sábado 3 de diciembre de 2011
Esta casa del fundo Los Olmos del Huique refleja un fuerte cariño de sus propietarios por el valle de Colchagua, zona que ya se recupera del terremoto. Mediante elementos de estética campestre, Bárbara Fernández y Javier Baeza recrearon la identidad del lugar.
TEXTO, JIMENA SILVA CUBILLOS | PRODUCCIÓN, PAULA FERNÁNDEZ T. Cuando la diseñadora Bárbara Fernández asumió la responsabilidad de decorar esta casa de descanso en el fundo Los Olmos del Huique, en la VI Región, de inmediato pensó en recurrir a Javier Baeza, agricultor y cachurero innato que lleva años dedicado a este rubro. Ella se ha especializado en hacer mobiliario a medida, de carácter vanguardista y moderno; él es experto en muebles de campo, ya sea reciclados, restaurados o de diseño propio, siempre inspirados en esa estética encantadora y simple.
Sabía que se entenderían muy bien porque ambos están estrechamente ligados al lugar y sienten un fuerte cariño por el valle de Colchagua. Javier no sólo se crió en el campo; además hace un buen tiempo se asentó en los alrededores de Placilla, donde armó su propio taller de muebles. Bárbara, por su parte, tiene muchos familiares en esta región y suele pasar las vacaciones en la zona. "Con mi marido recién terminamos de remodelar una casa en Palmilla, donde descansamos los fines de semana, y hemos pensando seriamente radicarnos en Colchagua", dice la joven profesional, quien cuenta que este encargo surgió de manera bastante especial.
El terremoto de 2010 dejó prácticamente en el suelo la antigua casa patronal del fundo Los Olmos del Huique, icono del patrimonio arquitectónico del valle central. "Es una casona espectacular de 1902 y como es de adobe, su restauración demanda un proceso muy delicado". Por eso sus dueños -dos hermanos que viven en Santiago- le pidieron a los arquitectos Diego Balmaceda y Gonzalo Gálvez que mientras tanto construyeran otra casa de menor superficie para que pudieran seguir disfrutando del campo con sus familias", explica Bárbara Fernández.
En el mismo sitio donde estaba la administración -inmueble que resultó totalmente destruido- y a escasa distancia de la histórica casona, los socios de bygARQ levantaron un sencillo volumen de albañilería pintado blanco, con cuatro dormitorios, dos baños y un gran espacio de estar que integra cocina, comedor y living. Es una casa de tipología chilena, de 180 m2, con ciertos rasgos muy propios de la arquitectura tradicional, como corredores exteriores, piso de baldosas, tejas en la techumbre, y marcada verticalidad de puertas y ventanas. Y Balmaceda-Gálvez Arquitectos Asociados -quienes además están recuperando la llavería, la iglesia y pesebreras del campo- le dieron un toque único, pintando en rojo colonial los pilares, los guardapolvos y los marcos de las ventanas.
"Tiene la gracia de parecer una casa bastante antigua, de tipología local, pero con una morfología distinta y recintos mucho más luminosos", destaca Bárbara Fernández, quien escogió muebles de madera nativas -la mayoría álamo de demolición- y variados elementos que evocan la tierra, como cerámicas, cántaros, lanas, mimbres y maderas. "Son ambientes muy adecuados a la zona: sencillos, acampados y funcionales. No pretenden ser más que eso; respetamos y rescatamos la identidad del lugar", dicen Bárbara y Javier, quienes en cuanto terminen los trabajos de reconstrucción comenzarán a intervenir la llavería y la iglesia de este fundo colchagüino.
TEXTO, JIMENA SILVA CUBILLOS | PRODUCCIÓN, PAULA FERNÁNDEZ T..
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