lunes, 18 de octubre de 2010

Mario Sepúlveda revela que pacto de silencio busca proteger a los mineros más jóvenes

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lunes 18 de octubre de 2010

Primera entrevista del "hombre ancla" de la mina San José tras el rescate:

A un diario inglés le contó cómo debió esforzarse para que no lo vieran llorar y mantener al grupo con el ánimo en alto.

''El aire estaba tan malo que nuestros ojos ardían todo el tiempo. Todos tosíamos. Era como estar en un sauna inmundo con el aire lleno de suciedad".

MARIO SEPÚLVEDA

Mario Sepúlveda rompió su silencio entregando un detallado recuento de lo ocurrido en los días más difíciles de los 33 mineros en la mina San José.


En entrevista al periódico inglés "Mail on Sunday" relató cómo vivió el derrumbe. "Tenía tapones para los oídos porque había estado conduciendo una excavadora, así que no escuché el ruido. Pero vi el polvo y los escombros". Luego, y en medio del polvo, uno de sus colegas gritó: "¡Derrumbe!".

El polvo era grueso y pesado. Sepúlveda aseguró que no estaba asustado en ese momento: "Hay que recordar que la mina es mi lugar de trabajo. Yo sabía que el refugio estaba cerca".

Su primer instinto fue buscar una vía de escape. "Algunos de los más jóvenes estaban de mala forma -histéricos-, pero tenía que encontrar una salida"

Empezó a caminar por el sistema de túneles. "Estaba oscuro, excepto por la lámpara de mi casco. Caminé horas. Encontré un ducto de ventilación que tenía una escalera y empecé a subir. Las paredes estaban blandas y las rocas cayeron en mi cara". Con la boca sangrando, mantuvo su escalada.

La escalera, de cuero y cuerda, estaba en pésimas condiciones. Tras subir 45 metros por el ducto, ésta se acabó. "Debería haber ido por todo el camino. Traté de subir sin ella pero las paredes se derrumbaron. Pude ver dos rocas grandes bloqueando el pozo. Fue un momento de desesperación. Bajé y le tuve que decir a los otros chicos que no había manera de salir".

Sepúlveda se explayó sobre su rol para mantener los ánimos en alto. "Soy un bromista natural. Cuando los otros cayeron en la desesperación yo tiraba alguna broma. Siempre he sido un payaso. Si hubiera dejado de bromear los habría defraudado, pero era difícil. Hablan de las lágrimas del payaso. Ése era yo".

Sepúlveda lloraba todo el tiempo, pero se alejaba de los demás para que no lo vieran. "Tenía que mantenerme fuerte. Mi reputación en la mina era la de ser un tipo gracioso y debía mantenerme fuerte por el bien de la moral".

En uno de los peores momentos simuló estar agónico y les habló: "Amigos, díganle a mi familia que los amo y que el dinero está en..." Luego pareció expirar. Los otros lo rodeaban y contuvo la respiración. Finalmente estalló en una carcajada.

Respecto de las condiciones de la mina, relató que hacía un calor sofocante. "Nos quitamos la ropa interior. Estaba tan húmedo que no podíamos movernos sin transpirar. El aire estaba tan malo que nuestros ojos ardían todo el tiempo. Todos tosíamos. Era como estar en un sauna inmundo con el aire lleno de suciedad".

A medida que los días avanzaban y empezaba a aumentar el hambre, incluso su confianza disminuyó. "Estábamos en la oscuridad total. El calor era agobiante. Todos sentimos que el diablo estaba allí con nosotros. Rezamos y rezamos. Era un agujero oscuro. Estábamos sepultados vivos, todos muy asustados. Le rogamos a Dios para que nos ayudara. Nos preocupaba morir de hambre o que el agua se acabaría y moriríamos en forma horrible de deshidratación".

Sobre el pacto de silencio, se le preguntó si era porque los mineros habían tenido momentos del tipo "Secreto en la montaña" (la película de los cowboys gays). Respondió que estaban muy ocupados tratando de sobrevivir como para pensar en sexo.

En cambio, acotó que el pacto se hizo para proteger a los más jóvenes y menos educados. "Cuando uno está en una situación estresante como esa, se dicen y hacen cosas en los extremos. Fue un pacto de hermandad". No quiso responder si se habían ido a las manos, pero reconoció que algunos de ellos estuvieron tan deprimidos que "lloraron como bebés".

Sepúlveda dijo que no sentía que estuviera traicionando a nadie al dar la entrevista, sino que buscaba aclarar rumores que han aparecido. Dijo que había cosas que podían avergonzar a algunos, principalmente porque actuaban como niños. "Es importante, incluso ahora, que los mayores protejamos a los más jóvenes, los más vulnerables".

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"No estaba pauteado", dice seguro Luis Urzúa cuando la prensa le consultó sobre la conversación que sostuvo con el Presidente Piñera, cuando al salir del fondo de la mina San José le "entregó el turno" al Mandatario.

"Yo tenía que entregar el turno, y él tomó la batuta como corresponde", cuenta sereno en un alto del extenso recorrido que realizó ayer junto a sus hijos por el cerro donde está la mina, y en la explanada donde por casi 70 días las familias de los 33 mineros atrapados en el pique esperaron, sufrieron y rezaron por su rescate.

"Vengo a dar las gracias como corresponde a Dios", dice Urzúa. Conversa tranquilo con quienes se le acercan, lejos del asedio que sólo un par de horas antes no dejaba avanzar a los rescatados que llegaron para participar en una ceremonia de acción de gracias en el campamento Esperanza.
Asombrado, Urzúa califica de "extraordinario" lo que hicieron las familias en el campamento. Y sobre su rescate, dice que está "muy contento de que (Dios) me haya dado una nueva vida".

Mientras comparte con su familia afirma que aún no tiene nada planeado para el futuro, ya que en su encierro sólo pensó en "salir con vida, eso era lo más importante (...) Estamos recién convalecientes, con licencia de la AChS, y después de eso vamos a ver".

Sin romper el "pacto de silencio" que tienen los mineros, afirma que en la mina "se trabajó harto" al ayudar desde el interior para su rescate. "Toda mina es segura hasta que se cae. Uno sabe que entra a una mina, pero no sabe si va a salir, es así", remarca.

Calmado, pausado y muy medido al hablar, Urzúa sostiene que no sabe nada de las ofertas de viajes o invitaciones especiales, porque "nadie me ha dicho nada".

Y sobre la posibilidad de que los 33 puedan hacer un libro con los apuntes de la bitácora de Víctor Segovia, dice sonriente que él tiene "para escribir un libro solo. Tengo 31 años de servicio en las minas", asegura.

De otros proyectos como la filmación de una película, plantea que no sabe. Lo que sí tiene claro el jefe del turno de los 33 atrapados es que "la figura de nosotros es ser minero. Yo soy minero, y esta es mi vida", comenta enfático sin perder nunca la calma.
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Lunes, 18 de Octubre de 2010


Guapa hija de minero impacta en Londres
Scarlette Sepúlveda


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