En junio, el organismo llamará a concurso público para recuperar esta deteriorada casona, ubicada en Huérfanos esquina San Martín.
por Cristián Labarca B.
“Este es un edificio enfermo y estamos realizando
los exámenes que nos permitan indicar correctamente su cura”. Así grafica la directora
de la Dirección
de Bibliotecas, Archivos y Museos (Dibam), Magdalena Krebs, los trabajos que
desde el 27 de marzo pasado realiza un equipo de ingenieros en el Palacio
Pereira, el inmueble ubicado en calle Huérfanos 1515, esquina San Martín.
¿El objetivo? Fijar las bases para licitar su recuperación arquitectónica en junio próximo.
Krebs es arquitecta y durante 22 años encabezó el Centro Nacional de Conservación y Restauración, por lo que no duda en revelar que, para ella, influir en el rescate del Palacio Pereira “es como un sueño”. La autoridad explica que la casona tiene problemas severos que requieren de un “levantamiento de daños”; es decir, un diagnóstico de posibles patologías en sus materiales: estucos, morteros y ladrillos y, en el caso de la madera, para constatar que no haya xilófagos (termitas). “Queremos que las oficinas que se presenten a concurso tengan los insumos necesarios para hacerlo”, agrega Krebs.
La construcción del Palacio Pereira fue encargada en 1872, por el abogado y político conservador Luis Pereira Cotapos, al arquitecto francés Lucient Henault. Una vez que el empresario dejó de habitar la casona, ésta fue comprada por el Arzobispado. Luego, fue transformada en liceo y, más tarde, ocupada por el MIR. En 1981, la adquirió la inmobiliaria Maullín y no pasó mucho tiempo hasta que recuperó su carácter de monumento nacional. Esa protección la había recibido primero en 1974 y la mantuvo sólo hasta 1975, según cuenta Marjolaine Neely, presidenta del Comité del Patrimonio del Colegio de Arquitectos.
Estando en manos de la inmobiliaria, ésta le encargó en 2009 al arquitecto Gonzalo Martínez elaborar un proyecto de remodelación. Pero las voces disidentes no tardaron en hacerse escuchar cuando el profesional sugirió, además de restaurar la fachada y los salones interiores del inmueble neoclásico, levantar una torre de 23 pisos en el lado norte del terreno.
Para que eso no se concretara, fue el Estado el que tomó las riendas del asunto y en diciembre de 2011, casi dos años después de ser azotada por el terremoto, adquirió en $ 1.179 millones el que fue uno de los edificios de mayor esplendor en Santiago. Y fue éste el que asumió el desafío de restaurarlo y convertirlo en la sede de la Dibam y del Consejo de Monumentos Nacionales (CMN).
Lo que se viene
Hoy, el paisaje dentro del edificio no es atractivo. Sólo hay polvo, restos de cornisas, fierros oxidados y madera orinada por los innumerables gatos que pueblan el lugar. Pero todo esto cambiará.
Provista de un casco de seguridad, la arquitecta Fernanda Rojas, del área de Gestión de Proyectos del CMN, camina por las ruinas y cuenta que el Mideplan ya dio el visto bueno a los primeros lineamientos del proyecto. Algo que permite adelantar cómo será la distribución de los espacios interiores. “La entrada será por Huérfanos y en su galería de planta con forma de cruz se habilitará un hall público. En el primer salón, a mano izquierda, habrá una cafetería y a la derecha estará la Biblioteca del CMN. También se consideró un centro de documentación dedicado al patrimonio. En el segundo piso estarán las oficinas de los directores y del secretario ejecutivo del CMN, Emilio de la Cerda”, adelanta Fernanda Rojas. Esta explica, además, que donde se iba a levantar una torre de 23 pisos se propondrá un edificio que no supere la altura del palacio (máximo cinco niveles).
“La idea es que la estructura nueva se complemente con la antigua, en términos de volumen, pero no estilísticos”, agrega Krebs. “Todos nuestros edificios están siendo remodelados con criterios de sustentabilidad energética y éste no será la excepción”, concluye.
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