sábado, 30 de julio de 2011

Así estamos, a un año del derrumbe, los 33

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sábado 30 de julio de 2011





"El Mercurio" conversó con todos los rescatados de la mina San José, a días de que se conmemore el primer año del accidente. Ayer, el Gobierno anunció $500 millones para pagarles las indemnizaciones a 19 de ellos y a los otros mineros del yacimiento.

EQUIPO DE REGIONES Franklin volvió al fútbol: entrena jóvenes y quiere instalar casa de acogida
Franklin Lobos, el ex mediocampista que brillara en equipos como Cobresal, Unión Calera y La Serena, volvió a trabajar en lo que ha sido la pasión de su vida, el fútbol.


El ex jugador ha hecho algunas charlas, y viajado a varios países. El dinero que recibió de Leonardo Farkas lo guardó para los estudios de sus hijas.
Foto:VLADIMIR BIGORRA

Está a cargo de las divisiones inferiores del Club Deportivo Copiapó, a las que entrena en una modesta cancha de tierra en el centro de la ciudad. Es la misma donde Franklin "chuteó" los primeros de sus recordados tiros libres en la década de los 60. La misma desde donde saltó a la serie de honor del fútbol nacional.

Sus "chicos" lo reconocen y respetan: viajan de lejos a los entrenamientos, usan un viejo y oxidado container como camarín y vuelven sin bañarse a casa. Todo para recibir consejos del "rey del tiro libre", quien anotó 86 goles en su carrera y jugó con Iván Zamorano, Sergio Salgado, Vladimir Bigorra y Rubén Martínez.

"No hay infraestructura, hay que entrenar con pura tierra. A veces hay que jugar con Unión (Española), vamos ganando y en el segundo tiempo nos pasa la cuenta el no practicar en pasto", reconoce.

Su objetivo es abrir una casa para que talentos de otras ciudades de la Región de Atacama tengan dónde alojar y puedan estudiar y entrenar: "Ojalá una empresa pueda darnos algún aporte mensual que nos sirva para eso, pues ya hemos recibido otros para comprar camisetas y pelotas".

Los domingos, Lobos tiene su infaltable partido con el Club Deportivo Comercio. "Lo que más esperamos es el tercer tiempo", bromea.

Casi la mitad está sin trabajo: mientras unos quieren volver a la minería, otros prefieren buscar algo en la ciudad
Todas las mañanas Carlos Bugueño sale en su Peugeot 206 "enchulado" desde el humilde sector de Til Til Bajo, en Copiapó. Antes de ser minero trabajó como guardia y después del accidente sólo ha conseguido "pitutos", pintando o haciendo de maestro. En la mina San José se dedicaba a las fortificaciones y aunque ahora busca un trabajo similar, dice que "no nos dan pega, por lo psicológico, piensan que podríamos tener otro accidente". Ahora está preocupado, pues el dinero que logró tras el rescate ya escasea.



También está sin empleo Esteban Rojas, ahora dedicado a trabajar en la ampliación de la cocina de su casa. En su living luce orgulloso los presentes que recibió tras el encierro y las fotos de sus viajes. "Estoy a pura pichanga los domingos", bromea mientras muestra la imagen de su matrimonio, con el ministro Laurence Golborne de padrino.

La situación de ambos se replica en otros 13 casos. Álex Vega, por ejemplo, trata de subsistir haciendo pitutos como mecánico. Aún está con licencia y de ahí tiene "algo" con qué mantener a su familia. Para todos, los $8 millones que les entregó el empresario Leonardo Farkas, han sido fundamentales. Vega los usó para arreglar su casa en Copiapó, un sueño que dice, tenía desde hace años.

José Ojeda también está cesante, pero porque aún tiene licencia médica. "Mi futuro seguirá en minería. Era operador y cuando termine esto voy a volver a lo mismo", afirma. Pero como "la cosa ha estado complicada", los millones de Farkas los gastó en pagar cuentas y el arriendo de $180 mil de su casa en Copiapó. Daniel Herrera también quiere volver a la minería. Aún no lo ha logrado, pero enfatiza que si lo hace, "no lo haría de nuevo a la San José y me preocuparía de los estándares de seguridad".

Para sobrevivir Carlos Barrios volvió a obtener dinero gracias a los colectivos. Antes de entrar a San José manejaba entre Tierra Amarilla y Copiapó, y ahora sigue en lo mismo, sólo recibiendo un porcentaje de su vehículo conducido por otro.



Mientras, en el sur Juan Carlos Aguilar no se preocupa por la cesantía, pues su mundo se volvió alegría tras la llegada de su hijo Juan Pedro, quien nació el lunes. Por ahora cuenta que está "buscando trabajo y preparándome para dar charlas", que es lo que le gustaría hacer.

Ariel Ticona también está enfocado en su hija Esperanza, quien nació mientras estaba atrapado. Para "botar" el estrés por no encontrar empleo, los médicos le recomendaron gastar energías, por lo que se concentra en la remodelación de su casa en Copiapó.

Carlos Mamani no tiene empleo y Edison Peña "aún está en la mina"



Carlos Mamani pensó que al ser el único extranjero de "los 33" su nombre sería uno de los más recordados, al menos en su país, Bolivia. Pero no. Hoy está sin trabajo, tiene problemas económicos y por ello este año viajó desde Copiapó a su tierra para probar suerte. "Pero ya nadie me reconocía. A lo mejor a muchos en mi país no les gustó que no me quedara (tras el ofrecimiento del Presidente Evo Morales de darle empleo), pero es que ya tenía hecha mi vida en Chile, mi hija Emilia es chilena", dice.



No obstante, la fama que hoy le falta a Mamani le sobra y le causa problemas a Edison Peña. El minero que corría 10 kilómetros diarios dentro de la mina llegó hace unos días desde Canadá, donde asistió al Festival Collingwood, que tributa a Elvis Presley, su ídolo.

Edison cantó y bailó ante ocho mil personas y dice que "mucha gente busca la fama por años. A mí me llegó de sopetón, de la noche a la mañana, y es difícil de asimilar".

Y es que la exposición le ha pasado la cuenta. "Estoy mal, desde el 26 de noviembre, cuando me dieron el alta, que no recibo ningún tratamiento médico. Con tanta fama, uno se cree estrella y es difícil llevar esta vida".

Su esposa, Angélica Álvarez, concuerda con él. "Nuestra vida ahora es tan oscura como era la mina. La mina cambió a Edison, ya no es el mismo de antes. Edison todavía no vuelve de la mina", lamenta.

Dos de los más jóvenes llegaron a la TV, pero ahora buscan empleo





"Atención grupo. Ahora ensayamos el tema de Karen Paola", dice una voz en off en el estudio de TVN donde de lunes a viernes se transmite el programa juvenil "Calle 7". Aunque sabían que sólo estarían al aire por una semana, Renán Ávalos y Richard Villarroel aprendieron las coreografías y se hicieron parte del elenco, en que desempeñaron los roles de capitanes de equipo.

Desde Salamanca y Ovalle, los dos jóvenes llegaron a probar suerte a la televisión. Como aún están cesantes, buscaron en esa invitación una oportunidad laboral. "Siempre dije que me gustaría estar en un programa así, o como 'Pelotón', donde se hagan pruebas físicas", confiesa Renán, quien hizo gala de su destreza y concentración.

Richard, un poco más tímido, comenta que esto lo vio sólo como una oportunidad y que nunca imaginó estar en la televisión. Después de los episodios se iban directo al hotel, pues dicen tener claro que no son famosos y que siguen buscando trabajo. "Cuando vamos a pedir pega nos dicen estamos forrados en plata y es mentira. Yo vivo de lo que me dio Farkas y apenas de unas peguitas que me salen en talleres mecánicos", concluye Villarroel.

Dos pololean con asistentes sociales y otro con la hija de un compañero



Como toda epopeya, la de los mineros tenía finales de amor. Tras salir a la superficie, Pedro Cortés aprovechó los viajes al extranjero para estrechar lazos con Romina López, ex asistente social del Gobierno Regional de Atacama, quien coordinaba los traslados al Campamento Esperanza. Su compañero Carlos Barrios terminó con su ex pareja y ahora pololea con la trabajadora social Marta Contreras, quien fue nexo entre el Gobierno y los rescatados.

Ambas parejas no reconocen públicamente sus relaciones, pero "es un secreto a voces en toda la ciudad", dicen en la Intendencia.

Mientras, Carlos Bugueño se enamoró de una de las 5 hijas de su colega Víctor Segovia. "Está pololeando con mi hija Juana, se enamoraron en uno de los viajes. Yo no me meto, es cosa de ellos", contó el "suegro".

¿Y qué ocurrió con Yonny Barrios y la disputa amorosa que recorrió el mundo?



Sonriente, el otrora perforista dice que está mejor que nunca con Susana Valenzuela, quien era su pareja al momento del accidente y con quien vive en Copiapó.

"Ahora tenemos nuestro almacén, hacemos empanadas, freímos sopaipillas y calzones rotos. Estamos mejor que antes", cuenta Barrios.

Tres de los mineros optan por la venta de hortalizas y otros siete se dedican a dictar charlas en empresas



Víctor Zamora usa el living de su casa en Tierra Amarilla como sala de ventas. Entre recuerdos de la mina San José expende frutas y verduras. Lo hace informalmente, porque no tiene permiso. Gana $40 mil diarios.

Aprendió todo de Darío Segovia , quien ha vivido entre la minería y la feria. Tras el accidente, este último se instaló en la plaza El Palomar, en Copiapó. "Mi idea es estar tranquilo y surgir. Partí con un triciclo, después con uno más grande. Me fui a la mina y me compré una camioneta. Ahora el proyecto es poner un galpón", asegura el minero, quien recibirá apoyo de un empresario portugués.

A pocos metros de donde se instala Segovia, Osmán Araya estaciona diariamente el camión que compró con el dinero donado por Leonardo Farkas. Ofrece los mismos productos que su colega, pero no son competencia porque cada uno ya tiene a sus "caseros". Hasta se pasan datos de "picadas".

"No es mucho lo que se gana, pero da para mantener la casa. Son unas 40 o 50 'lucas', pero ahora soy mi propio jefe, nadie me manda. Si quiero, trabajo", destaca, mientras piensa en comprar un segundo camión.



Desde Chillán, Juan Illanes cuenta que por el momento está dedicado a dictar charlas. "La idea sería poder fortalecerse y apuntar hacia el coaching (...) Que sea todo bien profesional con un equipo bien formado". Raúl Bustos viaja por Chile junto a una empresa telefónica: "Ha sido sanador también contar lo que me pasó", reconoce.

Como se conocieron bien bajo tierra, se relajan juntos en el escenario. Bajo el mando del jefe de turno Luis Urzúa, Omar Reygadas, Claudio Yáñez, Jorge Galleguillos y Samuel Ávalos comenzaron a recorrer empresas contando su experiencia. "Uno siempre va a estar ligado a la minería, no necesariamente como mineros pero sí en enseñarles a la gente y a los trabajadores nuevos que también hay que cuidarse", dice Urzúa.

En las charlas cuentan anécdotas "subterra" y contestan preguntas del público.

"Hay hartos compañeros, por ejemplo de la construcción, que viven cosas parecidas. Tenemos que transmitir el mensaje de que esto no se repita", enfatiza Ávalos.

4 vuelven a la mina

Lentamente superaron sus traumas, y por eso Pablo Rojas , Claudio Acuña, Florencio Ávalos y Víctor Segovia decidieron volver a lo que siempre han hecho: trabajar en la minería.



Rojas es independiente: arrendó con un socio un yacimiento en Copiapó para extraer cobre. "Ésa es mi vida, lo que siempre he hecho, y quiero seguir en esto", confesó mientras cavaba el túnel de acceso.



Mientras, Ávalos ya dio los exámenes para entrar a una gran empresa. "Estoy en eso, en la posibilidad de ir a Collahuasi. Ya es tiempo de trabajar. Tantos meses de estar en la casa y descansar, como que aburre", asegura.

Segovia pronto comenzará a trabajar en una minera del norte, "donde las normas de seguridad se respetan", destaca. Allí volverá a ser un "jumbero" (conductor de máquina minera).

Acuña volvió a Ovalle. "Trabajo en una mina subterránea, igual que la San José. Al principio estaba muerto de susto", confiesa.

Las secuelas: Ojeda está con psiquiatra, Sánchez se llama "loco" y Gómez llora con la mina

José Ojeda es quizás el más afectado. Está con licencia, sigue un tratamiento psiquiátrico y psicológico, y cuenta que al día debe tomar medicamentos en seis oportunidades. "Todavía no se me pasa, estoy como un poco más irritable", asegura.



Su compañero Mario Gómez quiere que lo jubilen porque "ya no me quedan fuerzas para seguir trabajando. Sufro de silicosis y ya no estoy para esas cosas". Cada vez que recuerda lo que vivió en la mina, sus ojos se llenan de lágrimas.

En junio Esteban Rojas viajó a Grecia. Allí visitó un yacimiento de aluminio, pero cuando estaba dentro "tuve ganas de salir". En ese momento supo que volver a la minería sería complicado, pues los recuerdos persisten. "Ahora tenemos una gira por Chile y después de eso me voy a dedicar a trabajar. Si es en minería, será en planta, ya no en socavón", adelanta.

El menor, Jimmy Sánchez (20), dice que está "loco". "Me dieron el alta en diciembre, pero yo me siento loco, le tengo miedo a la oscuridad, a la noche. Estoy mal", reconoce.

La semana pasada Víctor Zamora llamó urgente a Yonny Barrios: quería desaparecer. Le contó que no irá al acto del 5 de agosto y que no quiere saber de "los 33". Barrios lo visitó, y la pareja de éste, Susana Valenzuela, dice que "está muy mal".

Otro afectado es Renán Ávalos , quien sueña que "que estoy encerrado en una mina, no en la misma, pero que estoy atrapado". El minero critica a la ACHS, pues "nos tiraron muy luego a los leones". Richard Villarroel opina lo mismo: dice que lo trataron una sola vez. "La atención que nos dieron fue de la peor, del uno al 10, le doy un 0,5. Hasta ahora estoy con problemas y sueño cosas. Me duermo a las 4:30 y despierto a las 8:00 y eso no es normal", revela.

Jorge Galleguillos no puede ver los videos que muestra en su charla. "No lo puedo enfrentar. Me recuerda mucho lo que fue el accidente, todavía no lo supero y cuando tengo los recuerdos de lo que pasó, a veces no lo soporto", cuenta.

Mario, el más conocido del grupo, no irá a la conmemoración del derrumbe en Copiapó



Mario Sepúlveda no descansa. A las 8 de la mañana ya está levantado, trabajando en su parcela o en la ampliación de su casa, en Pudahuel. Durante el día se reúne con su esposa y mánager Elvira, ven las actividades del día y sigue. No se detiene y mientras habla les da comida a sus perros, peina a sus caballos y ordena el patio del campo.

Además, el minero que saltó a la fama al ser el animador de los videos bajo tierra, está iniciando un centro deportivo para niños vulnerables y dicta charlas por Chile y el mundo. En Estados Unidos tiene una agente, y a ese país es adonde más viaja. Sin embargo, en medio de su ajetreo, cuando es consultado sobre el cambio que ha tenido su vida, se detiene. "Yo no he cambiado en nada. Mi vida es simple, yo soy obrero", remarca.

Además de todas esas actividades, "Súper Mario" cuenta que hace "pololitos" en el rubro eléctrico. Y aunque afirma que está contento, hay dos cosas que le molestan profundamente. Una es que "la gente no entendió que yo nunca quise ser artista", dice, aludiendo principalmente a algunas personas de Copiapó que lo han molestado a él y a su familia.

Tanto le afecta el tema, que asegura no irá a la conmemoración del derrumbe que se hará en la capital de Atacama, el viernes. Su otra molestia es más directa y compartida. "Que los dueños paguen por lo que hicieron, simple".

El único que está estudiando



Pedro Cortés fue el encargado de la comunicación telefónica con los rescatistas. En el encierro aprovechó su oficio de electricista, el que hoy quiere perfeccionar.

Por eso estudia Mantención Eléctrica en el CFT de la U. de Atacama. "Corté los viajes antes, porque ya me había metido a estudiar y era un compromiso que adquirí conmigo", cuenta. Incluso, rechazó ir al programa "Calle 7" de TVN.

Con lo que le regaló Farkas, el joven se compró un todoterreno y se paga su carrera. El problema es que el dinero se le acabó, y ya tiene deudas con el CFT. Por eso, venderá la moto que le regalaron, pues nunca la usó.

Si aprueba todos los ramos, debería terminar la carrera en 2012. Su promedio es de 5,7.

Cuando egrese pretende trabajar en minería. "Podría ser interior o exterior. No sé si me dé 'julepe'. Pero tiene que ser una mina buena, aunque no creo que haya una como San Esteban", ironiza.

Los dos relatos que serán libros



"Lo que pasó allá abajo sólo lo sabemos nosotros", dicen Víctor Segovia y José Henríquez, quienes escribirán las vivencias del encierro.

Segovia redactó una bitácora en un cuaderno que hoy resguardan los abogados de Carey y Cía. Éste servirá para el libro que escribirá el premio Pulitzer Héctor Tobar. "Después que lo publiquen, voy a donar mi libro a un museo de Copiapó para que se quede aquí", adelanta.

Henríquez contó su historia para el libro "Milagro en la Mina", que saldrá a la venta en inglés y español el 12 de octubre. "Es la vivencia de mi familia y mi persona. Lo que persigo como minero cristiano", explica.

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