LA TERCERA EDICION IMPRESA
viernes 24 de febrero de 2012
viernes 24 de febrero de 2012
Fue una de las cantantes más famosas en la Alemania de los 30, conocida como "El ruiseñor chileno".
por Marcelo Morales C.
Era una fiesta familiar como tantas otras, hasta que de pronto, de una limusina bajó una mujer ya mayor, cargando ostentosos collares de perlas, vistiendo un grueso abrigo de piel. De su mano, además, brotaba un racimo de correas atadas a unos 15 pequeños perros de raza. De inmediato se convirtió en el centro de atención, con un encanto que alimentó con regalos para todos.
Fue a inicios de los años 80, Pablo Berthelon tenía alrededor de siete años y esa imagen nunca se le borró. Su madre -la cantante Isabel Aldunate- le contó que era su tía-abuela de Estados Unidos, María Esther Aldunate, conocida como Rosita Serrano. Le dijo que fue muy famosa en Alemania, que fue la mayor estrella de la canción en los años 40. Que incluso Hitler la admiraba, al punto de enviarle fotografías y darle consejos, como cuando le dijo que sólo cantara en alemán y no en español. También que sus canciones se alternaban con los discursos del Führer en las radios, sonando en las casas y en los cuarteles, en plena Segunda Guerra Mundial.
Pablo Berthelon (hoy un comunicador audiovisual de 38 años) fue dándose cuenta que era una historia demasiado increíble para dejarla en meras anécdotas. Ahora, gracias a un Fondo Audiovisual que le otorgó 35 millones, comenzará el rodaje en Alemania y en Chile de Rosita, la amante del Führer, documental que espera estrenar a fin de año.
"Nunca había visto bien la dimensión que tenía el personaje, para mí eran simples cuentos familiares", dice. Pero hace dos años le tomó el peso y se puso a investigar, siempre tomando el testimonio de su madre como punto de partida. "Fue ella quien incentivó a mi madre en el canto. Rosita fue su mentora", agrega.
Investigando se encontró con el archivo personal que Rosita se trajó a Chile, donde pasó sus últimos años, hasta su muerte, en abril de 1997. "Era una caja con videos y filmes de todas sus participaciones en el cine, casi 30 películas alemanas que realizó", además de entrevistas para TV y recortes de prensa. En total, casi seis horas de material, algunos inéditos, que serán la base visual del documental. Además de la aparición de su madre, Isabel Aldunate, también contará con los recuerdos de otros que conocieron a Rosita, como la actriz Carmen Barros. Además de estudiosos de su carrera, chilenos y alemanes, como el director del documental El ruiseñor chileno, que se exhibió en Chile en el marco del Festival In-Edit el año 2008.
Nacida en Quilpué, el 10 de junio de 1914, Rosita fue hija de la afamada cantante lírica Sofía del Campo y de un diplomático español. Pasó sus primeros años bajo los cuidados de la familia Serrano en Quillota (de quienes tomó su apellido artístico), para luego empezar un periplo siguiendo los pasos de su madre. Fue en 1935 cuando llegó a Alemania y la leyenda del llamado El ruiseñor chileno comenzó. Primero en locales en donde las tropas nazi la aclamaban, para llegar a shows donde los altos jerarcas del régimen, incluyendo a Hitler, acudían a verla.
Pero Rosita siempre negó alguna relación con la ideología nazi, aunque no su cercanía con sus dirigentes, quienes la telefoneaban y enviaban regalos. "Después, en sus últimas entrevistas siempre se negaba a hablar del tema", dice Berthelon, quien recuerda que en sus últimos años de vida ella recalcaba: "Yo canté para Hitler, pero nunca fui nazi". Algo que comprobó en 1943, en un recital a beneficio de refugiados judíos en Dinamarca. Esto provocó que la Gestapo saqueara su casa. Así, Rosita se fue del país el mismo día en que Chile rompía relaciones con el Eje.
Partió a Suecia, donde incluso se rumoreó un romance con el rey Gustavo VI. En los años 50 recalaría en Hollywood por un tiempo, donde trabajó para Disney, poniendo la voz en español del clásico La Cenicienta en 1950. Al poco tiempo conoció a un magnate egipcio, con quien se casó, pero vino la revolución en Egipto, en 1952, y el gobierno confiscó los bienes de su esposo.
Comenzaban años difíciles, en donde volvía frecuentemente a Chile, a fines de los 70, para luego radicarse a partir de 1991. En aquellos viajes, sorpresivamente Augusto Pinochet acudía al aeropuerto a darle la bienvenida. La admiración seguiría hasta el funeral de Rosita, donde envió una carta, según recuerda Berthelon. También llegaron grupos de neonazis a homenajearla.
Murió esperando una pensión de gracia y viviendo de la caridad de amigos en un precario departamento, presa de un pasado y de admiraciones que no buscó, pero que le crearon una mala fama. Mitos o verdades que el documental, según su director, no pretende dilucidar, sino exponer como parte de una leyenda nacional digna de rescate.
Videos y textos
En YouTube se pueden encontrar extractos de sus películas y también muchas de
sus canciones, gran parte de ellas cantadas en español, tales como La
paloma, uno de sus más grandes éxitos.
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