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domingo, 4 de diciembre de 2011

Diarios íntimos: de cara a la verdad

www.emol.com
domingo,27 de noviembre de 2011

Un recuento Escritura en los márgenes

A comienzos del siglo XX, dos autoras consideradas "menores", Lily Iñiguez y Teresa Wilms, dieron inicio al género que llevó a su máxima expresión Luis Oyarzún.


Teresa Wilms, Inés Echeverría, Alone y Luis Oyarzún.


Cuatro libros clásicos en el género de los diarios íntimos: Neruda, Iris, Alone y Teresa Wilms.

Pedro Pablo Guerrero
"Llevar un diario, o escribir, a cierta edad, nuestras memorias, tendría que ser una 'obligación impuesta por el Estado'. Al cabo de tres o cuatro generaciones se habría recogido un material precioso, y podrían resolverse muchos problemas psicológicos que acosan a la humanidad". La optimista cita de Giuseppe Tomasi di Lampedusa forma parte del epígrafe que José Donoso escogió -¿con ironía?- para su último libro publicado en vida, "Conjeturas sobre la memoria de mi tribu" (1996), dedicado a "las mujeres de mi descendencia": su hija Pilar y sus nietas Natalia y Clara. Un tributo -así lo llama el novelista- "para que no se olviden y lo vuelvan a contar y a inventar otra vez más".

"Correr el tupido velo" (2009) de Pilar Donoso es un libro de valor excepcional, pero no una excepción en la historia de la literatura chilena, que cada cierto tiempo produce textos íntimos no siempre de una calidad literaria tan alta, pero sí de un considerable valor documental.

Las iniciadoras

Si el siglo XIX fue en Chile el tiempo de los diarios de viajes, como el de Vicente Pérez Rosales, o políticos, como el de José Victorino Lastarria, el paso a las primeras décadas del siglo XX marca la aparición en nuestro país del diario íntimo propiamente tal. "La reflexión interior, el autoanálisis, los conflictos de la personalidad, las tensiones de orden moral, los fantasmas de la memoria biográfica", tales son los elementos característicos del género que distingue el profesor Leonidas Morales en su prólogo al "Diario íntimo" de Luis Oyarzún.

Morales constata: "Quienes comienzan a escribirlo son mujeres: Lily Iñiguez y Teresa Wilms Montt. Ambas mueren jóvenes, en Europa: una a los 24 años, de tuberculosis, y la otra a los 28, se suicida".

Hija de la escultora Rebeca Matte y bisnieta de Andres Bello, Lily Iñiguez contrajo la enfermedad a los 15 años. En su diario escrito en francés -cuando todavía era lengua franca de lo culto- registra sus desplazamientos por la refinada Europa de la belle époque , los sanatorios de Davos y la ciudad de Florencia, donde murió en 1926. Sus padres lo publicaron en forma póstuma con el título "Pages d'un journal". En Francia, por supuesto. Habría que esperar hasta 1954 para una traducción al castellano. "El diario de Lily tiene luces y sombras, y de vez en cuando momentos deliciosos que semejan capítulos de gran novela", escribe en el prólogo Joaquín Edwards Bello.

Los juicios sobre el texto son dispares. Mientras Raúl Silva Castro lo considera el "más conmovedor documento con forma de memorias íntimas que se cuenta en la literatura chilena" y llega a compararlo con "La montaña mágica", de Thomas Mann -cuyos escenarios suizos comparte-, Leonidas Morales declara que, aunque escrito con finura y sentido del detalle, la temprana conciencia de la muerte "tampoco da lugar a grandes iluminaciones" ni a crisis.

El tono dominante es más bien el desapego. Ya enterada de la suerte que le aguarda, Lily Iñiguez anota: "He pasado días pensando en lo poco que me importa la vida.

No me casaré.

En cuanto a tener hijos, no quiero perturbarme. Así basta. Aunque la maternidad llegara a sanarme, no los tendría. Los habría querido demasiado.

No deseo morir, y no deseo vivir. Me basta arrastrarme así".

La controvertida Iris

Por los mismos años, pero en una situación radicalmente distinta, apartada de sus hijos, condenada al ostracismo por su familia y su clase, que la tilda de "bohemia" y "descarriada", Teresa Wilms Montt marca en un diario las escalas de su abandono: Londres, Liverpool, Madrid, París. En las ocho páginas que envía a la revista argentina Nosotros, de la que había sido colaboradora, están las últimas palabras que habría escrito antes de administrarse una sobredosis de veronal: "Nada tengo, nada dejo, nada pido. Desnuda como nací me voy, tan ignorante de lo que en el mundo había.

Sufrí y es el único bagaje que admite la barca que lleva al olvido".

"Páginas de diario" será recogido al año siguiente de la muerte de Teresa Wilms en el libro "Lo que no se ha dicho..." (Nascimento, 1922), que además reúne sus poemas y un boceto de novela. El libro apenas supera las cien páginas.

Lector entusiasta de su escasa obra, Luis Oyarzún advirtió que a pesar de su lenguaje en muchos casos "convencional", "tosco", incluso "torpe", la autora provoca la comunión con el lector que perseguían los artistas románticos. En sus temas lacerantes, en la angustia y el tedium vitae del hablante, Oyarzún advierte también los síntomas insólitos de una "agonía cultural" que se hace notar en la sociedad chilena a partir de 1910; un cansancio que va más allá del registrado en Europa por autores como Marcel Proust y los simbolistas. "Se trata de algo más: De una sociedad y una forma de ser y de vida que muere", anota Oyarzún.


Ines Echeverría, Iris.

Pocos memorialistas chilenos han captado mejor este momento de tránsito que Inés Echeverría Bello (1868-1949). "Pasé infancia y juventud en el pasado siglo XIX, de feliz memoria, y he alcanzado madurez y ancianidad en el actual siglo, de vertiginosa transformación", anota en el prólogo de "Entre dos siglos" (1939), libro en el que narra su primer viaje a España, realizado en 1900. Más conocida como Iris, el seudónimo con el firmó casi todos sus libros, en Inés Echeverría se conjugan tendencias que parecen antagónicas: admitida en 1922 como la primera mujer académica de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Chile, sus textos -hace notar Miguel Laborde- "dejaban ver una mezcla libre de catolicismo con teosofía y daban espacio a la teoría de la reencarnación".

Su último libro "Au delà..." (Más allá), subtitulado "Poema del dolor y de la muerte", constituye un testamento esotérico que permanece sin traducir desde su publicación en 1948. Lo escribió en francés -como su sobrina Lily Iñiguez- porque esa lengua, decía, la ayudaba a elevarse por sobre las ocupaciones de la vida doméstica.

Hace seis años, Aguilar publicó el libro "Memorias de Iris": seiscientas páginas que abarcan sus vivencias comprendidas entre 1899 y 1925. Verónica Noguera Larraín, nieta de la autora, decidió publicarlas, a pesar de encontrarse con una sospechosa laguna correspondiente a 1933. Ese año, una hija de Iris, Rebeca Larraín, fue asesinada por su marido, Roberto Barceló. Verónica Noguera cree que alguien de la familia quemó esos papeles, porque no se los dieron a su madre. En todo caso, los antecedentes del crimen fueron incluidos en el libro "Por él", que publicó Inés Echeverría (sin seudónimo) en 1934, para conseguir la condena a muerte de su yerno. El episodio provoca reacciones hasta el presente. En 1996, Mónica Echeverría Yáñez, sobrina de Iris, desató un pequeño escándalo al recordar este episodio en su libro "Agonía de una irreverente".

¿Alone y Neruda expurgados?


Pablo Neruda.

Incluso en escritores sin descendencia biológica hay ciertos pasajes de sus memorias y diarios que no han llegado a ver la luz. "Confieso que he vivido" (1974), el libro en el que Pablo Neruda trabajaba cuando lo sorprendió la muerte, fue editado póstumamente con omisiones significativas. En el libro, que revisó Matilde Urrutia, no aparecen Volodia Teitelboim ni varios amigos del poeta, como Héctor Eandi. La escritora Virginia Vidal cuenta que el libro ocasionó protestas. "Mucha gente se molestaba por no figurar en el índice onomástico", recuerda.


Hernán Díaz Arrieta, Alone.

Los diarios de Hernán Díaz Arrieta, Alone, también han despertado una serie de suspicacias. Inéditos por décadas, se cree que varios manuscritos se perdieron, fueron robados o simplemente censurados. Lo cierto es que el primer tomo de su "Diario íntimo (1917-1947)", editado hace once años por Zig-Zag, dejó gusto a poco.

Escasas son las alusiones a la sexualidad del autor, uno de los temas que despertaba más expectativas. A pesar de todo, el prologuista, Gonzalo Vial, reconoció que Alone buscaba encuentros con muchachos de origen modesto, posiblemente a cambio de dinero, en "escenarios populares" como el Parque Cousiño, la Quinta Normal y la Alameda de noche.

"Mañana en la Quinta... Tentación primaveral, prolongada, finalmente funesta ¡y qué agradable! Cada vez me remuerde menos la conciencia; ya el grito de mi queja interior no llega a las estrellas... Es imposible luchar más", escribe Alone.

El formato del diario íntimo también fue adoptado por Alone en su novela "La sombra inquieta" (1915), inspirada en su amiga Mariana Cox de Stuven -Shade-, escritora bastante mayor por la que el crítico sentía admiración y probablemente un amor platónico.

A través de ella, quizás, Alone aprendió la discreción que lo movió a no publicar sus diarios íntimos en vida. En "Pretérito imperfecto" (1976), otro libro de corte autobiográfico, el crítico recuerda que Shade le enviaba sus artículos para que se los entregara al director eclesiástico del diario La Unión. "Don Carlos Casanueva, censor estricto -escribe Alone- le aplicaba un criterio inquisitorial. Muchos los devolvió conmigo cubiertos de duras observaciones".

Luis Oyarzún, cumbre del género


Luis Oyarzún.

Si las páginas de Lily Iñiguez y Teresa Wilms Montt son para Leonidas Morales piezas inaugurales del diario íntimo en la literatura chilena, su continuador es Luis Oyarzún (1920-1972). Morales conjetura: "El estatuto de la mujer y el homosexual en la sociedad chilena, e hispanoamericana, es un indicio (...) que refuerza la hipótesis según la cual el diario íntimo sería un discurso enunciado, dentro de las relaciones de poder, desde un margen y una resistencia".

La grandeza del "Diario íntimo" de Luis Oyarzún (donde confiesa su homosexualidad), en el sentido más amplio del término, ya es suficientemente conocida. Su editor, Leonidas Morales, cifra en 23 y hasta en 33 años la "fidelidad al género" del diarista, a pesar de lagunas que llegan a abarcar un año entero. Los originales se acercan a las mil páginas, y eso que se perdieron cuadernos completos, varios de ellos en vida del autor, quien solía leérselos a los amigos en bares y otros sitios de paso. Después de su muerte, un sobrino intentó ordenar los "Diarios": Sergio Fernández Larraín aceptó hacerse cargo de su edición, pero su muerte, en 1982, frustró el proyecto acelerando la pérdida y dispersión de otros materiales. Pese a todo, a mediados de los ochenta, el poeta Omar Lara recibió las copias mecanografiadas que sirvieron de base para la selección que Morales publicó en Ediciones LAR en 1990.

La edición completa del "Diario", publicada por el mismo Leonidas Morales en 1995, puede calificarse de proeza. La obra de Oyarzún se empina como la cima del género en nuestro país.

El "Diario íntimo" de Oyarzún revela la amplitud de registro del autor: la autocrítica descarnada ("He pasado más de un mes sin escribir más que unas cuantas cartas. Me corrompo otra vez. América me devora. Ya estoy harto de esta poesía de cafés y borracheras. Muchas veces he pensado que en este continente no se concede valor formador al trabajo humano"); el sarcasmo implacable ("[Benjamín Subercaseaux] es una tía solterona dedicada a meditar sobre el país -rara mezcla de Violeta Quevedo y Tancredo Pinochet-. Es bien difícil imaginar un hombre con menos condiciones literarias y con más desesperante obsesión de serlo"); la confesión que entrelaza el amor y la culpa: "También el sexo puede ser causa de tanta espera, y por eso mismo del pecado. Una falta de atención. R. me ciega, me alucina, me acerca y me aleja de mí mismo. ¿Es esto el amor? ¿Me duele el hígado por él?".

La voluntad de Oyarzún, que lo lleva a escribir hasta en su cama de enfermo -la última anotación es del día anterior al de su muerte-, continúa una tradición ya clásica en las iniciadoras chilenas del género: escribir hasta las últimas fuerzas. El mismo gesto de enfrentar lo inevitable sin otra arma que un lápiz se repetirá en el José Donoso de "Conjeturas sobre la memoria de mi tribu", pero también -y por consejo suyo- en su discípula Ágata Gligo. "Diario de una pasajera" (1997) aparece cuatro meses después de su fallecimiento. Póstumo es también "Veneno de escorpión azul" (2008), el "diario de vida y de muerte" que Gonzalo Millán inició el 20 de mayo de 2006, al enterarse de que tenía cáncer. Lo interrumpió doce días antes de morir, ese mismo año.


Gonzalo Millán.

La última anotación, transcrita por María Inés Zaldívar, tiene un curioso aire de familia con el postrero "Taken for a Ride" (dar un paseo, pero también tomar el pelo) de Luis Oyarzún. Escribe Millán: "Se jubiló el duende con mi enfermedad. Lo vi anotar algo en unos papeles arrugados. Me voy a Portugal, dijo sin mayores explicaciones. Había la voz de un fado esperando por mí".

Novela y memorias: la delgada frontera
En una de sus últimas entrevistas a "El Mercurio", José Donoso dijo que "todas las grandes novelas son memorias. Empezando por Proust. Y, claro, por Balzac". Consultado entonces cuál era su novela más cercana a las memorias, Donoso respondió: "Probablemente, 'El obsceno pájaro de la noche'. Tal vez 'Casa de campo', pero... el problema es que yo voy envolviendo las cosas. Aunque en ellas está mi gente, está mi mundo. Uno no escribe nunca una mentira. La ficción es una cosa, la mentira es otra. Una está hecha con el ánimo de engañar; la otra intenta que la persona se divierta a través de una alternativa a su mundo".

En un prólogo que escribió para una reedición de "La tía Julia y el escribidor" (1977), Mario Vargas Llosa explica que con el objeto de que la novela no resultara "demasiado artificial" le añadió un collage autobiográfico: su primera aventura matrimonial. "Este empeño me sirvió para comprobar que el género novelesco no ha nacido para contar verdades, que éstas, al pasar a la ficción, se vuelven mentiras".

Aludía, sin mencionarla, a la inesperada controversia en la que se vio envuelto cuando su ex esposa Julia Urquidi replicó a la publicación de esa novela con el libro autobiográfico "Lo que Varguitas no dijo" (1983), en el que contaba su propia versión de la ruptura matrimonial.

Cuando diez años más tarde Vargas Llosa incursionó derechamente en las memorias con "El pez en el agua" (1993), sin ficcionalizar nada, separando la verdad de la mentira, la polémica estalló igual. ¿Qué había hecho esta vez? Relacionar la figura de su padre -recién a los diez años de edad su madre le contó que estaba vivo- con "un relente que envenena la vida de los peruanos: el resentimiento y los complejos sociales".

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viernes, 18 de noviembre de 2011

Una treintena de escritores participan en el homenaje a José Donoso y Mauricio Wacquez en Calaceite (Teruel)

http://noticias.terra.es/

Una treintena de escritores relacionados con José Donoso y Mauricio Wacquez, entre los que se encuentra Jorge Edwards, participan hoy en el homenaje que se rinde a estos escritores chilenos en Calaceite (Teruel), municipio donde vivieron gran parte de su vida. Este homenaje se inserta dentro de las IV jornadas literarias del Matarraña.

El acto se celebra con motivo del décimo aniversario de la muerte de José Donoso, escritor del 'boom' latinoamericano de los sesenta y setenta, junto a escritores como Mario Vargas Llosa o Gabriel García Márquez, y que fue el causante, a juicio del escritor Emilio Barrachina, de que multitud de escritores encontraran en Calaceite y en el Matarraña un punto de referencia, entre ellos el propio García Márquez, Vargas Llosa o Jorge Edwards.
Uno de los escritores que participa en el homenaje, Arturo Fontaine, ha definido a José Donoso como 'un animal literario' de quien aprendió 'la pasión por los libros y la literatura', según ha manifestado en declaraciones a Europa Press.

Para Fontaine, José Donoso fue 'un hombre muy generoso con su tiempo y un gran lector' y 'a diferencia de otros escritores que son egocéntricos, él era un hombre muy abierto y muy interesado en los otros escritores'.

Fontaine conoció a Donoso por sus libros. 'Fue un asombro ver cómo el planteaba el texto narrativo, las voces que entrelazaba, el tipo de situaciones que enfrentaba, era un tipo no se hacía por entonces en Chile, estaba dentro de una escena muy novedosa', ha relatado.

'Después lo conocí personalmente', ha continuado Fontaine, rememorando un taller impartido por Donoso en el que participó. 'Hablaba muy poco de su obra y en ningún momento utilizó el taller para intentar inculcar una manera de escribir o una estética sino que estaba muy interesado por las diferentes maneras de escribir', ha aclarado.

DOS GENERACIONES.

Otro de los escritores que participa en el homenaje, Carlos Franz, ha explicado las diferencias entre José Donoso y Mauricio Wacquez. 'Son dos generaciones distintas, Donoso pertenece plenamente a la generación del 'boom' latinoamericano, mientras que Wacquez pertenece a una generación posterior y representa otro espíritu de época, un puente interesante que de alguna manera se ha perdido', ha indicado.

Según Franz, 'después del 'boom' latinoamericano hubo una tendencia hacia una literatura que se acercaba de nuevo a la cultura popular y Wacquez representaba una versión muy refinada de este fenómeno, incluso elitista, sin que eso suponga algo peyorativo, sino todo lo contrario; una opción por la literatura con 'L' mayúscula y una gran exigencia para el lector'.
Fontaine se ha referido también a la relación de estos escritores con Calaceite. 'En la conversación de ellos Calaceite aparece como un lugar que fue un verdadero hogar; no solamente hablaban de la arquitectura, de las piedras --recuerdo muchas conversaciones sobre las piedras--, los campos y los olivos, sino también de la gente y del cariño de la gente que los acogió y el mundo que ahí pudieron armar'.

Franz también ha recordado que tanto Donoso como Wacquez provenían de una zona campesina de Chile, 'en cierto modo muy parecida al Matarraña'.

HOMENAJE A DONOSO Y WACQUEZ.

El homenaje a José Donoso y Mauricio Wacquez se ha iniciado con una oración laica a éste último en el cementerio de Calaceite y ha continuado con el descubrimiento de una escultura que conmemora a ambos escritores en la plaza de los artistas de la localidad, obra que ha sido donada por los escultores Rocío Margarit y David Sánchez.

En el acto se han leído fragmentos de las obras de los dos escritores chilenos acompañados por música en directo de Sergio González Carducci. Por la tarde, en el municipio de Cretas, se celebrará un coloquio sobre la figura de José Donoso entre los más de 25 escritores invitados a las jornadas, moderado por Emilio Ruiz Barrachina. También se proyectará la entrevista que José Donoso ofreció en 1977 a Televisión Española.

Terra Actualidad - Europa Press

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Calaceite rinde homenaje a José Donoso y Wacquez

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EL PERIÓDICO CALACEITE 28/10/2007

Una treintena de escritores relacionados con José Donoso y Mauricio Wacquez, entre los que se encuentra Jorge Edwards, participan durante todo el fin de semana en el homenaje que se rinde a estos escritores chilenos en Calaceite, municipio donde vivieron gran parte de su vida. Este reconocimiento se enmarca dentro de las IV jornadas literarias del Matarraña.

El acto, enmarcado dentro de las IV Jornadas Literarias del Matarraña, se celebra con motivo del décimo aniversario de la muerte de José Donoso, escritor del boom latinoamericano de los años 60 y 70, junto a escritores como Mario Vargas Llosa o Gabriel García Márquez, y que fue el causante, a juicio del escritor Emilio Ruiz Barrachina, de que multitud de escritores encontraran en Calaceite y en el Matarraña un punto de referencia, entre ellos el propio García Márquez, Vargas Llosa o Jorge Edwards.

Uno de los escritores que participa en el homenaje, Arturo Fontaine, definió a José Donoso como "un animal literario" de quien aprendió "la pasión por los libros y la literatura", según ha manifestado a Europa Press. Para Fontaine, José Donoso fue "un hombre muy generoso con su tiempo y un gran lector". Fontaine también se refirió a la relación de estos escritores con la localidad. "En la conversación de ellos Calaceite aparece como un lugar que fue un verdadero hogar; no solamente hablaban de la arquitectura, de las piedras, los campos y los olivos, sino también de la gente y del cariño de la gente que los acogió y el mundo que ahí pudieron armar".

Otro de los escritores asistentes, Carlos Franz, explicó las diferencias entre Donoso y Wacquez. "Son dos generaciones distintas, Donoso pertenece plenamente a la generación del boom latinoamericano, mientras que Wacquez pertenece a una generación posterior y representa otro espíritu de época, un puente interesante que de alguna manera se ha perdido", indicó.

El homenaje a José Donoso y Mauricio Wacquez se inició ayer con una oración laica dedicada a éste último en el cementerio de Calaceite y continuó con el descubrimiento de una escultura en la plaza de los artistas de la localidad, obra que ha sido donada por los escultores Rocío Margarit y David Sánchez.

En el acto se leyeron fragmentos de las obras de los dos escritores chilenos acompañados por música en directo de Sergio González Carducci. Por la tarde, en Cretas, tuvo lugar una mesa redonda sobre literatura, en e que participaron autores como Alfonso Mateo Sagasta, Gala Ruiz, Joaquín Bernat o Juan Bolea, entre una veintena de escritores; y la proyección de una entrevista ofrecida por el propio Donoso en 1977 a TVE. El homenaje termina hoy en Valderrobres, con un recital de poesía.

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el mercurio
VIDA SOCIAL
Sábado 10 de Noviembre de 2007

Homenaje a José Donoso y Mauricio Wacquez

FOTOGRAFÍAS, PAZ BALMACEDA

En la Plaza de los Artistas de la ciudad de Calaceite, Aragón, se instaló una escultura en homenaje a José Donoso y Mauricio Wacquez, llamada "Libro Imbunche", de los escultores españoles Rocío Margarit y David Sánchez Sanabria. Durante la inauguración, en la que participaron escritores ibéricos y autoridades, se leyeron poemas y fragmentos de la obra de Donoso, acompañados por la música del artista argentino Sergio González Carducci.

Entre los asistentes estaban Elsa Arana, periodista peruana y amiga de Donoso; el poeta israelí Shlomo Avayou; los escritores españoles Emilio Ruiz BarRachina, Pedro Ramos, Jaime Fontán, Manuel Francisco Reina y Miguel Caballero, entre otros.

Encargados de los discursos durante el homenaje fueron el agregado cultural de la embajada de Chile en España, Carlos Franz, y Carlos Fontaner, presidente de la Comarca de Matarraña.
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ETAPAS EN LA OBRA DE JOSÉ DONOSO

Por Mauricio Wacquez
Homenaje a José Donoso, Victorino Polo García. Editorial Cajamurcia 1998. España



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NECROLÓGICAS

Mauricio Wacquez,novelista
ROSA PEREDA 15/09/2000

En la madrugada de ayer murió en Calaceite (Teruel), Mauricio Wacquez, novelista chileno, cuando contaba 61 años y a consecuencia de la leucemia que arrastraba durante los últimos años.Una penosa enfermedad que no le había impedido terminar, en febrero pasado, su monumental Epifanía de la sombra, de 763 folios en el original y de inmediata publicación por Plaza y Janés en España y América Latina. Esta novela, todavía inédita, era la primera de una Trilogía de la oscuridad, en cuya segunda parte trabajaba hasta pocos días antes de su muerte y que estaba dedicada al poeta catalán Francesc García-Cardona, amigo del alma y colaborador en numerosas traducciones y actividades de extensión de la verdadera literatura, que es la que ocupó y preocupó siempre a Mauricio Wacquez.

Apasionado, elegantísimo, lleno de una ironía ejemplar y suicida, Mauricio Wacquez comenzó militando en la cuadra Barrall con Paréntesis (1975), su segunda novela -la primera había aparecido en Chile 10 años antes-, finalista del Premio Barrall. En Excesos reunió sus hasta entonces cuentos completos (Planeta) y en 1981 apareció con Bruguera Frente a un hombre armado, una novela valiente, dura y bella sobre la homosexualidad. Como en todos sus libros, pero con más fiereza y radicalidad aún, Mauricio Wacquez escribía aquí sin concesiones a ninguna galería: ni las de la vida ni las de la lengua, y si la historia es una de las más fuertes sobre el tema, su prosa es también una de las más bellas y precisas. Ella o el sueño de nadie, una novela erótica publicada por Tusquets en 1983, completa hasta ahora una bibliografía que no agota al personaje ni al escritor.

No se puede decir que Mauricio Wacquez fuera bohemio: era demasiado elegante, demasiado pulcro y demasiado guapo. Hubiera podido ser rico, y nadie ante su esplendidez dudó de que lo fuera. Le gustaba el gin-tonic con moderación y con inmoderación, y fumaba cigarrillos rubios. Le divertía la pornografía televisada, las viejas fotos y la mar, y tenía un humor corrosivo que no le eximía de la ternura. Pero su vicio verdadero era, como él dijo en estas páginas lamentando la muerte de su amigo Pepe Donoso, la lucidez.

Nació en Chile en 1939 y falleció ayer en Teruel tras más de treinta años en España.-

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Elsa Arana Freire entrevistó a Mauricio Wacquez
Posted on 24 abril, 2011 | 1 comentario
Esta entrevista fue publicada el domingo 25 de marzo del 2001 en El Mercurio.


Elsa Arana Freire. (FOTO: Archivo Revista Caretas).

La peruana Elsa Arana Freire (foto) la hizo de tal manera que pareciera que el entrevistado, Mauricio Wacquez, hablara solo. Ella fue amiga de Wacquez, y vecina suya en la localidad de Calaceite, Cataluña. Dice Elsa Arana Freire que la prosa de Wacquez “trasciende con largueza la mirada anecdótica y limitada de un memorialista o la visión nostálgica de un cronista criollo”, pese a que su obra es autobiográfica.

Eres un escritor chileno con apellido extranjero… Soy un escritor chileno, pero claro, como todos los chilenos y en general los latinoamericanos, soy más bien una mezcla de muchas cosas. Mi padre era francés y viajó a Chile a enseñarles a los chilenos a hacer vino. Era enólogo, de Burdeos, aunque él nació en una casa de verano en Biarritz, de donde es la familia de mi abuela. La familia de mi abuelo Wacquez seguramente proviene de Flandes y a su vez de familias que pertenecieron a los tercios españoles de Carlos V. De ahí puede ser esa rareza de mi apellido con doble v. Pero investigar demasiado en mis orígenes me parece una pérdida de tiempo.

¿Tú eres hijo de una segunda camada de tu padre? En primeras nupcias mi padre casó en Chile con una francesa, hija de franceses medio belgas, cuyo uno de sus apellidos, o sea que no tiene nada que ver conmigo, es de Warni, nombre este que yo he elegido para el personaje de mi novela actual y de mi novela anterior (Frente a un hombre armado). Genéticamente yo con Warni no tengo absolutamente nada que ver. Son mis hermanos mayores (dos hombres y una mujer) que nacieron respectivamente en 1909, 1912 y 1913, los del apellido. Los chilenos de una cierta extracción social son más o menos impuros y mestizos. Yo soy eso, hijo de un francés con una chilena criolla de vieja raigambre.

¿Y quién fue tu madre? Mi madre se llama Rosenda Arellano, una mujer bastante ilustrada. Mi padre, que en realidad aparte de ser un lector bastante bueno, nunca tuvo una preocupación por transmitirnos este gusto que tenía por la lectura, en cambio mi madre sí. Ella era colchagüina y fue en Colchagua donde se conoció con mi padre. El era un señor cercano a los 60 años y fue mi abuela en realidad la que hizo el matrimonio.

Cómo era tu relación familiar. ¿Afectiva, distante…? Con mi padre tuve siempre una relación divina, pese a que era casi 60 años mayor que yo, pero eso no me importaba. Yo sabía que tenía una privanza por mí. Con mi madre fue una relación maravillosa, en primer lugar porque ella me enseñó a leer. Es de los placeres que yo conozco en mi vida, muy lejos, pero muy lejanamente relacionado con el sexo. El placer sexual para mí es indecoroso al lado de la maravilla que representaba leer. Comprenderás que no podía salir otra cosa que un enfermo de la lectura como lo fui yo. En mi preadolescencia llegué a leer novelones como Por siempre Ambar o una novela que terminé traduciéndola, como es Salambo. Estos eran libros de la mesita de noche de mi madre. Cuando ella sabía que había demasiada pilucha adentro, no me los dejaba leer, pero yo me los robaba y los leía de todas maneras. Luego leí El caballo audaz y más tarde a Vargas Vila.

Aparte de tu familia íntima, ¿tenías amigos, amigas? Yo fui un niño muy rebelde. Tenía un círculo de amigos que no tenía nada que ver con mi mundo social: el hijo del mayordomo de mi padre, el hijo del bodeguero, que eran niños chilenos maravillosos, con ojotas. A mí me daba vergüenza andar con zapatos. Y andaba con ojotas en verano y bien peinadito. Otro problema que yo tenía, aparte del social, era que yo era rubio, pero rubio casi blanco. Me decían rucio, caldo de choro y gringo, que era lo que me indignaba más. Mis primos y amigos venían de Santiago y les daba los caballos más malos y así me vengaba de esos señoritos santiaguinos. Yo era absolutamente campesino.

¿Eras buen alumno en el colegio? No, pésimo. Estudiaba cuando quería o cuando tenía que dar algún examen, pero nunca repetí curso. Nunca en mi vida fui un jeune premier, por suerte. Fui destacado alumno y el primero de mi promoción en la Universidad de Chile. En Francia, mi diploma y mi doctorado era Bien o Assez bien. Aparte de mi tifus, paratifus y problemas digestivos, tuve un soplo al corazón a los 13 años. Mi recuerdo es que me parece que me he pasado toda la infancia en cama, así que ahora estoy mucho más alentado que antes. Allí fue el estallido de mi vida, porque al mismo tiempo de convertirme en un escritor (creo que me convertí en escritor en ese momento), me convertí en hombre, descubrí la sexualidad.

Siendo un hombre de letras, ¿por qué eliges filosofía en la universidad? Precisamente por eso. Para mí hay cosas que son incomunicables. Una de ellas es el misterio del lenguaje, el misterio de la literatura. Es algo que, como experiencia profunda, nunca fue comunicable. Es un arte que no se puede enseñar. Si yo hubiera creído que se puede enseñar, habría estudiado español, castellano o letras. Pero las letras son para mí un misterio tal, que preferí iniciarme en una sabiduría, en una experiencia y en muchas disciplinas afines. Por ejemplo, soy o me hice actor enla Universidad de Chile, pero de noche. Y me recibí. Tuve una columna en mi vida que fue Magdalena Lozano, mi maestra de pintura. Era una española republicana que llegó el año 39. Con ellos empecé a estudiar la sociología, con José Medina, un gran profesor que inventó la sociología en Chile, la sacó de la nada y comenzó una enseñanza paralela. Yo iba a clases de yeso, sobre todo con Israel Roa, o bien con José Balmes, enla Facultad de Bellas Artes. Hacía cursos nocturnos sobre modelo fijo, sobre esculturas, luego dos años de croquis sobre modelo vivo y dibujos más rápidos, apuntes. Con mi maestra, pintaba naturalezas muertas. Es decir, todo lo que se propone como valores de la pintura. Por cierto que de aquella época, y por suerte, ya no existe nada de eso, Se acabó todo.

¿Quiénes de tus amigos tenían tus mismas inclinaciones literarias o vocación de escritor, en esa época? Están todos vivos. Algunos han venido para acá. Federico Schopf, de origen alemán; Skarmeta, de origen yugoslavo; Dorfman, que era de mi quinta, de mi generación.

¿Estabas lejos de la generación de Enrique Lafourcade? Esa es la generación del 50. Yo los llamo la generación de los cincuenteros. Hasta que Juan Agustín Palazuelos dio origen y nombre a mi generación, a los Novísimos. Los Novísimos nacen porque Pepe Donoso, para arropar a su delfín que era Juan Agustín Palazuelos, crea toda esta generación que es Skármeta, yo y otros tipos. En un artículo de Pepe en la revista Ercilla, yo aparezco como autor de un libro de cuentos y una novela terminada. Me saca una foto terrible en que estoy entre estos escritores con mi libro debajo del brazo. Auténtico. Este libro era mi primera novela: Toda la luz del mediodía, de la cual muchos amigos todavía me dicen: Ay, pero si esa es la mejor novela que tú has escrito. Nunca escribirás nada mejor que eso. Entonces, lo único que piensas es en pegarte un tiro.

¿Cuándo te pones a escribir La Oscuridad? El 82, hace 18 años. Pero para escribir diariamente, rutinariamente, con disciplina, diría que desde el año 1992. Tomo todo el material anterior y lo ordeno de alguna manera.

Hablemos ahora en general de tus obras. Hablemos de lo que he escrito. He escrito poco. No es que sea un proyecto ad infinitum esto de escribir poco porque ahora termino el primer tomo de una trilogía que ya tiene 800 páginas. Así que no puedo decir que yo sea un escritor parco, pero lo he sido hasta el momento. He sido parco y sobre todo muy autocrítico. De los libros que he publicado no me arrepiento de ninguno. Es decir, tengo la lucidez suficiente para darme cuenta que los dos primeros (Cinco y una ficciones, cuentos y una novela, y Toda la luz del mediodía), tienen todos los defectos de la premura, de la juventud. La narrativa es un arte que necesita mucha experiencia, más que en cualquier arte. Más que en la pintura. Y sobre todo, más que en la poesía porque hay poetas que lo son porque lo tienen en los genes y son tan buenos poetas, como por ejemplo Nicolás Guillén, cuya poesía, aparte de la samba, no me dice absolutamente nada. Pero hay otra poesía que es la poesía de los sentidos, la poesía voluptuosa, la poesía de Neruda. El ejemplo del siglo XX es Pablo Neruda. Pero para mí, como lector de poesía personal, me quedo con el tercer nivel, que es la de Rainer Maria Rilke, la poesía de la reflexión, de la metafísica, de los límites de la vida humana.

¿César Vallejo no se aproxima a la poesía de Rilke? Sí, evidentemente y más joven que Vallejo, Enrique Lihn, que escribió aquel verso repetitivo que termina diciendo: “porque escribí estoy vivo”. La narrativa es más un oficio o ejercicio para escritores de experiencia. Estoy seguro de que cuando Radiguet escribió sus dos obras maestras, sólo tenía 18 años pero una experiencia y sobre todo una inteligencia para mirar la experiencia que lo convertía en un hombre muy maduro, escritor maduro. Las grandes novelas se han escrito por gente que ya tenía una gran experiencia, como por ejemplo Stendhal y para qué decirte Flaubert, o Nabokov, quien escribió Ada a los 70 años. Se nota cuando la experiencia está gobernando ese tipo de arte.

Pero si no hay un primer peldaño, ¿cómo subes por la escalera? Poniendo el pie en el tercer peldaño. No te puedo decir otra cosa. Y eso es lo que me pasó a partir de esos dos primeros libros. Cuando ya era treintón, con un buen libro de cuentos que se llama Excesos e inmediatamente con una de las novelas que más me demoré en escribir, del año 68 al 75, en que se publica, que es Paréntesis, que tenía o tiene 80 páginas. Y para que te lo diga de una vez y no me vuelvas a preguntar, todos los libros que yo escribo, o casi todos, tienen el 95 por ciento de autobiográficos. Podrán no reconocerse muchas cosas pero yo las reconozco y sé a qué se refieren. Trato de que los textos funcionen independientemente de lo biográfico. No son buenos porque pertenezcan a una determinada vida, sino porque el arte está referido a una cierta alquimia que produce la realidad y que la realidad niega al mismo tiempo porque está convertida en literatura. Así es que cuando yo repaso los cuentos de Excesos, Paréntesis y luego las dos novelas siguientes (Frente a un hombre armado y Ella o el sueño de nadie), me encuentro que representan unos momentos definitorios de mi personalidad y de mi vida en general. Eso no me impide inventar ciertas cosas, porque la invención es parte del mismo juego, pero yo estaré siempre muy lejos de un genio como Julio Verne, porque no es lo mío. En Frente a un hombre armado, quise hacer un homenaje a un mundo anterior, en Francia. Allí se juega con los elementos que se integran en la vida de mi padre, pero claro, con mucha soltura, porque debía imaginarlo todo, porque tenía pocos datos históricos. Resultó una novela bastante impresionista como es Paréntesis, o un poco menos ya, Ella o el sueño de nadie, que es una anécdota centrada en el colegio de los Maristas, donde yo estudié. Allí ya hay un primer testimonio de lo que va a ser la literatura para mí a partir de eso. Es decir, un poco más entendible, realista, objetiva, que las novelas que había escrito hasta ese momento. En toda esta visión algo más realista de mi literatura, ésta se cuaja. Bueno, en realidad, en esta trilogía que estoy escribiendo ahora, cuaja realmente todo. Aquí se manifiesta casi todo lo que estaba larvado en mis escritos anteriores, pero especialmente casi todo lo que estaba larvado en el personaje que se llama Mauricio Wacquez.

No utilizas, sin embargo, a Mauricio Wacquez como el relator de primera persona. Claro que no. Pero está el narrador, testigo omnisciente de casi todo. Hay un momento en que dice: “No crean que nosotros, un nosotros vago, nos contentábamos con cosas pequeñas”. Hay un hablante que es el narrador, pero es un narrador que está muy cerquita del personaje, del héroe de esta novela, que es Santiago de Warni, que en realidad, el mismo Santiago no dice de Warni, sino Warni. En Latinoamérica somos lo suficientemente libres para amarrarnos a grafís históricas. Sería interesante en esta novela de La Oscuridad, dilucidar quién es quién en la narrativa.

¿Eso a veces suele resultar peligroso? Por ejemplo, por los apellidos. Ya sé que van a decir que es una anfibología de Wacquez. Pero no lo es; es un apellido (Warni) de la familia de mi padre. La anfibiología es lo que reemplaza a la verdad o una interpretación libre. Y no es eso. Yo he tomado mis apellidos, perdón, los apellidos de Santiago de Warni, de Santiago Warni, son Warni Aránguiz, que ya no puede ser más mateo y Aránguiz es lo más chileno de los chilenos y de lo criollo, criollísimo, del siglo XVII. Cuando uno pertenece a esa gente vieja, tiene todos los apellidos que quiera. Allí uno tiene casi todos los apellidos chilenos. Lo de Warni te lo digo como un ejemplo, pero en toda la novela hay un correlato con la realidad, que no es fruto de la imaginación.

Diríamos que tu novela Frente a un hombre armado y también Ella o el sueño de nadie, son como desgajos de esta gran novela que estás escribiendo, como partes de ella que lo reúne todo. Sí, claro. Hay que darse con una piedra en el pecho. Es decir, que todas las novelas son copias de todas las novelas. Son todos capítulos de una misma novela, aquella que uno escribe durante toda su vida. Si no tienes un temperamento demasiado ínclito en la política o en la historia, se te verá el plumero de tu vida en toda la obra. Las novelas de los escritores realistas, como por ejemplo La Colmena, de Cela, una obra maravillosa, o incluso Pascual Duarte, representan un esfuerzo por compartir la realidad vista con la realidad imaginada y sobre todo, sentida, que es lo subjetivo. Lo objetivo pertenece a un mundo que desconozco. Eso que los pobres del nouveau roman dijeran que la celosía es la celosía y punto, yo no lo entiendo. Por suerte siempre existirá el filtro del escritor. Y si quieren hacer una novela verdaderamente objetiva, terminarán escribiendo la guía de teléfonos. Porque todo lo subjetivo es un antojo. Cuando te enfrentas a un texto verdadero, tienes que caer en la subjetividad, que es la fuente de todo acto verdadero.

Cuando empiezas hace 18 años este libro que estas terminando, le pones varios títulos. Vas cambiándolo. Pero el título genérico es uno solo, pero ahora por su extensión y por otras razones, va a constituir una trilogía. El título genérico es La Oscuridad. ¿Por qué La Oscuridad y cuales son los otros títulos? La Oscuridad, porque es la única realidad que prima finalmente en este negocio en el que estamos en la vida humana. Porque la oscuridad es la verdad. La vida no es más que un chispazo entre dos oscuridades. Entre la vida prenatal y la muerte. Por eso es que el primer tomo se llama Epifanía de la luz, la aparición de una sombra en el espacio. El segundo se llama La costumbre de la luz y el tercero, Del negro al negro, que describe un color otoñal entre el declive de la vida y la muerte. Bueno, la luz es eso. Sólo veinte años el del medio. El primero va hasta los 20 años. De los20 a los 40 el segundo y de los40 a los 60 el tercero de los libros. Y ahí termina, pero no finaliza con la muerte de nadie.

Según tu tesis o tu propósito, a los 40 años prácticamente se hace la noche. Tú vas a cumplir 60 años dentro de pocas semanas y ahí no es la noche la que te espera. Puede ser que lo que me espera es la noche y si no quieres hacer cualquier gesto de entusiasmo, corre por tu cuenta y riesgo. Yo no me sumo a la exaltación de la vida. El hecho de cumplir los 60 años no invalida la realidad del negro al negro. Ya hubo un negro y va a haber otro negro que no sabes cuándo llega. Puedo escribir diez libros entre medio, a lo mejor. A lo mejor no.

Mauricio Wacquez falleció el 14 de septiembre del año 2000, a los 60 años de edad.


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Etiquetado Entrevistas, Literatura, Narradores

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Miércoles 18 octubre 2000 - Nº 1629
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OPINIÓN

Entierro en el campo

JORGE EDWARDS

Me encontré con un amigo común en la calle, frente al Círculo de Bellas Artes, a poca distancia de Alcalá, y me dijo que Mauricio Wacquez estaba muy mal, en las últimas, en un centro médico del pueblo de Alcañiz. Alcañiz, en la provincia de Teruel, está a poca distancia de Calaceite, el pueblo donde vivieron José y Pilar Donoso, el de Mauricio, el de algunos amigos que llegan hasta allá desde Barcelona y aún desde más lejos, desde Suiza e Inglaterra, incluso desde Londres. El pueblo es hermoso, áspero, duro: un ventisquero en invierno y en verano un horno irrespirable. Sólo una vocación literaria a toda prueba, contra todo, llevó a José Donoso a descubrir el refugio de Calaceite en una época de su vida. Supongo que en sus novelas hay muchas imágenes de Calaceite, con la torre redonda y de tejas esmaltadas en colores verdes y amarillos de su iglesia, con los portales oscuros, con el campo de olivares escalonados en la distancia, el campo seco, irregular, lleno de formaciones parecidas a pirámides erosionadas. Mauricio siguió a Pepe por las mismas razones, con la misma obsesión literaria. A menudo me he preguntado si la escritura, la manía extraña de escribir novelas, poemas, textos en prosa de variada forma y extensión, no fue una especie de enfermedad de mi generación contagiada a las generaciones más jóvenes. Pasaban los viejos campesinos, las viejas, los niños, sumidos en una indiferencia profunda, más allá de toda sorpresa, mientras nosotros, como energúmenos, discutíamos de Henry James, de Proust, de Dostoievski, de autores mucho más desconocidos y difíciles. No faltaba nunca en las cercanías un traductor francés, un poeta y ensayista español, un filósofo catalán que hubiera pasado por la Escuela de Francfort. Calaceite era un ombligo literario, un escenario medio sordo, un punto de convergencia enigmático.

Frente a la austeridad donosiana, a su mueca de duda, a su sentido de los límites, Wacquez representaba el sentido de la alegría, la euforia contagiosa, una risa que estallaba y que parecía que se desgranaba escaleras abajo, por gradas de piedra redondeadas en inviernos interminables. Está bien por un rato, pensaba yo, pero cómo resistir estos fríos, estas lluvias, estos silencios. Donoso callaba y se metía en sus laberintos, en los conventos de El obsceno pájaro de la noche, en los juegos más luminosos, dorados, pero crueles, de Casa de campo. Después comprobé que Mauricio Wacquez, en aquellos inviernos, en la compañía paciente de Francesc, escribía páginas y páginas y las arrojaba a un baúl, sin darse siquiera el trabajo de ordenarlas. Y supe que Francesc, en los años finales, se dio precisamente ese trabajo y terminó por desenterrar del baúl, en un pase de cuasi prestidigitación, una novela en tres tomos.

Los episodios de la literatura nunca son fáciles ni previsibles. La obligación nuestra es mantener el espíritu abierto, la curiosidad viva, el estado de disponibilidad, que sólo es comparable con el estado de gracia. Wacquez era una curiosa mezcla de huaso colchagüino y de intelectual refinado. En el cementerio de Calaceite, entre olivares, frente a media docena de lápidas, me pidieron que dijera unas palabras, quizás porque era el único chileno del grupo, el testigo de un espacio de tiempo más largo, y dije, entre otras cosas, lo de aquella mezcla contradictoria, pero no tuve mucho tiempo para explicarlo. Mauricio era el último hijo de un enólogo francés originario de Burdeos, contratado en las primeras décadas del siglo pasado por viñateras de la región de Colchagua, uno de los valles más ricos y de mejor producción vinícola de la zona central de Chile. Mauricio pasó parte de su infancia y de su adolescencia en lo profundo de aquella zona, en un mundo de campesinos, de huasos, como decimos allá, de rodeos, de vendimias, de baños en los ríos, de cacerías en los faldeos de la cordillera. Estudió filosofía en la Universidad de Chile y fue aviador aficionado. Completó sus estudios en Francia con una tesis de doctorado sobre filosofía medieval. No tengo espacio aquí para entrar en demasiados detalles. Era, además de aviador, navegante, pescador experto, buen conocedor de la música, hombre de conocimientos diversos, a menudo sorprendentes. Comprobé enseguida, y sólo entendí bien esto último en la tarde de su entierro, que su condición campesina, huasa, que siempre afloraba en alguna parte de su conversación, había desempeñado un papel importante en su adaptación a Calaceite. La gente del pueblo, pensaba yo, habrá mirado a Mauricio y a Francesc con desconfianza, con recelo, quizás con escándalo. Al fin y al cabo, la sociedad española moderna, con sus libertades, no ha llegado hasta todos los rincones de la Península. Pero mucha gente del pueblo, niños, jóvenes, ancianos, además de las autoridades comunales, se hizo presente en el funeral, y lo hizo con evidente emoción, con sentimiento, con respeto. Un niño colocó encima del ataúd un ramo de flores silvestres y una señora muy mayor declaró, para que todos supiéramos y entendiéramos, que eran las flores que más le gustaban y que el niño sabía lo que hacía.

Yo me acordé de un verso de Shakespeare, el de Hamlet cuando encuentra en un cementerio abandonado la calavera de Yorick, el que comienza: "¡Ah, pobre Yorick!...". Hamlet, conmovido, exclama que su amigo difunto era un hombre de "infinito sentido del humor, de fantasía exquisita". Shakespeare usa la palabra "jest", lo cual, más que al humor, alude al sentido de la broma, del juego. Wacquez era capaz de caer en depresiones agudas o en grandes estallidos de ira, pero vivió casi siempre con exaltada alegría, con un entusiasmo que no se agotaba, en una constante y gozosa contemplación de la belleza y de la naturaleza en todas sus formas. A veces, con José Donoso, en la lejanía de Chile, en alguna callejuela de Santiago o en la costa de Zapallar o de Cachagua, nos acordábamos de Wacquez y nos preguntábamos si sus cosas, sus ocurrencias, sus bromas, podrían "pasar" a su escritura. No sabíamos a ciencia cierta, en resumidas cuentas, si era escritor o si era más bien personaje de la vida literaria. Algunas veces, las dos condiciones se dan juntas, pero no es lo más frecuente. Mauricio Wacquez, en todo caso, había publicado una novela interesante, de notable calidad de lenguaje, Frente a un hombre armado, y eso permitía esperar más.

Ahora ya he podido leer parte del primer tomo de su ciclo novelesco inédito. Es un mosaico de la memoria remota, nostálgico, intenso, que no sigue un desarrollo lineal, sino más bien musical, de atmósfera. De repente se incrustan fragmentos de habla de campo: expresiones desaparecidas, escuchadas en una infancia convertida en mito, anacrónicas. Probablemente, me digo, hay que saber bastante de San Anselmo y haber leído más de algo a Jacques Lacan para lanzarse a escribir en esta forma. Wacquez entra de inmediato, a su manera, en su forma propia, en la constelación de los marginales y los marginados latinoamericanos. En la familia del argentino Macedonio Fernández, en la del chileno Juan Emar, quien se llamaba en la vida civil Álvaro Yáñez y había tomado su seudónimo, en el Montparnasse de los años veinte y treinta, de la expresión francesa "j'en ai marre", esto es, tengo fastidio, o como decimos los chilenos, tengo lata. Por otra parte, los papeles de Juan Emar, Álvaro Yáñez, "nuestro Kafka", como escribió en una ocasión Pablo Neruda, también estaban sepultados en un baúl y siempre parecen el prólogo de un prólogo, la burlona y a la vez nostálgica introducción de una novela infinita y, por lo mismo, imposible.

Como escribió un viejo poeta de Valparaíso al describir un entierro en el campo: "... tras la paletada/ nadie dijo nada, nadie dijo nada...". Nosotros, el grupo de Calaceite, que al final de la ceremonia no era tan pequeño, nos retiramos pensativos, cabizbajos, sin decir mucho. Acabábamos de saber, con asombro, que Francesc acababa de morir hacía pocas horas, menos de un día después que Mauricio, en el mismo centro médico de Alcañiz. Parecía que las palabras sobraban. Poco después, en el patio interior de la casa que había pertenecido a José Donoso, un vino de la región, acompañado de pastas dulces y de algunos comistrajos, ayudó a soltar las lenguas. Nos comunicábamos en la penumbra, entre fantasmas, pero, después de todo, había que recordar con alegría. Para mí, la ironía incisiva, subrayada por toda clase de preguntas difíciles, de José Donoso, todavía se escuchaba entre aquellos muros, y su actual propietaria inglesa, con su buen conocimiento del lado anglosajón de Donoso, facilitaba la tarea. La sombra de Mauricio Wacquez, por su lado, llegaba desde la calle, con un bastón de empuñadura de plata y un vago dandismo que venía de otra parte, mientras Francesc, asumiendo una distancia discreta, les tomaba el pelo, sin embargo, a todos. No está mal: el tiempo se ha ido, pero los personajes, los actores de la comedia dentro de la comedia, para volver a Hamlet, al Príncipe de Dinamarca, han valido la pena.

Jorge Edwards es escritor chileno.

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ESPECIAL ELECCIONES 20N Marta del Castillo Berlusconi Niños desaparecidos Córdoba GRECIA EL HIERRO ETA deja las armas Jueves 25 de Octubre de 2007 18:34 Terra Noticias Terra Actualidad - Europa Press / Europa Press
El escritor Jorge Edwards participará en los actos conmemorativos de los escritores Donoso y Wacquez en Calaceite
La comarca del Matarraña y el municipio de Calaceite realizan un homenaje a los escritores chilenos José Donoso y Mauricio Wacquez, en el que participan varios escritores que tuvieron relación con ellos, entre los que se encuentra el también escritor chileno y premio Cervantes, Jorge Edwards.
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El escritor Emilio Ruiz Barrachina narra en su libro 'Calaceite, Tinta y Pluma' cómo el municipio de Calaceite se convirtió en el 'Cadaqués de Aragón', conocido así por la gran cantidad de artistas de renombre que se reunían en este pueblo.

'Todo empezó con José Donoso --explicó Barrachina a Europa Press-- cuando en los años setenta se instaló en Calaceite después de tener que ir allí con cierta frecuencia' ya que en Calaceite estaban traduciendo su libro 'El obsceno pájaro de la noche' al francés y tenía que ir a trabajar con el traductor. 'Con el dinero que le entregaron por la traducción se compró una casa en Calaceite', comentó Barrachina.

Hasta entonces, Donoso estaba viviendo en Barcelona, junto a otros escritores del llamado 'boom' de la literatura latinoamericana. 'En una época en la que Barcelona era la capital de la cultura en Europa', indicó Barrachina.

Con Donoso instalado en Calaceite, muchos otros escritores del 'boom' se acercaron al Matarraña. Allí llegó también Mauricio Wacquez, quien se quedó allí hasta su muerte, o Mario Vargas Llosa quien se compró una casa y Gabriel García Márquez, que no tenía casa propia pero vivía durante largas temporadas en el domicilio de José Donoso, al que también iba con frecuencia el escritor chileno Jorge Edwards.

Edwards está considerado uno de los mejores escritores en lengua castellana de la segunda mitad del siglo XX. De hecho posee la máxima distinción que se otorga a los escritores en esta lengua, el Premio Cervantes.

El que fuera ministro de Salvador Allende cuenta además con otras distinciones como la condecoración como Caballero de la Orden de las Artes y Letras de Francia, el Premio Nacional de Literatura y la Orden al mérito de Gabriela Mistral.

'Después, en los años ochenta y noventa, esa afluencia de artistas en la comarca ya no disminuyó' continuó Barrachina, y otros escritores como Juan Benet, Rosa Regás o Javier Marías han tenido una referencia en el Matarraña. Hasta hoy con escritores como los poetas Ángel Crespo o Susana Antolí, o el propio Emilio Barrachina.

'Decidimos que había que realizar unas jornadas literarias importantes en la zona en la que nos reuniéramos la gente que venimos de fuera con los que viven allí normalmente', comentó Barrachina, y ahora se cumple la V edición de la que posiblemente sea, a juicio de Barrachina, 'las jornadas literarias más completas e interesantes que se celebran en España'.

En esta quinta edición de las jornadas, el escritor Jorge Edwards vuelve a Calaceite, ya que se conmemora el décimo aniversario del fallecimiento de José Donoso, y participará en los actos junto con otras personas del mundo de las letras cercanos a la figura de Donoso, ya sea como amigos, como alumnos o como estudiosos de su obra. amigos o alumnos.

Varios de los participantes, como son Carlos Franz, Marcelo Maturana, Sergio Macías o Arturo Fontaine y Emilio Barrachina, participan también en el homenaje que se celebra en la Casa América de Madrid en unas jornadas que conmemoran a José Donoso.

HOMENAJE DEL MATARRAÑA

El sábado por la mañana, en la plaza de los artistas de Calaceite, y después de haberle rezado una oración laica al escritor Mauricio Wacquez en el cementerio del mismo municipio, se descubrirá la escultura que conmemora a Donoso y a Wacquez y que ha sido donada por los escultores Rocío Margarit y David Sánchez.

En el mismo acto se leerán fragmentos de las obras de los dos escritores chilenos acompañados por música en directo de Sergio González Carducci.

Esta será la parte más emotiva del homenaje, posteriormente, en el municipio de Cretas, se celebrará un coloquio sobre la figura de José Donoso entre los más de 25 escritores invitados a las jornadas moderados por Emilio Ruiz Barrachina. También se proyectará la entrevista que José Donoso ofreció en 1977 a Televisión Española.

Las jornadas continuarán al día siguiente en el castillo de Valderrobres, con un recital de poesía a cargo de Manuel Francisco Reina, Francisco Quintero, Jaime Jimeno, Arturo Fontaine y otros.

Más información sobre

Matarraña, Calaceite, Jose Donoso, Mauricio Wacquez, Cervantes, Jorge Edwards, Donoso,

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http://cpcalzar.educa.aragon.es

LIBRO IMBUNCHE
Calaceite



Comentario de la obra:
En la zona alta de la población, se encuentra una coqueta plaza ajardinada denominada "Plaza de los artistas". A su entrada, nos recibe un libro de piedra donde se hallan grabado estos versos de Angel Crespo:



"Tanto acaricié las piedras/que se hicieron arboleda/ Donde hubo dureza había /pájaros y verde hierba/ donde antes el polvo, agua/ donde los silencios, trinos/ donde tropecé en las piedras/halló mi voz su camino"

Junto al libro, un cartel multicolor escrito en catalán y castellano justifica la existencia de una plaza dedicada a los artistas por la concurrencia en la localidad de escritores, ceramistas, escultores y pintores que viven o han vivido en la misma. Se citan los nombres de José Donoso, Mauricio Wacquez, Angel Crespo, Albert Rafols Casamada o Teresa Jassá entre otros.

La plaza se erigió en 1999 y desde el año 2002, Calaceite es considerada la capital cultural de la comarca del Matarranya.

En el interior de la plaza se erige la obra "Libro Imbunche" de los escultores Rocío Margarit Segura y David Sánchez Sanabria

La obra se erige como homenaje a los escritores chilenos José Donoso y Mauricio Wacquez. al cumplirse diez años del fallecimiento de Donoso, autor de ‘El obsceno pájaro de la noche’ y precursor del grupo de literatos latinoamericanos que hicieron de Calaceite un centro de la actividad literaria. La escultura se realiza por encargo de la Embajada de Chile en Madrid. La obra, realizada en hierro plegado, representa dos libros y lleva por título "Libro Imbunche" en referencia al término empleado por Donoso en su novela.

En el pedestal encontramos una placa que reza lo siguiente:

"El gran novelista José Donoso y el brillante narrador Mauricio Wacquez vivieron y escribieron en Calaceite. Embajada de Chile en España. Octubre de 2007"


El acto de inauguración (27 de octubre de 2007) se enmarcó dentro de las IV Jornadas Literarias del Matarraña, celebradas con motivo del décimo aniversario de la muerte de José Donoso, escritor del boom latinoamericano de los años 60 y 70, junto a escritores como Mario Vargas Llosa o Gabriel García Márquez, y que fue el causante, a juicio del escritor Emilio Ruiz Barrachina, de que multitud de escritores encontraran en Calaceite y en el Matarraña un punto de referencia, entre ellos el propio García Márquez, Vargas Llosa o Jorge Edwards.

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Autora de "Correr el tupido velo": La familia y amigos cercanos despidieron a Pilar Donoso

www.emol.com
Viernes 18 de Noviembre del 2011

En el Colegio Sagrados Corazones de Manquehue se realizó una misa al mediodía de ayer, y en la tarde fue sepultada en Zapallar junto a sus padres, Pilar Serrano y el escritor José Donoso.

Maureen Lennon y Sara Bertrand




Familiares, amigos cercanos, compañeras y profesoras de su colegio -Las Teresianas de Pedro de Valdivia-, así como algunos miembros del mundo editorial y cultural, entre los que se contaban el escritor Arturo Fontaine; la editora de Alfaguara, Andrea Viu; Fernando Sáez, director ejecutivo de la Fundación Neruda; el cineasta Andrés Wood, y el actor Julio Jung, se reunieron ayer al mediodía para despedir a Pilar Donoso Serrano (1967). Autora de "Correr el tupido velo" e hija adoptiva del creador de "Coronación", Pilar Donoso fue encontrada sin vida el martes en la noche, en su departamento.

El sacerdote Percival Cowley, ex capellán de La Moneda, ofició una misa en la capilla del Colegio Sagrados Corazones de Manquehue.

En su homilía, el religioso profundizó en el sentido etimológico de la palabra enfermo (en latín, infirmus ), y que remite a una persona poco firme. "En ese sentido, todos somos enfermos, débiles y frágiles, y por eso necesitamos la compañía de los demás", dijo Cowley. También destacó que "Pilar nos ha dejado, pero ninguno de nosotros tiene el poder de hacer justicia sobre ella. Y así como nadie puede juzgarla, tampoco somos quiénes para culpar a alguien por lo que le pasó".

Tras la emotiva ceremonia, sus familiares -entre ellos, Felipe, su hijo menor- trasladaron el féretro hasta el vehículo que lo llevaría al cementerio de Zapallar, donde finalmente fue sepultada junto a sus padres, abuelos y la inolvidable nana Teresa, que el autor de "Casa de campo" inmortalizó en sus relatos.

Entre los asistentes a la misa, la arpista chilena Sofía Asunción Claro comentó a "El Mercurio" que conoció a la familia Donoso en Calaceite (España): "Fuimos muy cercanos, así que vine hasta acá a traer el saludo de esa ciudad que fue tan importante para ellos, y en especial para la Pilarcita".



A Zapallar llegaron cerca de 40 familiares y amigos muy cercanos. Los recibió un maravilloso día soleado, con el golpetear de las olas como sonido de fondo. En ese paisaje privilegiado se desarrolló una última despedida íntima y emotiva, en la que hablaron todos sus hijos (Natalia, de 23 años; Clara, de 19, y Felipe, de 13), además de sus compañeras de colegio y varios parientes, quienes coincidieron en decir que Pilar los había hecho sentirse familia. Como su sobrina Sofía, que la eligió su madrina; sus tíos, y sus primos Gonzalo, Martín y Pablo; éste último, padrino de Felipe.

Su prima Pascuala Donoso, quien guió la ceremonia, comentó que para ella Pilar había sido "una verdadera hermana".

Sus compañeras de colegio y amigas la describieron como una mujer muy buena, intensa en el cariño, como una montaña rusa. Siempre misteriosa, muy atractiva. Recordaron cuando llegó a Las Teresianas desde España, con un espíritu independiente y desenvuelto, pero también muy reservada con su mundo interior. Si bien era un motor -dijeron-, era a la vez muy sensible.

Al finalizar, Pascuala tomó la palabra nuevamente, rezó y cantó bajito mientras uno a uno los presentes empezaron a cubrir la urna con tierra. Luego, todas las mujeres decoraron su sencilla tumba con muchas flores; también pusieron su retrato, un rosario y una medalla. Un homenaje a esta mujer que tuvo siempre un profundo sentido estético y amó la belleza.

La Fundación que no prosperó
El actor Julio Jung, quien asistió a la misa, dijo: "Conocí mucho a Pilar Donoso. Su libro 'Correr el tupido velo' es maravilloso. Nunca antes me había conmovido tanto un escrito como ése. También participé activamente en las reuniones que se realizaron en la casa de Galvarino Gallardo, donde vivió José Donoso, para crear la fundación que llevaría el nombre del escritor, pero lamentablemente este proyecto no prosperó".

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www.lasegunda.com
viernes, 18 de noviembre de 2011

La historia del día en que Pilar Donoso SE QUEDO DORMIDA para siempre

"Pilar era como un pajarito con un ala rota, siempre buscando un nido", cuenta Luz Larraín. El sacerdote Percival Cowley llama a no sentirse culpables y a no juzgar.
por: Por Lilian Olivares
El lunes por la tarde, a eso de las cuatro y media, bajó de su departamento ubicado en un tercer piso.

Andaba como si recién viniera levantándose.

Regresó al poco rato con unas bolsas del Ekono, y cigarrillos.

El martes no salió.

A eso de las ocho de la noche llegó su tía Luz Larraín, hermana de Lucha, su suegra. Entró al departamento. Tenía llaves. Desde principios de año se había convertido en una gran compañía para Pilar Donoso. Vivía cerca del domicilio de la hija del escritor. A veces entraba a preguntarle al conserje cómo la había visto. Otras, se ponían de acuerdo y juntas cruzaban a la plaza del frente a pasear el perro de Luz y conversar.

El martes era la jornada clave de los seguidores del fútbol y, en particular, del director técnico de la Selección Nacional, Claudio Borghi. Después del famoso "Bautizo de los Cinco", como apodó la opinión pública el escándalo que protagonizaron los seleccionados que fueron suspendidos por llegar tarde al entrenamiento y con hálito alcohólico, la Roja se había puesto colorada el jueves de la semana anterior con una estrepitosa derrota ante Uruguay. La jornada del martes de esta semana, cuando enfrentaría a Paraguay, era decisiva, principalmente para el entrenador. Lo recuerda bien uno de los vecinos de Pilar Donoso en el edificio de Providencia, porque justo en el entretiempo, cuando Chile iba 1-0, salió al hall y divisó a Luz Larraín hablando con el conserje. Escuchó que le decía que Pilar no abría la puerta de su pieza, que estaba con llave.

Había transcurrido una hora desde que Luz ingresó al departamento.

Al abrir la puerta sintió una sensación especial.

-Yo era la única que tenía llaves. Cuando entré, estaba la puerta de su dormitorio cerrada. No era raro, porque solía encerrarse. Pero esta vez Pilar no me abrió. Me senté. Sentí una gran paz. Estuve por lo menos una hora y media sola, sentada en el departamento.

Lo cuenta la propia tía política de la hija del escritor. La que, sabiendo que los suegros de Pilar Donoso Serrano vivían en el campo, decidió en cierto modo hacer lo que no podían a la distancia su hermana Lucha Larraín y su cuñado Pablo Donoso, para participar en una especie de red de protección amorosa que le tendió un grupo de cercanos a la hija del célebre autor de "El Obsceno Pájaro de la noche". Y eso, pese a que Lucha y Pablo son los padres del marido por 25 años que tuvo Pilar Donoso, de quien se separó tras el parto que tuvo escribiendo la cruda biografía de sus progenitores -"Correr el tupido velo"-, que alcanzó fama no sólo en Chile, sino también en España.

Era una relación familiar intrincada la de la familia Donoso. Es que la hija del escritor se casó con su primo hermano, Cristóbal Donoso Larraín. Pero en realidad no había lazo biológico, porque Pilar era hija adoptiva de María del Pilar Serrano y José Donoso Yáñez.

-La madre biológica, que era española, la alimentó sus tres primeros meses de vida y después la llevó a un hogar de adopción. Ahí la adoptaron Pepe y la Pilar, que ya eran mayores de cuarenta años.

Pilar vivió sus primeros años en España junto a sus padres adoptivos. Los recuerdos más lindos de infancia los sitúa en Calaceite, en la provincia de Teruel, comunidad autónoma de Aragón. "Pueblo de piedra, teja y campanario. Una isla entre un mar de viñas y olivares", lo describió ella. Allá residieron entre 1971 y 1974, entre sus 4 y 7 años.

"Para mí, Calaceite es el único lugar que reconozco como propio desde una vida de trashumancia, siguiendo el peregrinaje de mi padre en busca de la tierra prometida, Chile".

Cuando llegaron a la "tierra prometida", Pilar entró a estudiar al colegio de Las Teresianas. Sus compañeras de séptimo a cuarto medio tienen el recuerdo de una niña talentosa, que destacaba en Literatura. Nada de solitaria. "Pertenecía a nuestro grupo", un grupo de siete ex alumnas que la despidieron en su funeral.

Pero Chile no fue exactamente la "tierra prometida" para Pilar. Solía decir: "Yo he caído en un país que no es mío, con el que no tengo mayores vinculaciones". De hecho, pese a que residió en él gran parte de sus 44 años, siempre mantuvo el acento español.

-Ella era como un pajarito llevando una alita rota, y siempre anduvo buscando un nido. Cualquier pérdida era para ella muy dramática.

"Realmente parecía que estuviera durmiendo"

Cuando Luz Larraín llegó al departamento de Pilar, Clarita, la hija del medio de los tres descendientes de Pilar, no regresaba de la universidad. Pasó el rato, Luz sentada y sintiendo la paz.

Transcurrida más de una hora llamó a su marido, que es médico. Juntos decidieron recurrir a un cerrajero y a Carabineros.

En el intertanto llegaron la hija mayor, Natalia, con Ricardo Zárate, su novio. Y Clarita.

A eso de las once de la noche se abrió la puerta del dormitorio y encontraron a Pilar Donoso con los ojos cerrados y el control remoto en las manos. Parecía sumida en un profundo sueño.

-Estaba muy tranquila. Realmente parecía que estuviera durmiendo. Yo tengo mucha pena, porque la quise mucho -comenta Luz.

Piensa que sus dolores existenciales se acentuaron cuando en diciembre de 1996 murió el escritor y dos meses después María del Pilar Serrano, su madre chilena.

-Ahí tuvo un segundo duelo que la marcó. Ella, para recuperar un poco su vida propia, escribió ese libro (se refiere a "Correr el tupido velo").

Guarda silencio por unos segundos y comenta:

-Hay unos pajaritos que ponen en su nido todo lo que pillan. Ella tenía tendencia a adornar con muchas cosas cada casa donde vivió. Su vida le fue muy difícil.

Luego de la pérdida de sus padres chilenos vino su separación, probablemente como consecuencia de los ocho años en que ella se sumergió en los diarios de vida de sus progenitores adoptivos y escribió el libro, intentando encontrarse a sí misma, como haciendo una catarsis, lo que afectó los lazos familiares.

Y más tarde su ex marido consiguió la tuición de Felipe, el hijo menor.

Estaba enferma y estas penas, que les ocurren a muchos, ella no tenía la fuerza para enfrentarlas, pese a que sus hijas y su círculo cercano hicieron lo posible por protegerla.

-Ella era una persona delicada. Muy inteligente. Y frágil. Todos hicimos lo que pudimos.

La nana recuerda sus primeros años de matrimonio

Una de las primeras personas que llegaron a la capilla donde velaron a Pilar Donoso fue su nana Raquel Cortés, que trabajó con ella desde que Natalia, la hija mayor, tenía dos años, hasta que la niña cumplió 6. Tiene lindos recuerdos de esa época, y de una jefa muy generosa. Pilar vivía entonces con su marido, Cristóbal Donoso Larraín, en la calle Clemente Fabres, a pocas cuadras de Galvarino Gallardo, donde residían sus padres. Se iban caminando, con la Naty en bicicleta, a la residencia de José Donoso casi todos los días, especialmente cuando estaban construyendo el cuarto de lavado. Y los domingos, el almuerzo era sagrado en casa de Pepe Donoso.

"Pilarcita", le decía Raquel porque a la hija del escritor no le gustaba que la trataran de señora o jefa. Y su madre, María del Pilar Serrano, la llamaba "La niña".

Cuenta Raquel que los aguinaldos que le daban Pilarcita y don Toby (Cristóbal) eran un sueldo completo para las Navidades y las Fiestas Patrias. Además, cada vez que Pilar redecoraba su departamento, cosa que hacía habitualmente, le regalaba lo que quisiera. Cuando el matrimonio partía de vacaciones, a Cachagua o Panguipulli, ella se quedaba en la casa con su hijo Cristián, bien aprovisionada por la patrona que se preocupaba de dejarles mercadería y dinero.

"Yo prefiero recordar esos tiempos tan bonitos. Se llevaban súper bien con don Toby, que estudiaba y trabajaba".

Otra de las primeras en llegar al velorio fue su cuñada Pascuala, que, justo el día en que Pilar se sumió en un sueño profundo, descubrió que había un llamado suyo en su celular, el que no escuchó porque tenía el aparato en silencio.

Y en el libro de visitas había un mensaje de Maricarmen Burgos: "Partiste primero. El Señor te espera. Es el único que entiende todo y comprende tu dolor. Tu hermana de cuna".

Padre Percival Cowley: "Todos somos enfermos, débiles, frágiles"

Ayer los cantos y el sonido de los violines durante la misa fúnebre en la iglesia de los Sagrados Corazones parecían de ángeles.

Pablo Donoso, el suegro, fue uno de los que cargaron el féretro. Aunque algunos comentan la cercanía que tenía con su nuera, él dice que peleaban harto con Pilar, pero en la familia se sabía que la hija de José Donoso era fogosa al momento de discutir. Cuenta que hasta hace poco ella seguía con contactos en España buscando a sus padres biológicos.

El padre Percival Cowley, cura histórico de la familia, había oficiado el funeral del escritor José Donoso y el de su esposa, María del Pilar Serrano; le había bendecido a Pilar hija su matrimonio con Cristóbal Donoso y también bautizó a sus tres hijos. Ahora debía despedirla a ella. Sintió que el dolor de la familia se hacía propio.

En su prédica de despedida habló del mayor pecado: contra el Espíritu Santo, que es el pecado de soberbia.

Dijo que la palabra enfermo viene del latín in-fermus, que significa no firme. En definitiva, habló de la fragilidad de todos.

Y planteó la necesidad de que las personas reflexionaran acerca del sentido de la vida. Cuando más tarde hablamos con él, profundizó:

-Todos somos en ese sentido enfermos, débiles, frágiles y por ahí parte la existencia de la comunidad realmente cristiana. El pecado contra el Espíritu Santo no tiene perdón de Dios: es la soberbia del que no es capaz de pedir perdón. En el fondo estaba diciendo que la gente que no es capaz de pedir perdón no se da cuenta de su propia fragilidad. Somos todos débiles, entonces no somos quiénes para juzgar, y hay que dejarle el juicio a Dios. Y, por otro lado, uno confía en la misericordia de Dios, por lo que hay motivos para estar en paz y para no sentir culpas.

-¿Y por qué llamó a reflexionar sobre el sentido de la vida?

-El sentido de la vida tiene que ver con el camino que conduce a la meta. En el fondo, la cruz es antes de la resurrección y no hay resurrección si no hay muerte.

-Usted dijo que en ese camino de Pilar, ella cargó en forma permanente la cruz.

-Ella vivió una vida de cruz. Mayor motivo de confianza en la misericordia de Dios, que ve y se hace cargo de nuestra miseria.

Santi, el único nieto de Pilar Donoso, miraba el féretro con sus grandes ojos azules y sus apenas un año y cuatro meses de vida. Natalia, Clarita y Felipe buscaban refugio en el hombro paterno de Cristóbal Donoso Larraín. Cualquier observador pensaría en esas bellas razones que tenía Pilar Donoso para seguir viviendo.

Pero, como recuerda Luz Larraín, ella decía siempre "no sé vivir".

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El Mercurio, Chile, GDA 00:00
Sábado 19/11/2011
María Cristina Jurado,

Hija del escritor José Donoso: Pilar Donoso "Este libro desestructuró a mi familia"

A un año de publicar su libro "Correr el tupido velo", donde revela pasajes polémicos y desconocidos de su padre, el escritor José Donoso, Pilar hace un duro balance, tras su quiebre matrimonial y la partida de sus hijos: "Estoy pagando un costo altísimo, un costo que a veces me dificulta respirar, pero tenía que hacerlo. Fue mi catarsis, mi pena y mi liberación. De ninguna manera me siento víctima. Ha sido muy liberador y me está ayudando a encontrarme".

Por María Cristina Jurado.



Pilar, la hija del escritor José Donoso y María Pilar Serrano, se sienta, muy derecha, en el elegante sitial que vistió con sedas de Independencia. Lo suyo es el buen gusto. En este dúplex de Las Condes los muros son negros, los pisos bicolores y el baño gris pizarra. Todo es a ratos transparente; a ratos, oscuro, pero siempre teatral. Con sedas salvajes, óleos y lágrimas de cristal que cuelgan del cielo. Una casa puesta con precisión de microcirujano.Y una casa que hoy está vacía.No hay niños, no hay nana, no hay hombres. Tampoco ruidos. Sólo Pilar, quien se arrellana y prende el tercer cigarrillo del día. Pilar, con su tristeza.-

Este libro ("Correr el tupido velo") me provocó a mí y a toda mi familia un terremoto emocional mayor, un cataclismo. Para escribirlo me demoré siete años, desde 2002 hasta 2009, en leer y procesar los 64 diarios de Princeton de mi padre, escritos con su lápiz Bic negro -era maniático- y letra horrorosa. Ese proceso me costó la soledad.

Me separé, después de veinte años de buen matrimonio, y mis tres hijos se fueron con su padre. El menor, Felipe, que tiene doce, está entre las dos casas, pero cada vez pasa más tiempo allá.-¿Sus hijos y su ex marido no entendieron su proceso?-No, y nos estalló en la cara. Perdí mi matrimonio y mis hijos se fueron. Con Cristóbal -que es mi primo, y por eso nuestros niños se llaman Donoso Donoso- tuvimos una mala separación y estamos en medio de un juicio de divorcio.

Muy duro. Pero, mirado desde hoy, yo los comprendo a ellos. Era imposible que me entendieran, porque no leían lo que yo estaba leyendo. Sólo sufrían. Todos mis descubrimientos, todo el dolor que me provocaron ciertos juicios de mi papá, el caos en mi casa, los silencios y la debilidad de mi mamá. La forma brutal con que me enteré de cosas. Ese libro me removió con una intensidad que me obligó a replantearme absolutamente todo. Quién era yo, cómo era mi vida, lo que había hecho hasta ahí. Me tuve que reconstruir como ser humano, y en esa reconstrucción no me reconocí ni yo ni mi pareja. Ellos sufrieron mucho, igual que yo. Lo veían desde afuera: sufrieron con la depresión que me provocó esa lectura -muchas veces fue tan fuerte que tuve que guardar los papeles, y después los retomaba-,cómo fui cambiando y cómo me convertí en una isla. Aunque, en verdad, siempre me he sentido una isla. Desde mi infancia.-

¿Alguna vez pensó en abandonar?-Creo que nunca. Con todo, seguí. Me di cuenta de que era mi catarsis, la forma de liberarme de la imagen de mi padre, porque siempre había vivido bajo su sombra. Además, pasó este episodio con un periodista que tomó, en forma indebida y sin mi autorización, pasajes de los cuadernos, totalmente descontextualizados, y los publicó. Supe que tenía que leerlos yo primero para evitar más desaciertos de otra gente.

Pilar perdió a una parte importante de su familia al publicar "Correr el tupido velo", en diciembre de 2009, donde reveló por primera vez pasajes desconocidos de la vida íntima del escritor y su familia. José Donoso tenía dos hermanos, de los cuales uno solo queda vivo. "Esa línea de descendencia no me perdona, pero espero que no sea para siempre. Nunca quise exponer a la familia, fue mi papá quien tomó la decisión, yo sólo reproduje.

Casarse con un primo hermano, como es Cristóbal, no es sólo romántico, también puede ser fuente de conflicto. Con tu familia tú pasas las navidades, los fines de año. Entonces, si ocurre un quiebre, los pierdes a todos de golpe. Eso me pasó a mí. Los perdí por el libro, pero también porque me separé.-

En la soledad de hoy, ¿se arrepiente de haberlo escrito?
-No. Estoy pagando un costo altísimo, un costo que a veces me cierra la garganta y me dificulta respirar, pero tenía que hacerlo. Fue mi catarsis, mi pena y mi liberación. De ninguna manera me siento víctima. Ha sido muy liberador y me está ayudando a encontrarme. Esos siete años de lectura y escritura me dieron la fuerza para buscar en España a mi verdadero padre, quien me dio en adopción. Curiosamente, busqué a mi papá y no a mi madre.-

Y ahí llegó a un punto muerto.-Al peor de todos. Yo era de origen desconocido. La investigación fue desde Chile, me ayudó un pediatra del internado madrileño que me acogió en 1967, el único que queda. Fue muy duro tener ese papel en las manos, mi certificado de nacimiento fiel -así se llama, porque en otro figuraba con apellidos que nunca fueron míos: Rodríguez Núñez- y leer, casillero por casillero: desconocido. La palabra me retumbó en la cabeza mucho tiempo. Desconocido.

Ese día cambió mi vida, porque supe que, ahora sí, había llegado al final de mi identidad, a la línea de tope. Que jamás voy a saber de dónde vengo genéticamente, ni de quiénes soy hija.Baja la mirada. Se esfuerza por seguir hablando con una dignidad extraña que, seguramente, heredó: le sale natural. Desde que la adoptaron José Donoso y María Pilar Serrano, es una Donoso más. Sin embargo, en treinta años -llegó a Chile desde España a los trece- Pilar no ha cambiado su acento. No pudo o no quiso.

Ahora, justo un año después de publicarse, "Correr el tupido velo", su descarnado libro basado en los cuadernos de José, que Princeton guardó celosamente durante años, ganó el premio a la mejor edición. Un premio que comparte con Cecilia García Huidobro, decana de Comunicaciones y Letras de la UDP: "Ella fue quien primero leyó parte de mi trabajo, se lo mostré con mucha vergüenza y se sorprendió. A ella le debo haber hecho este libro, porque a mí la idea no se me había pasado por la mente. Lo empecé como un ejercicio estrictamente personal".

El escándalo, la catarsis

Cuando "Correr el tupido velo" se publicó, fue con expectación. La dolorosa biografía de Pilar Donoso venía a poner el dedo en la llaga sobre los rumores de una posible homosexualidad del escritor, uno de los principales autores en lengua castellana y Premio Nacional de Literatura 1990. Rumores que, en cierto público, habían causado escándalo y sorpresa, desatados por algunas publicaciones desde la liberación de sus papeles y diarios en Princeton. Pilar, que los revisó exhaustivamente, no encontró, dice, base real para tanto rumor. "Todo pasa por distintas interpretaciones".-

La única carta explícita de una experiencia homosexual de mi papá fue una que reproduje en el libro y que es de mi madre, de la época de Sitges. Ahí él reconoce abiertamente su sexualidad. Es la única parte donde yo encontré algo textual. Él dice: "Mi homosexualidad pasiva y latente". En sus cuadernos fue bastante cuidadoso. Y es cuando sacas de contexto e interpretas sus escritos, cuando aparecen los juicios escandalosos. Salvo esa carta de mi mamá, no hay ninguna otra declaración explícita.

Ningún relato que toque aspectos físicos.-¿Usted no censuró nada?-Absolutamente nada. Y los leí todos. En alguna parte él dice "la relación que más me ha llenado es con Fulanito". Pero no dice en qué sentido, entonces depende de cómo se interprete esa frase. Volvemos a lo mismo.-Esos fueron sus papeles de Princeton. ¿Son más reveladores los de la Universidad de Iowa?

-Al contrario, los de Iowa son mucho más literarios. En ellos, que son muy anteriores, incluso a su matrimonio con mi mamá en 1964, y que fueron sus primeras incursiones en literatura, recién me estoy metiendo. Hay algunos de sus años de estudiante en Princeton, cuadernos que vendió después a Iowa por una cosa monetaria. En todo caso, este material está también en Princeton, pero no físicamente, sino en microfilm. Con ellos estoy haciendo un trabajo mucho más académico en conjunto con la UDP. En lo que llevo leído, pero aún me falta mucho, no hay una línea que yo encuentre reveladora respecto a su posible condición.-

Entonces los de Iowa no son papeles más íntimos.-Para nada. No quiero dejar mal a ese periodista que publicó sin autorización, pero él tuvo una intencionalidad, agarró extractos de cartas, extractos de diarios y de la forma en que los unió era como decir "este señor casi podría salir a la calle vestido como loca". Te lo digo en serio: yo no he encontrado nada.

-¿Usted cree que su padre fue homosexual?-Sí. Ahora, si fue un homosexual activo o si lo fue durante su matrimonio, es imposible que yo lo sepa. Lo único que me consta es que tuvo experiencias homosexuales en su juventud. Nunca se habló del tema en mi casa, salvo cuando mi mamá me contó. Esa tarde -estábamos almorzando- cambió mi vida, como cuando supe que era adoptada.

-¿Por qué le contó su mamá?-Por tonteras de joven. Yo debo haber tenido unos 23 años y estábamos los tres en la mesa. Y a mí se me ocurrió comentar que tal Fulanito era atractivo "y qué lástima que sea homosexual, qué desperdicio". Mi padre se paró violentamente de la mesa muy alterado.

Mi mamá saltó y me dijo: "Bruta, ¡cómo puedes decir eso!". Me retó de tal manera, que ni cuenta se dio al principio de que yo no sabía. Quedé helada con la revelación.-Su madre siempre lo defendió.-Claro, si ellos se amaron toda la vida, eso sí es algo que me quedó muy claro y definitivo al leer los cuadernos de mi papá. Independiente de cualquier cosa, mi madre fue el amor de su vida. Entonces, ese momento fue clave, pero una vez que pasé el shock, me di cuenta de que yo siempre lo había sabido. Había demasiados signos en mi padre. La revelación no mermó en absoluto su imagen ante mis ojos.-

¿Qué le pasó?-Até cabos. A él le gustaba mucho la estética, siempre fue quien decoró todas sus casas con magia, yo heredé eso. Todos nuestros domingos en Madrid eran en El Rastro, desde que yo era muy chica. Era cachurero. Tenía un gusto distinto al mío, más monacal, le gustaban los muebles grandes y pesados, los objetos extraños. También fue quien siempre se preocupaba del jardín y decidía qué se plantaba en primavera. Era profundamente estético. Por eso se llevó siempre bien con mi mamá, quien era muy mala dueña de casa y nada de eso le interesaba. Se complementaban porque ella era muy masculina. Tenía un tremendo vozarrón y era un mujer muy grande. La casa no podía interesarle menos.-José Donoso aplicaba también su estética a lo doméstico.-Sí. Era su lado femenino. Por eso, creo que mi libro logra una conciliación en su imagen.

Al leerlo, uno se da cuenta de que era un artista que tenía una parte de locura, una parte muy querible con muchas aristas, como todo ser humano. Pero justamente esa locura y esa sensibilidad era lo que lo hacía interesante.-¿Y en qué más aplicaba su estética, fuera de la literatura?-En la ropa. A él le encantaba vestirnos a mi mamá y a mí. Si teníamos un cóctel o una fiesta, nos hacía desfilar y cambiarnos veinte veces de ropa hasta que elegía. Se sentaba a dirigirnos, era un panorama para él. Eso fue algo que compartimos todos, hasta mi primo Martín Donoso, quien hoy es diplomático y vivió con nosotros siete años.

Mi padre siempre le compró los vestidos a mi mamá, la acompañaba a todos los costureros en Santiago. Después me di cuenta de que, al elegir nuestra ropa, él se estaba vistiendo a sí mismo.-La verdad para usted no fue tan sorpresiva, entonces.-Fue como esos secretos a voces en que el último que se entera es el hijo. Pero yo ya lo sabía en mi fuero interno, y es que fui criada entre homosexuales en España.

Mis "tíos" más queridos eran Mauricio Wacquez, quien tenía marido, y Elsa Arana, que era lesbiana. No era un ambiente raro para mí. Y el único temor de mi papá respecto al tema era que su literatura fuera catalogada de gay. De hecho, así está siendo.-¿Dónde?-Para empezar, en Iowa. Creo que es Roberto Ampuero, quien dirige un curso sobre "literatura queer", y en él uno de los grandes temas es mi padre. De joven él se sintió muy marginado, porque siempre se sintió homosexual, desde niño.-Debe haber sido muy fuerte para su madre.

-Ellos vivieron juntos 35 años y se quisieron mucho. Hasta el último día dormían en camas pegadas. No fueron un matrimonio con careta, sino de verdad. Mi papá escribía en su estudio, terminaba un capítulo y bajaba corriendo a leérselo a mi mamá. Pero ella, quien era muy especial y siempre fue la de las revelaciones en nuestra familia, me contó que sólo habían tenido actividad sexual durante los primeros cinco años de matrimonio. Nunca más.

Entonces yo tengo mi teoría.-¿Y cuál es su teoría?-Mi mamá también tenía una distorsión clara de su sexualidad, para ella el tema no era tan importante. Alguna vez yo pensé que era lesbiana, y hasta busqué en los cuadernos. En un tiempo se metió muy fuertemente en un grupo de feministas en España, la mayoría era lesbiana y muy militante. Yo lo pensé, pero después vi que no, porque ella comentaba que esa cosa tan lesbiana de su grupo, como que le molestaba. Sí postergó su sexualidad, a un costo enorme.-¿Y eso la llevó al alcoholismo?-Hasta mi libro, sólo su círculo íntimo sabía que ella era alcohólica. Pero tomó desde muy joven. Mi ex suegra, que estaba casada con un hermano de mi papá, me contaba que mi madre, cuando vino a Chile como novia de mi papá, se iba a dormir con una copa de vino. Para mi suegra fue chocante.

-¿María Pilar, su madre, tuvo otros amores?-¡Es que era muy cartucha, muy católica! En eso sí pongo las manos al fuego. La gran risa entre nosotros es que ella se casó virgen a los 36 y yo le creo. Sus dos mundos internos chocaban, por un lado era católica y su juventud fue glamorosa, con príncipes y reyes en lugares como El Cairo y vestidos encargados a París. Después, conoce a mi papá. Ella lo amó profundamente, se complementaban y eran grandes compañeros. Pero tenían una dinámica muy poco convencional. Los dos eran "María Pilar, te necesito. Pepe, te necesito". Así fue siempre.

-¿Su papá quería que usted fuese su biógrafa?
-Mi papá siempre lo quiso. Nos sentamos muchas semanas a grabar los recuerdos de su vida, sus experiencias. Esas cintas las guardé y fueron la base de mi libro, tanta historia de sus tías, de su abuela, de su infancia, todo lo de Neruda. En esas sesiones él dirigía todo, quería que yo escribiera una biografía a su manera. Me tenía horas grabando, como un espantapájaros.

Pilar Donoso viajó a Madrid a lanzar su libro en septiembre de este año. Estuvo un mes en España, donde aprovechó de visitar el pueblo de su infancia, Calaceite, en Aragón, "el lugar donde he sido más feliz en mi vida y donde mi mamá tuvo la mayor de sus depresiones". En Calaceite, un pueblo muy pequeño a dos horas de Barcelona, Pilar estudió hasta los diez años, pero después volvió muchas veces en los veranos. Por eso quiere regresar.-Quiero ir a Calaceite a probar si puedo otra vez vivir ahí, y escribir. Ya tengo un proyecto de relatos. Es una decisión radical, por lo que primero iré unos tres o cuatro meses. Este libro desestructuró a mi familia. Y a mí misma. Ahora quiero volver a recuperar mi identidad.
Por María Cristina Jurado.

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Calaceite, Donoso y el “boom” latinoamericano


Salón casa de José Donoso en Calaceite. Con Félix Grande.

En 2005 apareció un libro, que pasó inadvertido, titulado Tinta y piedra. Llevaba como subtítulo Calaceite, el pueblo donde convivieron los autores del Boom. Su autor, director de la película Morente. El barbero de Picasso, es Emilo Ruiz Barrachina. Se trata de un emocionante recorrido por este maravilloso, casi mágico pueblo aragonés, situado en la comarca del Matarraña. Su autor nos cuenta su deambular, a lo largo de cinco días, por la localidad y sus alrededores y recupera su peculiar historia cultural.

Allá, en el límite entre Aragón (Teruel) y Cataluña (Tarragona) se levanta un auténtico monumento de piedra dorada. Muros centenarios, calles estrechas que ascienden sobre firmes de adoquines, blasones, pequeños jardines ocultos tras altas tapias también de piedra, arcos ojivales, un bosque de caserones ancestrales, construidos entre los siglos XIII y XVI, llevan al viajero que intente adentrarse en su interior a una realidad que parece detenida en otra época. Calaceite, tierra seca y de mediodías calurosos en verano; tierra fría, de hielos afilados y cierzo, es un pueblo casi irreal de tan bien conservado.



Pero el encanto de Calaceite no sólo se encuentra en su arquitectura, ni en los alrededores, esa comarca rara e híbrida del río Matarraña, sino en determinados habitantes. Pocos saben que allí vivieron, durante dos años y en un refugio de libros y amistades, de pasión por sus paisajes y escritura, el gran narrador chileno José Donoso y su mujer Pilar Serrano. Su vida allí, inciada tras una invitación del traductor al francés de El obsceno pájaro de la noche, convirtió Calaceite, en las décadas de los 70 y 80 del pasado siglo, en un foco de intensa actividad cultural: atrajo la presencia, unas veces fugaz y otras con vocación de continuidad, de los escritores, españoles e hispanoamericanos, que comenzaban a consolidarse en aquellos años. Vargas Llosa, García Márquez o Carlos Fuentes, protagonizaron veladas, que imaginamos intensas y emocionantes, al calor de la chimenea de la casa (piedra y madera) de José Donoso. Jorge Edwars, Bryce Echenique, Luis Buñuel, Carlos Barral, junto con poetas como Ana María Moix, artistas plásticos como la ceramista Natacha Seseña o el pintos Albert Rafols Casamada… De esa experiencia dejó constancia el propio José Donosoen su Historia personal del “boom”, fechado en Calaceite en 1971. Y Pilar Serrano, en El “boom” doméstico.



Imaginemos los inviernos de Calaceite, los encuentros de aquellos intelectuales, la vida de una niña llamada Pilar Donoso, alejada del mundanal ruido y descubriendo un mundo rural y extraño. Imaginemos la soledad de sus calles azotadas por el cierzo. Y viajemos a tan evocador lugar con las palabras viajeras. Con las de Pilar Donoso, que así empieza su evocación:

“Por navidades hace mucho frío en Calaceite, el pueblito del Bajo Aragón en España donde vivimos varios años Pepe, mi marido, nuestra hija Pilarcita, nuestro perro “Peregrine” y yo, amén de tres gatos que allí acogimos. Aquel año 1971 el cierzo (viento helado de la región) soplaba con particular encono. La gente del pueblo, acostumbrada a pasar frío en sus antiquísimas casonas de piedra, lo soportaba sin mayores comentarios, preparándose para celebrar las fiestas de fin de año”.

Y así comienza el relato de Emilio Ruiz Barrachina en Tinta y piedra:

“Aparece Calaceite, difuminado, borroso, detrás de la lluvia. Desde la carretera nadie imagina, de no conocerlo, el pueblo escondido en la falda del otero. Es un cuento de hadas amarillas, sus casas de piedra, la historia oculta en las juntas perfectas de los sillares”.

Y allí está, viva todavía y habitada por otras gentes, la casa que compró y habitó el escritor chileno. Mejor dicho, las casas: porque, tal y como nos cuenta Ruiz Barrachina en su libro,Donoso compró, por 100.000 pesetas, tres casas de piedra que convirtió en su hogar durante dos años. En esa casa, hoy vive Jane, una mujer inglesa que fue diseñadora de modas y que un buen día se enamoró de Calaceite y dicidió, en 1984, trasladar su vida a ese lugar mágico.

Del libro surgió un magnífico documental. En él se da cuenta de lo que fue la vida cultural y literaria (también su cotidianidad) en aquel tiempo. Su título, Calaceite: tinta y piedra. Puede verse, con un muy alto nivel de calidad, en CervantesTV. Con pinchar en el título, accedéis a él. En este caso, el viaje con las palabras se complementa con el viaje a través de las imágenes.
Calaceite, Donoso y el “boom” latinoamericano – Letras Viajeras – Eco-Viajes. Ideas sencillas para escapadas cercanas.

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http://www.ircania.com/es/proyectos/documentales/calaceite
Calaceite (2004)
Tinta Y Piedra

El escritor y director de cine Emilio Ruiz Barrachina recupera en 'Tinta y piedra' (Imagine Ediciones) la memoria histórica de la población turolense de Calaceite donde convivieron algunos de los autores más importantes del 'boom' latinoamericano llegados desde Barcelona.



El primer escritor que se instaló en la población fue José Donoso en la década de los 70, quien invitó a algunos de los componentes del 'boom' como Mario Vargas Llosa, Jorge Edwards, Gabriel García Márquez, Alfredo Bryce Echenique o Carlos Fuentes.

Ruiz Barrachina explicó hoy que Donoso llegó de "forma casual" a la Calaceite debido a que su traductor al francés de 'El oscuro pájaro de la noche' se había instalado allí. El escritor, que basó 'Casa de campo' en los parajes de Calaceite, compró allí tres casas del siglo XV y a partir de ese momento se sucedieron las visitas de sus amigos. El autor de 'Tinta y piedra' aseguró que en los años 80 hubo una "segunda oleada" de escritores que llegaron a Calaceite a raíz de la llegada del chileno Mauricio Wacquez, el pintor Albert Rafols Casamada y el editor Gustavo Gili, que ayudaron a "mitificar" aún más la población.

En la actualidad, continúan viviendo en la población, situada a caballo entre Teruel y Tarragona, la periodista Elsa Arana o la escritora Natacha Seseña. En Calaceite también se halla la Casa Moix, cuna de los escritores Terenci y Anna Maria Moix. Ruiz Barrachina aseguró que su interés era "hablar de las personas" que habitaron esa población y que en sus casas hacían unas "tertulias irrepetibles e intercambiaban información para sus futuros libros".

El autor explicó que la idea del libro le surgió en unas jornadas en Matarraña, que aprovechó para visitar Calaceite por su "admiración por Donoso" y por que conocía un poco la leyenda que envolvía a esa población, de la que se documentó. "No conocía a Wacquez y me entusiasmó", añadió.

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Ficha Técnica
GéNERO - Documental
DURACIóN - 45 min
ACABADO FINAL - Betacam
NACIONALIDAD - Española
EMISIóN - TVE
PRODUCCIóN :
- Emilio Ruiz Barrachina e Ircania Producciones
REALIZACIóN TéCNICA - Operadores Habituales
GUIóN Y DIRECCIóN - Emilio Ruiz Barrachina
DIRECTOR DE FOTOGRAFíA - Jorge Carrión
MúSICA - Sergio González Carducci
LOCUCIóN - Ángeles Macua
PRODUCTORA DELEGADA - Lolita Lechner
Cartel

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www.emol.com
Fecha: 27 de noviembre de 2011

Natalia, hija de Pilar Donoso, escribe:

"La vida de una persona no puede ser reducida a 440 páginas de un libro"


Natalia Donoso, hija de Pilar Donoso, decide en esta carta rescatar la historia de su madre, "que no tiene relación alguna con homosexualidades, golpes, depresiones, alcohol, abandonos y tristezas", sino con una historia cargada de humanidad en sus rasgos más descarnados, pero también en los más idílicos.

Es impresionante (si no penoso) ver que la vida de una persona se vea reducida a unos cuantos años, unos cuantos hechos, unas cuantas páginas, 440 para ser más específicos.


Pilar Donoso y sus hijas Natalia y Clara, año 1994, en el balneario de Zapallar. "Soy una convencida de que finalmente puede descansar en paz,y desde donde esté logrará todo lo que siempre buscó: pertenecer a un lugar y reunirse con los suyos".


Pilar Donoso y su nieto Santiago, hijo de Natalia.





Durante la última semana han desfilado frente a mis ojos un sinnúmero de artículos y comentarios acerca de la muerte de mi madre; ninguno, salvo una excepción que me conmovió hasta las lágrimas, ha hecho justicia a la verdad, a la compasión y por sobre todo al sufrimiento que una familia, la mía, está viviendo intensamente.

No sólo periodistas sin criterio, sino que para mi sorpresa también familiares muy cercanos se han colgado de esta lamentable noticia, aparentemente con el afán de "hacerse un nombre", hecho que no sólo me resulta morboso, sino que inmoral y cruel.

Se han dicho muchas cosas; que el libro "Correr el tupido velo" fue el detonante de la decisión de mi madre, que la homosexualidad de mi abuelo fue demasiado para ella, que sus hijos la abandonaron (cosa que en ningún caso es real), y la teoría más sensacionalista y absurda de todas: que el destino de mi madre ya había sido escrito por mi abuelo, José Donoso.

Como dijo mi madre alguna vez: "Uno no debería conocer los pensamientos más íntimos de nadie. Menos los de sus propios padres". Esto, no sólo porque puede ser muy doloroso, sino también porque un escrito no refleja necesariamente la realidad, es una mera interpretación de una persona en particular en un momento dado.

No se puede reconstruir una verdad sólo basándose en lo que una persona dice en un momento dado, todos tenemos pensamientos, deseos, rencores, iras, penas, alegrías, que al ser plasmadas en el papel no lo hacen menos subjetivas, más bien al contrario.

EL AMOROSO RECUERDO DE MIS ABUELOS

Es importante para mí rescatar una historia, que no tiene relación alguna con homosexualidades, golpes, depresiones, alcohol, abandonos y tristezas; una historia cargada de humanidad, en sus rasgos más descarnados, pero también en los más idílicos. Yo no sé mucho de la vida cotidiana de mis abuelos, yo era muy niña cuando ellos murieron, pero lo que sí puedo decir es que fui su adoración. Esto claramente a raíz de ser la primera nieta. Recuerdo las noches que alojaba con ellos. Como muchas parejas, ellos compartían pieza pero no camas, había dos camas de plaza, una junto ala otra, y obviamente yo dormía al medio, ahí donde las maderas se unen y no alcanzas a recibir frazadas ni de una ni de la otra cama, pero esto no fue impedimento para esperar con ansias esas lúdicas noches jugando naipes con el Tata y la Yaya.

El Tata siempre hacía trampa, pero siempre lo perdonábamos. Aún recuerdo el olor de esa cama, de esa casa, del estudio de mi abuelo, con el cual me gusta fantasear, imaginando que alguna vez él estuvo escribiendo un gran libro mientras yo observaba y jugaba con las cosas de su escritorio.

Con respecto a mi madre y su relación con sus padres puedo decir que fue intensa, como era ella, con altos y bajos, pero siempre, y esto me gustaría que quedara claro, con un tremendo cariño y respeto. A pesar de todos los defectos que tenían los tres, puedo decir que se quisieron con devoción, y que todas aquellas personas que han publicado lo contrario están muy equivocadas.

MI MADRE: UNA MUJER EXCEPCIONAL

Mi mamá, Pilar Donoso, fue una mujer excepcional. Mi relación con ella nunca fue fácil, teníamos caracteres demasiado fuertes, lo que nos hacía involucrarnos en constantes peleas y conflictos. No obstante siempre fue una mujer cálida, vital. Me entregó mucho más de lo que sería capaz de redactar. Sí, es cierto que los últimos años fueron difíciles, que ella no estaba bien, pero eso, en ningún caso podrá borrar de la memoria de quienes la amamos todos esos años de cariño, entrega y ternura.

Como es sabido, mi madre era adoptada, y con esa carga siempre se embarcó en una búsqueda de sus raíces, y no sólo en el sentido literal de encontrar a sus padres, sino de encontrar un lugar, que fuese de ella. En ese marco yo me convertí en la protagonista de su vida, su primer y único, lazo sanguíneo durante cinco años. Más amor no pude recibir. De hecho de niña siempre fui mimada y malcriada, por el exceso de atención que recibía de su parte.

Siempre armó con mucho amor cada una de sus casas, en busca, creo yo, de un sentido de pertenencia. A pesar de que ella ya pertenecía a un lugar: mi corazón y el de todos quienes la amamos. Con respecto a mis padres, creo que no hay mucho que decir,ellos se amaron tremendamente, pero, como muchas veces sucede,las cosas dejaron de funcionar.

Las razones de esto son bastante privadas y las especulaciones al respecto están muy ajenas a la realidad. Los altibajos en la relación con mi madre nunca fueron un impedimento para sentirme profundamente ligada a ella. Constantemente me decía que yo la imitaba en todo lo que hacía, incluso en lo malo. Hoy veo que eso tiene cierto grado de verdad.

Y se debe al hecho de que para mí ella era casi un semidiós, algo a lo que yo nunca podría aspirar. Así de intensas eran nuestras relaciones.

ELLA PUEDE DESCANSAR EN PAZ

Hoy, que no la tengo a mi lado, me lamento. Sufro. Pero es un sufrimiento egoísta, por la falta que me hará en mi vida, porque no verá crecer a su nieto, que por estos días ve su foto y grita "¡Ya-ya!", porque no estará en mi matrimonio, porque no la tendré para esas largas conversaciones todas las mañanas. Extrañaré su calor, su amor, su olor, incluso sus rasgos más oscuros y negativos; porque quienes la amamos realmente la amamos así, tal cual era, y seguirá siendo en nuestros corazones. Yo la amé con todo mi corazón.

Soy una convencida de que finalmente puede descansar en paz, y desde donde esté logrará todo lo que siempre buscó: pertenecer a un lugar y reunirse con los suyos. No le guardo rencor, y no dejaré que nadie intente inculcarme esa idea, porque yo tengo más que claro que mi madre me amó muchísimo, que escribió un libro del carajo, que fue mucho más valiente que la mayoría de nosotros, y que un buen día se fue al lugar donde pertenecía.

Las razones y causas de su muerte nunca las sabremos. Pilar Donoso corrió el tupido velo, y se llevó con ella un secreto, tan íntimo, que sólo conoceré el día que me reencuentre con ella.

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