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viernes 30 de julio de 2010
Primer estudio chileno sobre el sismo en revista Science:
Científicos confirmaron que la energía acumulada en la zona movió la tierra menos de lo estimado. Ello podría generar otro temblor, pero de menor intensidad.
Lorena Guzmán H.
A cinco meses del terremoto del 27 de febrero, científicos chilenos publican hoy los primeros datos medidos en terreno después de la catástrofe. Aseguran que la fractura tiene 500 km de largo, que el fondo marino se desplazó en promedio 10 metros bajo el continente y que las distintas alzas y depresiones tierra adentro no fueron tan extremas como se había dicho.
Este trabajo es también el primer estudio con resultados nuevos que aparece en la revista Science.
La Caleta Yani, en la Península de Arauco, se elevó e hizo que la línea de costa se moviera 300 metros hacia el mar. La zona de color blanco está llena de algas muertas, indicador de que antes hubo mar.
Foto:SCIENCE
El mismo día del desastre, el geólogo de la Universidad de Chile, Marcelo Farías, partió a terreno a estudiar las consecuencias del movimiento de 8,8 grados en la escala de Richter. Junto con investigadores de la U. de Concepción, y de Francia y Alemania, pasaron el mes siguiente mirando las costas en busca de algas que antes estaban bajo el mar y ahora están en suelo seco.
"Ellas nos permitieron determinar cuánto se elevó la tierra en distintas zonas del área afectada", explica el científico, "con lo que pudimos concluir que anteriores mediciones del levantamiento del continente fueron sobreestimadas hasta en un metro".
Costa arriba y valle abajo
En el caso de Lebu, mediciones con imágenes satelitales habían mostrado que la zona se había elevado 3 metros, en cambio Farías y su equipo calcularon que el levantamiento no alcanzó los 2 metros.
El alga que le dio pistas para conseguir sus resultados suele estar a lo largo de toda la costa chilena. Como si estuvieran pintadas en la roca, su hojas se adosan a la superficie. Ellas viven en la zona entre mareas, y necesitan del agua para mantenerse vivas. "Cuando el mar ya no las alcanza, se secan y se vuelven blancas, dejando así una marca definida del anterior nivel del mar", afirma el geólogo.
Charles Darwin usó el mismo "marcador" en su viaje por el continente y, luego del terremoto de Alaska de 1964, varios grupos de estudios utilizaron la técnica probando su eficacia.
Pero ¿cómo se sabe qué tan precisa puede ser un manchón de algas? Porque no se mide en cualquier parte. "Para evitar las variaciones de la altura de las olas, elegimos lugares donde el mar no llega de frente a la orilla. Entre Pichilemu e Isla Mocha encontramos 24 lugares para estudiar", asegura. Además, midieron otros nueve sitios en distintos ríos para verificar su hundimiento. "El río Mataquito se hundió 50 centímetros y el Biobío un metro".
Además, el equipo logró confirmar la longitud exacta de la fractura, también la zona del fondo marino que se rompió por la liberación de la energía contenida. "Son 500 kilómetros de ruptura", asegura Farías.
Con ese dato, más la magnitud del movimiento confirmada y las variaciones de altura del continente, el equipo logró estimar que el fondo marino se desplazó bajo el continente, hacia el este, 10 metros. Se estima que la placa oceánica se mueve en promedio entre 6,8 y 7 centímetros al año.
Farías explica que "ese movimiento no se produce realmente, sino que se acumula en forma de energía en la zona en que se topan las placas del océano y del continente. Si consideramos que el último gran terremoto en la zona fue en 1835, el desplazamiento acumulado debió ser de 12 metros", aclara.
Esos dos metros faltantes podrían originar otro movimiento, "pero en ningún caso de la intensidad del terremoto de febrero", advierte.
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