrapados recibieron un premio de 50 mil pesos de la minera Braden Copper a través Stanley Jarret, uno de los ingenieros a cargo de las tareas de rescate.
Tal como ocurrirá con los mineros atrapados en la mina San José, cada uno de los rescatados subió con los ojos vendados hasta la superficie. Y tal como ocurre esta vez, el país entero respiró aliviado al saber que todos se encontraban con vida.
El rescate de Andacollo en "Memorias del siglo XX"
El rescate de la mina "Flor de Té en Andacollo" está registrado por la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos en su programa llamado "Memorias del siglo XX", a través del cual la institución gubernamental apunta a construir la memoria nacional. Varios desastres, ceremonias religiosas y sociales, además de temas de desarrollo urbano pueden encontrarse en la página web: www.memoriasdelsigloxx.cl . Magdalena Krebs, directora de la Dibam, subraya la importancia de revisar el pasado para aprender en el presente: "El caso de los mineros de la mina Flor de Té nos permite ver que muchas situaciones se repiten y, a la vez, distinguir como son tratadas en el tiempo por los diferentes actores involucrados. En vísperas del Bicentenario, un esfuerzo de este tipo contribuye a la conmemoración y sitúa la reflexión y las prácticas relacionadas con el patrimonio y la memoria en espacios sociales y culturales más amplios y diversos".
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