domingo, 2 de octubre de 2011

Josué Smith Solar: el legado y la visión de un gran arquitecto olvidado

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domingo 2 de octubre de 2011



Publicación | Libro de Mario Pérez de Arce Antoncich
El 13 de octubre se lanza un trabajo de investigación que aborda el legado de uno de los arquitectos más versátiles y autónomos de la primera mitad del siglo XX chileno. El libro "Smith Solar & Smith Miller Arquitectos", editado por la Universidad Finis Terrae, con el apoyo de "El Mercurio".









Patricio Contreras Vásquez
¿Cuál es el común denominador de un legado arquitectónico que puede ser adjetivado como ecléctico, neogótico, neoclacisista, medievalista, tudoriano, historicista, modernista y renacentista español, erigido a través de casi 50 años? La variada trayectoria de Josué Smith Solar (1867-1938), creador genial, solitario y de avanzada, arroja algunas líneas en la ecuación.



El arquitecto Mario Pérez de Arce es autor de "Smith Solar & Smith Miller Arquitectos", publicación que será editada por la Universidad Finis Terrae y auspiciada por "El Mercurio" y la empresa Amesti, y que será lanzada el próximo 13 de octubre, a las 19:30 horas, en el Club Hípico. En más de 200 páginas, con abundantes dibujos, imágenes e ilustraciones, el libro constituye la más completa recopilación fotográfica y archivística de la obra de Smith Solar que se ha realizado en Chile.

No fue una tarea fácil, habría que agregar. Pérez de Arce explica que décadas después de la muerte de Smith Solar, sus archivos fueron ofrecidos a aquellas universidades que impartieran la carrera. Sin embargo, ninguna quiso recibirlos, sus herederos no pudieron albergarlos, y terminaron desapareciendo en el implacable mercado de cartoneros y recolectores de papel usado.

"Eso a mí me impresionó mucho, porque junto con tener el más vivo interés con intentar resucitar a este muerto tan sepultado y desaparecido, me golpeó fuerte pensando que yo también soy arquitecto, yo también creo que lo que estoy haciendo es indestructible y eterno. Y no sólo no es así: todo es muy efímero".

Un profesional ensayista


Josué Smith Solar (1867-1938).

Chillanejo, hijo del norteamericano Silas Baldwin Smith y de Leonor Solar, Josué Smith vivió episodios que incidieron en su futuro profesional al margen de la realidad local: se formó como arquitecto en Estados Unidos, recorrió Europa en bicicleta junto a unos primos, se maravilló con el Kremlin y el arte moscovita, volvió a Norteamérica, y se convirtió en discípulo de Theophilus Chandler, cultivador del gótico victoriano. Viajó a Chile ya casado, con Cecilia Miller, para ver la construcción del ferrocarril trasandino, y arribó a Santiago en 1894; tenía 27 años de edad.

Lo que sería un periplo breve se transformó en una residencia permanente. Lo que sería una vida de arquitecto devino en una mixtura de ingeniería, paisajismo, urbanismo y construcción, trazando un camino propio dentro de la arquitectura nacional.

Mario Pérez de Arce sostiene que este trayecto alejó a Smith Solar de los cánones de la arquitectura chilena. "En ese momento Estados Unidos era un país que se estaba inventando, con una creatividad enorme; se estaban haciendo los puentes sobre el río Hudson, se elevaban edificios de una altura nunca vista. Era un momento de boom y de altas metas. En su memoria no debe haber cabido la imagen de la edificación tradicional nuestra, austera, modesta y pobre. Creo que ésta tiene grandes valores, pero al lado de lo que él estaba experimentando, lo que vivió en Chile significaba relativamente poco".

La obra arquitectónica de Josué Smith Solar suele describirse como inclasificable; nunca adhirió formalmente a la Bauhaus o a los postulados de Le Corbusier, no tuvo vínculos con la academia, y sólo se asoció con sus retoños. Como un péndulo, extrajo elementos de distintas vertientes estilísticas y ensayó variadas personalidades.

Pérez de Arce divide esa vida profesional en dos etapas. La primera, entre fines del siglo XIX y 1920, cuando trabaja solo, interviene las fachadas continuas del centro de Santiago, construye chalets en Providencia y en la costa, y se nutre del concepto de la "ciudad-jardín". La segunda etapa se inicia en 1922, cuando se asocia con su hijo José, forman una de las mejores oficinas de arquitectos del país, dejan legados imborrables en la fisonomía de Santiago y otras ciudades, vuelve al historicismo y, finalmente, se asoma a la modernidad.

Arquitectura doméstica










El primer edificio importante que le encomiendan a Josué Smith Solar -el nuevo Teatro Municipal de Chillán- jamás se construyó. Siendo un extranjero en su propia tierra, tuvo que enfrentarse a dificultades como la carencia de una red de contactos. "Él llegó como un inmigrante a buscar trabajo en forma desesperada, a presentarse a propuestas de ferrocarriles, a tratar de partir de abajo. No llegó a un ambiente regalado en que fuera reconocido como un importante arquitecto", dice Pérez de Arce.

El investigador describe a Smith Solar como una persona que vivía exclusivamente "en su oficina y su familia". Gozaba de la plenitud de su hogar y de sus diez hijos -con los que hablaba inglés-, e incursionó en la interpretación de piano, mandolina y banjo. No tuvo vida social activa, no buscaba destacarse en los eventos sociales. Se cuenta que cuando perdió el concurso para diseñar el Club de la Unión -realizado, a la postre, por Alberto Cruz Montt-, habría permanecido encerrado en su pieza durante un mes.

Su carácter retraído no evitó, sin embargo, que con el tiempo fuera uno de los arquitectos predilectos de la élite criolla. Algunos conspicuos nombres que con el tiempo integrarían su cartera de clientes fueron Pedro Torres, Hernán Gana Edwards, Alejandro Valdés o Arturo Alessandri Rodríguez.

Su impronta también quedó incorporada en los balnearios en boga: Papudo, Zapallar, Viña del Mar, Cartagena. Algunas de esas obras fueron grandes casonas herederas del estilo Tudor o "inglés" que lo acompañaría durante esta etapa, al punto de que muchos considerarán al edificio del Santiago College (iniciado en 1931 y continuado por sus hijos) como parte de esa inclinación, cuando en realidad se inspiró en el renacimiento español.

En estos proyectos debió acatar los peculiares requerimientos de sus clientes (algunos pedían que la altura de los pisos fuera "de pie con el sombrero en la mano"). Un paradigma de esto fue el encargo de María Luisa Mc Clure de Edwards, quien solicitó a Smith Solar que construyera en Zapallar una copia de la llamada "Casa del carnicero Knochenbaueramthaus", ubicada en Hildesheim, Alemania, que data de 1529. El arquitecto acató creativamente.

"El resultado -escribe Pérez de Arce- es una casa que, pudiendo haber bordeado el límite de lo absurdo, se constituye en la característica inseparable del lugar".

Los grandes proyectos

El fin de su etapa solitaria llegó con la creación de la oficina Smith Solar & Smith Miller, en 1922, que llevó a cabo obras notables en el país: desde el Club Hípico hasta el Hotel Carrera, desde el Ministerio de Hacienda hasta la refacción de la fachada sur de La Moneda.

¿Qué caracterizó a esta etapa? Primero, los materiales. La marquesina del Club Hípico es pionera en el uso de hormigón armado y desafió la desconfianza de los apostadores, que temían un colapso de la estructura. "Fue una obra que causó escalofrío en su momento, por su longitud, por su falta de apoyo. No se vino abajo, y todavía está en pie", dice Pérez de Arce.

Segundo, el emplazamiento. La Universidad Federico Santa María no sólo es un edificio sobrecogedor; su sitial -dice Mario Pérez de Arce- "participa de esa ubicación espléndida, señera", entre Viña del Mar y Valparaíso, tal como lo hizo en el desaparecido y recordado chalet Saint Georges, en el Cerro Castillo.

Tercero, el respeto. En 1929, Carlos Ibáñez del Campo emprende la remodelación de La Moneda para sacar los sectores donde aún se acuñaban monedas. La oficina Smith Solar & Smith Miller recibe el encargo, y, lejos de otras propuestas que aspiraban a inflar de estucos afrancesados el frontis del inmueble, Josué Smith opta por darle el protagonismo a Toesca -el primer arquitecto de la obra-, y realiza una fiel prolongación. "Creo que hizo una obra magistral, además de un acto de humildad, de modestia", reflexiona Mario Pérez de Arce. "Nos ha dejado una herencia exquisita en ese edificio".

En las postrimerías de su vida, Josué Smith Solar coqueteó con el Art Deco y la arquitectura funcional, lo que se expresó en su diseño ingenieril del Puente del Arzobispo. Fue su viraje hacia un modernismo ya explorado en el Ministerio de Hacienda y el Hotel Carrera, alguna vez los edificios más altos de Chile y ejes estilísticos de la renovación del barrio cívico que pronto iniciaría el urbanista austríaco invitado a Chile, Karl Brunner.

Creadores postergados
Mario Pérez de Arce cree imperioso rescatar a otros arquitectos como Josué Smith Solar. Menciona a Escipión Munizaga y Ricardo Larraín Bravo, cuya obra ha sido recientemente divulgada por la U. Diego Portales. Y propone otros nombres. "Siegel y Geiger, los arquitectos del Banco de Chile. De ellos no quedó un testimonio escrito y debe haber sido una oficina tremendamente interesante. También don Exequiel González Cortés, un arquitecto que dejó una enorme cantidad de obras; (Gustavo) Mönckeberg y (José) Aracena, que hicieron muchas escuelas a lo largo de Chile. Hay una especie de época, la primera mitad del siglo XX, que la tenemos poco investigada. A lo mejor me equivoco y hay muchos investigadores que están trabajando secretamente. Ojalá sea así".

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1 comentario:

  1. Extraordinario. Buscaré este libro. Se rescata a un gran arquitecto.

    Saludos.

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