jueves, 5 de abril de 2012

Un tour por el mapa literario de Santiago

LA TERCERA EDICION IMPRESA
sábado 30 de julio de 2011

[De Martín Rivas a la chica del Crillón]
Un circuito recorrerá mañana los lugares de la ciudad que inspiraron páginas de novelas y que fueron refugios de poetas y escritores.
por Darío Zambra
Apenas llegó, el joven Martín Rivas, salió a conocer la ciudad. Bajó a la calle y preguntó, a la primera persona que se le cruzó, dónde encontrar una librería. Llegó a la Plaza de Armas de Santiago y se dirigió a la fuente que está justo en el medio.

"En 1850, la pila de la plaza no estaba rodeada de un hermoso jardín como en el día, ni presentaba al transeúnte que se detenía a mirarla más asiento que su borde de losa, ocupado siempre en la noche por gente del pueblo. Entre éstos se veían corrillos de oficiales de zapatería que ofrecían un par de botines o de botas a todo el que por allí pasaba a esas horas", relata Alberto Blest Gana en la novela Martín Rivas.

En la fuente de la Plaza de Armas comenzó la travesía santiaguina del protagonista de esta historia. Ese será también el punto de partida de un recorrido por lugares de la capital que han estado marcados por la literatura. Algunos han servido de escenario para recrear best sellers. Otros han albergado a personajes que la literatura ha convertido en mitos, como la esquina de Agustinas y Estado donde vivió La Quintrala. Y muchos fueron, a mediados del siglo XX, refugio de novelistas, poetas, ensayistas e historiadores.

"Queremos dar cuenta de las huellas que los autores han dejado en la ciudad. Son lugares que han plasmado en sus textos, pero además donde se reunían y hacían su vida bohemia", explica Luciano Ojeda, director ejecutivo de Cultura Mapocho, la organizadora de este recorrido.

En 2007, esta institución que promueve la historia y la cultura de la ciudad comenzó a realizar circuitos urbanos gratuitos que rescatan lugares y barrios de Santiago que han sido escenario de eventos sociales, políticos y culturales, que muchas veces son desconocidos. Durante el último año, han organizado recorridos gratuitos por el Parque Forestal, el barrio Yungay norte, la Alameda de las Delicias y por las iglesias históricas de la ciudad.

La temática de la ruta de mañana será el Santiago literario. Comenzará a las 11 horas y el punto de encuentro será la fuente de la Plaza de Armas, lugar que también inspiró a Vicente Pérez Rosales en Recuerdos del pasado y por donde deambuló Matías Vicuña, el protagonista de la novela Mala Onda, de Alberto Fuguet.

"Para el personaje, el centro es como otro país, uno más diverso, más raro, más viejo, más real. Matías no puede huir del país, pero parte a un lugar que no está conectado con su barrio", asegura Fuguet. De hecho, el centro histórico de la ciudad es donde se concentran las 10 paradas que tendrá este circuito.
Ahumada y Huérfanos eran el epicentro. Una tarde cualquiera, era posible ver a escritores entrar a un elegante salón de té o a María Luisa Bombal en la esquina de Ahumada con Agustinas saliendo del Hotel Crillón, el primer cinco estrellas que tuvo Santiago.

En esas calles se concentraban los cafés y bares que más frecuentaban los literatos de la ciudad. Mariano Latorre, Oreste Plath, Ricardo Latcham y Tito Mundt eran asiduos del café Santos, donde servían de té de hojas remojado y una panera con varios tipos de galletas de agua. Cuando la Confitería Torres estaba en Ahumada, era posible ver a Rubén Darío tomando once en una de sus mesas. En su ruta también estaban el café Papa Gage y el Tea Room, ubicado en el cuarto piso del Gath y Chaves, la primera tienda por departamentos que hubo en Chile.

De noche, el destino favorito de algunos escritores era el Goyescas, la boite y salón de té que estaba en el 900 de Huérfanos y en cuyo escenario se presentaron alguna vez Paul Anka y The Platters.

La calle Merced, entre Estado y San Antonio, era refugio de autores malditos. El escritor Armando Méndez Carrasco llamó a esa zona el Chicago Chico, por su mezcla de prostitución, alcoholismo y delincuencia. En la hoy Casa Colorada, estaba el Black & White, un antro que frecuentaban Luis Cornejo y Alfredo Gómez Morel, que autoeditaban sus obras en papel roneo. "Describían un Santiago de prostíbulos y bohemia dura", acota Luciano Ojeda.

Más contemporáneo es el bar La Unión, en la calle Nueva York.
Conocido como Unión Chica -está frente al Club de La Unión-, era el lugar de encuentro de poetas que llegaron desde provincia, como Jorge Teillier, Rolando Cárdenas y Aristóteles España. "En los 80 aquí hacían sus tertulias. Llegaban a las 10 de la mañana y se iban cuando cerraba. Mientras escribían, se servían un vino y un pernil, siempre instalados en las mismas tres mesas", cuenta el dueño del bar, Wenceslao Alvarez.

El ex Hotel Crillón es quizás uno de los lugares más literarios de Santiago. La protagonista de La chica del Crillón, de Joaquín Edwards Bello, se aferra a su pasado aristocrático en este lugar, que hoy está convertido en una multitienda. Fue en sus instalaciones donde las escritoras María Luisa Bombal, en 1941, y María Carolina Geel, en 1955, les dispararon a sus respectivos amantes. Sólo esta última consiguió matarlo.

El circuito incluye también lugares cuya arista literaria es desconocida. Como el Palacio de La Moneda, donde en sus salones, a fines del siglo XIX, el hijo del Presidente José Manuel Balmaceda, organizaba tertulias literarias en la que participaban poetas como Rubén Darío. O como el barrio de la
Bolsa de Comercio, cuyos corredores bursátiles inspiraron la novela El Socio, de Jenaro Prieto.

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