Se trata de una réplica pintada por uno de los pupilos favoritos de Leonardo, probablemente Andrea Salai (que se convertiría en el amante del maestro) o Francesco Melzi
Las bodegas del Museo del Prado han sido el escenario de uno de los más importantes descubrimientos de la Historia del Arte: los conservadores de la pinacoteca han hallado en sus fondos una réplica de la Gioconda de Leonardo da Vinci, pintada por uno de sus pupilos favoritos, probablemente Andrea Salai (que a la postre se convertiría en uno de los amantes del maestro) o Francesco Melzi.
Los expertos del Prado han empleado varios meses en estudiar, limpiar y quitar el oscuro barniz que cubría la tabla. Lo que durante muchos años fue considerado en el seno del Prado como una copia más –y bastante banal- del retrato más célebre del arte mundial ha acabado siendo catalogado como una verdadera bomba.
Tanto los máximos expertos del Prado como los del Museo del Louvre han aceptado ya el carácter oficial del hallazgo (según informaciones a las que ha tenido acceso este periódico y que también está recogiendo el periódico online Art Newspaper), y han subrayado la importancia del mismo. Con toda probabilidad, la obra será cedida temporalmente a sus colegas del museo parisiense por por los responsables del Prado, que confirmaron el descubrimiento a EL PAÍS.
Allí será exhibida en la misma galería donde se encuentra la Gioconda, la obra más visitada del Louvre.
No estamos ante una mera copia del retrato de las muchas que pululan por el mundo: se trata de un verdadero work in progress, un retrato paralelo, una especie de fotocopia ejecutada de forma simultánea por el alumno mientras el profesor pintaba su obra maestra.
Hay que subrayar, además, que el tamaño de original y réplica es prácticamente el mismo: 77 X 53 centímetros para el primero, y 76 X 57 para la segunda. El discípulo de Leonardo habría ejecutado la réplica a medida que el maestro toscano iba pintando el original en su estudio de Florencia, lo que además arrojará nuevas informaciones sobre la forma en que se trabajaba en los gabinetes de los grandes maestros.
Diversos estudios fotográficos y radiológicos efectuados sobre el cuadro arrojan resultados que, muy probablemente, van a cambiar el rumbo de las teorías e interpretaciones en torno al inmortal retrato de la que, según la tesis más respetada, pudo ser la joven Lisa Gherardini, esposa de un rico comerciante florentino llamado Francesco del Giocondo.
Compara los dos cuadros
Durante mucho tiempo, los expertos del museo madrileño creyeron que la obra que dormía en sus depósitos –y que incluso llegó a ser colgada durante un tiempo en sus paredes- había sido pintada por un artista flamenco u holandés: el soporte, tabla de roble, no era utilizado por los artistas florentinos, que preferían el uso de otros soportes… como el nogal.
Sí por los flamencos, lo que llevó a los conservadores a considerar la pintura como obra flamenca. Pero estudios posteriores arrojaron nuevos resultados: la copia de la Gioconda no estaba hecha sobre roble sino sobre… nogal.
Otro de los motivos cruciales de que la pintura permaneciera escondida durante siglos se refiere al fondo del retrato, totalmente oscuro, por contraposición al original del Museo del Louvre, en el que puede apreciarse el verde paisaje de la Toscana.
Hoy se cree que ese fondo negro fue añadido al cuadro en el siglo XVIII. Los restauradores del Prado emplearon meses en despojar a la tabla de su absurda oscuridad y, sorpresa, se toparon con la luz, el color y el trazo de los mismos paisajes del norte de Italia presentes en el original de Leonardo da Vinci. En estos momentos, el equipo de restauración de la pinacoteca madrileña continúa adelante con su trabajo, retirando las sucesivas capas de barniz que durante más de 500 años han ido tapando el rostro de la joven del cuadro.
Con toda lógica la obra objeto del hallazgo goza, tras ser convenientemente saneada, de un estado de conservación muy superior al de la Monna Lisa del Louvre: el rostro del original de París permanece oscurecido por el barniz envejecido por el paso del tiempo, lo que hace que el aspecto de la muchacha del cuadro parezca el de una mujer de mediana edad, mientras que el del Prado ofrece ahora la visión de una chica de unos 20 o 25 años. El mundo del arte está, en otras palabras, ante una Gioconda rejuvenecida.
Compara los dos cuadros
Mueve el ratón sobre la imagen lateralmente para comparar el original y la copia. Moviéndolo a la derecha podrás ver la Gioconda original, y hacia la izquierda la copia restaurada
El equipo directivo del Prado, con su director Miguel Zugaza a la cabeza, tenía previsto presentar en sociedad este hallazgo el día 23 de este mes, pero una ponencia presentada hace dos semanas en un congreso celebrado en Londres ha precipitado las cosas.
En dicha reunión de expertos en pintura del Renacimiento se llegó a mostrar una fotografía que mostraba el proceso de limpieza: el antes y el después de la copia, con el fondo negro, y sin él. También se habló en el congreso londinense (celebrado de forma paralela a la exposición de la National Gallery Leonardo da Vinci, pintor de la corte de Milán) de las pruebas de reflectografía por infrarrojos efectuadas en la tabla; dichas pruebas fueron comparadas con las que en 2004 se aplicaron al original del Louvre, arrojando sorprendentes resultados en cuanto a la similitud con el original. Ana González Mozo, una de las especialistas de la pinacoteca madrileña, presentó una ponencia en la que establecía la evidencia de que la copia salió del estudio de Leonardo.
Las razones por las que el maestro deseó y permitió que un discípulo ejecutara una réplica de forma paralela a su trabajo es todo un misterio. El propio misterio que siempre rodeó a la propia vida de Leonardo da Vinci…
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Los expertos del Prado han empleado varios meses en estudiar, limpiar y quitar el oscuro barniz que cubría la tabla. Lo que durante muchos años fue considerado en el seno del Prado como una copia más –y bastante banal- del retrato más célebre del arte mundial ha acabado siendo catalogado como una verdadera bomba.
Tanto los máximos expertos del Prado como los del Museo del Louvre han aceptado ya el carácter oficial del hallazgo (según informaciones a las que ha tenido acceso este periódico y que también está recogiendo el periódico online Art Newspaper), y han subrayado la importancia del mismo. Con toda probabilidad, la obra será cedida temporalmente a sus colegas del museo parisiense por por los responsables del Prado, que confirmaron el descubrimiento a EL PAÍS.
Allí será exhibida en la misma galería donde se encuentra la Gioconda, la obra más visitada del Louvre.
No estamos ante una mera copia del retrato de las muchas que pululan por el mundo: se trata de un verdadero work in progress, un retrato paralelo, una especie de fotocopia ejecutada de forma simultánea por el alumno mientras el profesor pintaba su obra maestra.
Hay que subrayar, además, que el tamaño de original y réplica es prácticamente el mismo: 77 X 53 centímetros para el primero, y 76 X 57 para la segunda. El discípulo de Leonardo habría ejecutado la réplica a medida que el maestro toscano iba pintando el original en su estudio de Florencia, lo que además arrojará nuevas informaciones sobre la forma en que se trabajaba en los gabinetes de los grandes maestros.
Diversos estudios fotográficos y radiológicos efectuados sobre el cuadro arrojan resultados que, muy probablemente, van a cambiar el rumbo de las teorías e interpretaciones en torno al inmortal retrato de la que, según la tesis más respetada, pudo ser la joven Lisa Gherardini, esposa de un rico comerciante florentino llamado Francesco del Giocondo.
Compara los dos cuadros
Mueve el ratón sobre la imagen lateralmente para comparar el original y la copia. Moviéndolo a la derecha podrás ver la Gioconda original, y hacia la izquierda la copia restaurada
Sí por los flamencos, lo que llevó a los conservadores a considerar la pintura como obra flamenca. Pero estudios posteriores arrojaron nuevos resultados: la copia de la Gioconda no estaba hecha sobre roble sino sobre… nogal.
Otro de los motivos cruciales de que la pintura permaneciera escondida durante siglos se refiere al fondo del retrato, totalmente oscuro, por contraposición al original del Museo del Louvre, en el que puede apreciarse el verde paisaje de la Toscana.
Hoy se cree que ese fondo negro fue añadido al cuadro en el siglo XVIII. Los restauradores del Prado emplearon meses en despojar a la tabla de su absurda oscuridad y, sorpresa, se toparon con la luz, el color y el trazo de los mismos paisajes del norte de Italia presentes en el original de Leonardo da Vinci. En estos momentos, el equipo de restauración de la pinacoteca madrileña continúa adelante con su trabajo, retirando las sucesivas capas de barniz que durante más de 500 años han ido tapando el rostro de la joven del cuadro.
Con toda lógica la obra objeto del hallazgo goza, tras ser convenientemente saneada, de un estado de conservación muy superior al de la Monna Lisa del Louvre: el rostro del original de París permanece oscurecido por el barniz envejecido por el paso del tiempo, lo que hace que el aspecto de la muchacha del cuadro parezca el de una mujer de mediana edad, mientras que el del Prado ofrece ahora la visión de una chica de unos 20 o 25 años. El mundo del arte está, en otras palabras, ante una Gioconda rejuvenecida.
Compara los dos cuadros
Mueve el ratón sobre la imagen lateralmente para comparar el original y la copia. Moviéndolo a la derecha podrás ver la Gioconda original, y hacia la izquierda la copia restaurada
En dicha reunión de expertos en pintura del Renacimiento se llegó a mostrar una fotografía que mostraba el proceso de limpieza: el antes y el después de la copia, con el fondo negro, y sin él. También se habló en el congreso londinense (celebrado de forma paralela a la exposición de la National Gallery Leonardo da Vinci, pintor de la corte de Milán) de las pruebas de reflectografía por infrarrojos efectuadas en la tabla; dichas pruebas fueron comparadas con las que en 2004 se aplicaron al original del Louvre, arrojando sorprendentes resultados en cuanto a la similitud con el original. Ana González Mozo, una de las especialistas de la pinacoteca madrileña, presentó una ponencia en la que establecía la evidencia de que la copia salió del estudio de Leonardo.
Las razones por las que el maestro deseó y permitió que un discípulo ejecutara una réplica de forma paralela a su trabajo es todo un misterio. El propio misterio que siempre rodeó a la propia vida de Leonardo da Vinci…
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Mona
Lisa fue vecina de Leonardo Da Vinci
La casa
donde nació la "modelo" del pintor para su famoso retrato, expuesto en el Museo
del Louvre de París, fue localizada en la calle de los anticuarios de la ciudad
italiana de Florencia, Via Sguazza. La mujer, además, habitó en una casa frente
a la de la familia de Leonardo, en la florentina calle Ghibellina. Así lo
aseguró el profesor italiano Giuseppe Pallanti.
Elisa se llamaba la
mujer del marqués de Giocondo, un rico banquero florentino que pidió a Leonardo
Da Vinci que pintara un retrato de su segunda señora, cuando ella tenía más o
menos 30 años y una enigmática sonrisa. Según la historia, el cuadro nunca llegó
a manos del marqués.
Leonardo lo conservó por
muchos años y lo retocó. Lo llevó consigo a París y allí ha permanecido hasta el
día de hoy. Salvo un breve período, en que un italiano lo robó del Louvre, en un
acto de reinvindicación nacionalista. Pero Italia lo devolvió a
Francia.
Y así se convirtió en el
retrato más famoso del mundo y en el más misterioso. Todo, gracias a Elisa,
conocida como Mona
Lisa o Gioconda, cuya sonrisa, pintada por Leonardo, es la
que realmente ha sido un misterio durante todo este tiempo.
Recientemente se
descubrió que la "modelo" de da Vinci habitó una casa frente a la de la familia
de Leonardo, en la florentina calle Ghibellina. Así lo aseguró el profesor
italiano Giuseppe Pallanti, autor de una investigación sobre la modelo en la que
se basó el artista para pintar a la mujer de la sonrisa
enigmática.
La investigación reveló específicamente que
Mona Lisa vivió frente a la casa familiar del pintor y que por la actividad
comercial su marido se relacionaba con el padre del artista, el notario Piero da Vinci.
A esto se suma que
también encontraron la casa donde nació la Gioconda en el año 1479, ubicada en
la calle de los anticuarios de la ciudad italiana de Florencia, la Via Sguazza.
Pero eso no es todo, ya
que un genealogista italiano cree haber encontrado a las descendientes directas
de la mujer florentina del Renacimiento que inspiró la pintura más famosa de
Leonardo. Se trata de Natalia e Irina Strozzi, hijas del príncipe Girolamo de
Toscana.
El especialista en genealogía ha estudiado los archivos de la familia y dice que, a través de la línea femenina, puede establecer una relación directa de estas dos mujeres con Lisa Gherardini. Además, con un simple examen de ADN se determinaría si las hermanas Strozzi tienen realmente algún parentesco con ella.
Mona Lisa ¿embarazada?
La modernidad y los avances tecnológicos
alcanzaron también a esta pintura, y por medio de un escáner de infrarrojos en
tres dimensiones, un grupo de investigadores canadienses descubrió que aquella
sonrisa podría deberse a que Mona Lisa estaba embarazada o acababa de dar a luz
cuando fue retratada.
La novedosa técnica -
que permite una resolución 10 veces más fina que el cabello humano - les
permitió a los investigadores apreciar detalles hasta ahora desconocidos. Así,
descubrieron que la Mona Lisa portaba un velo de gasa fina y transparente,
enganchado al cuello de la blusa, una prenda que solían llevar las mujeres en
ese estado.
Al parecer entonces, el cuadro habría
sido pintado para conmemorar el nacimiento del segundo hijo de Mona Lisa. A esto
se suma que la Gioconda no llevaba el pelo suelto, una costumbre que en la época
era común entre las niñas o mujeres de "mala virtud", sino que llevaba el pelo
recogido en un moño, cubierto por un bonete, detrás de la cabeza.
Los científicos pudieron
certificar también que la obra se encuentra en buenas condiciones pese a sus 500
años. No obstante, el escáner evidenció una torcedura en la madera de la parte
posterior de la pieza.
Pero la grieta de 12
centímetros en la mitad superior de la pintura, probablemente debido a la
eliminación del marco original y reparada entre mitad del siglo XVIII y
principios del XIX, parece estable y no ha empeorado con el tiempo.
Sucede que el panel de madera sobre el que está pintada
la Mona Lisa es sensible a las variaciones de temperatura y clima. No obstante,
según los científicos, si se mantienen las actuales condiciones de conservación,
no hay riesgo de degradación.
El trabajo - el mayor análisis científico de la Mona Lisa realizado en 50 años - fue llevado a cabo específicamente por el Consejo Nacional de Investigaciones de Canadá (NRC, por sus siglas en inglés) a pedido del Louvre.
83 por ciento de felicidad
Pero eso no es todo,
porque por medio de un software
de "reconocimiento de emociones" el año 2005 ya se había hecho posible lo que
cientos de críticos de arte, historiadores y visitantes del Louvre, en Francia,
soñaban desde hace muchísimo tiempo: descifrar la enigmática sonrisa de la Mona
Lisa, tal vez la sonrisa más misteriosa del mundo.
El algoritmo, desarrollado en colaboración con la Universidad de Illinois, en Estados Unidos, determina los sentimientos que experimenta una persona por medio del examen de sus rasgos faciales, como la curvatura de los labios o las arrugas alrededor de sus ojos.
El desafío de desentrañar la sonrisa de la Mona Lisa, partió del análisis de los rostros de los ancestros de diez mujeres mediterráneas, para crear una composición que ilustrara una cara con aspecto neutral.
Luego se comparó este resultado con el rostro de la pintura, con base en seis emociones básicas: felicidad, sorpresa, rabia, hastío, miedo y tristeza. La lectura dio como resultado, en un 83 por ciento, que la felicidad era la principal emoción inmortalizada en el famoso cuadro.
Eso sí, investigadores biométricos involucrados en el experimento expresaron que los resultados son interesantes aunque no son la última palabra en cuanto a la pintura, porque aunque la tecnología de reconocimiento facial está avanzando muy rápido, la de reconocimiento de emociones está recién comenzando.
Estos porcentajes se pueden contrastar con las investigaciones de la profesora de la Universidad de Harvard Margaret Livingstone, quien se dedicó a estudiar la obra de Leonardo Da Vinci y descubrió que el artista la pintó basándose en una ilusión óptica y en los mecanismos de la visión. Según los resultados de sus investigaciones la sonrisa de la Gioconda aparece y desaparece debido a la peculiar manera en que el ojo humano procesa las imágenes.
Así, cuando en el siglo
XVI Leonardo Da Vinci pintó la Gioconda, logró el efecto de que la sonrisa de la
Mona Lisa desaparezca al mirarla directamente y sólo reaparezca cuando la vista
se fija en las otras partes de cuadro. Lo anterior, tomando en cuenta que los
artistas llevan mucho más tiempo que los neurobiólogos estudiando los procesos
visuales. En este caso, el artista creó esa ilusión usando de manera
completamente "intuitiva" trucos que ahora comienzan a tener base científica.
Y la teoría de la
investigadora se apoyó en el hecho de que el ojo humano tiene una visión
central, muy buena para reconocer los detalles, y otra periférica, mucho menos
precisa, pero más adecuada para reconocer las sombras. Da Vinci pintó la Gioconda usando sombras
que vemos mucho mejor con nuestra visión periférica. Por eso, para ver sonreír a
la Mona Lisa hay que mirarla a los ojos o a cualquier otra parte del cuadro, de
manera que sus labios queden en el campo de visión periférica.
Muy bien
cuidada
En abril del año 2005
la famosa Mona Lisa de
Leonardo Da Vinci pasó de la pequeña Sala Rosa del Louvre a una más
amplia y renovada, la "Sala de los Estados", una galería que sirvió como cámara de debate
parlamentario hasta el año 1870, y que fue sometida a una renovación de cuatro
años y ¡6,1 millones de dólares!, a cargo del arquitecto peruano Lorenzo
Piqueras.
Ahora se puede caminar
directamente hacia ella y verla, apreciarla, mirarla por los costados, tratar de
desentrañar su sonrisa, todo muy tranquilamente y sin aglomeraciones.
Se trata de una sala
muchísimo más amplia que la anterior, tal como se lo merecía la Gioconda. Mide
840 metros cuadrados, con más espacio para recibir a las ¡6 millones de
personas! que visitan el museo cada año, evitando así las aglomeraciones que se
producían frente a esta obra maestra.
En ese mismo lugar se
exponen otros cincuenta cuadros de pintores del siglo XVI, incluyendo la pintura
más grande del museo: "La Fiesta de Bodas de Cana", de Veronesi, con 6,77 metros
de altura por 9,94 metros de largo. Ocupa el muro opuesto - a 28 metros de
distancia - al de mármol beige que utiliza la Gioconda.
La Mona Lisa ocupa 200
metros cuadrados exclusivos al norte de la sala, y está protegida por un vidrio
irrompible y no degradable (de cristal blindado), de 40 milímetros de espesor,
cuya superficie ha sido tratada especialmente para evitar reflejos.
Está cerrada herméticamente, mantiene
la temperatura y la cantidad de vapor de agua contenida en el aire a los niveles
constantes de 20 grados y 50% de humedad relativa, protegida del frío, el calor
y la respiración de aquellos seis millones de visitantes anuales.
Además, este habitáculo
está conectado permanentemente a un servicio de seguridad. Una renovada
cristalería, a trece metros del suelo, permite una iluminación de
características similares a la luz natural, con lo que se pueden contemplar las
telas en las mejores condiciones de iluminación.
Sobre un fondo de paisaje vaporoso,
donde se resalta la figura de esta mujer, cuya enigmática sonrisa constituye lo
más atractivo del cuadro, Da Vinci consiguió su más alta aspiración: plasmar el
alma humana.
Está considerado como el retrato
pintado más famoso de la historia, y tal vez el cuadro más famoso de la pintura
occidental, aunque los expertos dicen que no por ello es el mejor. Es más, ni
siquiera ocupa un puesto entre los 10 o 20 mejores.
La historia de la Mona Lisa
El cliente que encargó a Leonardo el famoso cuadro habría sido el banquero napolitano Francesco di Bartolommeo di Zanobi, marqués de Giocondo (1460 - 1528), quien se casó con "Mona Lisa" (Madonna Elisa, señora Elisa), hija del napolitano Antonio María di Noldo Gherardini, en el año 1495.
Leonardo pintó el cuadro entre 1503 y 1506 y lo llevó a Francia en 1517. Se encuentra en el Louvre desde 1804. Al parecer, nunca estuvo en posesión de la familia Giocondo. Se sabe que pasó a manos del rey francés Francisco I, aunque no está claro si en 1517, antes de la muerte del artista, o con posterioridad a su fallecimiento en 1519.
Sí está comprobado que permaneció en las colecciones reales francesas y que en el siglo
Se trata de un cuadro que nunca ha sido tasado, y que fue robado del museo el 21 de agosto de 1911 por el pintor italiano Vicenzo Perrugia, quien alegó "patriotismo". Fue recuperado en Italia dos años más tarde.
Está considerado como el retrato pintado más famoso de la historia, y tal vez el cuadro más famoso de la pintura occidental, aunque los expertos dicen que no por ello es el mejor. Es más, ni siquiera ocupa un puesto entre los 10 o 20 mejores.
Fue la última gran obra de Leonardo Da Vinci, tomando en cuenta que continuó retocándola hasta sus últimos años. Pero fue pintado en la época de más fama y popularidad del artista, época en que son varios los retratos que le piden realizar.
Está considerado como el retrato pintado más famoso de la historia, y tal vez el cuadro más famoso de la pintura occidental, aunque los expertos dicen que no por ello es el mejor. Es más, ni siquiera ocupa un puesto entre los 10 o 20 mejores.
Fue la última gran obra de Leonardo Da Vinci, tomando en cuenta que continuó retocándola hasta sus últimos años. Pero fue pintado en la época de más fama y popularidad del artista, época en que son varios los retratos que le piden realizar.
Teorías y verdades sobre la Gioconda
- Por lo
general la Mona Lisa es retirada de su vitrina una vez al año, para que los
expertos puedan comprobar su grado de deterioro.
- Es una de
las obras más visitadas de todo el museo.
- Se trata
de un óleo sobre tabla de álamo, de 77 x 53 centímetros.
- Como telón
de fondo para la Mona Lisa, aparece un paisaje inspirado en las vistas que
Leonardo Da Vinci pudo alcanzar a ver en Los Alpes, cuando hizo su viaje a
Milán.
- Todos los
datos que se tienen de los personajes de la familia Giocondo se han
obtenido a partir de los documentos de Giorgio Vasari (1511 - 1574), que
escribió sobre la vida de los principales artistas de la época.
- Vasari
dice que Leonardo empleó en la elaboración del retrato unos cuatro años. Además,
dice que Madonna Elisa tenía unos 30 años cuando posó para el retrato, y que era
la segunda mujer del marqués de Giocondo.
- Existen
eruditos que piensan que se trata de la española Constanza de Ávalos; otros que
la identifican con una amante de Giuliano de Medicis, e incluso otros afirman
que se trata de un retrato de Francesco del Giocondo o un autoretrato del propio
Leonardo Da Vinci.
- Los
críticos actuales confirman que es un bello retrato de mujer, y aseguran que lo
mejor del cuadro son las manos y la enigmática sonrisa.
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Martes, 21 de Febrero de 2012, 12:39
DPA
La obra estará hasta el 13 de marzo en la sala 49 del museo madrileño. Luego, será trasladada temporalmente al Louvre, donde se presentará hasta el 25 de junio en una exposición sobre Da Vinci.
MADRID.- La Gioconda del Museo del Prado fue presentada hoy en sociedad,
después de que un estudio técnico y un afanoso proceso de restauración revelasen
que se trata de la copia más antigua y de la versión más importante que se
conoce hasta la fecha del famoso retrato de Leonardo da Vinci.
La sala 49 del Prado se quedó chica para albergar a todos los que se acercaron al museo para verla antes de que el 13 de marzo emprenda viaje a París para participar en una exposición temporal del Louvre dedicada a Da Vinci.
Durante años se exhibió en el Museo del Prado, al que pertenece desde su fundación, sin que se le otorgara un gran valor. Estaba considerada una copia más entre tantas del lienzo que atesora el Louvre. Era una Gioconda sobre un fondo oscuro y figuraba oficialmente como una copia antigua anónima del primer cuarto del siglo XVI, pintada sobre tabla de chopo.
Pero hace dos años, un equipo del museo con la investigadora Ana González Mazo a la cabeza inició un estudio técnico del cuadro para poder restaurarlo. El Louvre lo había pedido prestado para la exposición "La última obra de Leonardo da Vinci. La Santa Ana", que arranca el próximo 29 de marzo, por lo que había que prepararlo. Entonces llegó la sorpresa.
Una reflectología infrarroja y un examen de la superficie con luz rasante descubrieron que bajo el fondo negro existía un paisaje. Y los análisis químicos concluyeron que ese fondo oscuro había sido pintado con posterioridad a 1750.
Los expertos del Prado se pusieron entonces manos a la obra y, tras el análisis de la información, comenzaron con una limpieza y restauración del retrato que reveló un paisaje de tonalidades verdes, extraordinariamente similar al de la obra original de Da Vinci.
La conclusión de los estudios y los análisis es que ésta no es, como se pensaba, una copia cualquiera de la "Mona Lisa". Se trata de una copia que salió directamente del taller florentino de Da Vinci y que fue pintada por uno de sus discípulos a la vez que el maestro pintaba la suya, entre los años 1503 y 1506.
"Tanto el dibujo como las correcciones que iba haciendo Leonardo las iba repitiendo el autor de la copia del Prado. Sólo lo puede hacer alguien que está trabajando al lado del maestro", explicó la investigadora Ana González Mazo.
El autor de la tabla, con gran probabilidad Francesco Melzi, uno de los discípulos preferidos de Da Vinci, dibujó los mismos elementos que el maestro, incluidos los que ninguno de los dos pintaron posteriormente y, por tanto, no son visibles en la superficie pictórica. Desde el dibujo preparatorio y casi hasta los últimos estadios, repitió el paulatino proceso creativo de la Gioconda, aunque sin pretender hacerse pasar por ella.
Todo esto se traduce ahora, más de 600 años después, en una mayor comprensión de la obra de Da Vinci y de los procedimientos que se empleaban en su taller. Esta tabla posee además la gran ventaja de que tiene un estado de conservación mucho mejor que la original. Presenta una mayor nitidez y permite apreciar elementos, como la cenefa del escote de la modelo o los pliegues en su atuendo, que en la obra de Da Vinci apenas ya se intuyen.
"Invita a mirar con unos ojos completamente distintos la obra original", en palabras del jefe del departamento de pintura italiana del Museo del Prado, Miguel Falomir. Se ha desechado "la visión romántica de que Da Vinci trabajaba solo".
Desde hoy y hasta el próximo 13 de marzo, los visitantes del Museo del Prado pueden ver el cuadro en la sala 49. Después, la gemela de la Gioconda viajará a París para la exposición temporal sobre Da Vinci que albergará el Louvre entre el 29 de marzo y el 25 de junio. De momento, las dos gemelas no podrán unirse, porque la "Mona Lisa" de Da Vinci no puede moverse de sala, pero la intención es reunirlas algún día.
Tras su estancia en París, la tabla regresará a casa para instalarse definitivamente en la sala 56 B del Museo del Prado. A su lado exhibirá ya un cartel que la catalogará como "La Gioconda, taller de Leonardo".
La sala 49 del Prado se quedó chica para albergar a todos los que se acercaron al museo para verla antes de que el 13 de marzo emprenda viaje a París para participar en una exposición temporal del Louvre dedicada a Da Vinci.
Durante años se exhibió en el Museo del Prado, al que pertenece desde su fundación, sin que se le otorgara un gran valor. Estaba considerada una copia más entre tantas del lienzo que atesora el Louvre. Era una Gioconda sobre un fondo oscuro y figuraba oficialmente como una copia antigua anónima del primer cuarto del siglo XVI, pintada sobre tabla de chopo.
Pero hace dos años, un equipo del museo con la investigadora Ana González Mazo a la cabeza inició un estudio técnico del cuadro para poder restaurarlo. El Louvre lo había pedido prestado para la exposición "La última obra de Leonardo da Vinci. La Santa Ana", que arranca el próximo 29 de marzo, por lo que había que prepararlo. Entonces llegó la sorpresa.
Una reflectología infrarroja y un examen de la superficie con luz rasante descubrieron que bajo el fondo negro existía un paisaje. Y los análisis químicos concluyeron que ese fondo oscuro había sido pintado con posterioridad a 1750.
Los expertos del Prado se pusieron entonces manos a la obra y, tras el análisis de la información, comenzaron con una limpieza y restauración del retrato que reveló un paisaje de tonalidades verdes, extraordinariamente similar al de la obra original de Da Vinci.
La conclusión de los estudios y los análisis es que ésta no es, como se pensaba, una copia cualquiera de la "Mona Lisa". Se trata de una copia que salió directamente del taller florentino de Da Vinci y que fue pintada por uno de sus discípulos a la vez que el maestro pintaba la suya, entre los años 1503 y 1506.
"Tanto el dibujo como las correcciones que iba haciendo Leonardo las iba repitiendo el autor de la copia del Prado. Sólo lo puede hacer alguien que está trabajando al lado del maestro", explicó la investigadora Ana González Mazo.
El autor de la tabla, con gran probabilidad Francesco Melzi, uno de los discípulos preferidos de Da Vinci, dibujó los mismos elementos que el maestro, incluidos los que ninguno de los dos pintaron posteriormente y, por tanto, no son visibles en la superficie pictórica. Desde el dibujo preparatorio y casi hasta los últimos estadios, repitió el paulatino proceso creativo de la Gioconda, aunque sin pretender hacerse pasar por ella.
Todo esto se traduce ahora, más de 600 años después, en una mayor comprensión de la obra de Da Vinci y de los procedimientos que se empleaban en su taller. Esta tabla posee además la gran ventaja de que tiene un estado de conservación mucho mejor que la original. Presenta una mayor nitidez y permite apreciar elementos, como la cenefa del escote de la modelo o los pliegues en su atuendo, que en la obra de Da Vinci apenas ya se intuyen.
"Invita a mirar con unos ojos completamente distintos la obra original", en palabras del jefe del departamento de pintura italiana del Museo del Prado, Miguel Falomir. Se ha desechado "la visión romántica de que Da Vinci trabajaba solo".
Desde hoy y hasta el próximo 13 de marzo, los visitantes del Museo del Prado pueden ver el cuadro en la sala 49. Después, la gemela de la Gioconda viajará a París para la exposición temporal sobre Da Vinci que albergará el Louvre entre el 29 de marzo y el 25 de junio. De momento, las dos gemelas no podrán unirse, porque la "Mona Lisa" de Da Vinci no puede moverse de sala, pero la intención es reunirlas algún día.
Tras su estancia en París, la tabla regresará a casa para instalarse definitivamente en la sala 56 B del Museo del Prado. A su lado exhibirá ya un cartel que la catalogará como "La Gioconda, taller de Leonardo".
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