domingo, 5 de febrero de 2012
Una tarde en el Parque Cultural de Valparaíso
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Abrió en octubre, pero hace pocos días terminó la marcha blanca y ya presenta las primeras actividades de su programa. Sin espectáculos ostentosos, ofrece un viaje por el arte, la nostalgia y la gastronomía de los porteños, que ya se sienten como en casa. Aquí, algunas postales del día.
Daniela Silva Astorga Desde Valparaíso
Viene llegando arriba de su "chancha" cuando ve que la reja se abre, y que de ahí sale su padre. Tira todo lo que lleva al suelo. Y corre. Atraviesa la zona de los gendarmes y se agarra firme a las piernas de su papá. También, a la libertad. Eso lo sorprende, alegra y emociona, tal como lo que está viendo ahora al rememorar ese instante. La estructura de la galería de reos se mantiene intacta. Cada celda tiene la misma ventilación minúscula con barrotes, sólo que el edificio está pintado de flamante blanco. Adentro, aunque se ven las mismas escaleras con barandas de fierro, en vez de pequeñas habitaciones hay cuatro grandes salas -que pueden convertirse en ocho- para ensayos de teatro, además de otras para música y danza, una cocina y un recinto de documentación, donde justamente estará el registro oral y escrito del pasado.
Todo eso ve el ex niño, ex hijo de reo, al recorrer por primera vez el Parque Cultural de Valparaíso (PCdV), mientras le cuenta su historia a Justo Pastor Mellado, quien dirige el nuevo centro.
La cárcel que conoció o la barraca militar que otros vieron durante la Colonia, se convirtió en un gran complejo. El mismo lugar que durante una década fue ocupado por comunidades artísticas locales, ahora tiene 10 mil m {+2} construidos, un parque -con más de 300 árboles recién plantados- y 2,5 hectáreas de terreno. Las oficinas administrativas están en el antiguo ingreso a la cárcel, y además de la nueva construcción que mantuvo la fachada de la galería de reos -llamada "Edificio de transmisión"- existe otra.
Un recinto de arquitectura 100% contemporánea que, en cinco pisos, reúne un teatro con 312 butacas, dos espléndidas salas para exponer artes visuales, una para lectura infantil y otros espacios que, más adelante, albergarán un restaurante y tiendas. Es lo que imaginaron Martín Labbé, Jonathan Holmes, Carolina Portugueis y Osvaldo Spichiger, los arquitectos que ganaron el concurso público para transformar la ex cárcel.
Eso fue hace casi tres años. "Antes se rechazaron varios proyectos arquitectónicos. Hubo una disputa social importante. Y sin esa ocupación inicial de gran riqueza cultural, nada hubiese sido posible. Este no es cualquier centro, es fruto de una gran lucha ciudadana", comenta Mellado, y eso está claro. Son las cinco de la tarde y los niños del cerro Cárcel, y de los vecinos, pichanguean . Corren por el pasto, junto a un antiquísimo polvorín, le dicen a Mellado que ponga un arco, le tiran agua y le piden que los peine como Alexis Sánchez. Y tal como al señor de la junta de vecinos que lo visitó el otro día, él los escucha: "Construir esto y abrirlo fue una intervención feroz de la vida cotidiana. Aquí nunca se había visto un parque así. Es un vacío en medio de una situación abigarrada. Un dispositivo local de desarrollo cultural, que mezcla tres cosas: un centro cultural, otro de arte y uno comunitario".
Nostalgia porteña
El PCdV terminó recién su marcha blanca. A pesar de que hay salas sin equipamiento y proyectos por ejecutar, hace una semana está presentando las primeras actividades de su programa. Mellado lo define con muchos conceptos, fiel a su estilo, pero todo suena cercano y romántico. Tomó a tres figuras imprescindibles para acercarse y entender la identidad porteña: Sergio Larraín, fotógrafo de fama mundial que publicó un libro sobre el puerto, y los cineastas Aldo Francia y Joris Ivens. Los transformó en sus sagradas escrituras. "He visto 'A Valparaíso' cien veces y en cada escena está la teoría del parque. De ahí venimos y es clave decirlo, aquí hay una historia de cuerpos, pérdidas, de lo que significa subir y bajar el cerro", agrega.
El resultado de ese análisis es "Sentimental". El concepto que agrupa a las exposiciones, el teatro, la música, los coloquios y los talleres gastronómicos de este año. Es un ciclo sobre el objeto perdido, la nostalgia y la cultura urbana. Hasta abril, por ejemplo, siete creadores del puerto, como Chantal de Rementería y Luis Salas, presentan fotografía, instalación, video y obras textiles bajo el título "Objetual".
Al recorrer la muestra, tal como pasa en los pasillos y el parque, los espectadores se encuentran y, sin conocerse, conversan. Le hacen preguntas a Richard Muñoz, el encargado de prensa que también hace visitas guiadas.
Hablan de los artistas, de cómo se llenó el parque para el concierto de Mamma Soul Sinfónico con más de 2.500 personas, y de cómo continuará "Sentimental".
El próximo viernes habrá un recital de Los Chuchos y la Compañía Malonera de Boleros; y el sábado, del grupo Cinzano y Germaín de la Fuente. "Serán a las 21:00 horas", dice el señor que atiende un almacén a metros del centro cultural, y reparte folletos con todas las actividades que vienen. Confiesa, sonriendo, que hará todo lo posible para oír esos buenos boleros.
Las iniciativas que vienen El PCdV tiene $400 millones para funcionar durante 2012. Sin embargo, como necesitan el doble de presupuesto, gestionarán proyectos para habilitar todas las salas e impulsar sus ideas fundamentales. "El espacio de circo social es una de ellas. También queremos crear un espacio de lectura dedicado a los niños, para que trabajen su imaginario aquí, y el primer Centro de Documentación para la Historia de los Movimientos Sociales en la Región de Valparaíso. Lo más relevante es nuestro invernadero. Será una escultura social y nos permitirá instalar una temperatura distinta a la de afuera. Otra temperatura cultural", adelanta Mellado.
La voz del público Raúl Celedón (25)
Estudiante de Arquitectura
"Es interesante lo que está pasando aquí. Lo que se ha hecho por años para potenciar la cultura, ahora tiene un lugar definitivo. Y no una construcción menor: se hizo un concurso, y se concretó una obra de gran escala y categoría internacional".
Francisco Labbé (23)
Técnico financiero
"Había venido antes, cuando se le llamaba 'ex cárcel' y me parece que ahí era más accesible. Entraba todo tipo de personas y uno veía realmente cultura en todas partes. Ahora es más estructurado".
Jaime Celedón (23)
Estudiante de Arquitectura
"Valparaíso tiene una gran riqueza cultural, así que es excelente que se esté recuperando en un espacio que antes estaba abandonado. Se hizo exactamente lo que se debía hacer: tener una programación enfocada en la identidad del puerto".
María Donoso (29)
Estudiante de Psicopedagogía
"Es notable tener acceso al contexto en el que vivieron los presos. Es interesante y escalofriante a la vez. La exposición 'Objetual' me gustó, pero creo que falta profundizar el hilo conductor".
Maria Eliana del Río (81)
Voluntaria de María Ayuda
"Esto es una maravilla. El puerto necesita que se le haga más propaganda, que su patrimonio popular sea masivamente conocido. Aquí -yo soy de Viña del Mar- siempre encuentro muchísima actividad artística".
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