jueves, 22 de abril de 2010

Vuelven al colegio los niños de la isla... ya no están Matías, Joaquín ni Javier

La Segunda online
Jueves 22 de Abril de 2010

Fuente :Lilian Olivares

Las historias de los niños muertos y de su directora, quien, después de aprender la dimensión de “NADA”, se dedicó a reconstruir. El Presidente Piñera inauguró con ella el colegio modular.

—He tenido que contenerme tanto para esperar este momento.
Cristina Riquelme Beltrán amaneció con el corazón apretado. La directora de la escuela de Robinson Crusoe inauguró hoy, junto al Presidente de la República y al ministro de Educación Joaquín Lavín, el Colegio de Juan Fernández. Y mañana tocará la campana llamando a clases a los alumnos de la isla, los que por primera vez vuelven al colegio tras la trágica experiencia del tsunami que se llevó la escuela y, más que eso, a tres de sus compañeros de octavo básico.

El nuevo establecimiento, similar a la escuela modular de Iloca, fue levantado en tiempo récord. Los gestores son los privados Felipe Cubillos, la Compañía Minera Doña Inés de Collahuasi y el gerente general de Tecnofast, Cristián Goldberg.

La directora del colegio quedó sólo con la escalera de su casa

La noche del maremoto, Cristina Riquelme no estaba en la isla porque —así lo ha entendido— tenía una misión.

El domingo 28 pudo comunicarse desde Peñaflor con carabineros del archipiélago y uno le dijo:

“¿Usted sabe lo que es nada? De su casa no quedó nada y de la escuela, nada. De la capitanía de puerto, nada, de la municipalidad, nada”.
—Cuando regresé a la isla, divisaba el mar y las cuevas (de los piratas). Antes no podía ver las cuevas porque esto estaba lleno de casas. Había planta telefónica, se la llevó el mar. No tienes colegio, no tienes casa, no tienes ropa, no tienes nada. Yo pensaba que podía haber un “nada” que fuera un “algo”, no podía asumir la dimensión de esa palabra. Esta casa era fiscal, que históricamente la ocuparon los directores de escuela, era de las más antiguas que quedaban en la isla. Pero el mar no respetó nada.

Y vuelve su memoria al colegio que se llevó el mar:
—Habíamos sacado tres promociones de cuarto medio. Teníamos entre 130 y 140 alumnos. Eran 620 metros cuadrados de construcción los que teníamos, un establecimiento nuevo verdaderamente espectacular. De repente llegamos a tener unos 50 computadores. Pero de eso no quedó nada.

Pero ocurrió un hecho que le levantó el espíritu:
—Unos marinos encontraron el estandarte del colegio cuando estaban buscando muertos. Yo dije: Bien, hay profesores, hay alumnos, tenemos estandarte. Hay colegio.
Felipe Cubillos le mandó un mail y, a partir de ese contacto, surgió la idea de llevar la escuela modular al archipiélago de Juan Fernández. Fueron 38 contenedores que llegaron en la barcaza “Valdivia”.

Es el momento en que la directora recuerda a sus alumnos perdidos:
—La Axa (una alumna egresada de cuarto medio) se iba a terminar los estudios al continente en el mismo vuelo que debía llegar yo (el día del tsunami). Javier, Matías y Joaquín pasaban a tercero básico los tres... eran compañeros de curso.

Javier era el único niño de la isla con el pelo hasta la cintura. Le gustaba la música y tuvo una aplaudida presentación días antes del tsunami, que fue prácticamente su despedida. Manuel Escalona (38), su padre, lo buscó durante un mes en el borde costero mientras la Armada hacía lo mismo mar adentro. En ese tiempo encontró otros cuerpos, totalmente desfigurados, y entonces concluyó que no quería ver así a Javier. “Mi hijo está enterradoen el cementerio del mar”, dice hoy. Y reflexiona:
—Si nosotros hubiésemos arrancado 30 segundos antes a esos árboles, nos habríamos salvado todos. Aquí se murió mi hijo y, al lado, mi sobrina Axa.

Por cosas del destino, su esposa apareció con el hijo de Axa, Lucas, de dos años, en brazos. El niño, que quedó huérfano de madre, vive ahora con los Escalona.


Los padres de Joaquín, apodado “el Puntito”, ya no están en la isla. Su abuela, Jimena Green, lo sigue llorando. Para evitar el tormento de la pérdida, la (hasta el maremoto) dueña de la hostería Martínez Green cocina kuchen, tortas, pescado... vende, vende y vende en una bodega que le quedó de sus arrasadas casay hostería.

—Hellen (su hija) se encerró con los niños y los metió debajo del catre. Cuando entró el agua a la casa, ella los tomó de la mano y les dijo que los quería mucho. El Joaquito se le escapó de las manos.

Doña Jimena y la directora de la escuela recibieron un regalo de Felipe Cubillos y Cristián Goldberg: una nueva casa. Pero el mayor regalo es para las mujeres de la isla la vuelta a clases de los niños... hay 103 matriculados.

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