Durante enero recordamos a muchos escritores insignes de nuestra historia,
los que lamentablemente durante el primer mes del año vimos partir a lo largo
del siglo XX. Para comenzar el 2012, los dejamos con la historia literaria de
los eneros de Chile.
Alone, Rojas, Huidobro, Mistral, Lillo, D'Halmar y Prado enlutan
enero
Fue un 2 de enero de de 1948 que Vicente
Huidobro, figura capital de nuestra poesía, murió en su casa de Cartagena y
tal como pidió, fue enterrado en una colina frente al mar. A lo largo de sus 55
años pasó del modernismo
al creacionismo, fue candidato a la Presidencia de la República, escribió
ensayos, teatro y desde luego, poesía publicando en la década del 30 su poemario
más afamado, Altazor.
Unos pocos días después, un 6 de enero de 1867 en
el pueblo minero de Lota nacía Baldomero
Lillo, el padre del Realismo Social Chileno. La dura vida de los mineros y
campesinos del país fue parte constante de su imaginario, que bien retrató en
Sub
Terra, un compilado de 8 relatos mineros que después fueron completados
por la compilación de cuentos Sub-Sole.
Su visión fuerte y sencilla para relatar las duras condiciones de subsistencia
-sobre todo- de los mineros del carbón lo han mantenido vigente como testimonio
de la vida y explotación que sufrían estos trabajadores.
Algunos años después otra gran noticia sacudiría
Chile. Antes de comenzar el 1900 en Buenos Aires nació Manuel
Rojas (8 de enero de 1896), Premio
Nacional de Literatura 1957 y autor de libro Hijo
de Ladrón, cuyo manuscrito de la primera versión (titulado originalmente
Oscura vida radiante)¸ se conserva en el Archivo del Escritor de la
Biblioteca
Nacional de Chile. Innovador, rechazó las tradiciones narrativas de su época
siendo uno de los primeros autores nacionales en incorporar variaciones
narrativas como el monólogo interior, matizándolo con ciertos elementos del
superrealismo. Su obra,
eminentemente autobiográfica, tomó rumbó después de unirse a los grupos
anarquistas donde conoció a otros literatos como José
Santos González Vera y José
Domingo Rojas, quienes lo incentivaron a seguir escribiendo y publicando,
para fortuna nuestra.
Fueron apenas dos días después, pero de otro año
(10 de enero de 1954), que Chile y el mundo se despediría de la primera mujer
latinoamericana en recibir el Premio Nobel de Literatura: Gabriela
Mistral.
La profesora, poeta y política tuvo una vida itinerante, comenzando por Chile donde incluso fue profesora de un joven Neftalí Reyes Basoalto (Pablo Neruda) hasta que, entrados los años 20, comenzó a viajar (muchas veces en calidad diplomática) por buena parte del mundo. Ganó el nobel 6 años antes que el Premio Nacional de Literatura (1951). Su obra hasta el día de hoy reconocida y atesorada, cuenta en la Biblioteca Nacional de Chile con un fondo documental de más de 500 piezas y desde hace unos años, el legado oficial que Doris Dana entregó a Chile y que se puede ver en línea en la Sala Virtual de Gabriela Mistral.
La profesora, poeta y política tuvo una vida itinerante, comenzando por Chile donde incluso fue profesora de un joven Neftalí Reyes Basoalto (Pablo Neruda) hasta que, entrados los años 20, comenzó a viajar (muchas veces en calidad diplomática) por buena parte del mundo. Ganó el nobel 6 años antes que el Premio Nacional de Literatura (1951). Su obra hasta el día de hoy reconocida y atesorada, cuenta en la Biblioteca Nacional de Chile con un fondo documental de más de 500 piezas y desde hace unos años, el legado oficial que Doris Dana entregó a Chile y que se puede ver en línea en la Sala Virtual de Gabriela Mistral.
Las noticias no mejoran entrado el mes. El 27 de
enero de 1950 tuvimos que despedir a Augusto Geomine Thompson, más conocido como
Augusto
D’Halmar, el primer chileno en ganar el Premio Nacional de Literatura
(instaurado en 1942). Fundador y colaborador de una serie de revistas de
comienzos de siglo pasado en Chile, entre otras cosas fundó junto a Fernando
Santiván la Colonia
Tolstoyana y colaboraba con el grupo de Los
Diez desde la distancia, por lo que era conocido como “El hermano errante”,
publicó una serie de libros tales como Nirvana,
Mi otro yo o La
Sombra del humo del espejo, no obstante su obra clave es sin lugar a
dudas, Juana
Lucero, primera expresión nacional de la Novela Expérimental de Emile
Zolá. Falleció terminando enero, dejando un epitafio de su puño y letra: “Nada
he visto sino el mundo y no me ha pasado nada sino la vida”.
El último día de enero de 1952 también sucedería
algo fatal. Pedro
Prado, escritor, líder del conocido grupo Los
Diez y Premio Nacional de Literatura de 1949 falleció en Viña del Mar. En
1908 publicó Flores
de Cardo, con el que introdujo en Chile el culto al verso libre y la
ruptura con la métrica, dando un fuerte remezón a la lírica nacional, no
obstante, su obra Pájaros
Errantes (1915) sería su cumbre poética. Escritor incansable de prosa,
retomó la poesía 19 años más tarde, publicando en el intertanto ensayos y
novelas clásicas, donde destaca con luces propias Alsino,
novela alegórica y poética sobre la libertad.
En la vereda de en frente
Otra de las pérdidas irreparables de enero fue el
24 de enero de 1984. Hernán
Díaz Arrieta, más conocido como Alone, fue uno de los
críticos literarios más importantes del país en el siglo XX. Heredero natural de
Omer
Emeth, desarrollo por más de 60 años en diversas revistas y periódicos la
crítica literaria, siendo la más reconocida su “Crónica Literaria” en EL
Mercurio. Premio Nacional de Literatura 1959, en 1954 publicó “Historia
personal de la literatura chilena” a la que sumó infinitas críticas y la visión
particular de su oficio en Leer y
Escribir y El
vicio impune (50 años de crónica literaria). Su nivel de influencia o
de gusto certero se puede comprender a la hora de ver a quienes apoyó y/o
descubrió, entre los que se pueden contar escritores de la talla de Marta
Brunet, María
Luisa Bombal, Pablo
Neruda o Gabriela
Mistral.
Y otros grandes trabajadores de la literatura
partieron en enero. El 11 de enero de 1995 Roque
Esteban Scarpa, Premio Nacional de Literatura 1980, Director de la
Biblioteca Nacional y fundador del Archivo del Escritor de la misma dejó este
mundo. Lo mismo sucedió con Hernán
del Solar Aspillaga el 22 de enero de 1985, cuando el crítico, ensayista,
poeta, novelista y Premio Nacional de Literatura de 1968 murió, dejando una
nueva estela de silencio sobre enero, un mes para enlutarse con la literatura
nacional.