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REVISTA DOMINGO
domingo 12 de septiembre de 2010
Un manuscrito de Neruda que nadie puede encontrar, enterrado en el patio de su primera y más desconocida casa. Un palafito que cruzó el mar hasta Quemchi, Chiloé, para convertirse en el museo de Coloane. Un compromiso con Gabriela Mistral que se encontró enterrado y que -56 años después- aún no se cumple. Historias detrás de casas-museo chilenas, que todos pueden visitar.
Por Marcelo Ibáñez Campos.
Dos presidentes y un Papa
Casa Domeyko:
Ubicada en el barrio Yungay de Santiago, una casa de fachada roja de tanto en tanto abre sus puertas para que "domeykófilos" de todos los niveles -como Pablo Domeyko (77 años) llama a los admiradores de la obra de su bisabuelo- realicen su peregrinación de rigor. Por ahí han pasado desde Lech Walesa en 1995, en su calidad de Presidente de Polonia, a Valdas Adamkus en 2008, por entonces Presidente de Lituania, además de estudiantes universitarios, escolares del barrio, turistas polacos y lituanos. Y por ahí quiso pasar durante su vista a Chile el Papa Juan Pablo II, quien finalmente debió conformarse con nombrar a su compatriota polaco durante el discurso que dio en La Serena.
¿Qué provoca esa admiración que hace que tres países -Polonia, Lituania y Bielorusia- se "peleen" sus orígenes? Su bisnieto, quien conserva la hermosa casa en la que Ignacio Domeyko vivió desde 1850 hasta su fallecimiento en 1889, cree que se debe a tres razones: su calidad humana, su vida llena de proezas, y sus textos que se pueden leer como tratados científicos o como libros de aventura. "Era un exquisito romántico", resume.
Sus logros son innumerables. Peleó contra la dominación rusa en Polonia, recorrió Chile varias veces armando estudios geológicos, de flora y fauna, sobre meteoritos y fósiles. Impulsó las Escuelas de Minas de La Serena y Copiapó, sentando las bases científicas de la explotación minera nacional. Reformó el sistema educacional, creó el primer observatorio astronómico del país, recorrió La Araucanía y publicó un informe muy detallado de la vida de los mapuches y cómo podrían integrarse al país. Y a pesar de todo eso, su bien conservada casa, con libros, cartas, óleos, instrumentos científicos, mobiliario de la época y un bello jardín -donde Domeyko depositó un saco de su tierra natal que aún se conserva- sigue dependiendo del cuidado de sus descendientes. De "la chifladura de los Domeyko Pérez", como dice su bisnieto.
"Llegado la hora de los quiubos nadie muestra interés. Hace unos cinco años, el país empezó a tomar conciencia de que hay que cuidar el patrimonio. Antes éramos unos locos nomás", dice. "No sé si existirá una casa de esta edad en Santiago que esté operativa. Pero la historia de este país la escriben los militares y los políticos, no los científicos".
¿Cómo ir? Casa Domeyko, Cueto 572. Para visitarla hay que ir en grupos o como parte de alguna institución educativa. Se debe coordinar enviando un mail a pablodomeyko@vtr.net
La minga de Francisco Coloane
Un palafito museo:
El 30 de enero de este año, el pueblito chilote de Quemchi simplemente colapsó. "Faltó el agua embotellada, la comida, todo", cuenta Teolinda Higueras (53 años), jefa de la biblioteca pública del pueblo.
Ese día llegaron casi dos mil personas -calcula- entre chilotes, turistas europeos y equipos de televisión de Italia, Francia, Alemania y Chile. Todos iban a ver cómo nueve yuntas de bueyes arrastraban una casa desde las colinas de Tubildad hasta la playa del sector, y cómo al día siguiente se reanudaba la minga, transportando por mar un museo. Ese que cumpliría el sueño que Teolinda llevaba quince años tratando de concretar: crear una réplica de la casa donde creció Francisco Coloane.
En 1910, año del nacimiento de Coloane, Quemchi aún era un puerto donde recalaban barcos de múltiples banderas y gran tonelaje, en busca de madera. La época en que aún no existían caminos, cuando el escritor siendo niño, podía ver desde su ventana cómo un interminable flujo de lanchas veleras cruzaban el Canal de Caucahué.
"En esa casa nace su literatura. En ese sentir salobre, en el rugir del mar bajo el palafito que construyó su padre", dice Teolinda, sobre la casa original que alguna vez estuvo en Yungay, el barrio que dio vida al pueblo y que llegó a tener un centenar de palafitos que terminaron sepultados por el mar, luego del terremoto de 1960.
Hoy la casa museo de Coloane -donada por una familia de Tubildad, transportada por vecinos de Quemchi- es el único palafito del pueblo. Fue inaugurada este 5 de agosto y posee el mismo diseño que la original, basado en descripciones de Coloane y sus vecinos. Está ambientada con muebles de época, posee libros en varios idiomas, artículos del autor, una cocina que funciona como cafetería y pronto uno de los dormitorios se habilitará como hospedaje. En verano funcionarán botes que harán el trayecto hacia los Morros de Pinquén, donde ocurre la trama de El camino de la ballena (1962), la única novela de Coloane situada en Quemchi.
¿Cómo ir? Museo Coloane, Yungay 22, Quemchi, Chiloé. Gratis. Lunes a viernes de 08:30 a 18 hrs. Sábados de 11:30 a 18 hrs. Más información, tel. (65) 691 469.
El manuscrito perdido de Neruda
Casa Michoacán:
Era mediados de julio, pero la casa ya olía a empanadas y vino tinto. Los comensales: una muestra de los más ilustres representantes del pensamiento laico nacional. De Juan Gómez Millas, por entonces rector de la Universidad de Chile, a Salvador Allende. ¿El motivo de la celebración? El cumpleaños número cincuenta del dueño de casa, el poeta y ex senador Pablo Neruda.
Fue en ese cumpleaños que Neruda escribió un manuscrito, lo puso en un contenedor de concreto y lo enterró, con la ayuda de sus invitados, bajo uno de los seis paltos que formaba parte del jardín de 2.500 metros cuadrados de su casa. El mismo tesoro que, 50 años más tarde -para el centenario del natalicio del poeta-, el pintor José Balmes, junto a un grupo de la Universidad de Chile, intentó desenterrar sin éxito.
Hasta hoy, en que sólo quedan dos paltos en pie -uno de ellos en riesgo de caer por las termitas-, el manuscrito se mantiene escondido en las entrañas de la Casa Michoacán, la primera residencia en la tierra construida por Pablo Neruda junto a Delia Del Carril. Su casa más desconocida. La misma que sigue recibiendo en La Reina a esporádicos visitantes que se pasan el dato, lejos de la afluencia constante de turistas que llegan a La Chascona, La Sebastiana e Isla Negra.
Fue en esa casa donde Neruda vivió su etapa más política, entre 1943 y 1955, influido por su compañera de armas Delia Del Carril. Fue ahí donde celebró su elección como Senador de la República, donde escribió Canto General (1950) y Odas Elementales (1954) y donde cantó Violeta Parra y bailaron miembros del Ballet Ruso -entre muchos otros artistas- aprovechando su Anfiteatro Federico García Lorca, una construcción al aire libre y con capacidad para 160 personas, creada por el destacado arquitecto nacional Enrique Gebhard. Y fue por uno de los costados de ese mismo anfiteatro por el cual Neruda huyó al exilio en 1949, cuando llegaron a detenerlo durante el gobierno de Gabriel González Videla.
Bautizada así por el estado mexicano donde Delia Del Carril y Neruda se casaron (de ahí también su estilo de construcción), la Casa Michoacán recibe visitantes previa cita, mientras postula a financiamiento estatal para ser restaurada. En el recorrido se puede ver el escritorio y la biblioteca de Neruda, grabados y pinturas originales de Delia -quien siguió viviendo ahí hasta su muerte en 1985, luego que Neruda se mudara a La Chascona con Matilde Urrutia-, fotografías de época, el anfiteatro, pero sobre todo, se pueden escuchar muy buenas historias de lo que aspira a convertirse en un nuevo clásico de la ruta nerudiana. Y en una de esas, quien sabe, usted podrá pararse justo sobre el lugar donde se encuentra enterrado el misterioso manuscrito del poeta.
¿Cómo ir? Casa Michoacán, Lynch Norte 164, La Reina. De martes a viernes, entre 10 y 18 hrs., reservando al tel. 266 0577. Aporte voluntario. Las visitas nocturnas cuestan $15.000 por persona y se hacen en grupos de diez, e incluyen cena. En el lugar se realizan conciertos para 30 personas. El próximo es el 07 de octubre con el ex Inti Illimani Max Berrú. Fechas y entradas en el sitio www.casamichoacan.wordpress.com
En esta casa Pablo Neruda escribió Canto General (1950).
El refugio de Adolfo Couve
Villa Lucía:
Fue a finales del siglo 19 que la aristocracia nacional decidió complementar sus temporadas en Europa o en alguna de sus propiedades en el campo, vacacionando al estilo mediterráneo, pero en Chile. Así se desarrolló el primer balneario nacional de renombre -Cartagena- y todo su esplendor arquitectónico, donde los estilos que más predominaron fueron las interpretaciones del Queen Anne y el gótico victoriano. La época en que Cartagena era un destino distinguido y elegante.
En ese contexto, Villa Lucía es una agradable rareza. Por una parte, se trata de la réplica de una pequeña villa toscana construida en 1900 por la familia italiana Bratti -radicada en Valparaíso-, con materiales traídos directamente desde Génova. Por otra, a diferencia de las demás casas señoriales de Cartagena que vieron decaer su antiguo fulgor con intervenciones desafortunadas y nula mantención, a medida que esa playa se volvía un destino popular, Villa Lucía se mantuvo fiel a su diseño original. Quizás se deba a su ubicación -un oasis de calma, rodeado de vegetación y alejado del bullicio de la playa- o a que cayó en manos de propietarios que supieron apreciarla, siendo uno de ellos el pintor y escritor Adolfo Couve, que vivió ahí desde 1987 hasta su suicidio en 1998.
Su posterior y actual dueño, el médico Daniel Fernández, se ha dedicado a restaurarla decorativamente para revivir su majestuosidad de casa señorial, pero manteniendo los elementos que quedaron de Adolfo Couve, como objetos personales (aunque la mayoría de ellos los tiró a la basura un antiguo cuidador en el traspaso de la propiedad, incluidos manuscritos inéditos). Algunos fueron recogidos por vecinos del sector- hasta cuadros originales del pintor, pertenecientes a la colección privada del actual dueño.
Hoy las visitas guiadas reviven la historia del balneario a través del bien cultivado esplendor de la construcción, y revisa la vida de Adolfo Couve Rioseco: desde su taller y los rincones de la casa que retrató sobre óleos, hasta la terraza donde impartía clases prácticas de pintura. La historia de una casa que se entrecruza con la obra del artista como un símbolo: la conservación del destello de una aristocracia, que terminó en ocaso.
¿Cómo ir? Villa Lucía, Colón 167, Cartagena. Todos los días, previa reserva: tels. (35) 450 939 y (09) 7618 0499; casa_museovillalucia@yahoo.es La visita guiada de entre 30 y 45 minutos cuesta $2.500. Mínimo, cuatro personas adultas.
Deuda con la Premio Nobel
La ruta mistraliana:
El último descubrimiento del legado mistraliano ocurrió la semana pasada en Montegrande, el "amado pueblo" donde la poetisa pidió ser sepultada. El hallazgo venía dentro de una botella y fue encontrado por un grupo de trabajadores que mejoraba los accesos a la plazoleta del pueblo. En su interior, una carta firmada -no escrita- por Gabriela Mistral, un grupo de vecinos ilustres, y autoridades de la época, fechada el 28 de septiembre de 1954. El año de su última visita a Chile, la tercera que realizó al país desde que se radicó en el exterior en 1922.
Al parecer, se trataba de un compromiso. De la primera piedra que iniciaría la remodelación de la plaza del pueblo, donde se instalarían juegos para todos los niños y niñas -ahora septuagenarios- de Montegrande. Juegos que más de medio siglo después, aún no existen. Los mismos que luego del azaroso encuentro, el intendente de la Región de Coquimbo prometió que se construirían. Esta vez sí que sí. Vamos Chile que se puede.
Nunca es tarde para construir juegos infantiles ni tampoco para rescatar el patrimonio cultural mientras las construcciones sigan en pie. Eso es lo que está haciendo el Gobierno desde hace un par de años con el proyecto Bicentenario Ruta Patrimonial Gabriela Mistral, que ya está dando sus frutos: el 07 de abril de este año, para el natalicio 121 de la poetisa, se inauguró la hermosa remodelación del Museo Gabriela Mistral de Vicuña.
Los estrenos son varios: desde una renovación arquitectónica y del recorrido museográfico, a numerosos objetos personales, cartas, fotografías, cintas de audio y casi la totalidad de la biblioteca personal de la autora, donada por Doris Atkinson. Se mantiene eso sí el antiguo museo: la copia de la casa natal de Gabriela Mistral construida en la década del 60 por una agrupación de elquinos, y que por décadas los visitantes pensaron que era la casa original, la que ya en 1925 había sido derribada.
A ello se suma la remodelación de dos nuevos hitos en la "ruta mistraliana", ambos Monumentos Nacionales. La casa de Las Compañías -pueblo al norte de La Serena-, donde Lucila Godoy Alcayaga comenzó su producción literaria, donde creó su seudónimo (Gabriela Mistral), logró publicar en diarios regionales e inició su actividad pedagógica a los 16 años. La casa donde funcionará una muestra "multisensorial" de su obra y donde se construye el Centro Mistraliano de la Universidad de La Serena, que se inaugurará en 2011.
El otro hito es la Casa Las Palmeras, el único inmueble que la poetisa adquirió en Chile y donde residió esporádicamente durante sus visitas al país. Una linda casa bastante bien conservada, que ya se puede visitar (Avenida Francisco de Aguirre 300, La Serena). Por último la Casa Escuela de Montegrande, un modesto clásico de esa localidad del Valle del Elqui, el lugar donde Gabriela Mistral vivió hasta los nueve años. Se espera en 2011 renovar su guión museográfico y restaurar la construcción, ya que la muestra actual se suponía que iba a ser transitoria pero lleva ya más de 30 años.
¿Cómo ir? Museo Gabriela Mistral, Calle Gabriela Mistral 759, Vicuña. Lunes a viernes de 10 a 17:45 hrs. Sábado de 10:30 a 18 hrs. Domingo y festivos de 10 a 13 hrs. Entrada, $600. Museo Casa-Escuela de Montegrande, martes a domingo de 10 a 13 hrs. y de 15 a 19 hrs.
El Museo Gabriela Mistral de Vicuña renovó su muestra este año.
Por Marcelo Ibáñez Campos..
martes, 14 de septiembre de 2010
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