domingo, 25 de abril de 2010

Presencia africana en Chile: relato de una ausencia

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25 de abril de 2010
ARTES Y LETRAS

Investigación Un nuevo libro rescata las huellas de este grupo en el país y en América

Hacia el año 1777, la población de Santiago estaba compuesta en un 19 por ciento por personas definidas como "negras" según los censos. ¿Qué ocurrió con la población africana y sus descendientes en el país? Esta y muchas otras interrogantes sobre la historia de esta minoría son planteadas en el libro "Huellas de África en América", compilado por la historiadora Celia L. Cussen.

Evelyn Erlij


Poco suele hablarse de la presencia de africanos y afrodescendientes en Chile cuando se enseña el período de la Colonia en las escuelas. Siguiendo las afirmaciones de Diego Barros Arana, la típica mención que se hace es que no se adaptaron al clima chileno y que, por lo tanto, el número que llegó a partir del siglo XVI al país fue escaso, a pesar de que las cifras indican que en el siglo XVII, el 25 por ciento de la población de Santiago fue descrita como "morena", "parda" o "mulata" en sus partidas de bautismo.

Sin embargo, esa tajante explicación no sólo se convirtió en la versión oficial en los colegios, sino además hizo que las generaciones posteriores de historiadores no le prestasen mayor importancia al tema de las minorías de origen africano, tanto esclavas como libres. Si bien "Guillermo Feliú Cruz, Rolando Mellafe y Gonzalo Vial habían examinado aspectos de la trata, las normativas y la abolición de la esclavitud, muy pocos habían extendido esas exploraciones iniciales", escribe la historiadora Celia L. Cussen en el prólogo de "Huellas de África en América: Perspectivas para Chile". Una obra que compila una serie de novedosas ponencias presentadas en 2007 en un coloquio en la Universidad de Chile.

El inédito encuentro -donde expusieron algunos de los investigadores más connotados en la materia, como el reconocido historiador estadounidense Herbert S. Klein y Carmen Bernand, profesora de la Universidad París-oeste Nanterre- fue el primer acercamiento formal a nivel de academia en Chile al tema de la presencia de africanos, lo que permitió la apertura de un campo de investigación hasta ahora muy poco explorado, aun cuando Chile tiene el mérito de haber sido uno de los países pioneros en la abolición de la esclavitud en 1823.

Un pasado desconocido

"La historia de los africanos y sus descendientes en América es un tema bastante estudiado en gran parte del continente", comenta Cussen, en referencia a Estados Unidos y Brasil. "Diferente es el caso de algunos lugares de América española continental, como México, Perú, Argentina y Chile, donde sólo en los últimos 10 ó 20 años ha surgido un interés en la historia largamente olvidada e incluso negada de la esclavitud negra y sus consecuencias y aportes".

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En el caso chileno, parecen quedar pocas huellas visibles de la presencia africana.


"La esclavitud africana en Chile es bastante poco conocida, pero su presencia está absolutamente documentada en los archivos, donde muchos chilenos coloniales, y no sólo los más prósperos, contaban con uno o más esclavos entre sus bienes al momento de testar. Incluso los negros que lograban salir de la esclavitud invertían en esclavos para sus pequeños talleres artesanales. Las cifras son indesmentibles: el censo del Obispado de Santiago de 1777-78 constata que el 12 por ciento de la población entre Copiapó y el Maule eran descendientes de africanos, algunos esclavos, otros libres. En Santiago en esa fecha, la proporción de negros se eleva al 19 por ciento. Pero como Jean-Paul Zúñiga constata en el libro, en su artículo "Huellas de una ausencia", las proporciones de negros bajaban rápidamente incluso en la misma época colonial, un fenómeno que él llama la 'estrepitosa desaparición' de la presencia negra en Chile".

-¿Cómo podría entenderse ese fenómeno?

"La explicación es compleja, pero parece estar relacionada con que los negros lograban acceder con relativa facilidad a la manumisión, cuando sus amos les concedían la libertad por gracia, o cuando lograban comprar su propia libertad y luego la de sus parientes, uno por uno. Entonces, los hijos de los negros libres pasaban a integrar otros segmentos de la sociedad a través del matrimonio, debido a que en el mundo católico estaba asegurada la libre elección de cónyuge. Lo que sorprende en el caso de Chile es la frecuencia con la cual los descendientes de africanos se casaban con mestizos e incluso criollos y españoles. Estamos en presencia de una sociedad colonial bastante abierta en términos sociales, que aceptaba al africano con más facilidad de la que hoy en día se acepta los inmigrantes andinos".

Olvido de la historia

"Una vez libre, el afroamericano jugó un papel mucho más importante en las sociedades latinoamericanas que en las colonias y naciones inglesas", revela Herbert Klein en su ponencia publicada en "Huellas de África en América", donde también explica cómo negros y mulatos libres fueron un elemento fundamental en los ejércitos de países como España y Brasil.

Pero así como cada país tiene sus historias particulares respecto de la esclavitud y su abolición, también existen rasgos compartidos en torno a este fenómeno en América.

"El régimen legal heredado de España medieval regulaba y, en cierto sentido, promovía la manumisión de los esclavos y la posibilidad de casarse con personas libres e incluso de otras razas, si bien los amos estorbaban muchas veces el ejercicio pleno de estos derechos", explica Cussen respecto de las similitudes de esta práctica en el continente. "Los esclavos en todas partes también se reunían en las cofradías, agrupaciones patrocinadas por las parroquias y conventos, que les ofrecían la posibilidad de juntarse con regularidad y con mínima supervisión a tejer redes sociales y una identidad común, honrar su santo patrón y apoyarse de forma material y espiritual a la hora de la muerte", detalla la historiadora.

A pesar de que la compilación revela aspectos desconocidos y novedosos de la presencia africana en América, la autora recalca que aún quedan muchas aristas por investigar, lo que ha motivado a las nuevas generaciones de historiadores a saldar esta deuda histórica. Según su opinión, el escaso estudio de este tema no sólo se debe a que en Chile la presencia indígena era muy fuerte en términos numéricos y territoriales en comparación con la población negra. También advierte que ha existido una dificultad de varios países americanos de asumir su herencia africana.

"Sin duda, ha sido bastante difícil para algunas sociedades reconocer la presencia histórica de los africanos y sus descendientes. En los países de América española continental, la identidad nacional está construida sobre la base de que los habitantes son descendientes de españoles e indígenas. El hecho de que alguna parte de la población lleva en sus venas sangre africana y que sus antepasados fueron mercadería humana no encaja fácilmente con esta visión de la nación mestiza", señala Cussen.

Su texto, sin embargo, es un primer paso para superar los prejuicios y miedos que por siglos mantuvieron a esta parte de la historia de Chile en el olvido.

Raza y color en el mundo colonial: nuevas y necesarias perspectivas



El liberto negro Manuel de Amat había nacido hacia 1750 en Angola, siendo capturado por "otros negros" y luego "bautizado" para ser vendido en Buenos Aires. Esclavo doméstico durante gran parte de su residencia americana, Manuel es manumitido por su ama española, dedicando los años siguientes de su vida a reunir dinero para "rescatar" a su esposa, sujeta aún a la condición servil. En su testamento, Manuel se describe a sí mismo como "pardo", es decir mulato, y no como negro. El eufemismo revela una autopercepción distinta a su estatuto racial objetivo, una negociación entre la identidad africana y la europea.

En efecto, las ideas sobre raza y color en el mundo colonial ibérico admitían una cierta capacidad de acomodo , y no siempre coincidían con la apariencia del individuo. Las "pinturas de castas" del siglo XVIII procuraron establecer una taxonomía de las mezclas entre indios, negros y europeos, y documentaron combinaciones tan heterodoxas como "morisco" (mulato con española), "chino" ("morisco" con española), "salta atrás" ("chino" con india), o "lobo" ("salta atrás" con mulata).

Se ha discutido si estas tipologías tenían una aplicación real en las colonias, o bien si se trataba de una elaboración puramente teórica. En cualquier caso, dan cuenta del ascenso y proliferación de los grupos de mestizos y mulatos libres, las así llamadas "castas", que tendrán un lugar crucial en la formación del artesanado y del bajo pueblo latinoamericano. Las castas constituyen así una zona gris -a menudo escasamente contemplada por la legislación de la época- entre los dos polos originales de la sociedad colonial: la "República de Indios" y la "República de Españoles".

Nacido "negro cafre o bozal" y muerto "pardo cristiano", de Amat es también prueba de una aculturación exitosa, un "blanqueo" que llevará a gran parte de los descendientes africanos a ser absorbidos por las sociedades nacionales tras 1810.

Aporte esclarecedor



Celia Cussen ha reunido en "Huellas de África en América: perspectiva para Chile", una serie de artículos especialmente esclarecedores. Cada uno de los ensayos proporciona una perspectiva, cuando no inédita, sí necesaria y penetrante. Los autores del volumen abordan el comercio negrero atlántico y las formas que asumió la esclavitud en las Américas, así como las sociabilidades pública y privada entre amo y esclavo. En no menor medida, el estudio colectivo se concentra sobre la transición histórica entre "negros" y "castas", proceso en el que convergieron la manumisión, la emancipación legal y el mestizaje.

El itinerario probable de un liberto negro después de 1810 -nos recuerda la investigadora Carmen Bernard- era integrarse al artesanado o escalar posiciones una vez enrolado en las milicias de la Independencia. Impedido de cursar la carrera eclesiástica o de entrar en las universidades, el Ejército constituía, incluso para el siglo XVIII, una interesante vía de ascenso social. Pero la integración de los ex esclavos dependía, drásticamente, de los escenarios jurídicos y económicos en que se hubiera desarrollado el régimen de trabajo servil. La esclavitud podía tomar así un carácter doméstico o urbano, o bien adquirir un perfil de enclave rural, como lo eran las plantaciones de algodón o caña.

Herbert Klein examina las diferencias entre las instituciones esclavistas de América Latina y Estados Unidos, sociedad caracterizada por un mayor aislamiento de su población afrodescendiente a través el siglo XIX. Pero la influencia de la plantación capitalista -opina Klein- no siempre resulta determinante para juzgar la futura segmentación de los negros libres. En las repúblicas latinoamericanas -donde también existieron plantaciones, por ejemplo Brasil y Cuba- el "color" era un marcador de estatus, si bien modulado por otros marcadores, por oposición a Estados Unidos, donde el "color" era el marcador fundamental. De ahí el "éxito relativo" de las sociedades criollas en absorber a su población negra.

En este sentido, Chile parece ser un caso extremo, careciendo de rastros culturales o sociales que testimonien una anterior presencia africana. Tradicionalmente subestimada, la cifra de esclavos negros en Chile -esclavos indios los hubo nominalmente desde 1608- era tan considerable que en los censos del siglo XVIII sumaban la cuarta o quinta parte de la población total. Cien años después este contingente se diluiría casi sin huellas, absorbido en los estratos inferiores del pueblo. Cabe especular que los motivos para esto se encuentren -según Cussen- en la singularidad que representó la Guerra de Arauco. La crónica beligerancia con las huestes al sur del Biobío habría engendrado solidaridades personales entre esclavos (negros) y amos (blancos), propiciando una espontánea política de manumisiones.

Cofradías y cultura ecléctica

Un mérito adicional de "Huellas de África en América" concierne al estudio del origen tribal de los esclavos, y su posterior recomposición en las "cofradías de negros", grupos de feligreses con devociones particulares, asociados al culto de una iglesia o parroquia. Desde luego, el problema de la pertenencia étnica de los esclavos, más allá de su calificativo común de "negros", plantea un auténtico rompecabezas.

Tan temprano como en 1627, el jesuita Alonso de Sandoval identificó las eventuales procedencias de los "bozales" que desembarcaban en Cartagena de Indias. Pese a la gran variedad que registró Sandoval, las denominaciones genéricas de negros Congo y Angola fueron las que, sin ser exactas, finalmente prosperaron.

Las cofradías de negros retomaron esta tradición y congregaron a los cautivos en gremios religiosos asociados tanto a Angolas como a Congos, si bien ahora el vínculo era más metafórico que real. La existencia y continuidad de estas hermandades devocionales permitió el desarrollo de una cultura ecléctica, con elementos animistas y católicos. Manifestaciones musicales y dramáticas tuvieron lugar en este contexto, y fueron el embrión del cual emergieron expresiones típicas latinoamericanas.

El volumen editado por Cussen cierra con un significativo epílogo. Se trata de la peripecia de la fragata negrera "Trial", naufragada en las costas de Concepción luego de un motín de esclavos. El episodio fue recuperado por Melville y transcrito en clave novelesca en "Benito Sereno", narración emplazada en el litoral chileno. La historiadora Javiera Carmona lleva a cabo una reconstrucción conjetural de los amotinados, en especial de su líder, posiblemente un negro islamizado y semialfabeto. Al contrario del "pardo" Manuel de Amat, el negro Babo de Melville acaricia la extraordinaria idea de secuestrar un barco y regresar a un África apenas recordada.

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RUTA DEL ESCLAVO
EL MERCURIO
Domingo 16 de noviembre de 2008







Trayecto de 30 km entre Arica y el valle de Azapa tiene 10 hitos donde la comunidad afrodescendiente chilena muestra su cultura. En el valle de Lluta hay otros dos. Por Mauricio Silva

ARICA.- La nueva región de Arica y Parinacota intenta preservar una de sus mayores riquezas, el mosaico étnico y cultural que sella su identidad, en que las raíces negras adquieren un valioso significado histórico.

A través de dos proyectos pioneros busca rescatar la última comunidad de afrodescendientes chilenos, que hasta hace pocos años permanecía en el anonimato y que ahora quiere recuperar su protagonismo.

Son los propios líderes de esta comunidad los que están empujando al nuevo gobierno regional a asumir estas iniciativas.

Una es la “Ruta del esclavo”, la primera ruta patrimonial que el Ministerio de Bienes Nacionales declara en la región de Arica y Parinacota y que será inaugurada a fines de año. La segunda, que tendrá lugar en marzo, busca cuantificar y caracterizar socioeconómicamente a la etnia y será el primer trabajo con ese objetivo que realice el Instituto Nacional de Estadísticas (INE).

Hace ya un lustro que grupos culturales afroariqueños están trabajando por recuperar los vestigios del último reducto negro de Chile. Desde inicios de siglo hasta entonces la tendencia había sido la contraria, pues en un intento de no ser discriminados por su piel morena se mezclaron con criollos, descendientes de europeos y de chinos.

“Y es que aunque no quiera reconocerlo, el chileno es racista”, señala Azeneth Báez Ríos, presidenta de la organización “Lumbanga”. Lumbanga es el nombre del antiguo barrio negro de Arica, en el centro de la ciudad. Hasta inicios de siglo XX, rebullía de lavanderías, billares y casas de remolienda.

De su propia infancia, a fines de los 50, Azeneth recuerda las chozas de paredes de caña enlucidas en barro, que los agricultores negros de Azapa dejaban sólo para ir a vender totora, trigo, aceitunas y pacay (vaina comestible) a la ciudad.

Recuperando vestigios

La “Ruta del esclavo” surgió hace dos años por iniciativa de las propias familias afrodescendientes que buscaron en las memorias de sus abuelos, en los trastos desechados y en los álbumes fotográficos los vestigios de una cultura que parecía morir.

Recuperaron así viejas imágenes de patriarcas y matriarcas de piel agresivamente oscura, máquinas y utensilios de la labor en la aceituna y sus viviendas típicas. Resurgieron en los recuerdos bailes grupales como el tumbe, en que hombres y mujeres se enfrentan a caderazos; el chavarí, en el que el danzarín se arroja al suelo gesticulando como los animales al son de la percusión; o duales como el tierra, versión local de la marinera y la cueca.

Hay 12 hitos o estaciones: 10 están a lo largo de 30 kilómetros entre Arica y Azapa y otras dos en el valle de Lluta, donde se busca recrear la presencia afro desde sus orígenes hasta el pasado reciente. Las ruinas de un “criadero de negros” en Lluta recuerdan la Colonia, cuando sus antepasados fueron “importados” desde El Callao o Cartagena de Indias o como artículos de lujo desde África (bozales). Hacia 1614, negros y mulatos eran el 75% de la población de Arica, pero a inicios del siglo XX emigraron en masa hacia Perú en pleno conflicto por la cuestión de Tacna y Arica.

El pasado reciente es recreado con una vivienda de quincha y piso de tierra reconstruida y en las historias llenas de picardía que narran los mayores. Con un costo de $8 millones, Bienes Nacionales aporta la señalética y una topoguía, un “turistel” versión PDF en su página web.

ORÍGENES
CONGO, Guinea y Sudáfrica son los orígenes remotos de la comunidad negra de Arica.

Foto de: Osvaldo Chacón





Ver: Renace "Pascua de Negros” en la localidad de Roma

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LAS ÚLTIMAS NOTICIAS
Martes 29 de junio de 2010


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www.elmorrocotudo.cl
23 de Septiembre, 2006 02:09

AFROrtunados: Inaugurada "La Ruta del Esclavo"
Luego de 2 años de gestión, Cristián Báez y la Agrupación de afrodescendientes “Lumbanga” hacen realidad su proyecto etnoturístico.
(Nota Incluye Video)
Por Cristian Mena

Los afrodescendientes siguen contribuyendo al desarrollo de Arica. Lo han hecho con la agricultura desde su arribo como esclavos de los españoles en la segunda mitad del 1500, y hoy, en el 2006, retoman aquello como proyecto presente y futuro con “La Ruta del Esclavo”.



La Agrupación “Lumbanga”, coordinada por Cristián Báez, han hecho realidad un proyecto etnoturístico que rescata su historia, la comparte y los/nos proyecta. El jueves 21 de septiembre fue la inauguración de “La Ruta…”: varias estaciones en distintos puntos del Valle de Azapa que muestran al turista una visión integral y participativa de su cultura que ha enriquecido nuestra zona.

Algunas de las estaciones son: Parcela San Francisco, donde se habilita el Museo Afro que muestra las herramientas con las que fueron cultivando Azapa; el Mirador de la Quebrada del Diablo que da una panorámica del valle que permite distinguir los terrenos en que los afro tenían cañaverales en vez de olivos; la Hacienda Baluarte, donde se desarrolló el cultivo de algodón y caña; entre otros.

Sin embargo, la idea no es contarte todo: atina y anda a formar parte de “La Ruta del Esclavo”.

He aquí los contactos:
Oficina Corporación Norte Grande (Socio Estratégico)
18 de Septiembre #1808
Fono: 56 – 58 – 22 14 67
Email: rutadelesclavo@yahoo.es

Y, para que veas de lo que puedes disfrutar, he acá el clip con la inauguración (HAZ DOBLE CLICK SOBRE EL PLAY):




Foto

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1 comentario:

  1. Hola, me llamó la atención que pinturas de la independencia de Chile apareciera soldados de color (afro). En un reportaje de tv se hizo la observación, sin embargo, apenas se menciona que ocurrió con ellos.

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